Capítulo 26. Futuro
— Disculpa, ¿Se encuentra bien?
Takemichi se mantuvo en silencio, con sus ojos cerrados aún rezando en frente de la foto de su amada.
¿Si estaba bien?
Por supuesto que no.
No lo estaba.
Hinata Tachibana estaba muerta.
Murió en frente suyo.
Fue asesinada por nada más ni nada menos que por su mejor amigo.
¿Por qué?
¿Por qué estaba pasando esto?
No lo entendía.
El futuro debía haber cambiado.
Ella debería seguir estando aquí.
Su amigo estaba teniendo una buena vida, entonces...
¿Por qué dijo esas palabras?
¿Por qué dijo las mismas palabras que su anterior futuro?
Había salvado a Draken, Kisaki no tendría que tener ninguna relación con la ToMan...
¿Entonces?
—Sé que ha de ser duro.— volvió a hablar del hombre de traje.— Pero hay más gente esperando..
—Hina... te salvaré, lo juro.— rezó ignorando a las dos personas que seguían hablándole.— No me rendiré...
—Oiga... ¿No nos escucha?
Takemichi sintió como el hombre le agarraba del brazo cuando los presentes se sorprenden ante el grito desgarrador del menor Tachibana.
Naoto.
Takemichi se apartó del hombre que lo agarraba para correr hacia su amigo que lloraba desconsoladamente en el suelo. Apenas se acercó, Naoto lo agarró del saco y sollozando cuestionó...
—¡¿Por qué...?! ¡Tenía que haber funcionado!
—Naoto...— susurró abrazándolo.
Más personas se acercaron a los dos para ayudar principalmente al menor Tachibana. Takemichi vió como el padre de su amigo lo llevaba hacia afuera mientras que él volvió su atención hacia la foto de su Hina donde lágrimas cayeron una vez más sobre sus mejillas.
—Hina...— fue el último susurro que dio para luego dirigirse hacia afuera, necesitando aire fresco.
Al cruzar la puerta del velatorio donde se encontraba Tachibana, una cabellera celeste pasó por su lado causándole escalofríos. Miró sobre su hombro al notar la anatomía del joven, sin embargo lo dejó pasar ya que no lo conocía y salió al exterior, siendo como si su vida se riera de él, un hermoso día.
Suspiró al ver el estanque del lugar perdido una vez más sobre el último momento que tuvo a Hina en sus brazos, declarando su amor por ella para luego sentir una vez más el calor abrazador del fuego sobre él.
Tembló.
E intentó no gritar del dolor que seguía teniendo en su pecho, apretó la mandíbula con fuerzas y escondió sus manos en el pantalón de sus bolsillos en un intento de ignorar los temblores de sus extremidades.
—¿Hanagaki Takemichi?
El pelinegro giró sobre sus talones al oír aquella voz, sorprendiéndole al encontrarse a la madre de su ex.
—Cuanto tiempo.— se inclinó con respeto.— ¿Cómo está Naoto?
—Esta bien, ya se tranquilizó.— respondió suavemente.
— Ya veo, menos mal.
—Toma.— le entregó un pañuelo bien doblado, sorprendiendo al pelinegro.
—¿Para mi?
—Ábrelo.— sonrió cálidamente la mayor Tachibana.
Takemichi sin dudar entreabrió el pañuelo, sorprendiendo encontrar el pequeño objetivo en el.
— Este es...
—Parecía encantarle.— susurró la mujer.— siempre lo trató como un tesoro. Tú se lo diste ¿no es así?
Su vista se volvió borrosa gracias a las lágrimas que caían una vez más sobre sus mejillas, ya no aguantando el dolor en su garganta gracias al tener en su mano, el dige que le regaló hace un tiempo.
—Estoy segura de que te quería mucho.
—Cariño.
La mujer miró sobre su hombro encontrándose a su esposo que la llamaba. Asintió con su cabeza y antes de irse, le dio un suave apretón en el hombro del joven en un intento de consolarse mutuamente, y lo dejo allí para que llorase todo lo que necesite.
