[02]-Gravity Falls UA: Bailando en la oscuridad (MA)

Advertencia: Lectura para mayores de 18 años en adelante, contiene temas de violencia situaciones de tema erótico y sexual, imágenes eróticas leves. Lenguaje ofensivo y vulgar.

Mabel Pines – 16 años.

Bill Cipher – Demonio sin edad.

––––•(-• (Bailando en la Oscuridad) •-)•––––

Una tormenta se avecina y la tarde azotaba con fuerza ante la presencia de un feroz viento, que golpeaba las ventanas de la cabaña. Mabel se encuentra en la sala junto a su hermano gemelo y su novia; la ex riquilla de la familia Northwest, ellos están tomados de la mano y mirando el televisor una película que pasaban por el cable. Están observando: Entrevista con el vampiro, la escena donde cuentan la historia de cómo se conocieron Louis y Lestard.

Nuestros tíos abuelos estaban con el viejo McGucket jugando una partida de póker en la mansión de este, mientras que Soos se encontraba en el museo del misterio, dando una guía rápida a los turistas antes de la tormenta que se avecinaba. Wendy se apresuraba para cobrar y envolver los artículos a los últimos clientes, dándose unos minutos para contestarle a su nuevo novio. Un chico que conoció en su primer semestre de la universidad.

Jamás la había visto tan contenta desde que acepto que su amiga Tambry salía con su ex novio Robbie Valentino. Desde entonces Wendy había tenido tiempo para mantener su relación y trabajo, eso sí sin descuidad mi amistad.

Mabel se encontraba comiendo las palomitas de mantequilla y dando leves sorbos a su bebida, sus piernas cruzadas en la alfombra y su espalda recargada contra el sillón enorme de su tío abuelo. Había escenas de la película que no le llamaban mucho la atención; tal vez porque la vio unas tres veces en casa de su amiga Candy Chiu.

Sus dedos comenzaron a jugar con el zipper de su suéter lila con el estampado de una constelación, prácticamente estaba aburrida, pero eso no significa que le arruinara la tarde a su gemelo. Claro que no haría eso. Ellos habían tenido muy buen comienzo en el verano, para que su hermano se levantara cada vez que ella desaparecía.

Sabía que Dipper se ponía muy nervioso cuando se queda a solas con Pacifica, tanto que en su intento de entablar una conversación termina escapando un maullido de gato temeroso. La castaña estiro un poco sus piernas sintiendo la sangre golpear fuertemente en un temblor sobre el empeine de sus pies.

Y así como si su dios hubiera escuchado sus plegarias para escapar de la película y el incómodo momento de levantarse y excusarse de irse al desván, solo porque la película le aburrió. La lluvia comenzó a caer en torrencial escuchando como Soos a lo lejos despedía a los turistas, y Wendy se apresuraba apagar la laptop portátil donde tenía las ganancias del día.

- Oh no, ha comenzado a llover. – sonando preocupada la rubia. – Debía estar en casa a las 6.

- Tranquila, Paz. – Hablo Mabel relajada, levantándose de su asiento. – Aun no son las 6 y dudo que dure demasiado esta lluvia.

- Cierto, solo es una de esas lluvias fuertes que siempre pasan por el pueblo. – Dijo el chico acostumbrado al extraño clima de Gravity Falls. Una lluvia era un alivio ante el eminente calor del verano. – Aparte te prometí llevarte a tu casa.

- Gracias. – Dijo ella levemente sonrojada de sus mejillas.

- Mientras ustedes siguen viendo la película, iré por más palomitas. – Dijo la castaña.

- ¿Qué hay de las que tienes? – Pregunto su gemelo al ver el bol lleno.

- Se me antojaron unas de caramelo. – Poniendo su excusa. – Bajare al sótano por palomitas de la caja.

- De acuerdo, pero no tardes o te perderás la películas. – Dijo su hermano quedándose al lado de la rubia. – No quiero estarte contando ¿qué sucedió o en donde van? – Mirando a su novia. – Tampoco tú le digas.

- Descuida, para que Mabel me pregunte será difícil.

- Siempre puedo sacar el chisme, Paz. – Soltando una risita.

- ¡Mabel! – Exclamo sonrojada la rubia.

- ¡Ya vuelvo!

La castaña camino cruzando por el pasillo y viendo en la otra habitación separada de la cabaña, a sus amigos que terminaban de cerrar y a Wendy que se apresuraba de cerrar la caja registradora. Se acercó la menor colocándose encima del mostrador con sus codos apoyados en la mesa y sus manos sosteniendo su rostro.

- Ya listos de cerrar temprano. – Viendo que eran las 4 de la tarde.

- La lluvia nos ganó, pequeña Mabel. – Dijo Soos, retirándose el saco levemente humedecido y el gorro del señor Misterio.

- Sí, y ya sabes cómo se pone el señor Pines con base a su computadora. – Señalando la laptop. – No quiere que ninguna descarga eléctrica dañe el cargador, pero pues... ya sabes tiene su batería. – Soltando una risa la pelirroja. – Solo que es tan avaro para permitirse comprar otra, si llegara a descomponerse.

- El tío Stan prefiere no gastar ni un centavo. – Dijo la castaña mientras miraba por la ventana de la tienda el fuerte viento golpear los cristales, humedeciéndolos de tierra y agua.

- ¿Cómo van su tarde de películas? – Pregunto Wendy, antes de mandar un mensaje de texto a su novio.

- Ellos bien, yo aburrida. – Dijo ella. – He visto esa película en casa de Candy, literal es su favorita.

- ¿Los vampiros?

- Odio los vampiros. – Colocando un expresión de decepción. – Desde mi última vez que salí con uno, me lleve una mala experiencia.

