Capítulo 27. Hanagaki conoce el terror.



























Takemichi abrió sus ojos.

—¿Eh?— parpadeó confundido y mareado, sin entender muy bien en donde estaba.

La brisa movía sus cabellos, el sol comenzaba a ocultarse y podía ver a lo lejos se encontraban unos niños riéndose mientras jugaban en los juegos.

¿El parque?

¿Por qué estaba allí?

—Takemichi, ¿Te encuentras bien?

Hanagaki parpadeó varias veces al oír aquella voz y miró sobre su hombro encontrándose a su novia, Hinata Tachibana, en frente suyo con unos helados que la miraba preocupado.

Una vez más, sus orbes se llenaron de lágrimas, llorando al tenerla en frente otra vez que no dudó en abalanzarse sobre ella y abrazarla con todas sus fuerzas.

—Hi-Hina...— lloró desconsoladamente el rubio, asustando a la muchacha que ignoró los helados tirados y le respondió el abrazo.— Te-Te extrañé mu-mucho...

—Yo-yo también.— susurró sorprendida y sintiendo su corazón palpitar rápidamente dentro suyo.— De hecho... me sorprendió que me invitaras a salir... pero estoy muy feliz..

Takemichi ahora entendió que su yo del pasado la había invitado a una cita y se felicitó así mismo por estar a su lado una vez más.

—Ah.. Takemichi...— volvió a llamarlo, intentando ya alejarse del abrazo sintiéndose avergonzada por las personas que los miraban.— ¿Te encuentras bien?

—¡Si, si! ¡Lo siento Hina!— se apartó de ella y se limpió rápidamente su cara por sus lágrimas.— A-Ah... lo lamento, yo...

—¿Mm?— miró confundida como su novio la señalaba y su mirada se encontraba en otro lado, temeroso. Hina bajó su orbes y notó que su blusa favorita se había logrado manchar con un poco de helado.— Ta-ke-mi-chi...

—¡Lo siento Hina! ¡Lo siento!— chilló Hanagaki, haciendo varias reverencias temeroso ante el aura asesina de su novia.

Hina suspiró resignada y susurró.

—Esta bien, se puede lavar.— agarró la mano de su novio y continuó.— Es hora de ir a casa...

—Te- te acompaño.

Hina sonrió radiante, dejando cautivado al rubio prometiendose una vez más que protegería esa sonrisa.

¡Debía salvarla!

Ambos caminaron hacia el hogar de la pelicastaña/rosada hablando entre ellos donde el rubio disfrutó el estar con ella una vez más. Al llegar, Hina no lo dejó subir con ella debido a que ya se había hecho tarde y quería que fuera a su casa a salvo.

Takemichi suspiró cansado, volviendo a caminar hacia su casa, también intentando recordar los acontecimientos del futuro ya que se había quedado hipnotizado de ver una vez más a su novia cuando recuerda que había sido secuestrado y...

Frenó.

Paralizado.

Y comenzó a sudar frío de los nervios y del miedo.

¡Debía verlo!

¡Debía de ver a Kenji Akabane!

¡O su cabeza rodará!







































😈😈😈
































—Despierta...

—Mmm...

—Hanagaki despierta.

—Naoto... unos minutos más...—susurró dormido, ignorando las risas que apenas logró oír.— Unos...

—Ha-na-ga-ki..— masculló molesto el menor, al verlo seguir durmiendo como si nada.— Fuimos secuestrados...

—Mmm... si... claro...

—Ya.— ordenó una voz femenina.— despiertenlo.

—Será un placer.— respondió otra voz masculina, también grave que no dudó en lanzarle agua helada sobre el pelinegro que despertó completamente asustado.

—¡Yo no fui mamá! ¡Yo no comí ese pastel!— gritó aterrado mirando hacia todos lados, queriendo esquivar ese golpe que le iba a dar su madre por haber probado un poco de su torta.— ¿Eh? ¿Do-Donde?

Takemichi frunció el ceño confundido y mareado al notar tres cosas...

1) No estaba en su casa, ni en su cama y su madre no le iba a pegar.

2) Estaba atado en una silla desgastada y a su lado se encontraba Naoto mirándolo con su peor cara, también en su misma situación.

3) No estaba solo con el hermano de su ex, sino que también había varias personas más sentados sobre unos pupitres escolares...

