Capítulo 17. Te odio
—Ah... estoy muerto.— susurró Mitsuya sentado en el suelo, mirando a todos los demás tirados en el piso, inconscientes.
—¡Ya terminamos por aquí!— gritó Smiley con su típica sonrisa siendo sostenido por Mucho en cuero y detrás de él, Baji.
—Parece que se lastimó la pierna.— habló Mucho.
—Ya veo...— susurró pensativo el pelilila preguntándose por Draken, por Takemichi y por el Demonio rojo.— ¿Y Mikey?
—Por allá.— respondió Baji señalando hacia la izquierda.
Mitsuya miró en aquella dirección encontrándose a Mikey enfrentándose aún con Hanma, que chasqueó la lengua con disgusto.
—Sabía que serías un fastidio, Mikey.— habló con una sonrisa gigante en sus labios Hanma.— Ni siquiera has perdido el aliento... ¿Acaso eres un monstruo?
—Cierra el pico y muérete pronto.— escupió con desagrado Mikey, con una mirada seria cuando sus orbes se abren de sorpresa al igual que Hanma al sentir una presencia detrás suyo.
El de cabellos negros gira rápidamente sobre sus talones y apenas logra cubrirse su cabeza ante la fuerte patada que recibe, que por la increíble fuerza cae hacia atrás rodando en el suelo.
—Ne~ no eres tan inútil como los otros.— comentó divertido Kenji mirándolo como un depredador al pelinegro, que éste se levantaba del suelo con sus brazos temblando debido a esa brutal fuerza y además que ya estaba terriblemente cansado.— Espero que me entretengas...
—Tsk... ahora quieres pelear conmigo.— exclamó tenso y algo emocionado Hanma, pero no podía pelear contra él en esas condiciones.
— No es mi culpa, estuve pescando otros peces pero no me sastifacieron.— respondió encogiéndose de hombros.— Y por lo menos tú, en tu patético estado, lograste esquivar mi golpe.
》¡Vamos! ¡Pelea conmigo a muerte!《
—Eh~ hay algo diferente en ti.— exclamó Hanma con una sonrisa gigante en sus labios, analizando al pelirrojo.— Tú eres el Demonio rojo... sin duda alguna.
—Ese apodo es de mi hermano.— respondió irritado el de orbes heterocromáticos rodando los ojos.— Dejen de mencionarlo porque sino mi hermanito se enojará conmigo y... ¡Odio que mi Karma se enoje conmigo!— se quejó con un puchero.
—¿Hermano?— preguntó Mikey llamando la atención del pelinegro y del pelirrojo.
—Sip, ¿No te dije?— parpadeó inocentemente Kenji, llamándole la atención a Mikey sus ojos de diferente color.— Tengo un hermanito... y ese es su apodo.
—¡Entonces!— llamó la atención Hanma aplaudiendo con una sonrisa gigante en sus labios.— ¡Estoy emocionado por conocer a tu hermanito y a ti! ¡Ansioso por pelear con ambos!
—En tus pesadillas conocerás a mi hermanito.— escupió con desagrado con tan solo la idea de que Karma y Hanma pelearan, eso si que no.— No voy a dejar que se conozcan, sobre mi maldito cadáver y si muero, me volveré fantasma y te arrastraré por los pies en las noches.
—Vaya...— rió Hanma.— eres muy sobreprotector ¿Eh?
—Obvio.
El ruido de una moto llamó su atención, encontrándose a un hombre mayor y pelado con varios tatuajes.
—Oye Hanma, es hora de irnos.
—Si.— comentó Hanma mirando al pelirrojo y al rubio ceniza, cuando comienza a escucharse las sirenas.
— Ya era hora.— habló el pelirrojo mirando con aburrimiento hacia el cielo.— si que se tardaron.
—¡La policía!
—¡Corran!
—¡Vámonos!
Kenji rió al verlos huir como ratas asustadizas cuando sus orbes, ahora, rojizos volvieron su atención a Hanma que estaba a punto de subirse en la parte trasera de la moto.