- Bueno, tenías 14 años. – Haciendo un gesto en su mano, como señal de "ya olvídalo". – No imaginaste que serían como los de Crepusculo.

- Solo que sus costumbres y su actitud era demasiado, ehm... altanero y ególatra. – Aclarando su situación.

- Wendy, ya regreso solo voy a dejar esto en la oficina del señor Pines. – Señalando una caja de artículos nuevos para la exhibición del museo de la rareza. – Tenemos muchos planes para poner estas nuevas figuras en el pasillo.

- Okey, aquí espero.

La pelirroja vio a su amiga que jugaba con un pedazo de cinta levantada en la mesa del mostrador.

- Déjame adivinar... Aburrida hasta las orejas. – Cruzándose de brazos. – Inventaste la excusa de ir al baño.

- Más bien de ir por palomitas de caramelo.

- Ni que decir, estamos en la misma situación. – Dijo Wendy. – Mi novio llegara a mi casa en 30 minutos.

- ¿Con esta lluvia?

- A ningún chico lo detiene la lluvia. – Guiñando el ojo. – Sí sabe que este día estaré sola en casa.

De repente apareció Soos con su ropa común y teniendo un paraguas en mano. Mientras que Mabel miraba atónita a su mejor amiga.

- Bien, iré a dejar a Wendy a su casa. – Dijo Soos. – Tomare prestado el paraguas del señor Pines, y deje el traje en la oficina. – Aclaro. – No tiene caso ensuciarlo con el agua de lluvia.

- Gracias por el raite, Soos.

- No hay de que Wendy, está muy fuerte la lluvia para que regreses a casa. – Dijo. – ¿Segura que no quieres quedarte un rato a que baje? Para que no dejes tu bici.

- Tranquilo, estará bien. – Dijo ella. – Aparte tengo que llegar a casa, mi novio vendrá a verme.

- Ok – Dijo Soos, no queriendo involucrarse en la vida privada de su amiga Wendy. – Pequeña Mabel, en unos minutos regreso.

- No... hay problema Soos. – Respondió roja la castaña.

- ¿Podrán estar bien ustedes?

- Sí, no te preocupes. – Despidiendo a su amiga Wendy.

- Mabel, nos comunicamos por Messenger. – Dijo la pelirroja señalando su teléfono.

- De acuerdo. – Dijo. – Tengan cuidado de regreso.

La castaña se apresuró para ir por la bolsa de palomitas, dio una mirada rápida por el marco de la puerta a su hermano y a Pacifica que estaban muy juntos donde los dejo.

Ella abrió la puerta del sótano y bajo a buscar en la caja el bocadillo. Su tío Stan siempre le escondía las palomitas dulces en el baúl. Fue buena idea seguir los pasos de su tío y esperar a que este no sospechara de sus hurtadilla de dulces y salados.

- Vengan con mami. – Dijo ella abriendo el baúl y estirando su mano para alcanzar el sobre de palomitas. - ¡Listo!

De repente las luces se apagaron por toda la cabaña, ocasionando un caos eléctrico por la casa. Escucho a su hermano gritar desde arriba preocupado por su seguridad.

- ¡Mabel! ¿estás bien? – Pregunto preocupado Dipper, bajando con cuidado las escaleras del sótano.

- Tranquilo Dipper, todo está bien. – Dijo ella despreocupada. – Solo mi mano sigue aferrada al paquete de palomitas.

- ¿Y Soos? ¿Lo has visto?

- Fue a dejar a Wendy, en un rato regresaría. – Escuchando el cielo tronar. – O creo que un poco más.

- Creo que aumentara si no regreso a casa. – Sonó preocupada la rubia. – Dipper ¿tienes un paraguas?

- Pacifica, está lloviendo y si te vas así, te mojaras.

- El otro día mi padre castigo dos semanas por llegar tarde. - Hablando con voz seria. – Debo aprovechar ahorita que siguen la fiesta del club de golf.

- Casi darán las 5, con que esperes 30 minutos no afectara la hora de llegada. – Dijo la gemela mayor. – Aparte cuándo volverán a tener una cita.

- Mira Mabel, me gusta enserio salir con ustedes. – Dijo la rubia tomándola de los hombros. – Enserio disfruto pasar mi verano con ustedes, pero no quiero que me castiguen dos semanas y que mi padre vaya a vetar a Dipper, y no dejarme salir a las citas ¿entiendes eso?

- Vaya. – Dijo la castaña viendo a su amiga preocupada por la relación de su hermano. – Hay una sombrilla en el armario y dos impermeables, algo grandes pero son del tío Stan y del tío Ford.

- ¿Qué hay el de nosotros? – Pregunto Dipper.

- Ellos se equivocaron y se llevaron nuestros impermeables, tal vez sea la razón por la que no han llegado.- Pensando un poco. – Oh puede que el tío Stan está apostando la cabaña nuevamente, y el tío Ford trate de detenerlo.

- Ok, llevare a Pacifica a su casa. – Dijo Dipper. – Pero si nos cae un rayo, es tú culpa.

- Preferiría el rayo a que mi padre te aleje. – Dijo Pacifica.

Los tres subieron pero la castaña sintió un frío gélido tocar por sus hombros, ella ignoro un momento la sensación, pensando que era el viento que se había colado por la ventana o por la ventila del sótano.

La gemela saco del armario los impermeables de su tíos, observo como a Dipper casi le quedaba a la medida por su altura de un metro setenta dos, mientras que a Pacifica le quedaba holgado por los lados y casi hasta sus piernas.

- Mabel, ¿puedes buscar unas velas?

