Capítulo único

Sun Wukong se encontraba en su casa, un día tranquilo en Flower Fruit Mountain tras haber salvado al mundo de LBD, ahora las cosas se notaban tan tranquilas.

Se encontraba viendo su serie por quien sabe tanta vez, pero entonces sus sentidos se pusieron alerta al notar visita, y no esperaba ninguna. Apagó la televisión y salió de su hogar, buscando al intruso.

Se puso aún más en guardia cuando vio a Macaque, ¿Qué hacía allí? Aún no habían pactado ningún arreglo, no sabia si había paz, si venia a pelear o algo.

Pero cuando Macaque lo vio, sonrió, saludó con la mano y corrió hacia él. Wukong se desconcertó con la sonrisa, y cuando Macaque llegó a él, simplemente le abrazó.

—¡Peach! Estás aquí...—

Una voz tan alegre, tan feliz genuinamente de verle allí, Macaque estaba extraño, ¿Qué hacía allí? No lo entendía, pero...

Wukong no se sintió mal abrazándolo luego de tanto, así que solo correspondió, para luego soltarlo al separarse.

—Pues... Vivo aquí.— Respondió desconcertado aún Wukong.

—Sí, igual que yo... Pero pensé que fuiste a entrenar con... Bueno, ya sabes. Siempre vas.—

Las cosas comenzaban a tener sentido ahora, Macaque había perdido la memoria, seguramente había ido a Flower Fruit Mountain porque se trataba de su hogar, del único sitio que conocía entonces.

—Está muy cambiado aquí... ¿Hiciste arreglos?— Preguntó Macaque.

—Sí... Algo.—

Wukong pensaría que se trataba de una trampa, pero Macaque se veía genuinamente más agradable, tal cual como el pasado, sin el ceño fruncido y sonriendo, mirando todo con curiosidad.

¿De verdad había perdido la memoria?

—Tu también estas algo cambiado, te queda bien ese estilo.—Halagó Macaque.

Sí, Wukong había extrañado tanto esa sonrisa. Dios, de verdad que no quería decirle nada.

—...Oye... Mac, ¿Dónde estabas?— Quizás, así sabría qué sucedió.

—La verdad no lo sé. Era un lugar extraño, solo sé que me dolía mucho la cabeza, así que solo vine a casa.—

Casa.

Porque ese también había sido su hogar, el de los dos.

—Ya veo... Con que fue eso.—

Respondió Wukong, sí, se hacia una idea. Quizás se metió en una pelea muy fuerte y a pesar de que ganó, terminó con un pequeño caso de amnesia, se le pasaría, era fuerte.

Macaque, por otro lado, siguió caminando por el sitio, comiendo de las frutas de los arboles que había allí. Wukong solo suspiró y le siguió en silencio, observándole.

Sí, se veía muy realista como para ser una actuación, de verdad había perdido la memoria. 

...

Podía ayudarlo, sí, lo mejor sería que se quedase allí, lo cuidaría.

Aunque, la verdadera razón de Wukong iba más allá que una buena acción. Él de verdad deseaba pasar tiempo con él, con el antiguo Macaque, volver al tiempo donde todo era color.


—¿Qué es esto?—Preguntó con curiosidad Macaque mientras veía la televisión.

Wukong solo soltó pequeñas risas. Cierto, él no lo sabría, era algo nuevo.

—Es una televisión. Es... Un aparato humano, no haz salido en mucho tiempo que te perdiste esto, lo traje para ti.—

Una mentira, pero Wukong quería ser egoísta y disfrutar de eso.

—Oh... Gracias.—Macaque le sonrió, otra vez, aquella dulce sonrisa que Wukong amaba tanto. —¿Y cómo se usa?—

—Te enseño.—

Estaban sentados juntos en el sofá, frente a la televisión. Wukong se levantó un momento a alcanzar el control y encendió esta, lo primero que se vio fue su programa, pero rápidamente lo cambió a un documental de animales.