—¡Mikey!— llamó el pelinegro mostrando sus tatuajes en sus manos.— ¡Pronto presenciarás el nacimiento de la mayor alianza de motociclistas de Kanto!
》¡Valhalla! ¡Y yo seré el subcomandante de Valhalla, Hanma Shuji! ¡No lo olvides!《
—Aburri-doooooooooooo.
—¡Ja! ¡Si estas tan aburrido Demonio rojo, únete a nuestra pandilla!— exclamó eufórico el pelinegro pero más furioso al verlo sacarle la lengua, mirando hacia otro lado, causando confusión en la mayoría de los capitanes que todavia estaban de pie, incluidos Mitsuya y Mikey.— ¡Demonio rojo te quiero de nuestro lado!
—¡No quiero!
—¡Maldito! ¡Nos enfrentaremos pronto! ¡Y deberás unirte a mí!— exclamó Hanma con una sonrisa tensa en sus labios, queriendo realmente enfrentarse al pelirrojo, ponerlo en su lugar al ver las muecas de burla hacia el.— ¡No lo olviden ToMan! ¡Valhalla los aplastará!
》¡La ToMan no volverá a tener otro momento de paz!《
—¿Y yo que tengo que ver? ¿Por qué no me pueden dejar en paz?— refufuñó con los brazos cruzados y haciendo puchero, viéndolo marchar.— Ni siquiera pertenezco a la ToMan.
》Que idiota, ¿Son todos así? ¿Les falla tanto las neuronas?《
Kenji comenzó a insultar en voz baja comenzando a saltar en los pequeños charcos que había a su alrededor, en un intento de tranquilizar su sed de sangre y de calmar a su otro yo que se encontraba quejándose por haber vuelto a tomar el control y de no haber tirado de los pelos a ese Hanma de la moto, al ya haberse ido.
Y aunque pareciera que el pelirrojo estaba en su mundo, actuando como un niño pequeño saltando de un lado a otro, podía sentir varios pares de ojos sobre él, sin embargo el que lo tenía tenso era solamente dos.
Un par de ojos con intensiones oscuras, no podría llamarlo todavia sed de sangre, pero que se encontraba enviándole dagas invisibles del enojo, de traición, si.
Mientras que el otro par de orbes lo miraban con cuidado, analizándolo y seguro con sentimientos confusos y también de traición.
¿Quién iba a atacar primero?
Bingo.
Kenji en vez de esquivar la pierna lo agarró del tobillo, ambos ejerciendo fuerza, ambos mirándose a la cara.
Orbes negros versus orbes rojizos.
Mikey chasqueó la lengua de disgusto al no poder ni avanzar en su golpe ni en quitárselo de encima. Lo tenía fuertemente agarrado aunque increíblemente el agarre fuera suave.
¿Cómo era posible que alguien más pudiera detener su patada? Pero esto era diferente, el pelirrojo no solo lo había bloqueado sino hasta había logrado agarrarlo, como si ya lo supiera.
O como si su velocidad que siempre es increíblemente rápida fuera nada.
—¿En serio, Mikey?— habló Kenji sonriéndole con suavidad, dándole esa sonrisa angelical, logrando que el rubio dejara de hacer fuerza y se mantuviera quieto en el mismo lugar, aún en la misma posición los dos.— Ahora hay algo más importante que hacer, que enfrentarnos.
》Otro día, cuando quieras podemos pelear, pero ahora Draken te necesita... ya deben de haber llegado al hospital.《
—Espero que no huyas.— respondió Mikey seriamente, bajando su pierna al haber sido soltado.
— Ya sabes donde encontrarme.— le sonrió amablemente.
Mikey le dio la espalda y se encaminó hacia su moto para luego mirarlo sobre su hombro viéndolo aún parado con la mirada gacha, que no pudo evitar compararlo con un perro abandonado.
—¿Que esperas?— el rubio ceniza volvió su atención a su moto.— Vamos.
