Capítulo 23. Familia Mitsuya








































Akabane agradecía que las menores hablaran o mejor dicho cantaran entre ellas porque estaba seguro que si no estaban ellas, habría un silencio horrible entre él y Mitsuya. Y aunque sabía que era su oportunidad de hablar con el de orbes lavanda no creía que fuese todavía el momento, ni el lugar, ni mucho menos en frente de las dos menores Mitsuya.

Y hablando de ellas, los orbes rojizos de Kenji observaba con diversión a las dos menores que caminaban en frente suyo, las dos agarradas de las manos balanceando su agarre en un suave vaivén y aunque el mayor de los Mitsuya insistió en que la menor no caminara después del accidente, la más pequeña insistió en que podía caminar.

Literalmente sus palabras fueron:

"Si hermano rojo puede caminar, ¡Yo también puedo!"

Akabane había soltado una risita divertida al oír las palabras decididas de la menor y lo tierna que se veía. Además que disfrutó ver la leve frustración en el mayor de los Mitsuya pero que también demostraba la adoración que sentía por su hermana menor, un momento muy lindo que Kenji disfrutó ver.

—¡Llegamos! ¡Llegamos!— cantaron las dos felices, causando que el pelirrojo volviera en sí y mirara hacia el frente, encontrándose un pequeño edificio de unos tres pisos algo viejo. De repente sintió su mano ser jalada y apartó la mirada del establecimiento para mirar hacia abajo, encontrándose a Mana.

—¡Hermano rojo, llegamos a casa!

—¡Si!— chilló feliz la mayor, acercándose también hacia el.— ¡Ahora que llegamos, Hermano podrá curar las heridas del Hermano rojo!

—¡Y así se sentirá mejor y podremos jugar juntos!— terminó Mana, las dos teniendo un brillo en su mirada, donde ninguna notó la tensión que se formó entre ellos y más a Mitsuya que miró hacia otro lado al tener los orbes rojizos de Akabane sobre él.— ¿Vas a jugar con nosotras no?

Kenji volvió su atención hacia las menores, sonrió y asintió con la cabeza.

—Si, me encantaría jugar con ustedes.

—¡Yei!— saltaron las dos menores, felices.

Mitsuya negó con la cabeza y dijo.

—Vamos, esta comenzando a hacer frío.

Kenji siendo tironeado por las menores, cada una agarrando su mano, observó una vez más la espalda de Mitsuya que no podía apartar sus orbes al notar lo bien que se veía con el uniforme de la TOMAN. Mientras tanto el peliplateado podía sentir los orbes rojizos sobre él provocando que se pusiera cada vez más nervioso ante la presencia del pelirrojo.

¿Por qué?

¿Por qué se sentía así cada vez que estaba con Kenji?

El click al girar la llave en la cerradura logró volver en sí e inmediatamente abrió la puerta de su hogar. Sus hermanas corrieron hacia adentro donde fue empujado casi cayéndose hacia atrás donde sintió unas manos agarrar su cuerpo, evitando lastimarse.

Mitsuya se sobresaltó y se apartó rápidamente de las manos cálidas de Akabane, donde podía sentir su corazón latir desenfrenadamente en su pecho y sintiendo sus mejillas calientes.

¿Que le estaba pasando?

¿Por qué se estaba sintiendo así?

—¿Estás bien?— preguntó preocupado Akabane y un poco confundido por el actuar de Mitsuya.

—Es-Estoy bien...

—¿Seguro? Estas un poquito rojo.. ¿No tendrás fiebre?

Mitsuya se sonrojó aún más por el hecho de que Akabane se preocupara así por él, donde llevó la mano hacia su frente, causando que su corazón latiera más desenfrenadamente en su pecho.

—E-Estoy bien.— tartamudeó nervioso, apartándose del pelirrojo.— Yo estoy bien, estoy perfecto, el que está lastimado aquí eres tú... Así que entremos así puedo curar tus heridas.