De hecho... al mirar bien, se dio cuenta que se encontraba en una especie de aula escolar muy desgastada, estando detrás suyo un pizarrón de clases y de su lado derecho varias ventanas mostrando un lindo parque y el bosque.

¿Dónde diablos estaban?

—¡Que bueno que despertaste!

— Esa voz...— pensó ansioso dirigiendo sus orbes hacia esa dirección.— Ella..

—Vaya... me pone feliz que ahora me recuerdes.— sonrió cálidamente la mujer de orbes avellanas.

—¿Qué?— cuestionó Naoto, mirando a la mujer y al pelinegro sucesivamente.— ¿La conoces?

—Y-Yo... e-ella...— tartamudeó nervioso ante la presencia de la mujer, la mirada furiosa del menor y más los otros presentes.— Ella fue a mi-mi trabajo...

Naoto frunció el ceño y exclamó molesto.

—Así que ya nos estaban vigilando... ¿Qué es lo que quieren?— cuestionó.— ¿Kisaki los mandó?

—¡¿Q-Que?!— se alteró Takemichi.— ¡¿Vigilándome?!

—¿Cómo?— volvió a hablar dulcemente la mujer.— ¿Vigilando?— sus orbes avellanas se dirigieron hacia el pelinegro de orbes celeste.— Me duele que digas eso.. somos amigos Take...

Y la mujer mostró fotos desde una tablet...

Fotos estando en un parque.

Fotos en el local del trabajo.

Fotos en un restaurante.

Hasta tenían una selfie sonriendo.

Parecían más que amigos... sin embargo, Takemichi no tenía idea de esas fotos, hasta ahora... no tenía ningún recuerdo de esos encuentros y Naoto no podía creer que esa mujer haya logrado acercarse al pelinegro bajo su cuidado.

—Y-Yo... no lo entiendo..— susurró aterrado el pelinegro Hanagaki.

—Y sinceramente yo menos.— respondió la mujer, sonriendo tristemente mientras colocaba la tablet sobre una mesa.— De hecho, me duele que dijeras que me conociste recién en aquella vez que fui a tu trabajo... hasta me lastimó mucho que me miraras como si no me conocieras en ese momento... y viéndote ahora, aterrado, eres completamente diferente a aquel joven que me hice amiga...

》Es como... si fueran dos personas diferentes.《

Tanto Naoto y Takemichi se tensaron ante las palabras de la joven y el mayor tembló ante la mirada fría de la mujer sobre él.

Ya no eran cálidos.

Ahora sus orbes demostraban una sed de sangre que le hacía sudar frío.

—Da igual, eso no quita el hecho de que te hayas juntado con Hanagaki no signifique que no lo estuvieras vigilando.— volvió a hablar Naoto a la defensiva, mirando a cada uno de los presentes, donde la mayoría se encontraba sentados en los pupitres como alumnos y otros sobre la mesa de éstos.— ¡¿Qué es lo que quieren?! ¡¿Quiénes son?!— cuestionó furioso removiéndose fuertemente.— ¡¿Están con Kisaki Tetta?!

—¡Ja! ¡¿Hablas de vuelta de ese muerto?!— gritó el hombre que había arrojado agua a Hanagaki, estando ahora en el último asiento al lado de la pared/puerta.— No puedo creer que le tengan miedo a un muerto...

—¡¿Mu-Muerto?!— cuestionaron Takemichi y Naoto a la vez.— ¡Imposible!

—De hecho...— volvió a hablar la mujer con una mano en su mentón mirando hacia el techo.— Andrógino y Semi - Chuuni ya deben de estar por volver ¿No?

— Mmm... deben estar jugando con él.— habló un joven de cabellos blancos entretenido con su teléfono.

—¡No digan ridiculeces!— gritó furioso Naoto.— ¡Ni siquiera la policía logró encontrar su paradero!

—Pero nosotros si.— respondió una nueva voz, masculina y grave.

Los presentes, junto con Naoto y Takemichi miraron en la dirección donde la puerta de entrada al aula estaba abierta y desde allí entraron tres personas.

Primero, el hombre que habló de unos cuarenta años, cabellos negros, ojos oscuros y afilados, vestido con un elegante traje.

Segundo, un muchacho más bajo de orbes celestes y cabellos cortos, vestido también de traje, que a Hanagaki se le hizo familiar y tercero, detrás de éste... se encontraba un joven alto, de cabellos rojizos también vestido de esmoquin.