- Intentare hallarlas entre la oscuridad. – Tomando una linterna. – Es broma bro, pero veré si tenemos.

- Deberías cerrar la puerta mientras no está tú hermano. – Sugirió la rubia. – Últimamente las criaturas del bosque se meten cuando llueve.

- Claro, no quisiera tener gnomos que anden tras la basura. – Recordando que casi sacaba el bote a las casi 4 de la mañana, para evitar que ellos hurgarán.

- Una cosa más, Mabel. – Dijo Dipper. – El tío Ford me dijo que mantuvieras alinearas las rocas lunares y el pelo de unicornio, así que aprovecha para revisar el pórtico o atrás de que no se haya despegado.

- ¿Qué soy la vigilante o qué? – Llevando mis manos a mi cadera. - ¿Por qué surgió está tarea de improviso?

- Mabel, no te molestes. – Tomando el paraguas. – Recuerda que yo estado haciéndolo, pero hoy llovió y pues voy a dejar a Pacifica a su casa ¿o tú quieres hacerlo?

- ¡Hey! – Protesto la rubia.

- ¿Qué pasa si esta despegado?

- Hay pegamento en el escritorio del tío Ford. – Dijo. – Puedes usarlo, pero ten cuidado es un pegamento alienígena especial.

- De acuerdo – Soltando un suspiro cansada. - ¿Algo más?

- Waffles está pidiendo de comer. – Señalando al cerdito que brincaba por ganas de obtener su comida.

- ¡Waffles! – Grito la chica al notar su cerdito mascota con hambre. – Oh pobre bebé, debo atenderlo. – Tomando su cerdito.

- Bien no se te olvide Mabel, puerta cerrada y revisa si no está levantado ni un solo cabello de unicornio.

- De acuerdo mamá Dipper. – Soltando una risa.

- ¿Mamá Dipper? – Dijo la rubia de forma burlona.

- Tú acallar, que nos vamos a mojar.

- Pero te gusta salir así. – Apegándose al chico mientras abría el paraguas y comenzaban a emprender su caminata.

En cuanto se fue su gemelo a dejar a su amiga y próximamente cuñada. Ella se apresuró a alimentar a su cerdito mascota, busco la bolsa de maíz y sobras que preparo para el cerdito. Cuando dejaba el plato a depositar en el piso, sintió nuevamente la sensación de escalofrió.

- ¿Qué raro? – Viendo la ventana cerrada. – Hoy hace mucho frío.

Acaricio la cabeza de su cerdito y tomo la linterna para salir a revisar por fuera de la cabaña el campo de protección, iluminando cada esquina el borde madera que se alojaba en la pared. Siguiendo el cabello de color prisma luminoso proteger el lugar, noto que había un mecho levantado y quemado.

- Rayos. – Tocando el lugar quemado. – Esta caliente... es muy reciente.

Escucho los truenos pensando que un rayo había caído en ese lugar. Entro a la casa y busco donde le dijo Dipper, tomo el frasco y la brocha. Una vez afuera la lluvia comenzaba atacar fuertemente mojándola. Sin poder pegar el pedazo dejo un momento las cosas y se metió inmediatamente.

- Uff... parece un diluvio. – Viendo la lluvia intensa caer.

Fue al baño a tomar una toalla, y secarse el cabello retirando la humedad en sus mechones. Se acercó a cerrar la puerta de la tienda y se dirigió a buscar velas por la casa.

- Estoy completamente empapada. – Secándose efusivamente el pelo. Rebusco en los cajones de la cocina hasta que encontró una vela alargada y una porta vela de cobre. - Que suerte.

Tomo la caja de cerillos, intento encenderla pero se apagaba rápidamente. Nuevamente tomo el cerillo, lo encendió para después de unos segundos apagarse.

- Oh vamos. – Otro cerillo y la mecha de vela seguía sin encender. Mientras subía los escalones del desván. – Por favor enciende. – Dejo la toalla en una caja y empezó a dar varios intentos consiguiendo el mismo resultado. - ¿Estará húmeda? O tal vez tiene mucha cera.

Un sonido metálico llamo su atención viendo una moneda rodar a sus pies. Al fondo del desván, una figura alta y oscura se encontraba recargada en la pared.

- Sigue intentando encender la vela. – Rodando una vieja moneda en el piso. – Casi lo logras.

- ¿Q-Quien eres tú? – Sorprendiéndose de la aparición del hombre, soltó la vela llegando a quebrarse en sus pies. – Oh no.

- Vaya, que desastre. – Hizo un movimiento en su mano y una luz azul ilumino la vela que se había destruido. – Manos de mantequilla, pero no debes desperdiciar una vela. – Volvió a reestructurar la vela volviéndola unir y con un chasquido de dedos, la encendió en frente suyo con una llama de color azul celeste. – Ten.

- Increíble. – Tomo la vela entre sus manos antes de colocarla en la porta vela. - ¿Cómo entraste? Dudo que seas un gnomo de los que cazan la basura.

- Soy algo mejor, que esas criaturas inferiores. – Soltando una risa. – A mí no se me compara con ellos. – Caminando cerca dejando que la luz de la ventana iluminara sus pies y una parte de su vestimenta de gabardina de gala amarilla. – Al contrario, soy venerado por muchos y temidos por todos. – Enfundando un puño, antes de hacer aparecer un bastón y golpear dos veces la punta del piso.

- ¿No es muy caluroso usar un traje en verano? – Viendo los pantalones de vestir oscuros y el abrigo largo de cola. Portaba una galera oscura que cubría su cabello rubio como el trigo, tan dorado y oscuro de la parte de la nuca.