—Oh... gracias Mikey.
😈😈😈
—No...
—¿Un paro cardíaco?
—No... Díganme que no es verdad.— sollozó Emma siendo abrazada por Hina mientras que Asui y Yasuda intentaban también consolarla, estando ellos allí más por el pelirrojo que por el rubio, aunque también estaban preocupados.— Tengo miedo Hina.
—¡Takemichi!
Todos los presentes miraron hacia aquella dirección encontrándose al peliplateado y al castaño corriendo hacia ellos.
—¡¿Y Draken?!
—Mitsuya, Peyan.— llamó Takemichi preocupado.
Mientras que el rubio de orbes celestes explicaba la situación a los dos llegados, dos personas más se bajaban de la motocicleta.
El pelirrojo caminó lado a lado con el rubio ceniza respetando su silencio. Podía saber y sentir la preocupación del pequeño rubio a kilómetros por el del tatuaje, apesar de que no lo demostraba.
Ambos entraron, Kenji fue el que preguntó por Draken, describiéndolo que la recepcionista al reconocer al muchacho, les dijo donde encontrarlo. El pelirrojo al escuchar que estaba en cirugía aplanó los labios y su mirada se oscureció del enojo y la frustración de no haberse dado cuenta del segundo cuchillo que tenía el enemigo.
Tantas veces Koro-sensei lo había explicado, y hasta se había enfrentado a sus compañeros que tenían esa estrategia y jamás se le había cruzado por la cabeza que ese idiota tendría otra navaja para realmente matar al rubio.
Debió ser más rápido.
Más atento.
No podía volver a fracasar, no podía volver a fallar.
No podía decepcionar a Koro-sensei ni a Karasuma que tanto empeño le pusieron en su entrenamiento.
No iba a volver a quedarse dormido. Había decidido dejar los entrenamientos de asesinato, vivir como un adolescente normal pero sabía que si quería proteger a sus nuevos amigos, debía seguir en ese mundo.
Volvería a entrenar.
Volvería a practicar.
Volvería a practicar el asesinato para proteger a sus amigos.
—Antes de que llegara al hospital, su pulso...— escuchó la explicación de Takemichi, que al doblar a la izquierda, sus orbes rojizos se encontraron con Mitsuya golpeando la pared y a Peyan a su costado con la mirada gacha.
—¡Maldición!— gritó el peliplateado.
—Mi-Mikey, Ken-Kenji...— susurró Takemichi con los orbes llorosos al ver las miradas oscuras.
—Mikey... Draken está...
—¡Mikey!
—Mikey, yo...
Los tres hablaron a la vez sin saber muy bien que decir cuando la voz del rubio ceniza los interrumpe.
—No griten.— exclamó volviendo a caminar, siendo seguido por el pelirrojo.— es un hospital, guarden silencio.
》¿Y la sala de espera?《
Tanto Mikey junto con Kenji se acercaron hasta donde estaban todos los demás, en donde los dos se acercaron a las tres muchachas y al castaño, que éstos dos últimos al ver que el pelirrojo estaba bien lloraron en silencio.
—Mikey... Kenji...— sollozó Emma que el rubio ceniza solo puso una mano en el hombro de ésta, mientras que el pelirrojo si le dio un abrazo para luego darle suaves caricias en la espalda.
—Kenchin es un hombre de palabra.— habló Mikey llamando la atención de todos que la pequeña castaña se abrazó a Hina.— No nos va a abandonar, jamás faltaría su palabra.
》Me prometió que conquistaríamos el país juntos. Por eso, Emma, Mitsuya, Peyan, Takemichi... confíen en Kenchin.《
Kenji observó cada movimiento del rubio ceniza, que éste se sentó en uno de los sillones a esperar y dijo.
—Él va a estar bien.— sonrió.
El pelirrojo cerró los ojos con pesar y cansancio.
—Kenji-kun.