—¡Kenji-kun!— llamó sorprendido Hanagaki cuando se congeló en el lugar, lleno de terror al sentirse ahogado, como si una serpiente lo estuviera ahorcando.

Naoto apretó sus manos fuertemente, intentando no temblar del miedo, al notar recién como ese joven de cabellos celestes se había movido silenciosamente detrás del mayor y tenía su mano sobre el cuello, apuntando a la yugular como si fuera un arma.

¿Cómo lo había hecho?

Y es más... el ambiente había cambiado.

Todos los presentes, menos el hombre de cabellos cortos y negros, los miraban con una mirada asesina...

Una gran sed de sangre hizo presencia en todo el aula, causando que los secuestrados temblaran sin poder controlarlo.

—Andrógino.— llamó el hombre.— Clase E, suficiente.

Y como si hubiese sido un interruptor, el ambiente volvió a ser tranquilo, sus pulmones pudieron respirar con normalidad y los temblores de sus cuerpos dejaron, valga la redundancia, de temblar.

Hanagaki, estuvo a esto )( de orinarse del miedo, viendo de reojo como el joven salía detrás suyo, sonriéndole cálidamente como si no hubiera estado hace un segundo sobre él asfixiándolo.

¿Quiénes son estas personas?— pensaron los dos.

— Lamento... esta situación.— volvió a hablar el hombre, de brazos cruzados, para nada lamentable.— Me presento, soy Karasuma Tadaomi, agente del gobierno.

Los dos se sorprendieron al oír aquello.

Naoto procesando que alguien de más arriba estuviese involucrado en su secuestro, quizo hablar cuando fue interrumpido.

—¿A-agente del gobierno?

—Sí, Hanagaki Takemichi.

El nombrado tragó saliva.

—¿Por qué estamos aquí?— cuestionó Naoto.

—Por la información clasificada que ustedes dos tienen sobre la ToMan y sus líderes.— respondió inmediatamente el agente.— Nosotros ya cumplimos con el contrato pero ustedes tiene información sobre la letra chica.

¿Contrato? ¿De qué está hablando?— se preguntó confundido Hanagaki, evitando mirar al peliceleste que estaba a un extremo suyo.

— Si ustedes también estaban interesados por la mafia... si ambos estábamos en el mismo camino...— masculló molesto Naoto, entendiendo el mensaje clave del hombre mayor en frente suyo.— ¿Yo por qué no estaba enterado que el Gobierno estaba involucrado con el caso de la ToMan y de Kisaki?

—Pff... como si un pequeño detective tuviera derecho a esa información.

— Takaoka falso.— reprendió el mayor, ignorando el enojo del menor.— No se le ha dado esa información ya que era posible que hubiese un infiltrado en su comisaría.

—¿Qué?

—La mafia, ToMan, como saben tienen muchos ojos y brazos en bastantes lugares importante.— comenzó a explicar el que parecía ser el líder.— Y tenemos información de que hay un infiltrado en la policía...

—De hecho, no es solo una persona.— interrumpió una joven rubia de ojos celestes que tenía unos papeles en sus manos.— La mayoría de la comisaría en donde trabaja el detective Naoto Tachibana fue comprado...

—E-Es im-imposible..— palideció el pelinegro, asustando también a Hanagaki por aquella información.— Mi comandante sabe de mi investigación.. él es el único... ¡Él no se dejaría vender!

—¡Ja! ¿Cómo crees que falleció tu antiguo colega que estaba infiltrado en la ToMan?

—¿Q-qué?

—Tu comandante lo delató.

—Imposible.— gruñó furioso el menor, sacudiendose con violencia, queriendo ir y  pegarle a ese grandulón.— ¡Me niego a creerlo!

—Bueno... tu comandante tiene familia y prestigio pero le gusta estar con prostitutas que pertenecen a la ToMan y hay fotos... si esto sale a la luz, su carrera se va al muere igual que su vida familiar.— continuó la mujer.— Así que sí... ahí el único que esta peleando contra la corrupción eres tú, detective...

—No... no puedo creerlo... no...

—Tsk... en vez de negarlo, deberías estar agradecido con nosotros.— volvió a hablar ese tal Takaoka falso.— Salvamos tu pellejo varias veces al igual que al inútil de tu compañero de al lado.