No sabía cuánto tiempo había pasado pero necesitaba hablar con Naoto. No podía seguir llorando, necesitaba respuestas y ya. Caminó por el recinto donde lo encontró sentado en una banca con la cabeza gacha, apenas se acercó el menor Tachibana lo escuchó llegar y le habló.
—Investigué un poco a Atsushi Sendo, en esta línea temporal estaba casado y tenía hijos.
— ¿Qué? ¿De verdad?— preguntó Hanagaki sorprendido.— ¿Y cómo pudo hacer eso si tenía familia?
—Su familia se encuentra desaparecida.— continuó con la cabeza gacha.— es muy probable que lo secuestraran para amenazarlo. ¿Dijo algo Sendo antes de morir?
—Si, lo mismo que la otra vez.— contestó y aplanó los labios disgustado.— Que debía obedecer a la ToMan...
El menor Tachibana volvió a suspirar, mientras que Takemichi recordó algo antes del asesinato.
—Ahora que lo pienso... ¿Qué hacía allí Hanma? Y estaba... diferente...
—Al final... no pudimos cambiar nada.— volvió a comentar Naoto.— Todo lo que hicimos fue en vano... No se puede cambiar el destino.
Takemichi apretó sus manos en puños y decidido a seguir su idea respondió.
— Te equivocas, Naoto... Si nada ha cambiado a pesar de que salváramos a Draken, es porque él no fue la razón por la que ToMan se descarrió.— tragó saliva, dándole la espalda al menor.— Cuando Hina se murió delante de mis ojos, me di cuenta de algo mientras las llamas se elevaban...
》Tenemos que abordarlo de raíz.《
—¿De raíz?— preguntó confundido.
—¡Acabaré con la ToMan!— declaró volviendo a mirar con firmeza.— Y para ello, debo convertirme en su líder en el pasado.
Silencio.
Hasta que Naoto suspiró y chocó su mano contra su frente.
—Creí que dirías algo inteligente.
—¡¿Eh?! ¡Hablo en serio!— se quejó.
— Es imposible.
—¡¿Y qué si lo es?!— exclamó molesto.— ¡Haré lo imposible si con eso salvo a Hina!
Naoto sonrió avergonzado pero susurró.
—Es una idea absurda...
—¿Qué?— preguntó al no haberlo escuchado.
—Gracias.— sonrió mirándolo a los ojos, causando que Takemichi se sonrojara.— Me siento estúpido por haberme deprimido. Eres demasiado idiota.
—¡¿Por qué siempre me insultas?!— se quejó el pelinegro, siguiéndolo al ver cómo se alejaba el menor.— Aún así me pregunto porqué pasó esto aunque salvaramos a Draken.
》Con Mikey y Draken juntos, no debería haber cambiado nada, ni siquiera debería haber aparecido Kisaki.— continuó, empezando a salir del lugar.— Es imposible que la ToMan empeorara con Draken vivo.《
—Pues...— se detuvo en la entrada del velatorio, estando a un lado Takemichi y comenzó a pensar sobre las palabras de Hanagaki.— Habrá que averiguar qué hace Ryuguji en la actualidad.
—Te lo encargo Naoto.— respondió apenado debido a que no podía ayudarlo en este momento gracias a su pobre trabajo y además que no tenía ni idea de como podía hacerlo.— ¿Mm?
—¿Qué sucede?— preguntó confundido Naoto al ver que miraba detrás de él, que miró sobre su hombro y no encontró a nadie.—¿Estás bien?
—A-ah.. si... solo es que... me pareció conocido...— respondió mirando como ese hombre de traje y anteojos negros había entrado al velatorio.— su cabello era rojizo...
—¿Rojo?
—Así es.
😈😈😈
Habían pasado dos días desde el velatorio y en este momento Hanagaki se encontraba trabajando, acomodando las películas en su sitio teniendo la constante mirada de su jefa sobre él.
—¡Hola!
Hanagaki se sobresaltó al oír esa suave y tímida voz detrás suyo. Miró sobre su hombro sorprendiéndose al encontrarse con una mujer muy hermosa, de cabellos negros, largos y ondulados que vestía con una blusa blanca, delicada y una pollera tubo de color azul marino. El pelinegro se sonrojó al ver cómo se sacaba los anteojos negros, dejándose ver unos hermosos orbes de color avellana.