¿Por que sentía que fue una muy mala idea el llevarlo a su casa?

Akabane aún preocupado por el peliplateado hizo lo que dijo y entró a la pequeña pero acogedora casa de los  Mitsuya. Sus orbes rojizos recorrieron todo el tiempo el lugar, apenas siendo la entrada, notando que había algunos dibujos pegados en la pared y otros dibujitos literalmente dibujados en la pared y algún que otro cerca de la puerta.

Kenji sonrió divertido al ver eso y apreció con atención a su alrededor. Primero, se dio cuenta que era un departamento chico y algo desgastado pero agradable. Apenas puso un pie en el interior pudo sentir esa calidez de que todo el mundo habla de 》Hogar.《 Algo que Kenji no estaba sintiendo ahora que vivía solo... ni en su vivienda anterior. Puede que en el pasado muy pocas veces podría llamar hogar a la casa donde vivía con su gemelo, ya que los dos preferían mil veces estar afuera que en esa casa solitaria, de ambiente frío y desolado ya que sus padres vivían constantemente viajando y se tenían solamente ellos dos y alguna que otra "nana" que los cuidaba.

—Puedes dejar tus cosas aquí en la entrada.

Akabane notó como Mitsuya se sacaba sus zapatos donde el pelirrojo hizo una mueca, llena de preocupación al pensar que sus pies podrían apestar debido al entrenamiento con su equipo. Se maldijo mentalmente por no tener un par de medias limpias en su bolso ya que el pelirrojo al igual que su hermano, apesar que ambos son japoneses, a los dos se le había ido la costumbre de sacarse sus zapatos al entrar a su hogar.

—¿Sucede algo?— preguntó Mitsuya confundido al ver al pelirrojo mirar hacia sus zapatillas.

— Oh, no es nada...— sonrió incómodo, decidiendose al final en sacarse las zapatillas para no ser irrespetuoso con su tradición.— Discúlpame, había perdido la costumbre de sacarme las zapatillas.

—Oh ya veo...— susurró sorprendido.— Si te sientes incómodo puedes...

—No, para nada.— interrumpió Akabane sonriendo con naturalidad al recordar que se había puesto talco y dejó su mochila a un lado en el suelo, acercándose al pelilila hasta estar frente a éste.— ¿Entonces?— se inclinó hacia él.— ¿Vas a ser mi enfermero?

Mitsuya se tensó y se sonrojó ante la cercanía del pelirrojo, donde pudo apreciar lo rojizo que eran los orbes de Akabane, como dos llamas ardientes siendo rodeados de perfectas, abundantes y arqueadas pestañas. 

—Hermano...

Takashi se apartó del pelirrojo al oír a su hermana y miró a la menor, que los miraba con curiosidad a los dos, sosteniendo entre sus manos, el botiquín de primeros auxilios.

—Luna...— llamó entre aliviado e incómodo el mayor, y se acercó a su hermanita que seguía mirando entre él y Akabane.— Gracias, dame eso.— agarró el botiquín.— ¿Dejaron sus cosas en su habitación?

—Si.— respondió Luna teniendo su completa atención en el actuar raro del mayor.— Hermano... estas siendo irrespetuoso.

—¿E-Eh?

—Hermano Rojo debe estar cansado, adolorido y lo dejas parado.— la regañó la menor, provocando que Kenji soltara una risita divertido por la situación y Takashi se sonrojara por ser regañado por la menor y por la risa del pelirrojo.

—S-Si yo...

—¡Hermano Rojo!— llamó de repente Mana con un puchero en sus labios, causándole ternura a Akabane al ver esa mueca en la menor y por uno de los pompones enredados con su coleta.— ¿Me ayudas con mi cabello? Por favor.