- ¿Y no es muy ilógico usar un suéter y falda? – Soltando una risa siniestra. - ¿Qué pretendes? Mantener el calor o refrescarte, eso es un dato irracional y egoísta de tú parte. – Comento. – Al menos que no te guste exhibir la parte de arriba.

- Me gustan los suéteres. – Cubriéndose su pecho, ante la sensación de su mirada fija sobre ella. - ¿Quién eres? ¿Y cómo entraste aquí?

- Digamos que soy un viejo conocido de tú tío. – Acercándose más cerca de la jovencita, para mostrar su rostro.

- ¿Eres amigo suyo?

- El mejor... antes de que tomara decisiones abruptas y poco convencionales que lo cegaran en sus metas. Y lo dejara en términos de... enemigos. – Respondió ante su inquietud, mientras conjuraba en su dedo índice una llama que bailaba sobre la punta. – Pero no soy rencoroso. Por cierto la puerta de abajo, estaba abierta.

- ¿Y qué hace aquí? – Mirando al sujeto rubio pasear por su lado.

- Visitando la vieja cabaña del Misterio, el hogar de las mentiras, engaños y traiciones. – Dando una mirada perspicaz de su único orbe. - ¿Hay un tour para uno solo? Estoy deseoso de que alguien me guíe.

- No, no se encuentra Soos... digo el señor Misterio. – Negando con sus manos. – Le pediré que se vaya. Tal vez pueda re agenda su tour privado.

- Oh, pero yo no pedía un tour hecho por el afamado Signo de Interrogación. – Caminando unos pasos alrededor de la chica. – Él no tiene lo que busco. – Soltando una risa cantarina. – Pero tú sí.

- ¿Entonces que buscas? – Viendo al sujeto tomarla por los hombros. - ¡Hey! ¡Suélteme!

- Tan inocente. – Tomando su mano. – Dime pequeña, ¿has bailado una vez con el diablo en una tormenta?

Tiro de su cuerpo llevándola a un ritmo de vals por el desván de la cabaña, El Alféizar de las dos ventanas de forma rectangular iluminaban la habitación con la luz del cielo nublado y cubierta por la densa lluvia que aumentaba el golpeteo en el vidrio. Su mano entrelazada con la suya y su brazo posado atrás de su delgada cintura fémina.

Dando volteretas con la menor siendo alzada levemente a un ritmo de baile vivaz, con el sonido de los truenos y la lluvia descender al suelo.

Mabel miraba con temor al sujeto, primera: porque este entro a la cabaña, el cual juraría que cerró la puerta con llave, segunda: porque si era enemigo de su tío Ford, estaba segura que le haría daño, y tercera: estaban bailando en el desván y con el miedo de que le hiciera algo muy malo.

Sus pies trastabillaban y golpeaban de momentos el piso, pero en ningún momento caí por cada alzada que hacia el rubio, al levantarla de su cintura. Siempre apegándola cerca de su pecho y moviéndose a los lados, de forma lenta y sin tanta prisa. Poco a poco ella empezaba a seguir sus pasos y dejarse guiar por el patrón del vals.

- ¿Por qué bailamos? – Pregunto la castaña un poco preocupada y temerosa de la actitud del sujeto.

- Porque no bailar, por un reencuentro. – Respondió el rubio. – Esta tarde pude cruzar para verte.

- Disculpa... ¿nos conocemos de una parte? – Viendo el orbe dorado de su ojo y el otro cubierto por un parche oscuro.

- Tenemos tiempo de conocernos. – Respondió el rubio. – Pero esperado lo suficiente, para poder estar presente por un corto tiempo.

- Me tienes intrigada. – Alzando la mirada para ver la expresión de su rostro. – Eres un sujeto extraño que entro a la cabaña, mi hermano se molestara si me ve bailando contigo. – Intento apartarse pero él la sujeto firmemente en su agarre. – Aunque estoy empezando a pensar que fue mala idea seguirte en esto.

- No termines el vals aun. – Sonando su voz profunda. – 4 largos años, y el tiempo hizo de ti una bella dama. – Soltando un sonido de decepción en su voz profunda. – Aunque de tan solo recordarte me abre tantos recuerdos de querer eliminarte con mis propias manos.

- ¿Hice algo malo? – Viendo su rostro.

- Que no hiciste, casi todo lo malo y lo que no debiste hacer. – Deteniendo su paso y dándole un vuelta sobre su mismo eje y atraparla en sus brazos. – Mabel Pines.

- No lo sabría si alguien aparece y me dijera con tanta calma que bailemos. – Sintiendo las manos del rubio aprisionarla contra su agarre. – Tiene unas filosas uñas. – Viendo su mano con la piel oscura. Que se perdía en dos finas líneas doradas en su muñeca. – Pero algo me dice que no es humano.

- Correcto. – Acerco su rostro aspirando suavemente la melena sedosa y marrón brillosa de su cabello, un fragante aroma al shampo de menta y rosa. – Pines, Pines, Pines... - Tarareo una risa escalofriante cerca de su oído. - ¿Qué debería hacer contigo? – Tomando sus muñecas las sujeto con fuerza. – Te dije que te aliaras conmigo, que me entregaras el diario y que te quedaras dentro de tú burbuja. Tan difícil fue obedecer esas tres insignificantes órdenes.

La chica abrió sus ojos en grande al escuchar eso, más no podía salir de su asombro. Era extraño ver a su antigua enemigo presenté y con esa apariencia casi humana. Se giró un poco y su mirada café cenizo con verde se encontró con el orbe dorado, casi inhumano del sujeto.