No podía dejar que viese su serie, ¿Y si lo hacía recordar algo?

—¡Eh! ¿No eras tu hace un momento, Peach?—

—Claro que no, no sé de qué hablas, Mac. —

—Hm... Bueno.— Lo dejaría pasar, porque el día estaba bastante raro y sentía que era cosa suya.

Vieron la televisión un buen rato, tanto que Macaque quiso descansar su cabeza en el hombro de Wukong y sus colas se entrelazaron. Si, era algo habitual en ellos, al menos en el pasado.

Porque en el pasado se amaban tanto, y eran pareja.

Wukong dejó aquello pasar, y solo pudo sonreír también. Estaba mal, lo sabía, estaba mintiéndole, también lo sabia, pero joder, estuvo años sintiéndose miserable por perder a Macaque, cuando lo había "superado" este volvió y con molestia, totalmente válido, ya no había más amor entre ellos, no tanto como en el pasado, realmente quería revivir esos recuerdos.

En el documental se mostró  una pelea entre dos animales, y, por alguna razón, terminó dándole dolor de cabeza a Macaque.


—¿Te vas otra vez a entrenar?— Preguntó un Macaque dolido.

—Sí, nos vemos luego.—

—Pero hoy...—

Sun Wukong se había ido, nuevamente solo, nuevamente abandonado...

Ah, quién diría que pasaría su cumpleaños sin su pareja.

...

—¡Se me fue! ¿OKAY? Lo olvidé, es todo, estaba MUY ocupado, Macaque.—

—¿Ocupado? ¡Ocupado! ¡Siempre estas ocupado! ¡Nunca estás para mi! ¡Siempre son tus amigos! ¡Los odio! ¡Odio que te alejes de mi!—

—¡Ellos no son el problema!—

—¿ENTONCES QUIÉN? ¿YO?—

Pero no hubo respuesta.

...

Golpes, muchos golpes, una pelea estaba sucediendo, figuras que no definía completamente, apenas podía recordar esas cosas, pero recordaba la pelea, gritos.

—¡VOY A MATARLO!— Una amenaza de Macaque.

—INTENTALO Y TE MATARÉ A TÍ— Una advertencia de...

¿De quién?

—¿Estás bien, Mac?— La atenta voz de Wukong hizo que Macaque reaccionara.

Había apagado la televisión al notar a Macaque dando un quejido y con las manos en el rostro, las cuales ahora ya se quitó.

—Yo... Sí, solo... Mi cabeza dolió un momento, recordé unas cosas...—

Wukong palideció, lo mejor era hacer otras cosas, sí, eso.

—Ven.—

Dijo el gran sabio mientras le extendía la mano, cosa que aceptó Macaque y fue guiado.

Lo mejor sería evitar lo que son peleas, cosas violencias, debía evitar los recuerdos lo más pronto posible.

—¿Quieres que vayamos a una carrera? Como antes.— Propuso Wukong.

—...¿Antes?—

—Digo... Siempre. Solo se me escapó. ¡Tú inicias!— Dijo para entonces darle un toque a Macaque y subir a uno de los arboles y seguir escalando.

—¡Hey! ¡Es trampa!— Se quejó Macaque mientras le seguía haciendo lo mismo.

Sí, ellos jugaban así. Persiguiéndose, como un pequeño "las traes", donde solo eran risas entre ellos, a veces se atrapaban y se daban cosquillas.

Pasaron la tarde entre juegos de atrapadas, y cuando la noche llegó, se acostaron en el suelo, mirando al cielo, a las estrellas, juntos, con sus colas entrelazadas, algo que hacían mucho.

—Son preciosas... Por alguna razón... Siento que no las he visto en mucho tiempo.—Dijo Macaque.

—...Bueno, no lo sé, pero siempre las vemos, ¿No? — Wukong solo quería cambiar el tema.

