XVIII.
Matt gime con algo de fuerza. Frank sonríe y sigue besando con dulzura la piel pálida de sus muslos.
—Frank- —gime, suavemente, el más joven ante la caricia.
— ¿Acaso es posible que seas más precioso? —farfulla en respuesta él. Matt se ríe con nerviosismo.
—Eres tan cursi, no puedo contigo. —murmura el pelirrojo, hay un toque de dulzura en como lo dice que hace a Frank derretirse aún más.
Matt puede sentir más besos húmedos subir por la parte interna de sus muslos, también escucha atentamente las palabras dulces que Frank murmura sobre él.
Matt está seguro de que ya el sol debió salir afuera, de que los desafortunados que deben trabajar en sábado están allá afuera y que, cuando Frank termine de besarle, pueden ir a desayunar al cafetal en la esquina que tanto le gusta a Frank.
— ¿Vas a terminar pronto ahí? —murmura Matt, con un hilo de voz, aún sintiendo las suaves caricias.— En serio quiero desayunar.
—Ya voy en camino. —Frank sube con rapidez, siguiendo el camino de besos por el abdomen de Matt hasta llegar a su clavícula.— Aquí estoy.
—Aquí estás. —reitera el pelirrojo, sonriendo ampliamente mientras siente a Frank succionar con delicadeza la piel de su clavícula. Está seguro de que dejará una marca.
Ha sido así toda la mañana, desde que Frank se levantó, ha estado besándolo y tocándolo. No es que Matt se queje, ha estado deseoso de estar con Frank de esta manera desde que su trabajo comenzó.
Así que cuando las grandes manos del boxeador empezaron a moverse por todo su cuerpo, Matt no tuvo la fuerza para alejarlo, solo para dejarse sentir.
Frank deja de hacer lo que está haciendo y sube su rostro hasta que su mirada se tropieza con los ojos de Matt, una mirada grisácea y sin brillo en la que Frank puede perderse sin ningún problema.
— ¿Qué tanto me miras? —murmura Matt, sonriente, sonrojándose al tener a Frank tan cerca de su rostro sin decir nada en lo absoluto.
—Nada. —sonríe Frank, para después acercar sus labios a los de Matt y besarlo con rapidez.— ¿Qué tal si vamos a desayunar y después de compras? Podemos cocinar algo genial para el almuerzo hoy.
—No lo sé. Me gusta la comida china recalentada y las galletas quemadas que Steve tan amablemente nos regaló. —dice Matt— Pero, bueno, me sacrificaré por ti.
—No te merezco. —Un último beso efímero y tierno sobre los labios de Matt y Frank ya está de pie a un lado de la cama.
Y a los veinte minutos están en la esquina donde Frank desayuna sin falta. Les atiende, como siempre, Mary Jane Watson con esa cara de aburrimiento y preguntándose a dónde carajos se fue su vida.
Matt pide un café con leche y Frank un café negro. Después de pelear por unos diez minutos de cual café es mejor y después de que Frank se terminará comiendo todas las donas que Matt había ordenado, ambos empiezan a caminar por las calles frías y duras de Hell's Kitchen.
Hay gente caminando a estas horas, con trajes y abrigos que les protegen del frío. Hay varios locales que tienen horas abiertos y otros que a penas empiezan a abrirse.
Frank mira con atención a Matt mientras ambos caminan por los pequeños pasillos del minicentro de Hell's Kitchen.
—Podemos hacer pescado, ¿te gusta el pescado? —le pregunta Matt.
—Sí me gusta, pero no soy un fan. —dice Frank en respuesta.— Sin embargo, si eso es lo que deseas comer, está bien.
—Debes dejar de consentirme, puede que llegue a acostumbrarme a esto. —Matt dice, mientras le sonríe ampliamente al boxeador. Se coloca de puntillas con rapidez, para dejar un suave beso sobre los labios de Frank.— Te prepararé pollo al horno. Sé que te guste.
— ¿Qué hecho yo para merecerte? Explícame. —Frank sonríe, robándole un beso más a Matt hasta que él deja de estar de puntillas y le vuelve a sostener por el brazo.
Frank sigue empujando el carrito de mercado, con Matt apegado a su cuerpo. Cuando Frank está conversando con Matt del mal estado de las papas en aquel minicentro, su celular repica en su bolsillo.
Frank desliza su mano libre por el bolsillo de sus pantalones y frunce un poco el ceño al ver que quien lo llama es su ex esposa.