Naoto apretó sus manos en puños y  miró a todos ellos con odio.

—Si me salvaron a mi tantas veces..— apretó la mandíbula tan fuerte que parecía que los dientes crujian.— ¡¿Por qué no salvaron a mi hermana?!

—¿Y por qué tendríamos que salvarla?— cuestionó otra mujer rubia con un acento distinto.— ¿Ella es importante... por que?

Naoto se quedó callado, sin querer decirle toda la información que había estado investigando. Aunque ahora no dudaba que algunas de esas personas pudo entrar a su casa y ver su investigación... ellos no entenderían mucho el trasfondo de la situación.

—Por-porque... ya-ya van dos ve-veces que-que la ToMan ma-mata a-a Hi-Hina.—contó y lloró devastado Hanagaki Takemichi.

—¡Silencio Takemichi!

—¿Dos veces?— preguntó con curiosidad una mujer de lentes y  de cabellos cortos de tonos oscuros parecido al violeta.

—Por lo que tengo entendido, no se puede asesinar dos veces a un muerto.— comentó otro joven con lentes.

— Es... es...

—No le diremos nada.— masculló molesto Naoto.— No sin antes tener pruebas de que ustedes no están con ellos.

—Ya veo...— habló el joven de cabellos pelicelestes, sonriendo suavemente. De su bolsillo derecho del saco, su mano cubierto con un guante negro sacó del bolsillo y les mostró unos lentes grandes, cuadrados y familiar.

—¡E-Eso no-no son..!— gritó sorprendido Takemichi al ver aquel objeto lleno de sangre y roto, que notó que al joven no le importó haber ensuciado su ropa. Donde el de orbes celestes dejó de llorar.

—Los anteojos de Kisaki...— palideció Naoto.

—Recientemente asesinamos a uno de los líderes de la ToMan.— continuó el joven, dejando a un lado los lentes.— Fue bastante fácil... y también matamos a su más fiel amigo... que dio pelea protegiendo a su líder pero fue en vano...

—¡¿Hanma?!

— Fue divertido despellejar sus tatuajes.— habló otra voz, oscura y grave, que sonreía ladinamente.— Luego, fue simple cortar su cabeza.

Takemichi tragó saliva al reconocer el parecido a Kenji en ese joven.

—Y es gracioso que en el pasado me quería conocer.— continuó mirando hacia el exterior, cruzado de brazos y apoyado contra la pared.

—¡¿Y Mikey?!— gritó preocupado Hanagaki.— ¡¿Tam-también lo asesinaron?!

—No.— respondió el pelirrojo.— Ese ratón no me interesa, sin embargo... pronto será encarcelado y tendrá condena a muerte así que...

Takemichi quedó procesando toda la información que estaba recibiendo.

—Toda la mafia caerá y los cómplices también... uno de sus líderes está muerto y el otro pronto estará en prisión.— volvió a hablar el peliceleste.—  Caerán como un castillo de cartas...

—¿Por qué?— preguntó Naoto, frunciendo el ceño.— ¿Por qué ahora? ¡¿Por qué esperaron tanto para terminar tan pronto?! ¡¿Y asesinarlo?! ¡¿Asesinaron a esa basura sin llevarlo ante la Justicia?!

—En eso te equivocas.— interrumpió otro joven, que su nombre tiene relación con la palabra mencionada con la ley.— Hicimos justicia...

—¿Asesinarlo lo es?

—Sí, es Justicia por mano propia.

—Pff, ¡En ese caso yo debería haberlo asesinado por haber mandado a matar a mi hermana!

Silencio.

—¿Justicia por mano propia?— preguntó cabizbajo Hanagaki, procesando las palabras. Que, aunque no debía sentirse así, un sentimiento de alivio invadía su cuerpo.— ¿Qué fue lo que les hizo a ustedes para asesinar a Kisaki?

—Mató a uno de los nuestros.— habló molesta la rubia.— Tú, lo conociste Hanagaki.

Y como si su cabeza se prendiera una lamparita, recordó las palabras de Draken.

—Akabane Kenji.

Naoto bufó.

—El que lo mató fue Ryuguji Ken.

—Al igual como murió Hinata Tachibana en manos de un amigo de Hanagaki.— volvió a hablar el peliceleste, tensando al menor Tachibana.— Fue por orden de Kisaki Tetta.