—Claro.— sonrió Akabane, donde Mitsuya le dio un suave empujón, apoyando una de sus manos en su espalda, para ir al mini living que tenían. Allí se sentó en uno de los sillones, Takashi se sentó al lado de Akabane (a la vez que le había pedido a Luna que trajera unas pantuflas, esas que usa Hakkai cada vez que va a su casa sin invitación, para el pelirrojo) y la más pequeña se puso en frente de Akabane para que le ayudara con sus cabellos.

—Aquí tienes Hermano Rojo, para tus pies.— habló Luna, dejando las pantuflas a los lados del pelirrojo, donde la menor se sonrojó ante la bonita sonrisa que le dirigía.

—Muchas gracias Luna.— sonrió aún más al ver a la menor alejarse, sonrojada, y a esconderse detrás de su hermano que literalmente estaba a su lado.

—Hermano Rojo, préstame atención.

—Mana.— regañó el mayor, mientras preparaba el algodón y el agua oxigenada.

—Ya, tranquilos.— comentó divertido mientras veía el desorden en los cabellos de la más pequeña.— Esto te dolerá un poquito ¿Si?

—¡Si! ¡Seré fuerte como hermano Rojo!— cerró sus ojitos, provocando que los dos mayores soltaran una risita divertida al verla así.

Llevó sus manos hacia los cabellos de la menor y con cuidado, tiró un poco de la coleta que enredaba los cabellos de la pequeña hasta lograr sacarlo sin tanta fuerza.

—Listo.— le avisó, sorprendiendo a Mana.— Aquí tienes la gomita, ¿Te dolió?

—Hermano Rojo... ¡Eres grandioso!— exclamó con sus orbes brillando de admiración.— Mamá y hermano siempre se quejan de que no pueden sacarlo...

—Mana...— la volvió a regañar, avergonzado.— Ahora, las dos vayan a su cuarto y hagan sus deberes... Ahora les preparo la merienda ¿Si?

—¡Si!— sonrieron las dos.— ¿Después Hermano Rojo puede jugar con nosotros?

—Me encantaría jugar con ustedes.

—¡Yei!— gritaron las dos felices, corriendo hacia su habitación, ignorando por completo el grito del mayor de que 》No corran《.— ¡Hermano Rojo te esperamos!

—¡Y hermano cura rápido a Hermano Rojo!— ordenó Mana, hasta escucharse como la puerta de lo que parecía ser su cuarto, se cerró.

Kenji soltó una risita divertido al ver el rostro indignado del mayor y dijo.

—Te tienen controlado.

—Sin ninguna duda.— respondió con una sonrisa suave en sus labios, hasta que hizo un puchero casi desapercibido y miró al pelirrojo. Que Kenji rápidamente apartó la mirada de esa zona peligrosa.— Ya te quieren más que a ti que a mí.

—Que te puedo decir...— sonrió ladinamente y parpadeó inocentemente.— es mi encanto natural.

El peliplateado soltó un bufido divertido, se acercó un poco más al pelirrojo para aplicarle el agua oxigenada y dijo.

—No lo dudo.— susurró concentrado en su trabajo.— Pero, en serio... ni siquiera actúan así con Hakkai... De hecho, lo tratan como un muñeco.

Kenji soltó una risita al imaginarse al peliazul siendo tironeado de un lado a otro por las menores.

—¿Hakkai viene muy seguido?— preguntó con curiosidad, quedándose quieto al comenzar Mitsuya a limpiar los raspones en su rostro.

—Si... también se queda a dormir, aunque duerme en el sillón ya que, como verás, nuestra casa es muy pequeña.— susurró, limpiando un poco el raspón en la mejilla.— Y por problemas familiares... prefiere mil veces dormir en el sillón que en su casa.

》Es mi mejor amigo, obviamente lo ayudaré en lo que pueda.《

—Sí, entiendo.— murmuró escuchando con atención y sin apartar la mirada del rostro concentrado del peliplateado.— Yo también varias veces dejé que un viejo amigo se quedara a dormir en mi casa... lo mismo que Hakkai, problemas familiares.