¿Qué clase de mujer venia a este lugar abandonado por la nueva tecnología?
—¿Estás bien, Hanagaki?— preguntó preocupada al verlo mudo y su rostro se volvía rojo.
—¿Eh,Eh? ¿Co-Como sabes mi apellido?
La hermosa mujer pestañeó reiteradas veces y frunció el ceño, dejando temblando al pelinegro. Cuando se sorprende al recibir una risita dulce de parte de la pelinegra.
—Lo dice tu credencial.— y señaló el pecho izquierdo, donde estaba claramente su apellido en la placa.
—A-Ah... cierto..— rió avergonzado hasta que carraspeó y le respondió la pregunta anterio.— Si... es-estoy bien.— tragó saliva, en un intento de volver en sí al darse cuenta que una hermosa mujer le estaba hablando.— ¿En qué puedo ayudarte?
—Que bueno, me preocupé por un segundo.— soltó una risita suave.— Y necesitaba saber si me podrías ayudar a encontrar una película que me gusta mucho.
—¿Ah? Sisi dime como se llama y los buscamos..— intentó ser lo más profesional posible al darse cuenta que todavía tenía los ojos de su jefa sobre su nuca.
—Se llama "Ser una mujer capaz."
—Mmm... no me suena, pero... ¿Es de romance, comedia?— preguntó Takemichi comenzando a mirar las estanterías, donde estaban clasificadas por categorías.
—Oh... un poco de todo de hecho.— respondió acercándome un poco más al pelinegro que éste estaba distraído mirando los títulos de las películas.— Trata sobre una mujer ama de casa, que tiene esposo e hijos y tiene una vida relativamente normal... hasta que sucede algo trágico que provoca que no vuelva a ser la misma de antes... De hecho se vuelve una asesina...
—Vaya... no recuerdo haber visto una película así...— murmuró para sí mismo, concentrado cuando se sobresalta al sentir como su celular comenzaba a sonar siendo un llamado telefónico.— ¿Mm?
Hanagaki miró para sus costados para ver si se encontraba su jefa cerca ya que no quería que lo regañara, debido a que la llamada entrante era de nada más ni nada menos que el hermano menor de su ex.
—Atiende, no diré nada.— sonrió divertida y le guiñó un ojo, causando que se pusiera nervioso el pelinegro. Sin embargo, ignorando aquel sentimiento le asintió con la cabeza, agradeciéndole.
—¿Naoto?— llamó en un susurro, aún mirando de reojo notando como la mujer cerca suyo seguía buscando la película.— ¿Qué sucede?
—Encontré a Ryuguji, Takemichi.— respondió rápido.— Y no podrás creerlo si te lo digo por teléfono.
—¿Eh? ¿En serio? ¿Por qué?
—Mañana lo verás.— ignoró las preguntas y continuó.— ¿Tienes para anotar? Te pasaré la dirección donde nos encontraremos mañana a las 09 am.
—A-Ah...— Takemichi entró en pánico sin saber dónde anotar cuando ve que la mujer tenía una libreta con una lapicera anotando los nombres de los títulos de las películas.— es-espera...
Hanagaki sabía que tenía que regañarla porque no podía hacer eso. Sin embargo, lo dejó a un lado y se acercó a la mujer pidiéndole prestado las dos cosas que justo necesitaba.
La mujer parpadeó confundida al ver lo desesperado que estaba hasta que sonrió incómoda y se lo dio ante la insistencia.
—Bien Takemichi, te espero allí mañana.
—Bi-bien... estaré listo.— y cortó.
—¡Ha-na-ga-ki!
—¡Je-jefa!— chilló el pelinegro ante la presencia detrás suyo de su superior.
—¡Oh! ¡Muchas gracias por intentar ayudarme!— sonrió alegremente la mujer de cabellos negros, colocandose al lado de éste y se inclinó en una reverencia.— ¡En serio, muchas gracias!