- El baile llega a su fin. – Sonriendo con los colmillos sobresaliendo de sus labios. – Pero me gustaría que la Estrella Fugaz, me acompañe a otra pieza más interesante y de acuerdo a la ocasión.

El demonio de los sueños sujeto su cintura por detrás, abrazándola antes de envolverla en un aura oscura; sumergiéndola en las sombras la pareja desapareció dejando en el piso del desván gotas de sangre.

Soos regreso más tarde a la cabaña abriendo la puerta de la entrada y encontrando el lugar a oscuras. Llamo a Dipper y a Mabel, pero no encontró señal de los gemelos, ni tampoco de la novia de Dipper. Busco alrededor y tomo su celular llamando al teléfono, ya sea uno de los gemelos.

El teléfono de Mabel sonó en la sala junto a Waffles, quien dormía en su almohada. Llamo al de Dipper, esperando tres tonos antes de que contestara el adolescente.

- Dipper, ¿Dónde andan? – Pregunto Soos un poco preocupado de encontrar la cabaña a oscuras.

- ¡Yo! – Dijo agitado. – Voy lo más rápido que pueda de la casa de Pacifica. – La lluvia iba dificultando el paso del camino lodoso. – Mabel está en la cabaña.

- ¡¿Qué?! – Grito exaltado al intentar llamar a Mabel dentro de esta, pero no recibía respuesta de ella. – Amigo, no la encuentro. ¿Seguro que anda aquí? No abra salido.

- ¡Soos, estamos en medio de una tormenta! ¡¿Crees que a mi hermana se le ocurriría salir con este clima?! – Cruzando un sendero de rocas que pasaban sapos a su alrededor. – Debe estar ahí, si no fíjate alrededor de la cabaña. La mande a revisar el campo de protección.

- Aguarda no cuelgues, amigo.

Soos sin llegar a soltar el celular, reviso el perímetro de la cabaña hacia afuera. Encontró en una esquina inferior uno de los cabellos de unicornio levantado y el bote de pegamento y la brocha en la esquina. Otra cosa que noto el sujeto fue una quemadura muy densa en la madera.

Se llevó el teléfono al oído mientras ingresaba a la cabaña.

- Amigo, encontré el frasco de pegamento, pero no a tu hermana. – Explico Soos. – Cuando llegue la puerta de la cabaña estaba cerrada, todo está intacto, y la brocha y el frasco de pegamento estaban por fuera. – Aclaro preocupado por la seguridad de Mabel. – Su celular está en el sillón, pero el cerdito está a salvo y tranquilo.

- ¿Mabel no está en casa? – Deteniendo su paso y mirando alrededor de la lluvia. – Soos, ¿estás seguro que no está en alguna parte de la cabaña?

- No. – Revisando las habitaciones y tocando la puerta del baño. – No está por ninguna parte.

Paso junto a la mancha de sangre sin tomar en cuenta la pista. Bajo las escaleras y encontró que unos sujetos vestidos de traje oscuro y con el cuerpo vendado, entre los vendajes había manchas de sangre y suciedad. Se encontraban por fuera de la cabaña. Había alrededor de unos 7 y todos mantuvieron su postura parados sobre la lluvia.

- Dipper – Hablo Soos con voz temerosa. – Puedes llamar al señor Pines.

- ¡Soos! ¿Qué sucede?

- Hay unos sujetos raros que están parados frente a la cabaña. – Tomando una pala, y apretando un botón atrás del mostrador para sacar una de las armas de protección que le dejo Stanford.

- ¡Espera! ¡¿Qué está sucediendo?!

- Buscare a Mabel. – Dijo antes de colgar.

- ¡SOOS! – Grito Dipper, escuchando el pitido del celular.

[ Escena Lemon ]

Mabel despertó encontrándose dentro del desván de la cabaña, con la única diferencia de que a su alrededor estaban invadidos en una escala de grises. Se levantó del alféizar de la ventana, solo con la diferencia de que estaban los vitrales de color naranja, rojizo y amarillo con la imagen triangular. Justamente cuando el tío Stan mantenía la misma decoración antes de ver que todo era un tributo al demonio.

Ella se acercó a la ventana abriéndola y sintiendo la lluvia empapar su cuerpo.

- Sigo aquí...

- Es tú mundo. – Aclaro el demonio. – Pero dentro del Mindscape.

- No parece al lugar en donde estábamos.

- Lo es, pero con algunas modificaciones. – Tomando su rostro. – Es tiempo real, pero nadie puede verte.

- ¡Mabel! – llamo su amigo Soos, buscando a la castaña.

- ¡Soos! – Grito Mabel acercándose a su amigo. – Que bueno que estas aquí, este sujeto... - Intento tomar su mano pero esta misma traspaso su cuerpo. – Pero...

- Mabel, ¿Dónde estás? – Llamo Soos con el teléfono en mano.

- No puede verte ni sentirte, Estrella fugaz. – Caminando a su lado. – Este lugar es Mindscape y mientras esa vela siga encendida. – Señalando la vela en el piso con la llama azul. – No podrás salir.

- Entonces si la apago saldré. – Se acercó a soplar la llama de la vela, pero seguía intacta. - ¿Pero qué?

- Así no funciona, Estrella Fugaz. – Tomando su mano para guiarla al calor de la vela. – Tú no puedes apagarla.

- ¡Auch! – Soltando un quejido. – Pero la siento.

- Sientes el calor y algunos elementos en esta habitación. – Sonriendo. – Así es como siento, no poder tocar completamente lo físico.

- Pino tardo dos horas en descubrir la respuesta, y eso porque tú le diste una pista. – Entrelazando su mano con la suya. – Me pregunto... ¿Cuánto le tomara a Estrella Fugaz, para comunicarse con las bolsas de carne?