Se quedaron en silencio, un silencio bastante cómodo donde Mitsuya dejó de aplicar el algodón para dejarlo en la mesita de en frente y sacó otro para aplicarle el agua oxigenada para la zona de los codos del pelirrojo y en las manos, que tenían un poco de sangre por los raspones.

Al ver que realmente había quedado muy lastimado al salvar a su hermana, miró seriamente al pelirrojo sorprendiéndole el encontrarse con la mirada rojiza sobre él.

¿Hace cuánto lo estaba mirando?

¿Por qué su corazón se aceleraba?

¿Por qué sentía su rostro calentarse?

¿Por qué se estaba sintiendo como un animal indefenso ante la mirada profunda de Akabane?

—¿Estas bien?— preguntó confundido Akabane, llamando la atención del pelimorado, que éste apartó la mirada y tosió un poco.— estás actuando bastante raro... hasta podría decir... incómodo.

—No estoy incómodo.— respondió inmediatamente Mitsuya, mirando de reojo al pelirrojo intentando calmar su rostro rojo, dejando las cosas en la mesita para calmar los temblores de sus manos.

¿Por qué se ponía cada vez más nervioso?

— ¿Entonces?— frunció el ceño e inclinó su cabeza hacia un lado, como un cachorro.— ¿Sigues enojado conmigo? ¿Decepcionado? ¿Traicionado?

Mitsuya rodó los ojos al oír aquello y llevó su mano hacia los labios de Akabane, sorprendiendo al de orbes rojizos por ese accionar, interrumpiendo su palabrería.

—Nunca me sentí decepcionado, ni traicionado.— comenzó a hablar Takashi, apartando rápidamente su extremidad ante su accionar tan descarado.— Por ahí, si un poco enojado por el hecho de que no me dijiste que tu eras el "Demonio Rojo" que al final se aclaró todo y no eres en definitiva "él". Solo es que...

—¿Es qué?

—Tú no lo sabes... y no tendrías porque ni cómo saberlo pero te defendí.— respondió en susurro, cabizbajo, que si no fuera por la cercanía que había entre ellos, a Akabane le habría costado un poco escucharlo.

—¿Me defendiste?— preguntó confundido Akabane.

— Luego de la Reunión... los días siguiente antes de que sucediera lo que le pasó a Pah.— apretó sus manos en puños del enojo.— Tuvimos varias reuniones sobre el tema de Moebius y cada vez que Pah hablaba te acusaba a ti de mentiroso o de que eras el Demonio Rojo, o que eras alguien de Moebius y que seguro tenías algo que ver en todo eso, hasta Mucho y Sanzu pidieron permiso a Mikey para vigilarte y... te defendí, te defendí de las acusaciones, traté de razonar con Pah y Peh, Peyan un poco entendió quien eras y te vio varias veces en la escuela pero con Pah...

》Pah estaba cegado y lo entiendo ¿Sabes? Yo no sé que habría hecho si alguno esos de Moebius hubieran atacado a mis hermanas como Pah considera ese amigo como un hermano... Pero... no estaba bien y... y el que Pah este en la cárcel... es mi culpa, no debí llevarlo ahí... Debimos haber tenido una reunión todos en el Templo... O debí haber hablado más con el... Porque por ese accionar, Mikey y Draken se pelearon, la Toman casi se separa y es como mi segunda familia, y creo que para todos es así y después llega Takemichi y arregla a esos dos como si nada hubiera pasado, que ni siquiera yo, siendo amigo de la infancia de Ken pude hacerlo entrar en razón... Y cuando creí que todo había vuelto a la normalidad... Peh había caído en un pozo de odio y enojo que... q-que casi mata a Draken, casi matan a mi Gemelo Dragón y luego llega Hanma hablando sobre el Demonio Rojo y tú estabas siendo atacado por algo que creí, que no tendrías vinculación, cuando resulta ser que era a ti que te estaban buscando, que eras esa persona que Moebius estaba buscando... y que ahora muchas pandillas también te buscan, hablan de ti y de cómo peleaste, fue un gran shock para mí...《