—Mmm... Tienes razón, que raro.— Macaque dejó de mirar el cielo y miró a su lado, a Wukong, este hizo lo mismo.

—Vaya, encontré unas estrellas aún más lindas... Quién diría que estarían en tus ojos.—

Aquel comentario fue suficiente para hacer sonrojar a Macaque, quien solo desvió la mirada para evitar el tema, aún así, Wukong se acercó y lo abrazó, volviendo a que lo mirase, estando frente a frente ambos.

—Por Buda... Cuanto extrañé abrazarte.—

—No ha pasado mucho, ¿Sabes?—

—...Sí, tienes razón.—

Ambos tenían su cabeza en el hombro contrario, estando tan cerca del otro, tan juntos, pacíficos.

—Peach...—

—¿Sí?—

—Te amo.—

Ahora el sonrojado era Wukong. Sí, sintiéndose mal otra vez por el engaño, pero de verdad que había extrañado eso.

Si, lo recordaba. Recordaba cuando Macaque no era mucho de decir cosas así, pero lo hacia cuando no se miraban al rostro, así escondía sus nervios, algo que Wukong consideraba tan lindo.

—Y yo a ti, Mac.—

Wukong se separó un poco de este, para poder ver el rostro de Macaque. Acercó una mano a su mejilla y el también se acercó, juntando sus labios con los ajenos, en un pequeño y delicado beso.

Tan inocente, un breve momento.

Un breve momento que terminó profundizándose más, porque aquellos monos siempre terminaban tan melosos luego, siguiendo beso tras beso, con mayor cantidad de tiempo, amándose tanto.

No pasó a más, y cuando comenzó a darles sueño, fueron a la cama para dormir, ambos abrazados, tan pegados, rogando por despertar y que el otro siguiese allí.


Al día siguiente, Wukong se levantó primero, disfrutando de la vista de Macaque dormido con el rostro en su pecho, rodeándole con sus brazos.

Por Buda, estaba haciendo algo malo, pero no se arrepentía nada, de verdad había deseado tanto eso, había jurado que lo superó pero era mentira.

Quería estar en ese sueño para siempre.

—¡Monkey Kiiiiiing!— Oh, no.

Wukong rápidamente se convirtió en pájaro para salir de allí sin despertar a Macaque, corriendo a atender al niño.

Cuando estuvo frente a el, tomó su forma normal.

—¡Eh, niño! Que bueno verte tan temprano... Pero verás, hoy no puedo atenderte, ¡De hecho! Tómate esta semana libre, ¿Qué tal, eh? Y si quieres más tiempo, yo te aviso.— Dijo Wukong mientras le guiñaba un ojo.

—¿Qué? Pero quiero entrenar.— Respondió entre quejas MK.

—Mira, te enseñaré todo luego, ¿Sí? Pero tengo algo urgente que atender y necesito que te vayas, ¿Sí? Hazlo por tu maestro.—

MK bufó, pero al final tuvo que aceptar al ver la desesperación de Monkey King.

—Bien, bien... Me voy.—

El humano se fue y Wukong solo pudo suspirar aliviado de haberse librado de ello, volvió a casa y cuando entró por la puerta, pudo ver a Macaque ya levantado.

Claramente no iba a dormir con toda la ropa y tenia su pecho al descubierto, así como él mismo. Le había visto al otro, tan somnoliento, recién despierto, con un cuerpo que antes veía bastante.

  Porque mucho se pudo hacer en esos años pasados.

—...Mac, ¿Qué haces despierto?—

—Te fuiste de mi lado, pensé que... Habías ido a entrenar.—

—¿Y dejarte? No, no, no. No podría, no quiero. Prefiero estar a tu lado.—

Sí, tomando la decisión que debió tomar hace años atrás, no ahora.

Aprovechando la segunda oportunidad que se le brindaba, aún cuando no era correcto.

Aún sentía arrepentimiento.