— ¿Aló?
—No me lo vas a creer. —logra escuchar Frank la voz de María, la cual parece estar en una construcción o algo parecido, porqué se escucha un gran estruendo.— Me adelantaron el juicio de uno de mis clientes para hoy.
— ¿Qué? ¿Por qué?
—No tengo ni la más puta idea. Wanda me llamó esta mañana para avisarme, pero ni ella logra entender qué demonios pasó. —María suspira, con tanta fuerza que Frank puede sentir lo agotada que está.— Frank, sé que este es tu fin de semana libre, además que me dijiste que estarías con Matt estos días, pero Lisa está en la universidad y yo-
—Hey, hey. Está bien, todo está bien. —dice Frank.— Juntos hasta la muerte, ¿no? Puedes traerme a Frankie. Matt y yo lo cuidaremos.
Puede sentir como Matt se tensa con rapidez contra él. Frank desliza su brazo fuera del agarre de Matt y lo mueve sobre sus hombros, para abrazarlo con dulzura contra él.
—Gracias, Frank. Te amo. —dice ella, aliviada, feliz de quitarse un peso de encima.— Te lo llevaré en media hora, está emocionado de verte.
— ¡Así es, papá! —grita Frankie de la nada, acercándose de improvisto al micrófono del celular. Frank sonríe ante la alegre voz de su hijo.
— ¿Estás emocionado por conocer al amigo especial de papi? —dice María, con diversión.
— ¿A quién?
—Okey, okey, basta. Nos vemos en media hora.
Ambos se despiden del otro lado de la línea. Frank vuelve a dejar su celular en el bolsillo de su pantalón y entonces mira con atención a Matt, que se ve más nervioso de lo que Frank alguna vez lo ha visto.
Frank respira con lentitud unos cuantos segundos, para después decir: —No tienes que quedarte si no quieres. Es solo que... Es mi hijo, no puedo negarme a cuidarlo cuando María me necesite porqué es responsabilidad de los dos...
—No, no, no. —Se apresura en cortarlo Matt. Frank deja de hablar para poder escucharlo.— No es eso. Entiendo por completo. Es solo que... —Matt se mantiene en silencio varios segundos, jugueteando con las mangas de su suéter— bueno, nada más he conocido a uno de tus hijos y en ese momento no éramos nada y ahora...
— ¿Eso es lo que te tiene nervioso?
— ¿Y si no le caigo bien?
Frank se mantiene serio por unos segundos, para luego reír.
—Pues conocerás a Frankie. Y él... Bueno, es muy difícil que puedas caerle mal. Solo tienes que hablar de alguna caricatura de moda o serie y él hablará contigo en completa normalidad. —dice Frank— Además que ambos tienen casi la misma edad. —Matt le codea con algo de fuerza en la costilla, mientras sonríe.
—Haces que parezca como si tuviera 15 años.
—Pareces un adolescente si tengo que ser honesto contigo. —masculla Frank— De hecho al principio no daba ningún paso agigantado contigo porqué pensé que lo eras.
—Eso es tan romántico.
Frank aprieta con su brazo a Matt más contra él y besa su frente, con cariño.
Ambos siguen en el mercado para comprar cosas para el almuerzo. Siguen la misma rutina de regreso al departamento de Frank, la gente sigue caminando y ya no hace tanto frío. Cuando llegan al departamento, Pietro les sostiene la puerta y los saluda entusiasta.
Llegan al piso y mientras Frank trata de abrir la puerta, Ororo saluda a Matt con un cantarín «Hola Matt, ¡qué bueno verte otra vez por aquí!» cuando sale de su apartamento para ir al colegio donde trabaja y pueden oler que Steve está haciendo más galletas —que probablemente se quemarán, y que probablemente Bucky les regalará pidiéndoles que le digan a Steve que quedaron deliciosas porqué sino le romperían el corazón—.
Matt empieza a sacar las cosas de las bolsas junto con Frank. Frank puede ver que dentro de algunos minutos más serán las doce del mediodía. Frank ayuda a Matt en algunas cosas, aunque él se queje diciendo que puede hacerlo solo.
Cuando tocan la puerta, Matt vuelve a tensarse. Frank puede sentirlo.
—Todo saldrá bien. —murmura el boxeador, antes de dirigirse hacia la puerta del apartamento. Al abrirla, ve a María y a Frankie, sonriendo con alegría.— ¡Hola ustedes dos!