- Dipper me ayudara a salir.

- Claro, pero sin tu cuerpo presente... ¿Cómo sabrá que estas en el Mindscape? – Empujando el cuerpo de la chica al piso.

- Eres acaso... Bill Cipher. – Viendo la sonrisa del sujeto ensancharse.

- Que comes, que adivinas. – Dijo el rubio. – Pero es bueno ser recordado por ti, Estrella fugaz.

- Mi tío Ford.... Te borro de la memoria de mi tío Stan.

- Eliminar mi existencia es difícil. – Tocando el rostro de la castaña. – Pero mientras este alguien más recordándome, no seré eliminado. – Paso un dedo por sus labios rosados. – Tengo deseos de lastimarte.

- Bill...

- Trata de suplicarme que no lo haga. – Juntando su frente con la suya. – Trata de dar una pelea, pequeña Pines. – Rozando sus labios con los de la joven. – Oh te quedaras atrapada en el Mindscape.

- Detente... - Sintiendo el roce en sus labios. – Bill...

El demonio beso sus labios de forma hambrientas, atrapándolos y moviendo su boca contra la suya de una manera feroz. La castaña cerro sus ojos y sentía las mejillas enrojecer, un beso y su corazón latía con fuerza. Se separó rompiendo el beso y escuchando al demonio jadear levemente.

En su mirada podía encontrar un deseo creciendo y el contacto de un anhelo al tocarse, la castaña se quedó sentada con las piernas a los lados, mirando de forma inocente al demonio de los sueños.

- Bill... - Menciono su nombre sin poder creer que aquel demonio la besara.

- Alejarte no servirá de nada. – Observando a la chica sonrojada. – Mabel Pines, hare que te quemes y pagues la traición del trato.

Soos se encontraba intentando defender la entrada de la cabaña, veía a los sujetos seguir parados por fuera del patio. Parecía como una de las películas de terror, los niños del maíz.

- ¡¿Qué está sucediendo?! – Aferrándose a la pistola laser. – Ok, Soos... tú puedes, sabía que esto sucedería. Como la vez de los zombis o el ataque de esas temibles criaturas.

Pasaron alrededor de 30 minutos desde que llamo a Dipper, no habia señal de la otra gemela y casi daban las 7 de la tarde. Estaba anocheciendo puesto que la cabaña se llegaba a tornar más oscura y los sujetos que estaban haciendo guardia, eran ahora sombras monstruosas.

De repente dio un salto de susto cuando sintió un agarre en su hombro, dio un disparo llegando a perforar el techo. Frente a él se encontraba Stan y Ford junto con McGucket, mientras que Dipper terminaba de entrar por el sótano.

- ¡Soos! Por Dios muchacho, casi nos disparas. – Dijo Ford quitándole el arma. – Hay que tener cuidado con el destabilizador cuántico.

- ¿Qué demonios está sucediendo aquí? – Dijo Stan viendo al grupo parado frente a la puerta. - ¿Quién invito a los testigos de jehová? Ya les dije que soy de otra religión.

- Soos, ¿Dónde está Mabel? – Pregunto Dipper preocupado por su hermana.

- No estaba contigo. – Dijo Stan levantando una ceja. – Se supone que debían estar en casa.

- Oigan, empezó a llover y estábamos viendo la televisión, cuando de repente hubo un apagón y Pacifica le gano la preocupación de volver a casa. – Dijo sonando alterado el castaño al no ver a su hermana. – Mabel iba quedarse mientras la dejaba en su casa, pero le pedí que revisara el campo de protección y cerrada con seguro.

- Sí, y encontré cerrado y con el campo quemado. – Menciono Soos. – Aparte no la encontré dentro de la cabaña a la pequeña Mabel.

- Una anomalía. – Dijo McGucket. - ¿Crees que este abierta otra brecha multidimensional?

- Juraría que cerramos todas las del pueblo. - Respondió Ford.

- ¿Quiénes son ellos? – Pregunto Dipper señalando a los sujetos.

- Las estacas del purgatorio. – hablo en mayor acercándose a la entrada. – Feroces demonios que vienen a cazar al traidor del trato. – Aclaro el anciano viendo a su hermano gemelo. – Cipher se guardó muchos de esos contratos... pero alguien quebranto uno.

- Tío Ford. – Dijo el adolescente.

- Sí ellos están aquí, eso significa que Bill está aquí. – Respondió buscando alrededor de la casa alguna señal.

- ¡¿Bill aquí?! – Dijo Dipper. - ¡¿Está vivo?!

- No. – Respondió. – Ellos no se aparecen de esa forma, buscan el traidor y la equivalencia es la vida. Mataran al traidor y las cuentas serán saldadas. – Mirando a los sujetos. – Al menos que...

- Al menos ¿Qué? – Viendo a su tío acercarse a ellos. – Él anule el tratado, pero saldrá perdiendo.

- ¿Qué sugieres cerebrito? – Dijo Stan. – Esos sujetos dan miedo.

- Ford, dime que no planeas. – Hablo el viejo McGucket viendo que el mayor se acercaba a la puerta.

- Abrir la puerta y que ellos lo busquen.

- ¡No! No es la manera – Dijo Dipper sonando desesperado. – Esperen... Mabel, debo encontrarla.

El sonido de una respiración acelerada y los gemidos ir en alto, una joven yacía recostada con el suéter abierto y su polera y brasier alzados a la mitad de su pecho semi desnudo, su falda levantada sin la parte inferior de sus bragas. Un rubio gemía roncamente abrazando los muslos de la castaña y con su pelvis dando golpes lentos y fuertes contra su entrepierna. Su miembro estaba dentro de la vagina, moviendo su longitud y robando cada suspiro y gemido dulce de la menor.