—E-Eh... ¡De-De nada!— respondió rápidamente al ver cómo la mujer disimuladamente le guiñaba un ojo, cómplice.— Y-y aquí ti-tiene... se le cayó..
El pelinegro le devolvió el anotador y la lapicera recibiendo otra reverencia y una sonrisa suave de los labios de la mujer. La pelinegra al notar que le devolvía el anotador aún con la dirección, arrancó el papel y le dijo coqueteando.
—Mi número.— le guiñó el ojo y se alejó rápidamente, dejando descolocado tanto a Hanagaki como a la dueña del local.
—Tsk... ¡Vuelve al trabajo Hanagaki!
El pelinegro se sobresaltó pero respondió inmediatamente.
—¡S-Si!
Takemichi al ver cómo se alejaba decidió guardar el papel en el bolsillo de su pantalón, agradeciendo internamente a la mujer por haberle dado la hoja con la dirección.
—Draken...— pensó ansioso deseando que el día siguiente llegara.
😈😈😈
El día siguiente llegó.
Takemichi se encontraba en la entrada de la prisión de Tokyo, esperando a Naoto.
—Lamento la tardanza.
—Me tenías preocupado.— respondió viéndolo acercarse.— Nunca respondias.
—Lo siento.
—Ah todo esto... ¿Por qué estamos aquí?— preguntó preocupado, teniendo un mal presentimiento en su corazón.
—Tras investigar, descubrí que Ken Ryuguji no estaba en la actual ToMan, ni figuraba como fallecido.— comenzó a explicar, ya estando los dos en la prisión.— Con razón no lo encontraba, Ken Ryuguji se encuentra condenado a muerte.
Y Takemichi no quería creerlo al estar allí, sentado en la sala de encuentros de criminales. Sin embargo, su corazón comenzó a acelerarse y sus orbes empezaron a aguarse al ver cómo entraba Ken Ryuguji con el uniforme de un preso y esposado.
No quería creerlo.
— Cuánto tiempo Takemichi.— sonrió.— Me alegra verte bien.
Y lágrimas comenzaron a caer al ver la tranquilidad de su viejo amigo, doliendole el pecho al verlo en esta situación.
—Draken, ¿Has estado bien?
—Mas o menos.
Ante el silencio, habló el oficial.
—Mucho gusto, soy Naoto Tachibana.— se presentó el menor.
— Pude venir a verte gracias a él.— explicó el pelinegro Hanagaki.
— Ya veo...— respondió Draken.— ¿Y por qué viniste?
—No sabía que estuvieras condenado a muerte.— murmuró avergonzado y preocupado, mirando fijamente a los orbes oscuros de Draken.— ¿Qué sucedió? ¿Por qué cometiste un asesinato? ¿Qué le pasó a la ToMan?
— Takemichi... yo... me arrepiento de muchas cosas... y merezco estar aquí.— comenzó a explicar con un nudo en la garganta.— Yo... jamás me perdonaré por lo que hice, yo...— comenzó a llorar preocupando a los dos.— yo no quería hacerlo, no quería... sin embargo él solamente me sonrió...
—¿De-de quién estás hablando?
Los orbes llorosos de Draken miraron a los orbes azules que derramaban también lágrimas y respondió.
—De-deberías saberlo... fuiste a su funeral ¿O no?
Takemichi quedó en silencio sin entender muy bien las palabras del mayor.
Otro funeral.
Otra muerte de una persona querida para él.
Pero, ¿De quién?
—Y-Yo...— dudó Hanagaki.
—¿De quién habla Ryuguji?— cuestionó Naoto, ante las dudas del pelinegro mayor.
— De Akabane.— respondió derramando varias lágrimas, llevando sus manos hacia su rostro, desconsolado.— Tuve que hacerlo... tuve que matar a Kenji.
—¿Q-que?— cuestionó confundido Takemichi, recordando al muchacho en el pasado. Cuando se levanta rápidamente, chocando sus manos contra el mueble y exclamó.— ¡Es imposible Draken! ¡Eso no es posible!
—Lo es.
—¡Pe-pero..!— frunció el ceño.— ¡Yo lo vi! ¡Lo vi hace unos dias en el funeral de Hina!