La voz preocupada de la castaña llamó la atención de todos que el pelirrojo volvió a abrir los ojos encontrándose a Hina y a Emma junto con Yasuda y Asui mirándolo preocupados a una sola dirección.
—T-Tu ma-mano Ken-Kenji-kun.
—¡¿Y toda esa sangre?! ¡Kenji deben ver tu mano!— no pudo contenerse de la preocupación la pelinegra.—¡¿Y por qué estás con el torso al descubierto?! ¡Vas a enfermar terriblemente!
—Calma, no griten.— les regañó y suspiró cansado al ver también a uno de los amigos del rubio ir en busca de un médico mientras que el resto y Takemichi lo rodeaban en busca de ayudarlo.— no hagan tanto escándalo, es solo un cortesito.
—¡¿U-Un cor-cortesito?!— chilló indignado, asustado y furioso Asui al ver la palma de la mano del pelirrojo al haber sacado esa prenda que rodeaba la extremidad de Akabane.— ¡Kenji! ¡Es-Es gi-gigante!
—¡¿Por qué desapareciste después de salvarnos?! ¡¿Eh?!— le regañó Takemichi al ver el estado en la que se encontraba la mano del mayor.— ¡Debían ver también tu mano!
—Dije... que guarden silencio— masculló con la mandíbula tensa, asustando a sus amigos alejándose tres pasos hacia atrás, mientras era observado por los tres miembros de la ToMan al otro lado.— estoy bien.
— N-No te-te enojes Ke-Kenji-kun.
El sollozo de Asui más las lágrimas de éste y de Hina, Emma y Yasuda hizo que suspirara en resignación y con su mano sana les acarició las cabezas a cada uno, sonriéndole con ternura.
—Gracias por preocuparse.— vio de reojo al rubio ceniza que miraba hacia el suelo y al pelilila que al chocar miradas, miró hacia otro lado.— Me iré a ver... volveré pronto.
》Ustedes también deberían verse, los golpes que le dieron fueron duros.《
—No te preocupes por nosotros Akabane-senpai.— exclamó Takuya con una sonrisa en sus labios.
—Si, no es la primera vez.— comentó Takemichi rascándose la nuca.— primero preocúpate por ti mismo.
—Por aquí doctor.
Kenji negó con la cabeza y se acercó al pelinegro y al castaño que habia traído al médico y comenzó a hablarle para luego mostrarle su mano recibiendo un gran regaño del doctor y más al verlo con el torso desnudo y con el clima que estaba haciendo afuera, yéndose con él a otro sector.
Luego de varios regaños, de darle analgésicos y otro medicamento y de vendarle la mano, volvió hacia la zona de cirugía aún con su torso desnudo que le preguntó al médico si tenían algo para poder cubrirse ya que se estaba sintiendo incómodo pero éste ni siquiera llegó a responderle cuando una enfermera lo llamó dejando al pelirrojo solo.
Hizo un puchero y comenzó a cerrar y abrir su mano para dejar de perder la sensibilidad. Gracias a la adrenalina y su respiración había logrado que su mano todavía estuviera relativamente bien.
Por lo menos no había dejado de sentirla ante la gran cantidad de perdida de sangre.
Por suerte el golpe en su cabeza solo es un chinchón porque sino también podría haber estado sangrando y estaba seguro que habría caído inconsciente o hasta podría haber muerto por el golpe o la pérdida de sangre.
Apenas llegó con los chicos, notó que todavía la luz que describía la palabra 》Cirugía《 seguía encendida. Aplanó los labios preocupado ya que estaba seguro que habían pasado unas buenas horas y no había ninguna noticia, pasó por al lado del peliplateado y del castaño que notó la mirada de estos dos de reojo y se acercó a sus amigos.
—¿Estas bien?— preguntó preocupada Yasuda al ver la mano vendada y unos frascos en la mano sana.
—Estoy un poco drogado pero estoy bien.— admitió con sinceridad parpadeando varias veces.— la baja de adrenalina, más el cansancio, más los analgésicos me están haciendo efecto de que estoy viendo borroso.
