Capitulo 58 (Descontrol)
---En alguna parte de los techos de Nueva York---
Una joven rubia, se encontraba lanzando puños por doquiera, como si estuviera enfrentándose a una enemigo invisible, en su rostro se reflejaba mucha rabia, pues sus ojos se encontraba rojos y no lilas como era natural, sin duda algo la estaba haciendo perder los estribos, pero no se detenía por nada, solo quería sacar de ella todo lo que sentía.
En algún momento le pego muy fuerte a una antena que recibía las señales del satélite para ver la televisión, y la destruyo por completo, se quedó mirando lo que acababa de hacer, sin embargo debía salir rápido de allí, pues se comenzaron a escuchar sonidos de voces molestas y pisadas que parecían que iban subiendo y podrían llegar hay por la puerta hacia el techo.
Rápidamente salto de ese lugar, para caer en un callejón, donde había dejado su moto estacionada, la caída no le provoco ningún daño, pues era una cazadora entrenada sabía muy bien como caer, con perfección.
Se quedó hay quieta por unos momentos, sin producir sonido algún, tratando de oír a las personas que se encontraban en la azotea.
Persona 1: ¿Qué demonios ocurrió aquí?
Persona 2: De seguro un desquiciado provoco todo esto.
Persona 3: Este lugar está hecho un caos, ¿Quién tendría la fuerza para derribar todo esto?
Persona 1: Alguien que no sabe contener la ira, o se quiso hacer el gracioso. Esto costara mucho a la administración.
Persona 3: Sin contar que destruyeron mi antena... (Molesto lanza un suspiro) Tendré mañana que comprar una nueva.
Persona 2: Deberían apresar a esa gente que se cree que esto es gracioso.
Persona 1: Miren... Destruyeron incluso las plantas de la señora Mack...
Persona 3: (Con una voz de pena) Hombre... Pero si es una señora mayor, se va a entristecer mucho. Ya no puede cuidarlas desde cero de nuevo.
Persona 2: (Suspira con cierta molestia) Sin mencionar que sus flores le daban un toque muy lindo a este lugar tan deprimente. Pobre de la señora Mack.
Persona 1: (Tomando fotos de todos los daños) Esto servirá para tener pruebas de los malditos delincuentes que hay por la zona.
Persona 3: (Caminando de regreso) Espero que atrapen a quien hizo todo esto.
Persona 2: Sin mencionar que no tiene ni el más mínimo amor por las plantas, ni respeto por las cosas ajenas, estúpidos malvivientes.
Persona 1: (Suspira y toma una última foto antes) Informare y levantare las firmas necesarias para una instalación de circuito cerrado de cámaras.
Se cierra la puerta, dejando escucharse el portazo fuerte, sin duda ya se habían retirado.
Pero la joven al quedarse para no hacer más ruido, escucho cada palabra de esas conversaciones, se quedó con el rostro hacia abajo, recordando todo lo que había hecho, cada golpe que había dado, tratando de aniquilar sus propios fantasmas por la discusión que sostuvo con Raph, el intentar destruir con sus puños las horribles palabras que le había dedicado al mutante.
Aquello conecto contra objetos, que eran preciados para sus dueños, golpeo algunas cubetas que las dejo inservibles, le dio una muy fuerte patada a un aire acondicionado, lanzo varias cosas al piso, rompiéndolas y por su enfado ni siquiera recordaba que eran, cuando aquel pequeño jardín estaba frente a ella en su mente, vio como lo rompía pedazo por pedazo, su ira la había controlado por completo, rompiendo aquellas flores rojas que sin duda eran muy hermosas.
Yang: (Pensativa con la mirada clavada en el piso) Eran... Rosas rojas...
Se comenzaba a sentir avergonzada, por lo había hecho, destruir cosas de personas que no conocía y que jamás lo haría, que nunca le hicieron algún daño, pero ella les hizo muchas cosas, todo su enfado lo descargo en personas inocentes, que ahora debían comprar de nuevo eso que perdieron por su falta de control, se sentía aún más culpable.
Romperle el corazón a Raph y a sí misma, diciéndole tales cosas horribles, y ahora lastimo a más personas que no tenían culpa de su estúpida actitud, se sentía sumamente mal consigo misma, y no sabía qué hacer para reparar todo los daños que había cometido en solo unas pocas horas.
No tenía el valor ni la cara para regresar de nuevo a la guarida de la tortugas, y tener que seguir viendo a Raphael a los ojos, era algo que ahora nunca más podría hacer, solo quería salir de ese lugar, de esa ciudad. No... Ella quería salir de esa dimensión en ese momento, pero tenía la conciencia suficiente para saber que no podría sino hasta acabar su misión, sin embargo no había mucho que hacer en ese momento.