Draken perdido en el dolor y la rabia, negó con la cabeza, reacio a seguir escuchando. Sin embargo, recordó aquella vez que conoció al gemelo de su viejo amigo y lo entendió.
Tragó el nudo en su garganta y volvió a mirar al menor.
—No era él.— respondió.— Yo mismo asesiné a Akabane...
Takemichi tragó saliva al volverlo escuchar aquellas horribles palabras.
—Al que viste era...
Y no logró continuar gracias al timbre que indicaba que la hora de visita terminó.
—Es hora.
—¡No! ¡Espera Draken!— golpeó el vidrio con todas sus fuerzas Hanagaki, impotente, al ver como se encontraba decidido a irse.
—Escucha Takemichi... hay otra cosa por la que me arrepiento, porque es mi culpa que la ToMan terminara así... porque no pude detenerlo.— habló mientras caminaba lentamente hacia la puerta. Giró su rostro y observó a los menores, que éstos se asustaron ante la mirada furiosa y asesina que tenía en estos momentos.— Y eso fue no asesinar a Kisaki Tetta con mis propias manos...
—¡¿Kisaki Tetta?!
—Andando Ryuguji..— empujó el oficial al criminal mientras que Takemichi se encontraba desesperado por saber más.
—¡Espera Draken!
—Takemichi... lárgate de Tokio.— lo volvió a mirar.— Casi te matan, ¿No? Por eso viniste a verme. Asesinar es lo mismo que aplastar insectos para Kisaki.
—¡Espera, por favor!— volvió a gritar desesperado Hanagaki.— ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué me quieren asesinar?! ¡Draken!
—Mikey era el ídolo de Kisaki.— respondió amargamente, ya del otro lado.— Pero su admiración se convirtió en odio.
》Kisaki quiere arrebatarle a Mikey todo lo que aprecia.《
Y la puerta se cerró, quedando Hanagaki y Naoto solos en aquel lugar.
Takemichi no podía creerlo.
No quería creer que su amigo matara a su sempai en ese tiempo.
Necesitaba investigar, necesitaba saber la verdad.
—Vamos Takemichi.— susurró suavemente Naoto, agarrando el brazo del pelinegro y lo comenzó a arrastrar hacia la salida.— Sé que es difícil esto, necesitamos tener más información pero tenemos una pista...— al ya estar afuera, se detuvieron al lado del vehículo de Naoto y éste lo agarró por los hombros al mayor, para que volviera en sí.— Aunque salvaras la vida de Ryuguji, Kisaki logró entrar a la ToMan y siguió siendo una mafia en este futuro tenemos... ¡Oye! ¡¿Me estás escuchando?!
Gritó enojado Naoto al ver cómo los orbes azules miraban hacia cualquier lado y el cuerpo de Hanagaki comenzaba a perder fuerzas.
—No me siento bien Naoto...— fue lo último que susurró Takemichi intentando sujetarse del menor.
Naoto lo atrapó sorprendido y más al notar que en la parte trasera de la espalda del mayor tenía un dardo clavado.
—¡¿Un francotirador?!— pensó sorprendido al no haber escuchado ni notado nada, hasta que él mismo sintió un pinchazo en su nuca.— Mierda...
Naoto se sacó el mismo dardo que le dispararon a Hanagaki, soltando el cuerpo inconsciente del pelinegro, también comenzando a debilitarse. Antes de caer, intentó llevar su mano hacia la extremidad del mayor para que volviera al pasado, sin embargo, antes de cerrar sus ojos vió como lo apartan de él y lo meten dentro de una camioneta de helados.
—Lo siento.— susurró una voz suave de mujer.— Debes dormir.
Y Naoto perdió la consciencia.
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¡Hola!
Maratón 2/3
¿Qué les pareció?
¿Teorías?
Ojalá dejen muchos comentarios, me motiva más a escribir. Comentarios sobre teorías, que piensan del capítulo, como creen que va a seguir, que creen que pasará...
¡Espero que les haya gustado!
Si hay muchos comentarios, por ahí actualice antes del martes que viene.
Cuídense.
Saludos.
~M.
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