—En-Entonces... ¿di-dices que Kisaki le ordenó a Draken que asesinara a Kenji?— cuestionó confundido Takemichi.— Pero... ¿Por qué?

—No entendemos bien por qué mandó a asesinar a Hinata Tachibana, pero gracias a su sacrificio logramos encontrarlo y capturarlos.— contestó Akabane sin interesarle la mirada de odio del detective ni importándole si sus palabras dolieron para ese pelinegro de orbes celestes.— Sin embargo, mi hermano mayor ya lo estaba investigando... tenía mucha información y gracias a él pudimos aplastar a la ToMan...

—Akabane Kenji no figura como un miembro de la ToMan o de alguna otra pandilla.— cuestionó Naoto el argumento de ese pelirrojo.— Entonces, ¿Cómo consiguió toda esa información?

—Tenemos nuestros cuchillos.— respondió,  esta vez, el peliceleste.— Y son secretas.

Tanto Naoto y Takemichi fruncieron el ceño, confundidos ante aquellas palabras.

—De hecho... mi hermano.— exclamó el pelirrojo, llamando la atención de Takemichi, que éste tragó saliva de los nervios al tenerlo en frente suyo.— Comenzó a investigar luego de conocerte Hanagaki...

El pelinegro tembló ante la mirada dorada oscura del pelirrojo sobre él, que se sobresaltó ante la inclinación de la silla hacia atrás y el acercamiento de Akabane sobre él, intimidándolo.

—Pero... ¿Por qué?— cuestionó Naoto confundido, que fue ignorado por completo.

—En ese tiempo... siempre cuando iba a verlo me hablaba de ti.— continuó Akabane.— Mi hermano creía firmemente que algo te pasaba... que ocultabas algo, un tema que te involucra completamente tanto en el pasado como ahora... en el presente.

》Quiero que me expliques...— apretó con fuerzas el respaldo de la silla, causando que un poco se rompiera,  provocando también que, Hanagaki sudara del miedo que estaba sintiendo ante la mirada llena de sed de sangre y por la inclinación más hacia atrás.— ¿Por qué mi hermano creía que eras diferente?《

—¿D-Di-diferen-rente?

—Como dijo mi compañera...— susurró con voz furiosa.— Es como si fueran dos personas diferentes... ¿Por qué mi hermano creía eso? ¿Por qué no la reconociste? ¿Por qué pareciera que no la recuerdas?

—Y-Yo..

—¡Takemichi!— llamó preocupado Naoto temiendo que hablara, cuando el menor Tachibana tembló al tener la presencia de una serpiente ahogándolo.

—Mi hermano... por alguna extraña razón, él creía que tendrías la clave... que estabas involucrado con esa pandilla no para tener nuevas amistades sino por una razón, por una misión.

—Y-Yo...— comenzó a llorar del estrés, del peso sobre sus hombros y del recordatorio constante de las muerte de sus seres queridos.— Y-Yo...

Y como si su cerebro quisiera salvarlo, recordó las palabras de Kenji de aquella vez en el hospital.

》—Ya... no se cuál es la mochila que tienes en tus hombros... pero deberías compartir para no sufrir...

(***)

— Hanagaki no importa cuan descabellado sea lo que me vas a decir... recuerda que hubo un monstruo que destruyó la luna, y que era una amenaza para el mundo.

(***)

—Te estaré esperando.《

Takemichi mordió su labio inferior, llorando a mares, queriendo contener el nudo en su garganta. Terminó respirando profundamente, intentando calmarse para luego soltar la verdad de sus labios.

—Y-yo... pu-puedo viajar al pa-pasado.

Silencio.

Naoto quiso gritar enojado por ver y escuchar como Takemichi decidió dar aquella información, sabiendo que éstas peligrosas personas no le creerían y que seguramente ahora serían cadáveres.

—¿Viajar al pasado?— cuestionó el Takaoka falso.— ¿Cómo es posible?

—¡Y-Yo no lo se!— respondió inmediatamente al notar como el pelirrojo se alejaba de él, dándole su espacio. Sin embargo, Akabane tenía la mirada gacha.— ¡En la primer línea de tiempo me arrojaron a las vías del tren, dónde creí que iba a morir cuando en realidad volví 12 años atrás... en ese momento solamente quise ver una vez más a Hina!