Mitsuya estaba agitado de haber hablado tan rápido, tenía sus puños cerrados del enojo y el dolor de todo lo que estaba sintiendo, pesar de por fin poder descargar todo lo que tenía guardado desde lo que le pasó a Pah. Sintiendo esa mochila en sus hombros, aliviarse un poco al por fin poder decir lo que estaba sintiendo, sus pensamientos, aunque la culpa seguía estando allí. El peliplateado realmente no tenía pensado decirle todo eso pero por alguna rara razón, su lengua no pudo parar y el notar (ya que todo el tiempo tuvo su cabeza baja concentrado en sus recuerdos) que Akabane lo estaba escuchando, se lo confesó todo, el porqué su reacción hacia el.

Kenji suspiró y sin pensarlo demasiado, abrazó a Mitsuya.

Takashi se sorprendió y se tensó al tener el calor corporal de Akabane muy cerca suyo, provocando que su corazón se acelere aún más y que su rostro se sonrojara.

—No fue tu culpa lo que le sucedió a Pah.— susurró sobre el oído a Mitsuya, causándole escalofríos.— Así que, saca ese pesar sobre tus hombros porque no tiene nada que ver que tu lo hayas llevado a ese lugar y lo que hizo Pah al idiota de Osanai, Pah fue el que llevó la navaja, no tú ni mucho menos se lo diste, ni se lo dio Mikey ni Draken... Así que tira esa mochila lejos porque no tienes ninguna culpa de lo que sucedió a Pah, ni la pelea entre Mikey y Draken ni mucho menos por lo que pasó en el Festival...

》Y... perdón por no haberte dicho la verdad, realmente no pensé por todo lo que estabas pasando... o sintiendo... — se apartó de él y le sonrió sinceramente agarrándolo de las manos, apreciando las mejillas rojas del peliplateado y la suave y cálida piel del mayor Mitsuya.— Y gracias por haberme defendido.《

Mitsuya negó con la cabeza.

—No tienes que pedir perdón ni gracias.— respondió seriamente.— Yo te debo pedir perdón por haberte ignorado este tiempo, por no haber hablado contigo y... y también debo darte las gracias por haber salvado a Mana, yo... realmente te lo agradezco.

Kenji estaba a punto de responderle cuando una tos falsa lo interrumpe. Los dos miraron a la vez hacia esa dirección encontrándose a una mujer, muy guapa desde la perspectiva de Akabane y de una belleza espectacular donde supo de quién lo había sacado los Mitsuya.

—¡Mamá!— chilló Takashi sorprendido, apartando rápidamente las manos de Akabane y se levantó del sillón, incómodo y nervioso al ver a su madre allí, con una mirada que no entendía.

¿Cómo no la había escuchado entrar?

—Hola cariño, realmente lamento interrumpir su charla pero como no me leíste los mensajes que te dejé en tu celular, me había preocupado.

—A-Ah... si, lo siento mamá.— murmuró avergonzado el mayor.— Lo tengo en silencio...

—Si, ya me di cuenta.— sonrió la progenitora clavando sus orbes lavanda en el compañero desconocido de su hijo.— A ti no te conozco, me alegra ver a un nuevo amigo de mi hijo.

—Oh...— parpadeó nervioso Kenji y sonrió angelicalmente hacia su futura posible suegra y se acercó hacia la mujer para estrechar su mano.— Soy Kenji Akabane y hace un mes y medio me mudé a vivir aquí, también cursamos juntos.

—Ya veo... un placer Akabane, soy la madre de Mitsuya.— le correspondió el saludo, aceptando la mano del menor.— Puedes llamarme... ¡Pero, ¿Que diablos?!— gritó sorprendida y asustada, al ver la mano del menor, en la zona de los nudillos algunas manchitas de sangre que al ver su rostro, pudo notar los raspones en la cara.— ¡¿Que te sucedió?!