—¿Enserio preferirías quedarte conmigo?— Los ojos de Macaque parecían iluminarse.

¿Por qué Wukong notaba eso ahora? ¿Por qué en el pasado fue tan estúpido?  Ver a Macaque tan dulce y pendiente de qué estaba haciendo, preocupado solo por ser dejado atrás.

Wukong estaba dándose cuenta de lo que le había hecho, ahora se sentía peor.

—Sí... Porque me importas más que nadie, Mac.—

Macaque sonrió con alivio, Wukong se acercó para volver a abrazarlo, de verdad que lo había extrañado tanto, lo amaba tanto, no quería soltarlo, no quería que recuperase la memoria nunca.

—Voy a prepararte algo de desayuno.—

Wukong le comentó mientras se separaba y besaba su frente, para entonces irse a la cocina. Macaque solo le miró alejarse, sonriendo ante su imagen alejándose.

Oh, otro dolor de cabeza...


—¿Te vas a ir?...—

—Sí, ya sabes como es.—

—Siempre te vas, siempre. ¿Qué hice mal, ■■■■■? — Un nombre que no pudo recordar.

—Quédate.—

Recordaba siempre el pedir que se quedase, más nunca lo hizo.

Solo veía todo el tiempo su espalda, la imagen de ■■■■■ alejarse.


—¡Mac!— Wukong se acercó, preocupado.

Macaque casi se caía y Wukong se acercó para que se apoyase en él, el dolor fue realmente repentino y fuerte.

—Otra vez... Un recuerdo...—

—Debe... Debe ser por el fuerte golpe.—

—¿Acaso... Perdí la memoria?—

Wukong se quedó en silencio, nervioso por no saber que decir. ¿Qué debía de inventar esta vez?

—...Sí, no quería decirte y alterarte, ¡Pero no es nada muy importante! Estarás bien y... Yo estaré a tu lado ayudándote.—

No era mentira, más no era toda la verdad.

—Gracias, Peach.—

—No hay de que, Mac.—

Se miraron sonriendo, pero pronto Macaque volvió a sentir ese dolor.


—No cumpliste tu misión, algo tan simple, no me eres útil.—

—¡No! ¡Aún puedo servir! ¡Sé su plan! ¡El fuego de Samadhi! ¡Lo usarán!—

No recordaba más que ese fragmento, además de sentir un frio horrible, el dolor del hielo contra su piel.

Y un breve vistazo al fuego de Samadhi.


—¿Mac? Tranquilo, vamos...—

Wukong lo cargó y lo acostó otra vez con cuidado en la cama, dejándole allí para que descansara.

—Quédate allí, ¿Sí? Yo haré el desayuno, nada pasará.—

—...¿Qué hay del fuego de Samadhi?—

—...¿Qué?—

—El fuego de Samadhi. Yo... Lo recuerdo, no sé de dónde... ¿Por qué?—

No, no. Estaba recordando, debía detener eso.

—Debes haberte confundido... Sí. Es del pasado seguro ese recuerdo, donde fue separado y...—

—¿Separado?—

Mierda.

En ese tiempo ya había perdido a Macaque.

—¡No lo recuerdas! Sí, es eso. Fue un incidente, pero ya se arregló todo, tu estas bien, todos estamos bien. Ya vuelvo.—

Debía evitar que recuerde, que no haga preguntas, que solo viva el ahora.

No quería perderlo otra vez.

Así que, Monkey King solo siguió ese día pasando tiempo con Macaque, nada más que eso. Sin televisión, solo conversando y jugando incluso con los otros monos, quienes, también siguieron las indicaciones de Wukong de no decir nada, más estaban felices de tener devuelta a Macaque.

En las noches veían las estrellas juntos, dormían acurrucados, y de vez en cuando iniciaban una sesión de caricias, donde se daban besitos y pequeños mimos.

Sí, volvían a estar juntos, a su pequeño paraíso.