—Continúa.— ordenó Karasuma.

—Al principio pensé que estaba viendo mi vida pasar pero era muy real todo.— le hizo caso al líder del lugar, y Hanagaki empezó a explicar.— Luego en su momento, me encontré con Naoto de niño, le avisé sobre el accidente de su hermana y su propia muerte, y cuando apreté su mano volví 12 años al futuro, encontrándome con el hermano de mi ex siendo un adulto y la persona que me salvó en las vías del tren...

Silencio.

Lo único que se escuchaba eran los quejidos de Naoto queriendo callar al mayor pelinegro y la respiración acelerada de Hanagaki.

—En esa línea de tiempo, comenzamos a investigar a la ToMan, donde nos enteramos de la muerte de Draken y supimos que para que la pandilla no se vuelva una mafia, para que Kisaki no se metiera con ellos, era necesario salvar a Ken... ¡Por eso peleé para salvar su vida! ¡Debía haber funcionado!— chilló enojado, llorando.— ¡Sin embargo, en ésta línea de tiempo, Hina volvió a ser asesinada por mi mejor amigo! ¡Otra vez repitió las mismas palabras! ¡Es injusto!

Silencio.

Hanagaki miró a todos que éstos mismos se encontraban con la cabeza gacha, pensando... o mejor dicho recordando.

Como si estuviesen recordando a alguien especial.

—Carajo...— escupió molesto Takaoka falso.— Me encantaría volver al pasado.

—¿Q-qué?— cuestionó completamente confundido Hanagaki.— ¿Me creen?

El peliceste soltó una risita, asustando al pelinegro de orbes celestes.

—Por supuesto...— sonrió melancólico.— No es la primera vez que estamos ante algo completamente imposible.

Takemichi no podía creer lo que oía.

Y Naoto menos, que hasta ahora, podía volver a respirar.

—Tienes un don Hanagaki.— habló el pelirrojo, llamando la atención de todos luego de unos segundos en silencio.— Úsalo bien.

》Habla con mi hermano.— ordenó Akabane, sorprendiendo al mencionado, al oír la palabra "hablar" y no la palabra "salvar."— debes decirle la verdad... Confía en él.《
















































😈😈😈










































Takemichi estaba corriendo.

El rubio teñido corría como si un asesino serial lo estuviera persiguiendo. Y aunque sus pulmones estaban rogando por aire y sus piernas por detenerse, su cabeza solamente le recordaba la amenaza constante del pelirrojo Akabane.

Que, luego de haber explicado más detalladamente como funcionaba todo el proceso de ir al pasado y de lo que habían averiguado... el hermano menor de su sempai le dio una pequeña amenaza.

》Recuerda Hanagaki que, apenas vuelvas al pasado, busques a mi hermano.— sonrió.— Si no llegas a ir, te comento que mi yo del pasado también puede arrancar cabezas y la tuya lo será sino llegas a cumplir lo que dije.《

Takemichi no podía creer que su admirable sempai tuviera un demonio como hermano menor.

¡Para ser gemelos no se parecían en nada! (Ignorando claramente su físico.)

Tampoco podía creer que se hubiera alejado tanto de la casa de su novia. Que, apenas, llegó al edificio comenzó a subir en dos en dos los escalones hasta llegar el piso donde vivía Akabane.

Al recordar que era vecino de su novia, llegó rápidamente hasta la puerta del departamento del pelirrojo y no dudó en golpear éste.

Golpeaba la puerta desesperadamente, deseando también que su novia no saliera a mirar el escándalo que estaba haciendo, para luego comenzar a tocar el timbre.

Takemichi podía oír los latidos de su corazón sobre sus oídos y éste mismo también en su garganta. Tragó saliva al notar como la puerta, se abría lentamente como una película de terror, dejándose ver la clásica cabellera rojiza de Akabane.

Sonrió de felicidad al verlo y gritó.

—¡Akabane-sempai, vengo del futuro!

El pelirrojo parpadeó y abrió su boca sorprendido.

—¿Karma, quién es?

Y Takemichi en menos de un segundo palideció y se desmayó al ver a Kenji aparecer detrás de aquel pelirrojo.




















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¡Maratón 3/3!

Y acá terminamos.

Seguro desaparezca...

¡Espero que les haya gustado!

¿Teorías?

Cuídense.

Besitos.

~M.

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