Su camisa estaba desecha y su abrigo abierto, se notaba a través de su pecho los tatuajes que brillaban y el abdomen marcado cubierto del perlado sudor del ambiente de la habitación. Una V marcada en el nacimiento de su miembro y el movimiento que marcaba las estocadas en el cuerpo de la adolescente.

Las embestidas se tornaban rápidas con cada caricia, beso y la mezcla de sus alientos entre cada hambriento roce. Ninguno de los dos sabe cómo llegaron a ceder a sus sentimientos o como terminaron entregándose al acto.

Ambos se miraban con deseo y una mezcla de lujuria anhelada en sus cuerpos. Bill iba salir de la joven, pero la castaña lo detuvo con sus manos impidiendo que saliera.

- ¡E-Espera!... – Hablo ronca de su voz y jadeosa. – Bill... - Sonrojándose de su rostro al rogar que no saliera. – Espera...

- Yo también deseo continuar. – Besando su rostro con delicadeza. Atrayendo su cadera a moverse de forma circular por dentro. – Solo iba cambiar de posición a una más placentera. – Colocando besos por debajo de su quijada y cuello, escuchando a la chica gemir gustosamente.

- Mmm... - Ladeo su cuello permitiéndole más acceso. – Bill... Bill...

- Ven aquí. – Se levantó junto con la chica, saliendo de ella observando como la menor temblaba al sentir como un líquido bajaba por sus muslos.

- Estoy... - Viendo aquel flujo lechoso y transparente caer de su pequeña vagina.

- Mabel. – La alzo levantándola de los muslos hasta subirla cerca de su rostro, pegando sus caderas con las de ellas. – Preciosa, aquí. – Sintiendo como la chica envolvía sus delgadas piernas cubiertas con las calcetas a medio muslo, atraerlo cerca de la adolescente.

- Ah, ah, ah... - Se restregó contra su virilidad pasando sus pliegues humedecidos contra el tallo de su pene. – Quiero... tenerlo dentro. – Murmurando cerca de su rostro.

- Somos dos que queremos lo mismo. – besando sus labios, sus manos acariciaron el trasero la menor por debajo de su falda. – Estrella fugaz. – Adentro la punta de su erección contra los pliegues femeninos de la chica, escuchándola soltar un grito alto y aumentar los gemidos de sus labios.

- B-Bill... - Tirando de su cuello. – Más... más... más.... Ahhh.

- Mabel. – Gimió roncamente el demonio, llevándola contra la pared cerca del Alféizar, sus embestidas habían acelerado y parte de su pene golpeaba cerca de su útero. Sus genitales chocando y produciendo aquel sonido lascivo y embriagante. – Mabel, Mabel, Mabel....

Ambos cuerpos sentían la lluvia de la ventana colarse y salpicar de momentos sus cuerpos entre el viento fuerte. La castaña miraba de momentos la vela, manteniéndose con la flama en alto e iluminando la habitación. Su vagina sentía mojarse más y el estremecimiento de su vientre respondía a las penetraciones del rubio.

Su primera vez y su primera relación sexual, fueron dadas al demonio. Ella estaba disfrutando de esto en la oscuridad de una habitación en una noche de tormenta y con la vela iluminando sus cuerpos. Ella abrazo el cuerpo del demonio cuando se vino por segunda vez, sin detener sus empujones. Sus piernas se aferraron a la cadera del rubio evitando que se separase y esto fuera el final.

Bill cayó de rodillas junto con ella siendo recibido en sus brazos y sin llegar a soltarla o salir de su interior. Se sentó en el piso del desván recargado a la pared con la chica en sus brazos y sentada en su regazo. Sus respiraciones iban rápidas y una leve cada de sudor aparecía en sus cuerpos.

- ¿Cuál es el motivo? – Hablo la castaña viendo al demonio, que no dejaba de acariciar su cabello con un movimiento suave entre sus garras.

- Iba a destruirte, y a besarte.... Acariciarte, tener sexo con un símbolo de mi zodiaco. – Soltando una risa cínica el demonio de los sueños. - Mierda... - Soltando un suspiro de sus labios. – No quiero soltarte.

- Sonara tonto... pero temía al saber que eras tú. – Acariciando su pecho. – Pero... - Sonrojándose.

- ¿El beso? ¿La amenaza? – Soltando una risa estruendosa. – Creo que terminamos involucrando en algo más.

- Bill – Abrazando su cuerpo. – Quédate.

- Suena una buena idea. – Alzo su mentón y beso sus labios. – Quedarme.

- Te amo...

- Creo que no necesitamos ese trato. – Chasqueando los dedos. – Puedo dejar de lado esto, y quedarme con la Estrella fugaz. – Atrayendo a la chica.

- Sí... - Sintiendo el abrazo del demonio.

- ¡Mabel! – Grito desde las escaleras un chico.

- ¿Pino? – Dijo Bill extraño por el llamado de la chica, pero no se preocupó mucho puesto que no los podía ver y la castaña seguía aferrada a él. – Tranquila, la vela sigue encendida y estas en Mindscape, él no podrá verte.

- ¿Seguro? – Dijo la chica preocupada por la seguridad de la vela.

- Pino es tan tonto como para...

- Tirar la vela y apagarla. – Sentencio la chica viendo como subía su gemelo.

En ese momento subió un castaño buscando a su hermana desesperadamente. Él encontró la vela con el fuego azulado y en un intento por querer agarrarla de la asa metálica, se quemó el chico, tirando esta y apagándola al destrozarse.