— ¡Hola, papá! —saluda Frankie, mientras sostiene un oso de peluche con fuerza contra su pecho y sonríe hacia su papá. A su dentadura le falta un diente de leche y a Frank no puede parecerle más adorable.
—Hey, campeón. —saluda de vuelta Frank.
— ¿Dónde está tu amigo especial? —pregunta el niño— Lo quiero conocer.
Frankie pasa con rapidez hacia la sala y busca con curiosidad por la sala a Matt. Cuando lo ve detrás de la pequeña isla de la cocina, sonríe y se acerca casi corriendo a saludar.
— ¡Hola! —saluda él.— Soy Francis Mario Castle Jr, es un placer conocerte. Mamá me estuvo diciendo que eras el amigo especial de papá y que debía presentarme apenas te conociera.
—También le dije que fuera amable contigo. —dice María, escabulléndose al departamento con otra sonrisita.— Hola, Matt. No sé si me recuerdas, soy María.
—Por supuesto que sí. —dice Matt, sonriente.— Qué bueno verte, María.
Frank cierra la puerta, sin despegar la vista de la escena que toma lugar en su cocina. María abraza con un cariño bastante sorpresivo a Matt, pero a Frank le parece característico de su ex mujer, siempre tan efusiva y amorosa con todos.
—Lamento echar a perder su fin de semana. Pero Frank sabe que no pediría ayuda si en serio no la necesitara. —dice ella, apenas deja de abrazar al pelirrojo— Gracias por entender.
—Todo está bien, María. —sonríe Matt hacia la castaña— Haremos pollo al horno, te guardaremos un poco.
— ¡Eso se oye delicioso! —Ella sonríe hacia Matt una última vez, para después mirar a su hijo y agacharse en frente de él.— Pórtate bien con Frank y Matt. Te amo. —Ella besa con cariño la mejilla de su hijo y vuelve a enderezarse, para ahora mirar a Frank y caminar hacia él.
Ella está sonriendo con socarronería cuando llega al frente de Frank.
— ¿Amigo especial? —murmura Frank, bajito, para que nadie además de ella los oiga.
—Es que no sabía cómo iba a reaccionar si le decía que era tu novio. —dice ella— Pero creo que en realidad no le importaría ni un poco. Tú sabes cómo es nuestro hijo; se haría amigo hasta de un escorpión. —Ella se acerca a Frank y besa su mejilla, despidiéndose— Una vez más, discúlpame. Probablemente esté lista en unas cuantas horas pero no tengo ni idea.
—Está bien, María. —dice Frank, por quinta vez en el día.— Yo no soy su niñera, soy su padre. También es mi responsabilidad.
—Eres un santo. —dice María mientras empieza a caminar hacia la puerta del apartamento. Frank la acompaña y le abre la puerta— Santo Francis, ruega por nosotros...
—Mándale saludos a Wanda Maximoff de mi parte, dile que su hermano sigue siendo un horrible guardia de seguridad. —dice Frank, sonriendo.
—Su palabra es un mandato para mí, divinísimo creador. —sigue bromeando ella, apenas sale del apartamento.
—Adiós, María.
—Adiós, Frank.
Frank cierra la puerta apenas María empieza a alejarse. Al desviar su mirada hacia la pequeña cocina, sonríe al ver como Matt y Frankie están conversando. Frankie está sentado en la isla de la cocina, con el oso de peluche aún abrazado a él y Matt corta las papas que compraron en el minicentro.
— ¿Así qué eres el amigo especial de papá? —pregunta el pequeño. Matt se ríe bajito, nerviosamente.
—Así parece, Frankie.
— ¿Me puedes explicar qué significa exactamente eso?
—Pues simplemente que tu papá y yo tenemos una relación especial. Que soy especial para él.
—Oh, ya. —Frankie asiente lentamente.— Pues papá necesitaba alguien como tú, entonces. Que se estaba volviendo todo un amargado.
Frank sonríe como un tonto, para después acercarse hacia ellos en la pequeña cocina.
Las horas pasan volando en el apartamento, Frankie come más pollo del que puede y habla con Matt arduamente sobre una serie de televisión que Frank no tiene idea de que existe y de la que Matt solo ha visto unos cuantos episodios.
Frank solo los observa, sonriente y vulnerable, conviviendo divertidos el uno con el otro y conversando sobre la serie que ven por el afán de su hijo. Frank los observa cuando se quedan dormidos ambos en el sofá de la sala y cuando Frank está llamando a un local cercano para pedir una pizza a domicilio, María está llamando para decir que ha terminado el juicio.