》Pero no puedo dormirme... por lo menos, no tan pronto.《
—Si-Siéntate a-a des-descansar Ken-Kenji-kun.
—Si me siento, me dormiré.— volvió a admitir con un puchero.— ¿Alguien tiene un saco, campera para prestarme? Me estoy comenzando a sentir incómodo estando de esta manera.
—Akkun, préstale tu chaqueta.— habló Takuya.— creo que el tuyo te entrará.
El de cabellos color magenta se sacó su chaqueta de color salmón casi rosado y se lo dio al pelirrojo que inmediatamente se lo puso y se lo abrochó soltando un suspiro de alivio al sentirse ya cómodo y más dejando de tener una mirada fija en él.
Sabía quién era y eso lo hacía sentir un poquito feliz, sin embargo la situación ahora era tensa entre ellos.
—Miren.
Los orbes rojizos de Akabane pararon hacia donde señalaba el pelinegro y notó que la luz se había apagado. Kenji se apoyó en la pared viendo como todos los demás se acercaban a la puerta que éstas se abrían dejándose ver a dos médico salir de ellas.
—Evitamos que muriera.— habló uno.— la operación fue un éxito.
Kenji cerró los ojos y sonrió aliviado al escuchar aquellas palabras, para luego negar con la cabeza divertido al ver a los demás festejar a los gritos. Estaba aliviado y feliz de que Draken estuviera bien y de que sus nuevos amigos no sufrieran una pérdida muy querida.
Estaba aliviado de no sufrir una vez más el perder a alguien que quería.
Notó como el rubio ceniza se alejaba de ellos en donde le dio su tiempo a solas para que llorara con tranquilidad, para que dejara esa máscara de calma y se descargara llorando, que después iría a darle un abrazo. No importaba que estuviera enojado con él o se sintiera traicionado, para él seguía siendo su amigo y quiera o no, iría a consolarlo.
—¡Draken está bien!
—¡Hina!— lloró Emma, que el pelirrojo se acercó a esas dos y las abrazó con cariño que a su vez se acercaron Yasuda y Asui, llorando los cuatro alrededor de Kenji que acariciaba con una mano la cabeza de Hina y la otra la espalda de Asui.
Se sentía como una mamá pato que cuida de sus patitos.
—¡Hurra! ¡Hurra!
—No griten.— regañó Mitsuya restregando sus ojos en un intento de no llorar estando bajo la atenta mirada del pelirrojo que lo ignoró.— Avisaré a los de afuera.
—¡Sí!
Akabane vio como el pelilila se dirigía hacia afuera hasta quedar de espalda a Peyan que se encontraba llorando mirando hacia el suelo con los puños cerrados, mientras que los amigos de Takemichi fueron afuera.
—¿Peyan?— llamó Yasuda alejándose del pelirrojo al ver el estado del castaño.
—Yo...— susurró.— yo ya no puedo mirarlos a la cara.
—Peyan, todos sabemos que lo hiciste por Pachin.— habló Mitsuya mirándolo sobre su hombro.
— Mitsuya...
—Pero déjame decirte que Draken pensaba en Pachin más que nadie.— volvió a hablar mirando a Peyan, llamando la atención del pelirrojo, de las dos castañas, de la pelinegra y de Asui.— Cada día, sin falta Draken fue a visitar a Pachin junto con sus padres.
》Sabia que solo los familiares podían entrar, pero le llevaba obsequios y esperaba afuera. Así es el tipo al que quisiste matar.《
—Draken...— susurró sorprendido y arrepentido Peyan.
—Más te vale disculparte.— exclamó molesto el de orbes lavanda, dándole la espalda.— con Draken, Pachin y con todos.
—Si...
—Bienvenido, Peyan.— fue lo último que exclamó para salir afuera.
Kenji lo vio marcharse para luego mirar a sus amigos que con un movimiento de cabeza les dio a entender que también debían salir afuera.