- ¡DIPPER! – Grito la castaña aferrándose a Bill.

- ¡PINO, HIJO DE....! – Exclamo enfurecido el demonio al ver cómo inmediatamente la castaña era de vuelta al mundo real.

Mabel apareció en el desván con su ropa un poco desarreglada, aprovecho la oscuridad de la habitación para acomodar rápido su ropa y rejuntar sus bragas, colocándoselas. Su cuerpo estaba empapado de sudor y el agua de lluvia que se había colado por la ventana.

- ¿Mabel? – Llamo su hermano entre la oscuridad. - ¿Dónde estás?

Ella tomo la linterna y encendió frente a su hermano, para después gritarle molesta.

- ¡Eres un idiota! – Dijo ella enojada con las mejillas rojas.

- ¿Y ahora que sucede? – Pregunto el castaño. – Soos te estuvo buscando, hay un problema en la cabaña y estamos siendo invadidos por unos sujetos de....

En ese momento la luz volvió a retomar en la cabaña iluminando el pasillo de las escaleras y algunas habitaciones. Ambos gemelos escucharon a sus tíos llamarles.

Dipper aprovecho para encender la luz del desván encontrando a su hermana con el cabello alborotado y humedecido y su ropa arrugada y empapada, la ventana estaba abierta y había agua acumulada en el alféizar y por parte del piso.

- Mabel, ¿Qué rayos?

- ¡Chicos! ¡Dipper! – Grito Stan y Ford.

- Mejor velo por tu misma. – Dijo el castaño bajando las escaleras.

Mabel lo siguió antes de echar una última mirada al alféizar del desván, donde hace un momento estaba con Bill siendo abrazada después de haber tenido relaciones.

Termino de bajar las escaleras para encontrar a su tío Stan y a su tío Ford cargando sus armas. Volteo a ver a un Soos asustado y al viejo McGucket con una mirada incrédula.

- ¿Y los sujetos? – Dijo Dipper.

- Desaparecieron en cuanto te fuiste. – Dijo Ford. – Desaparición inmediatamente.

- ¿Qué sujetos? – Pregunto la chica.

- Jovencita, ¿Dónde andabas? A Soos casi le da un infarto de tan solo no encontrarte. – Hablo Stan.

- Lo sé, lo vi. – Dijo ella antes de cometer su error.

- ¿Lo viste? – Alzando una ceja Ford.

- Estaba fuera... en el... en el patio de atrás. – Respondió avergonzada. – Solo que se me cerró la puerta y tuve que subir por esquineros de la cabaña, para subir al desván.

- Eso es peligroso, Calabaza. – Dijo Stan molesto. – No vuelvas hacer esa locura, al menos que escapes de la policía.

- Parece que los sujetos no encontraron al traidor. – Dijo McGucket.

- Eso es raro. – Pasando a un lado de su amigo. – Eh visto a la estacas del purgatorio y cuando un trato de Bill se rompe, son los encargados de cobrar a la víctima.

- ¿Un traidor? – Dijo Mabel. Recordando que hace un momento estaba con Bill. – Tío Ford... porque se invocan.

- Fácil, no requieren invocarse. – Dijo el mayor. – Ellos aparecen cuando una cláusula del contrato anda mal, y solo pueden irse sí el demonio anula el trato.

- ¿Creen que Bill? Lo haya anulado. – Dijo Dipper extrañado del acontecimiento.

- Posiblemente, o tal vez hubo un error. – Dijo Ford. – El demonio tenia a muchos bajo su poder, que no llevaba la cuenta de cuantos tratos hizo.

- Bien, será mejor que cenemos y... - Viendo la lluvia aminorar. – Oh que bien, creo que podemos seguir con nuestra partida, no crees Seis dedos. – Dijo su hermano. - ¡Hey! McGucket aceptas una cerveza.

- Todo este ajetreo amerita una.

- Yo los sigo. – Dijo Ford. – Te nos unes Soos, para calmar los nervios de esta tarde.

- Supongo. – Dijo el chico. - ¿Tienen Rootbeer?

Dipper miraba a su gemela un poco extrañada y con los ojos llorosos, se acercó a ella y coloco una mano en su hombro.

- Mabel ¿estás bien? – Sonando preocupado por su gemela.

Ella miro a su gemelo, no podía contarle que esta tarde se topó con Bill Cipher, no podía estar furiosa con su hermano por tirar la vela y romper el momento. No podía decirle que extrañaba al demonio y que apenas iba enterándose que el venia por venganza, cuando simplemente terminaron en otra situación.

- No es nada. – Limpiando las lágrimas. – Creo que también a mí me causo terror esta tarde de lluvia. – Embozando una sonrisa. - ¿Llevaste a mi cuñada a salvo?

- ¡Mabel! – Protesto sonrojado el chico.

- Iré a darme un baño y ponerme la pijama. – Dijo la castaña. – Estoy un poco cansada.

- ¿Segura? Apenas son las 8, podemos ver que hay en la tele.

- Por hoy quiero dormir Dipper. – Sonriendo. – Estoy un poco cansada.

- De acuerdo. – Su teléfono sonó y eran una tres llamadas perdidas de Pacifica. – Ah voy a contestar esto. – Rápidamente el chico se fue a la sala a regresarle la llamada a su novia.

Mabel regresaba a al desván para ir a su cuarto y tomar su toalla y parte de su pijama, en ese momento la chica escucho una voz cerca suyo. Giro su rostro a dirección de la ventana encontrando un ente triangular con su galera.

- ¿Tienes otra vela? – Dijo el demonio invocando una llama en la palma de su mano. - Qué dices, Estrella fugaz. ¿Nos reunimos esta noche?

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