Así que solo hizo lo único que ella consideraba sensato y fue, tomar de nueva cuenta su moto y salir de ese callejón, para ver hasta dónde podría llegar antes de necesitar combustible, como si no fuera poco, el cielo del atardecer se estaba tornando más oscuro de lo habitual pues unas nubes tormentosas se estaban posesionando de este, anunciando una tormenta muy fuerte.
Con el casco puesto en su cabeza y ella manejando a muy alta velocidad, esquivando los autos rebasándolos, una actitud muy peligrosa, manejada por la ira, la culpa y tristeza no tomaba en cuenta su propia seguridad, solo podía salir de esa ciudad o mínimo intentarlo, poco a poco las gotas de lluvia comenzaron a caer en su cuerpo y casco, pero gracias a lo que fuera ya se encontraba cerca del muelle y el tráfico era mínimo en esa zona.
Su visibilidad se comenzaba a empañar por la lluvia y por unas pequeñas lagrimas que salían de sus ojos, trato de contenerlas lo más que podía, tan solo cerro su vista un momento para hacer que esas gotas saladas se quitaran, pero por ese pequeño movimiento no vio que estaba a punto de estrellarse contra unas cajas metálicas muy grandes, trato de irse por la derecha esquiarlas, pero derraparon las llantas de la moto por la humedad del lugar, y si a eso le agregamos la lluvia, no pudo seguir teniendo el control del vehículo.
Cayendo estrepitosamente al suelo, con la moto por un lado, se encontraba tendida en el muelle de madera con la espalda hacia abajo, mirando hacia el cielo las nubes grises que estaban cargadas de agua, ella estaba completamente empapada así que no le importaba mucho seguir estando allí, se quitó el casco dejando que la lluvia la impregnara de su marca en su rostro y cabello, tal vez y solo tal vez podría darse permiso de llorar el dolor que llevaba consigo en su interior.
Yang: (Con su mano izquierda apoyada en su frente, con su mirada triste en esos ojos lilas y una expresión melancólica) Hacerle daño al hombre que amamos y nos ama... Me parezco a ti verdad ¿Raven?
Su semblante comenzó a cambiar, en su mente la película de todo lo que había hecho se volvía a repetir sin parar, sus palabas, su pose, el dolor en los ojos de él. Apretaba sus dientes, mordiendo su labio inferior, cubriendo sus ojos con su brazo elevado, dejando así escapar sus sentimientos.
Yang: (Sollozando, ahogándolos para no ser escuchada) ¿Ahora que puedo hacer?... (Las lágrimas comienzan a correr más rápido por sus mejillas) Soy una idiota... (Inhala pesadamente) ¿Qué hice? (Su voz comienza a oírse cortada) Lo arruine... Lo arruine por completo.
Seguía llorando, agradecido de la lluvia la pudiera ocultar de sus verdaderas acciones, deseaba desaparecer de ese mundo, volver a donde pertenecía y hacer de cuenta que nada de esto hubiera ocurrido. Destruyo el corazón persona que amaba, solo por sus estúpidos pensamientos precipitados, ¿Acaso ella de verdad quiera ahorrarle el dolor a él al separarse dentro de poco tiempo? O realmente Yang... Trataba de protegerse a sí misma, era ella la que quiera no enamorarse para no sufrir, pero ya ahora demasiado tarde... Estaba enamorada de un joven ajeno a su dimensión. Queriendo alejarse para no dañarse, pero esa fue la única forma para ella de hacerlo, sin embargo se acaba de hacer más daño del que quería evitar, dándolo a él.
Y eso la estaba matando, recordando el rostro impregnado de dolor, esas lágrimas, esas diminutas gotas salinas que brotaban de esos hermosas ojos verdes, la habían hecho sentir el ser más despreciable del mundo, incluso creyó que era peor de lo que había sido el Krang...
Yang: (Llorando ya no le importaba ser vista) Perdóname Raphael... Era el único método que encontré para que no te ilusionaras conmigo, pero... Fue mucho peor de lo que yo creí... (Lanza un grito) ¡¡¡TE HIZO MUCHO MÁS DAÑO!!! (Apretó su puño) Yo debía sufrir todo no tú...
Ya no podía pronunciar palabra alguna, las lágrimas se apoderaron de ella, deseaba que con cada gota, saliera un poco de su dolor, pero era tan inmenso que parecía que nunca se acabaría, pues cada segundo miraba en su mente la escena una y otra vez, su corazón se contraía al ver los ojos verdes que tanto amaba llorando, la destrozaba, pero creía que era la única manera, que existía para no lastimarlo, gran error.