—Dejó de llover.— habló Hina viendo el cielo.— ¡Ay, no! ¡Que tarde es! Ya pasó la medianoche.
—¿Medianoche?— preguntó sorprendido Takemichi que se había acercado a ellos.
—¡¿Me-Mediano-noche?!— chilló asustado Asui volviéndose pálido.— ¡M-Mis pa-padres me-me matarán!
—Puedes decirle que te quedaste a dormir a mi casa.— habló Kenji para calmar al castaño.— luego de la lluvia, fuimos a mi departamento que queda más cerca y listo.
—¿E-En se-serio Kenji-kun?— lloró mirando esperanzado el castaño a Akabane que sonrió divertido.
—Si, Asui.— le respondió estirando las mejillas del menor, notando que Takemichi estaba arrodillado, llorando como si hubiera ganado algo, como si todo el esfuerzo que habia hecho al fin había dado frutos.
Dejo a sus amigos que Yasuda también entró en crisis y que ambas castañas intentaban calmarla y se acercó al rubio, inclinándose en frente del rubio y acarició suavemente la espalda de Hanagaki.
—¿Eh?
—Ya...— susurró Kenji sonriéndole al de orbes celestes.— no se cual es la mochila que tienes en tus hombros... pero deberías compartir para no sufrir solo.
—Ah-Ah... Y-Yo... tranquilo Akabane-senpai.— respondió secándose las lágrimas.— estoy bien.
Kenji sonrió angelicalmente para luego acercarse a este con una mirada aterradora, logrando que Takemichi se congelara en el lugar.
—Lo dije de buena manera.— susurró aún sonriéndole.— pero veo que no entendiste el mensaje.
》Me deberás decir la verdad, todo lo que sabes... el porqué tu no querías ese enfrentamiento... y como sabias que Draken resultaría herido.《
—Ken-Kenji-kun.— tartamudeó asustado, sintiéndose un conejo ante esa mirada depredadora.— no-no me-me creerías si te te lo dijera...
—Hanagaki... no importa cuan descabellado sea lo que me vas a decir.— exclamó con seriedad, levantándose del suelo, entregando su mano para levantarlo que este aceptó.— recuerda que hubo un monstruo que destruyó la luna.
》Y que era una amenaza para el mundo.《
—Cierto.— susurró Hanagaki quedando pensante en que hacer.
—Te estaré esperando.— volvió a hablar comenzando a caminar en búsqueda de Mikey.— sabes donde encontrarme.
—¡Oigan, no griten!
—¡Sabía que Draken no moriría!
—¿Verdad? Es todo un alivio.
—Va siendo hora de que nos vayamos.
Akabane caminó pasando por al lado de la pandilla que se encontraba festejando y comenzó a buscar al rubio ceniza. Al encontrarlo soltó un suspiro al verlo llorar como un niño pequeño, soltando sollozos, derramando lágrimas una tras otra y se acercó en silencio hasta éste.
A Kenji no le gustaba ver a las personas que quería, llorar. Y más si eran de tristeza o de una situación que lo tenía frustrado, preocupado u enojado.
Sin importarle en la situación que estaban entre ellos, se acuclilló en frente de éste y lo abrazó sintiendo al rubio ceniza tensarse bajo su tacto.
Kenji no iba a abandonar a la persona que le ofreció su amistad apenas se conocieron.
Ni mucho menos dejarlo al que fue que le ofreció una familia, que no lo dejó solo, sin importarle que seguro ahora desconfiarían de él o algo por el estilo.
—Kenjichii...— sollozó el rubio, logrando que el pelirrojo sonriera al escucharlo una vez más decir su apodo y acarició la espalda de éste.
—Calma... todo estará bien.
Kenji se quedó con el rubio ceniza por bastante tiempo hasta que el menor se quedó dormido en su regazo. El pelirrojo tenía un instinto sobreprotector, sentía que debía cuidar de Mikey como cuidaba a su hermano menor.
