IV.

Frank deja el auto en el estacionamiento del parque de diversiones y camina hacia la entrada; casi sin esforzarse, ve a sus hijos y su ex esposa.

Frankie mira ansioso a todos lados, probablemente, esperando por él. Lisa está escondida en un gran suéter, mirando a sus zapatillas mientras María parece estarle dando un sermón.

A su pequeño hijo se le alumbran los ojos cuando lo ve y corre hacía él, exclamando ¡papá!.

Frank lo agarra entre sus brazos y lo levanta del suelo, llevándolo en un abrazo de oso hacía la entrada del parque donde están las dos mujeres.

-No te molestes conmigo, Lisa. Tienes que entender que no puedes hacer lo que se te dé la gana todo el tiempo... -murmura María, como tratando de calmarse, tratando de sonar dulce y comprensiva.

Frank conoce ese tono. Ese tono de Te amo con la más grande de las locuras pero si sigues haciendo tus estupideces, te voy a castigar en tu habitación hasta que te salgan raíces. Frank solo conoce a alguien que le sale tan bien, y esa es su ex mujer.

-Ajá. -gruñe la adolescente y les da la espalda a los dos, para meterse a los adentros del parque y dejarlos atrás. Frankie la mira con tristeza y se baja de los brazos de su padre, para correr con ella hacía el parque.

Frank hace un sonido con la lengua y María suspira.

-Ella me odia. -dice María, echando su cabello castaño detrás de su oreja.

-En su defensa, es una adolescente. Ella odia a todo el mundo, incluso a ella misma a veces. Dale un respiro.

- ¡Está muy rebelde, Frank! ¿¡A ti te comentó lo qué se haría en el cabello!? A mí no me dijo una mierda.

-Vamos, déjala expresarse. Es sano que lo haga.

-Que mantenga una comunicación sana y estable con su maldita madre también es importante.

Frank sonríe de lado. A veces extraña a María, lo sentimental que es y lo incapaz que es de controlar sus emociones. Como lloró cuando se enteró que estaba embarazada y como gritaba apoyándolo en sus peleas de bóxeo.

Otras veces, no la extraña. No al menos a las interminables peleas y a los mordaces comentarios.

-Me voy. No creo que pueda acompañarlos hoy a penas termine la cita pero estaré en casa esperando por ustedes. Si los llevas a la tuya, avísame ¿si?

-De acuerdo. -Le asiente Frank- Te veo después, ¿si? Suerte en tu cita.

-Adiós, Frank.

***

Lisa se tiñó el cabello de azul.

Mechones azules claros y oscuros destellan en su melena antes castaña. Frank pudo notarlo cuando encontró a sus hijos en la feria, comprando algodón de azúcar y palomitas, y Lisa finalmente se había quitado ese gran suéter y lo había amarrado a sus caderas.

Frank se acerca a ella y miró su cabello contrastando con su piel. Él sonríe y murmura: -Me gusta.

Lisa, que parece estar a punto de tener una crisis por culpa de su madre, sonríe y le agradece.

Son las ocho cuando Lisa se está riendo a carcajadas con Frankie, que la está jalando para que vuelvan a montarse en una montaña rusa. Lisa acepta subirse pero Frank declina la oferta, porqué no cree que su estómago aguante una segunda vuelta. Mientras ve a sus hijos abrocharse en los asientos, él decide comprar más palomitas.

Las está comiendo y empieza a ver lo largo y ancho de la feria. Y, casi brincando sobre sus pies cuando pasa, ve a Karen.

Karen que tiene unos pantalones ajustados a sus piernas delgadas y tiene su cabello rubio sujeto. Karen, que se carcajea al lado de un rechoncho chico con barba y cabello largo que alguna vez vio en el gimnasio con Matthew.

Y, con su corazón dando un vuelco, observa a Matthew; que también se está riendo con fuerza y echa la cabeza a atrás mientras lo hace.

El regordete muchacho toma la mano de Karen y la jala hacía un juego de la feria, Matthew niega con la cabeza, como dejándolos irse sin él, y se dirige hacia donde está Frank, usando su bastón para ciegos para guiarse.

Frank se recuesta del puesto de comida y se traga de un solo golpe las palomitas, viendo como Matthew se acerca a él, sin exactamente estarse acercando a él.

Frank quiere morderse la lengua, pero sin evitarlo, dice: - ¿Ves algo qué te guste?

Matthew se para de golpe y sonríe. Y joder, que Frank miente si dice que eso no le mueve el mundo. Porqué no es solo el hecho de que sonría, es el hecho de que lo haya reconocido y, que de alguna manera, sonría al respecto.