Ahora era torturada por recuerdos, no encontraba la forma de alearse de ello, así que solo estaba allí en el húmedo suelo de madera, llorando sin parar, parecía una pequeña niña perdida que no sabía qué hacer.
Sin embargo poco a poco, se dio cuenta que la lluvia había parado, pues no sentía el agua caer en ella, levanto su brazo cubriendo sus ojos y al abrirlos, vio una figura conocida, a lo cual a esta le sorprendió tanto.
Aquella persona sostenía un paraguas sobre la chica en el suelo, tratando de cubrirla aun que estuviera empapada, dedicándole una sonrisa tan cálida, como un abrazo fraternal, quien era ese ser era ni más ni menos que su propia hermana menor, la cual estaba de pie mirándola con alivio.
Ruby: (Sonriendo de forma maternal con la sombrilla en su mano izquierda) Por fin te pude encontrar... Estaba muy preocupada. Yang... ¿Qué haces aquí?
La joven rubia, miro su hermana menor agradeciendo en su interior que fuera ella quien la viera en ese estado, dejando salir un suspiro y desviando la mirada hacia el lado opuesto de donde estaba la pelicastaña y topándose de frente con el perrito de ambas chicas, que en su singular mente entendía lo que ocurría con su dueña, y le dio una suave lamida en la mejilla limpiando de esta forma sus lágrimas.
Esta se quedó mirando a su cachorro, el cual le devolvía la vista con dulzura y ternura, como la de un muy buen amigo que sabe que no la pasas bien y quiere animarte, a lo cual la rubia le dio una suave caricia en la cabeza, sonriéndole con todas las fuerzas que tenía para tener una mejor actitud.
Ruby: (doblándose de rodillas, inclinándose para ver a su hermana mayor, mientras sostenía el paraguas y le daba la mejor sonrisa que podía) Dime... ¿Qué ocurre? (Le sonríe con mayor intensidad, mientras cerraba sus ojos) Sabes que puedo ayudarte siempre.
Al escuchar esas dulces y sinceras palabras proviniendo de su hermana menor, dedicándole la mejor sonrisa que tenía para animarla, la rubia ya no podía reciclar sus fuerzas para mantenerse igual de tranquila y sonriente, así que se entregó por completo en su tristeza, dejándola salir.
Yang, le dedico la mejor sonrosa que pudo, dejando ver sus blancos dientes muy a penas, mientras sus ojos cerrados, dejaban escapar lagrimas que recorrían sus suaves mejillas rosadas.
La pelicastaña, observaba esa acción de la joven presente, mientras trataba de recordar la última vez que la había visto así, pero sin suerte ya que esa forma de hacerse la fuerte que poseía la chica mayor, la había empleado antes de que Ruby, pudiera recordar con detalle, el corazón de esta sabía que algo le pasaba a Yang, pero presionarla no era lo mejor que hacer para que hablara, así que solo la miro y tomo sus manos de esta forma dándole su apoyo.
La rubia ya no pudo aguantar más, al sentir el tacto con esa joven, se incorpora a gran velocidad, para abrazarla con todas sus fuerzas aferrándose a ella, dejando escapara de esta forma todas las lágrimas que estaba conteniendo en su ser, esto sorprendió un poco a la menor de ambas, pero no le importo así que de esta forma le devolvió el abrazo, dejando caer el paraguas a un lado y dejando que agua también la impregnara.
La abrazo con firmeza, dándole un sentir se confort, para que se pudiera desahogar con tranquilidad, era de las pocas veces que Ruby podía darle protección a Yang, y lo hacia lo mejor que podía, pues había aprendido de ella al cuidarla y darle valor, algo que solo una madre podría y al ser ambas huérfanas de mamá, la rubia siempre había cumplido ese rol entre ambas.
El pequeño Zwei, entendía todo y también se acercó a ambas jóvenes, para darles el apoyo que era necesario especialmente a la rubia, los tres estaban ya empapados así que, que más daba al estar un poco más.
Así se quedaron por unos minutos bajo la lluvia que poco a poco se disolvía, pues la tormenta estaba pasando, quedando algunas gotas aisladas en el ambiente y no se diga en la ropa de ambas chicas, fue cuando Yang se comenzó a tranquilizar, y su respiración se normalizaba, estando aun aferrada al pecho de la otra chica, esta última le acariciaba un poco la cabeza para darle alivio.
Yang: (Sollozando un poco, ocultando su rostro en la otra) Ruby... ¿Soy una tonta? ¿Verdad?
Ruby: (Se sorprende un poco, abriendo sus ojos un poco, pero mostró una tenue sonrisa) ¿Por qué dices eso Yang?
Yang: (Se aparta de su hermana, sin darle la cara, pues la había bajado) Porque... Acabo de lastimar a alguien muy importante para mí.
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