—Un auto casi me atropella.— confesó avergonzado el pelirrojo, sorprendiendo a Takashi por la mentira.— Sino fuera por Kashi que me salvó, creo que no estaría hablando con usted.

—¿Es eso lo que sucedió hijo?

El peliplateado abrió su boca para decir algo, sin embargo no logró hablar y más al ver el guiño rápido que le dirigió Akabane hacia él, provocando que se sonrojara más.

—¿Hijo?

—S-Si...— tosió un poco para recuperar la compostura y asintió con la cabeza.— Si, estaba el semáforo en rojo y el auto no frenó nunca... salvé a Akabane de ser atropellado.

—Pero... tu pareces estar bien, ¿O a ti también te pasó algo? Hijo dime si te duele algo o a ti...

—¡Mami!

Las dos menores entraron de repente al mini living, salvando a los dos adolescente de la futura mentira que debían seguir alargando para no preocupar demasiado a la mayor.

—Mana y Luna, mis dos princesas.— abrazó la progenitora con mucho amor.— ¿Como están ustedes?

—¡Nosotras estamos bien!

—¡Sip!

—Eso me alivia...— suspiró cansada.— Me alegra saber que tu estás bien hijo... ¿Seguro que no te duele nada?

—Estoy bien mamá.

—¡Hermano!— llamó Luna molesta.—¡¿Ya terminaste de curar a Hermano Rojo?!

—¡Si hermano! ¡¿Por qué tardas tanto?!— hizo un puchero.— ¡Queremos jugar con Hermano Rojo!

—¿Hermano Rojo?

—Soy yo, mi nuevo apodo.— sonrió divertido Kenji alzando su mano izquierda donde una mueca y una queja de dolor salió de sus labios por el movimiento.

—Deberíamos llevarte al hospital.— habló preocupada la mayor, sorprendiendo a Kenji aquella reacción de la mujer.— ¿Y si tienes alguna fractura? ¿Algún herida interna?

—Son solo raspones...  y puede que algún que otro moretón.— intentó Kenji calmar a la mujer y a Takashi que ahora estaba a su lado, mirándolo preocupado.— Estoy bien, no se preocupen...

—¿Seguro?— insistió la mujer, no estando muy de acuerdo en las palabras del menor pero que al ver que asintió con la cabeza, lo dejó un poquito pasar. Luego miró a su hijo que realmente estaba preocupado por su amigo, llamándole la atención aquella mirada cuando se da cuenta de un pequeño detalle.— Jovencito, ¿Todavía tienes la ropa de la ToMan puesto? 

—A-Ah si... yo...

—Ve a cambiarte ahora.— ordenó la mujer.— Sabes que no me gusta que estés con ese uniforme en casa.

—Pero mamá, no puedo dejar solo a Akabane...

—¿Y que soy yo? ¿Una planta?— regañó la mayor.— Yo voy a terminar de curar a tu amigo, prepararé la merienda para las niñas y tu te irás a cambiar ahora.













👿👿👿














—¿Curita de Barbie o de My Little Pony?

Kenji parpadeó varias veces observando las curitas que le ofrecía la matriarca, que se encontraba sentada en frente suyo.

¿Cual debía elegir?

¿La magia de la amistad o "Tu puedes ser lo que tu quieras ser"?

Que difícil decisión.

—Éste.— eligió la curita de My Little Pony.

La magia de la amistad, un recuerdo de sus amigos de la clase E.

La matriarca asintió con la cabeza, le sacó el adhesivo que protegía al pegamento y se lo colocó en el pequeño corte que tenía en su ceja izquierda.

—¡Muy buena elección Hermano Rojo!— hablaron las dos mientras tomaban su merienda, encontrándose los cuatro en la pequeña cocina.— Ahora que mamá ya te curó, ¡Podemos ir a jugar!