Cuando Frank vuelve a ver a su ex esposa, la ve cansada. Su cabello castaño está sostenido en un alborotado moño y su camisa está desabrochada en algunos botones.
— ¿Por qué decidí ser abogada? Recuérdame. —dice ella, adolorida.
—Querías salvar el mundo.
—Oh... A la mierda todo eso.
Frank se ríe bajito, viendo como ella entra al apartamento. María se detiene al ver en la sala a los dos hombres dormidos en el mueble, mientras una escena sigue transmitiéndose por el televisor. María voltea a ver a su ex esposo, sonriendo.
—A-d-o-r-a-b-l-e. —dice ella, fascinada— ¿Viste qué se llevarían bien?
—Matt estaba preocupado de que no fuera así. Pero ya ves que todo está bajo control.
—Quisiera que llevaras a Matt a cenar con nosotros a Manhattan un día de estos. Sería lindo que Lisa lo conociera y que Frankie supiese que es tu novio oficialmente. ¿Qué dices?
—Debo conversarlo con él.
—Cruzaré los dedos para que diga que sí. —María se acerca con cuidado a su pequeño hijo y lo sostiene con cuidado, para poder cargarlo— Te sacaste la lotería con él, se ve que es un amor. ¿Por qué yo no me consigo uno así? Bueno, igual ya no es como si queda mucho tiempo como para que pueda encontrarlo.
—Hablas como si fueras a morirte mañana. Aún eres joven y lo suficientemente cuerda como para poder.
Frank se sorprende al no recibir una respuesta sarcástica y divertida de María, como normalmente suele pasar. Ella se mantiene callada, casi taciturna.
Frank vuelve a escucharla a hablar cuando, con éxito, sostiene a un dormido Frankie entre sus brazos.
— ¿Me acompañas abajo? Wanda está conduciendo el auto.
Frank baja con María y el pequeño las escaleras del edificio. Está oscuro afuera y hace un frío aún más insoportable que el que hacía en la mañana.
Wanda, que está hablando energética con su hermano en el vestíbulo del edificio, sonríe hacia Frank y le saluda. Wanda procede a despedirse de su hermano, después de invitarlo a una cena mañana con su esposo, Visión, y salen los cuatro del edificio.
María sienta a Frankie en el asiento trasero, colocándole el cinturón de seguridad. Wanda se posiciona en el asiento de piloto y enciende el auto cuando María cierra la puerta de copiloto. María ve, con sus grandes ojos oscuros, a Frank por la ventana bajada.
—Gracias por ser tan maravilloso. —dice ella, con un tono divertido pero que Frank sabe, es honesto.
—Gracias por darme dos de las mejores tres cosas en mi vida. —responde Frank.
—No fue nada, no fue nada. Solamente estrías que nunca voy a poder hacer desaparecer y celulitis que hasta le he agarrado cariño. —Ella sonríe, tan radiante como siempre.— Ahora, dile a la tercera mejor cosa en tu vida cuando despierte que es un ángel y que quiero que cene con nosotros un día de estos.
—Hablando de cenar, Matt te guardo pollo al horno. Está en la mochila de Frankie.
—Ves, te lo digo, que es un ángel. Mi estómago vacío se lo agradece. —ella le lanza un beso a Frank.— Adiós, cariño. Te llamo al llegar, nos vemos después.
—Adiós, María. —dice Frank.— ¡Adiós, Wanda!
— ¡Adiós, Frank! —responde la gemela Maximoff, sonriente desde el asiento del piloto.
Wanda arranca el auto y Frank sonríe al ver como el coche se marcha, en la oscuridad fría de Hell's Kitchen.
Pero Frank no siente tanto frío. Es más, esto es lo más cálido que se ha sentido en años.
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EN ESTE FANFIC ESTÁ P R O H I B I D O ODIAR A MARÍA CASTLE PORQUÉ ELLA ES UN ANGEL DIVINO Y CELESTIAL QUE MERECE TODO LO BUENO DEL MUNDO
en serio, María me cae demasiado bien. No puedo hacerla antagonista o algo así porqué 1) eso sería muy cliché y 2) yo siento que María es una parte elemental en la vida de Frank y ponerla como una tipa mala o sangrona o así... No sé, de alguna manera afectaría el personaje de Frank.
Aquí tienen sus dos episodios todo morbosos y cochinos, pecadores. Y después se vienen más 7uuuuuuuuuu7
evelyn ❤
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