La noche cada vez se volvía más fresca y los dos debían descansar bien.
No podía creer que el rubio ceniza tuviera el sueño pesado ya que no le costó nada llevarlo en su espalda para ir adentro, hasta que se sorprendió al encontrarse al pelilila en frente suyo que detrás de éste, estaba Hakkai y Asui.
—Hola.— susurró Kenji, mirando arrepentido al castaño.— perdón, me olvidé que nos íbamos juntos.
—N-No hay pro-problema Ken-Kenji-kun.— murmuró nervioso ante la tensión entre los tres.— y-ya a-avise a mis pa-papás.
—Oh bien.— comentó, ignorando a los otros dos.— ya iremos a mi departamento... ¿Hina y los demás se fueron?
—S-Si.
—Ya veo...
—¿Así que te irás con Akabane?— cuestionó con voz tensa Hakkai.
—S-Si.— susurró tan bajo del miedo.
—¿Mm? ¿Hakkai? ¿Mitsuya?— susurró Mikey adormilado, entre abriendo sus ojos.
—Todavía estamos aquí.
—¿Akabane?
—¿Si?— preguntó apartando la mirada del peliplateado, que estaban en un duelo de miradas y miró de reojo al rubio, teniendo una mirada seria por parte de éste, que una vez más volvió a llamarlo por su apellido.
—Te odio.
Kenji sonrió divertido.
—Lo sé.
—En serio, te odio.
—¿Y que quieres que haga?— cuestionó con burla el pelirrojo.— no me voy a morir por tus dolorosas palabras.
Mikey gruñó molesto e infló las mejillas aún recostado en la espalda del pelirrojo.
—Me mentiste.— le reprochó picando con su dedo la mejilla izquierda de Akabane.— nos mentiste, a todos.
》Eres un muy mal amigo, confiamos en ti.《
—No me pienso disculpar.— sonrió ladinamente.— Primero, porque yo no soy el verdadero Demonio rojo... Ni siquiera se porque me llaman así, ese nombre es de mi hermano.
》Segundo, ¿En serio creías que, si hubiera sido realmente el Demonio rojo, se los diría?— soltó una risita.— Te recuerdo que querían matarme, no iba a cavar mi propia tumba.《
—Pero...
—Y tercero.— le interrumpió al rubio que volvió a inflar sus mejillas.— yo no me involucro con pandillas, soy solo un estudiante normal.— mintió.— Solo ayude a una pareja de ser asesinada y ahora resulta que por haber hecho un buen acto, me metí en sus problemas.
》Es un maldito dolor de cabeza, no estoy interesado en sus peleas que por cierto... son muy aburridas.《
—¿Entonces?— habló por primera vez Mitsuya con una mirada seria.— ¿Por qué te metiste hoy? Tranquilamente podrías haberte ido, como ibas a hacerlo.
—Si, debí haberlo hecho.— respondió con sinceridad.— pero estoy seguro que si me hubiera ido, no estaría con la consciencia tranquila de haber abandonado a mis amigos.
》Además que había prometido en proteger a Takemichi y no me gusta romper las promesas.《
—Mmm... esta bien.— respondió con seriedad el rubio, bajándose de la espalda del pelirrojo.— por ahora me convenciste.
》Pero aún así quiero hablar contigo, tengo algunas dudas de ti y tu hermano... esto no va a quedar así Akabane.《
—Ya te lo dije.— le sonrió, estando los dos frente a frente, enfrentándose.— ya sabes donde encontrarme.
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¡Acá les traigo un nuevo capítulo!
¿Que les pareció?
¿Les gustó?
¡Espero que sí!
Necesito su ayuda... ¿Que es lo que esperan que pase en los siguientes capítulos? Sobre Mikey y Mitsuya, como les gustaría que hablaran y de que.
¡Voten y comenten!
Muchísimas gracias por su apoyo, por las 30 mil lecturas y por las 7 mil estrellitas <3
Cuídense mucho.
Besitos.
~M.
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