—¿Ustedes no tienen deberes que hacer?— interrumpió la matriarca con una ceja alzada.

—Ah... ¿No?

—¡Sip!

—Mana.— regañó Luna con un puchero en sus labios.

—¿Y que están esperando?— regañó  la matriarca, escuchándose por el pasillo los pasos del mayor, acercándose hacia ellos. La madre sabiendo las intenciones  de las menores, las interrumpió.— Y no, su Hermano Rojo no puede ayudarlas, otro día será.

—Oh...— pusieron las dos caritas triste.

—Puedo ayudarlas.— sonrió de ternura Kenji.— en serio, no es ningún problema.

—Debes descansar un poco y interrumpí una conversación muy importante así que... aprovechen.— comentó la mayor levantándose de su lugar, dejando confundido a Kenji cuando ve entrar a Takashi vestido sin el uniforme del instituto ni de la ToMan, causando que se sonrojara al ver lo lindo que se veía con una simple remera de manga corta holgada blanca y unos pantalones cómodos de color azul.— Vamos niñas, las ayudaré con sus deberes.

》Hijo, ahí tienes unas galletitas y un poco de agua caliente para que tomen un té o lo que quiera tu amigo Akabane.《

—Oh, está bien mamá.— respondió Takashi viendo a la mayor marcharse con sus hermanitas hacia su habitación, dejándolo a solas con Akabane.

—¿Sabes algo Mitsuya?— el peliplateado frunció el ceño al volver escuchar su apellido salir de los labios de Akabane y lo miró, encontrándose al pelirrojo viendo en la dirección donde su progenitora se fue.— Creo que me enamoré de tu madre.

Kenji al notar el silencio a su alrededor giró su cabeza, encontrándose para su sorpresa, el rostro completamente serio e intimidante del peliplateado.

—Bromita.— sonrió tenso al notar que aún lo miraba de esa manera.— Bueno... en si, no es tan bromita...

Mitsuya frunció el ceño confundido.

—¿Cómo?

—Nada.— sonrió inocentemente.

—Mmm...— miró sospechosamente al pelirrojo dándose cuenta del detalle de la curita.— Oh, lo siento por ese tipo de curitas, no tenemos las normales. Mis hermanas también me ponen esas.

Kenji rió.

—Tranquilo, me encanta.

—Bien... ¿Quieres té o café?

Kenji iba a responder que si y que cualquiera le vendría bien, cuando un mensaje le llegó a su teléfono siendo de un número desconocido. Frunció el ceño confundido pero que al leer el mensaje, negó con la cabeza y se levantó de su lugar diciendo.

—No gracias, ya es hora de volver a casa.

Mitsuya sabía que le iba a decir que si quería pero el mensaje fue el motivo del cambio, y para su corazón confundido eso le entristeció pero asintió con la cabeza. Por ahí era alguien importante o un mensaje de emergencia y lo entendía.

—Oh, está bien.— sonrió recordando un detalle.— espera aquí.

Kenji asintió con la cabeza sorprendido al ver al Takashi correr hacia su habitación, escuchando la conversación entre madre e hijo avisandole de que ya se iba para luego escuchar algo como... "Oh... así que no era para tus hermanas sino para él" y después se escuchó "Mamá es para su hermano" dejando muy confundido al mayor Akabane.

Mitsuya volvió y se lo entregó.

—Oh... me había olvidado.— sonrió de felicidad y ternura al agarrar al osito, donde sus dedos se rozaron, que lo abrazó con fuerzas como abrazaba al muñequito de Koro-sensei.— Gracias Kashi, me encanta.

》Claramente lo dejaste mucho mejor.《

—No estuviste tan mal.— intentó hacer sentir mejor al pelirrojo sin embargo al notar la mirada incrédula del ojirubí, sonrió incómodo rascándose la nuca.— Bueno... si estaba un poco mal... pero, puedo ayudarte. Así le puedes hacer uno a tu propio hermano.