-Ese chiste ya está un poco gastado conmigo, ¿sabes? -dice Matthew, sonriendo de oreja a oreja- ¿qué hace un tipo como tú por aquí?

-Traje a mis hijos aquí.

-Oh, ¿la chica qué estaba contigo en el auto la otra vez, no? ¿Linda?

-Lisa. -Le corrige Frank.

-Lo lamento... soy malo con los nombres. De hecho, no recuerdo el tuyo con exactitud. ¿Podrías repetírmelo?

-Frank.

Matthew sonríe, de una manera un poco torcida que Frank no puede descifrar del todo. Pero que le gusta.

-Frank. -masculla él, con un tono de voz ronco que hace que la piel se le ponga de gallina. Hay algo que él ve especial en la manera que Matthew dice su nombre.

-Así es. -dice al fin Frank, sin querer sonar como un imbécil- Y tú eres Matthew.

Genial, Frank. Ahora el chico pensará que eres un maldito acosador.

-Matt es mejor. -dice él, sin verdaderamente importarle si Frank sabe su nombre.- Es más corto y más... yo.

Frank sonríe como imbécil y asiente, murmurando: -Claro que sí, Matt.

***

-Ahora, dime -Matt inclina su cabeza a él-, ¿qué vas a querer?

Matt parece verdaderamente pensar que peluche quiere ganarse hoy.

Los hijos de Frank estaban en una de las ferias, comiendo unas hamburguesad y esperando que algún día su padre vaya a comer con ellos. Los amigos de Matt están perdidos en alguna parte de la feria.

Y ellos dos están en frente de varios juegos de feria, después de que Frank alardeara que podría ganar cualquier maldito juego. Y Matt quería retarlo, ver si tal vez ganaba; y Frank no iba a decepcionarlo.

-Quiero un conejo, ¿hay alguno? Me gustan los conejos. -Frank mira todos los juegos y ve un gigante conejo colgado y sonríe.

-Así es.

-Entonces, cumple tu promesa, grandulón.

Frank toma la mano de Matt -para guiarlo, que no es una excusa barata para tocarlo- y ambos van al frente del juego donde está un conejo azul gigante colgando.

Es un juego de fuerza, donde Frank toma un martillo y golpea con fuerza un punto en la máquina que, dependiendo de su fuerza, hace que un punto llegué lo más alto posible. Si lo lleva a lo más alto, se ganará el conejo.

Y lo hace. Matt brinca sobre sus pies por el sonido del martillo cayendo y por el sonido que emite la máquina, anunciando que Frank ha ganado.

El dueño del juego le mira receloso, mientras toma el conejo de color azul y se lo entraga a Frank.

Y Frank se lo entrega a Matt, que sonríe de oreja a oreja y tiene las mejillas levemente coloradas. Frank se sorprende ahí mismo pensando lo hermoso que es.

-Ahí tienes tu regalo.

-Últimamente me estás haciendo muchos favores. No sé como podré pagártelo.

-No es la gran cosa. Soy un héroe, no te cobraré por ellos.

Matt sonríe aún más y abraza el peluche con fuerza.

-Así es... mi héroe.

Hay algo en el tono con el que lo dice que hace que Frank desee ser el conejo para estar entre sus brazos, tan cerca de él.

- ¡Matt!

Ambos se voltean hacía la voz femenina. Karen camina rápido hacía ellos y se sorprende al divisar a Frank. Entonces, camina con más delicadeza y cuado está en frente de ellos, se echa un mechón se cabello rubio y le mira, con coquetería.

-Oh, hola, Frank... ¿qué haces por aquí?

-Vine con mis hijos. -responde él- Y le gané un conejito a Matt.

Karen sonríe y le quita el peluche a Matt de los brazos. Frank se muerde el labio un poco y dice, algo incómodo por la presencia de la rubia: -Voy a ir a comer con mis hijos.

Ambos adolescentes dicen, casi al unísono: -No te vayas.

Frank trata de esconder una sonrisa cuando ve a Matt, sonrojándose por lo que dijo -Karen también lo hace, pero, vamos; a él no le importa ella-.

-Me gustaría seguir aquí -dice Frank, queriendo añadir el contigo al final de la oración, pero no sabe como se sentirá Karen y en serio no quiere saberlo-, pero debo ir con mis hijos.

Ambos asienten y Matt dice, casi en un murmuro: -Gracias por todo, Frank.

Y eso lo hace sonreír sin poder evitarlo, de oreja a oreja: -De nada, Mattie.

Frank pasa el resto de la noche comiendo comida chatarra con sus hijos y después dejándolos en la casa de su esposa. Y en todo el proceso, está Matt en su cabeza.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top