—¿En serio? ¿Me ayudarías?— preguntó emocionado Kenji con un adorable brillo en sus ojos, causando que Takashi se sonrojara y con timidez asintió con la cabeza.— ¡Gracias! Pondré lo mejor de mí para aprender.

》En serio, se te da muy bien hacer estas cosas Kashi.《

—Gracias... y lamento haber tardado tanto para el regalo de tu gemelo.

—Ah, tranquilo... pasaron muchas cosas.— sonrió.— Además, esta castigado y estoy enojado con él por lo tanto todavía no le daré el osito.

—¿Todavía sigue castigado?— preguntó divertido Mitsuya.— Si se hizo pasar por ti para defenderte...

—En parte pero esa no esa la verdadera razón por la que está castigado.— sonrió inocentemente Kenji, confundiendo aún más a Mitsuya.

—Así que ya te vas.— apareció la madre con una sonrisa en sus labios, sonrisa muy parecida a Takashi, y detrás de ella las menores.— ¿Seguro que no quieres merendar antes de irte?

—No, muchas gracias debo encontrarme con un familiar.— inclinó su cabeza por respeto.— Fue un placer conocerla, mamá de Mitsuya.

—Ay ya, puedes llamarme Kaoru.— sonrió.— Hijo, ¿Por qué no llevas a tu amigo a su casa con la moto?

—Ah, no... no es necesario.

—Pero ya es tarde.— negó con la cabeza la madre.— No voy a dejar por ningún motivo que el amigo de mi hijo le suceda algo en el camino.

—Vamos, te llevo.— interrumpió Takashi agarrando las llaves de su moto.— Saluden niñas.

—¡Adiós Hermano Rojo!— saludaron las dos, corriendo hacia él y abrazando una la cintura del pelirrojo y la más pequeña la pierna derecha.— Volverás pronto ¿Verdad? Di que sí por favor...

Kenji sonrió y acarició con cariño las cabezas de las dos.

—Si tu hermano me invita, volveré.

—Puedes venir cuando quieras.— interrumpió la progenitora con una sonrisa en sus labios.— Hakkai siempre viene sin invitación... también puedes hacer lo mismo.

—Ah... prefiero preguntar antes de caer de sorpresa.— sonrió.

—Bien, pero sabes que las puertas de mi casa están abiertas para ti.

—Gracias, Señorita Mitsuya.— se apartó de las menores.— Cuídense y adiós.

—¡Vuelve pronto Hermano Rojo!

Kenji sonrió divertido, agarró su bolso deportivo y se puso sus zapatillas, para salir del departamento detrás del mayor. Los dos bajaron las escaleras del edificio y Akabane decidió romper el silencio entre ellos dos.

—En serio, no es necesario que me acompañes.

—No voy a dejarte irte solo, Akabane.— respondió Takashi subiendo a su moto mientras lo encendía y le entregó un casco.— Anda sube.

—Si insistes.— sonrió burlón, subiéndose detrás de Takashi agarrándose del asiento.— ¿Y sabes qué?

—¿Que?— preguntó mirándolo sobre su hombro, con su casco puesto.

—Puedes llamarme Kenji.— le sonrió amablemente mientras se ponía el casco.— Me he dado cuenta que siempre me llamas por mi apellido. ¿No somos amigos?

—Oh...— se sonrojó Mitsuya que agradeció el casco por no dejar ver sus mejillas rojizas y asintió con la cabeza.— Si, si lo somos Ke-Kenji.— carraspeó nervioso.— ¡Sujétate!

—A la orden.













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¡Hola! ¡Tanto tiempo! ¿Cómo están?

¡Nuevo capítulo!

¿Que les pareció? ¿Les gustó?

¿De quien creen es el mensaje?

Mitsuya cada vez más confundido con Kenji. Jeje

¡Voten y comenten!

Cuídense.

Besitos.

~M.

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