Aún con eso, Wukong sentía ese sentimiento de culpa, mucha, de hecho.

Porque se estaba dando cuenta de aquello que perdió por estupidez, dejó a Macaque, quien siempre le dio todo, nunca se paro a pensar en como fue para el y en lo que verdaderamente estaba dejando atrás.

Y lo peor no era solo eso...

Tras una semana, las cosas iban de maravilla entre ambos, Macaque no volvió a tener algún recuerdo, pues Wukong mantenía al mínimo cualquier cosa que podría provocar un recuerdo, todo estaría bien.

Aquella mañana ambos estaban en el sofá, con sus colas entrelazadas y Macaque sentado sobre el otro, repartiendo besos en su rostro.

Sí, una dulce sesión de caricias.

Finalizó cuando Macaque dio el último beso en su boca, para entonces levantarse, era de mañana y quería salir un rato, estirarse, aunque ya había desayunado y todo.

Wukong solo le vio alejarse, le sonrió y le siguió hacia afuera, donde Macaque solo caminaba por Flower Fruit Mountain como si fuese la primera vez, Monkey King solo le seguía de lejos, no a escondidas, solo apreciando a Macaque moverse con tranquilidad por su hogar.

Lo había extrañado tanto.

Macaque pudo notar algo tras caminar un rato, era un conjunto de flores, sobre ellas había unas ramas de árbol, bastantes, de hecho, como escondiendo algo.

No le gustaba que las flores sean aplastadas y las quitó de encima. Wukong solo veía con dulzura al otro mono, de verdad le hizo falta, finalmente dormía bien, ya no sentía esa soledad, ya no tenia pesadillas.

Oh, pero estuvo tan distraído pensando solo en eso, que no se dio cuenta de la situación.

—Wukong.—

En todo ese tiempo, Macaque no le había dicho así. Eso fue suficiente para que Wukong se alterara y le mirara, para entonces darse cuenta.

—...¿Qué significa esto?— Preguntó Macaque, seriamente, molesto, confundido.

Era una tumba, una tumba con su nombre escrito, y se veía tan antigua.

Wukong no supo que decir, no podía fingir que eso no estaba allí, no, pero no podía decirle la verdad, si lo hacia...

—¿Perdí la memoria enserio solo un poco? ¿Por qué no me dices? ¿Es verdad? ¿Es mi tumba?—

Siguió haciendo pregunta tras pregunta, solo pudo ver tristeza en el rostro de Wukong, aún así, solo se molestó más.

—¡Wukong, dímelo y--— Se interrumpió a sí mismo por el dolor de cabeza que llegó, uno nuevo, tras mucho tiempo.

—Peach...—

Wukong se veía molesto, ahora lo recordaba, tenía ese problema de ira, se dejaba llevar tanto, y estaba molesto, completamente válido, después de todo había atacado a su maestro.

Más no esperaba alguna medida tan severa.

Macaque estaba en el suelo, su cuerpo dolía y estaba lleno de heridas, no se había terminado de recuperar del último golpe y solo veía a Wukong, esperando que acabara esa pelea tranquilamente, nunca sintió miedo a su alrededor.

—Te lo mereces.—

Luego, un golpe llegó a su rostro, lo recordaba, recordaba a Wukong dándole ese golpe fatal con su bastón dorado, un golpe a su ojo, un golpe letal.

Sufrió en silencio, y pronto murió.

Wukong le había matado.


El dolor se hizo más grande, de pronto  todo comenzó a volver por partes, uno a uno, se sostenía la cabeza, tratando de soportar el dolor.

Wukong no pudo evitar preocuparse y se acercó para ayudarle, ser su apoyo o algo.

Pero antes de alcanzar a tocarle con sus manos, Macaque retrocedió.

—¡No me toques!— Amenazó.

Pudo ver el rostro de Macaque, molestia, disgusto, nuevamente traición, pero además, lágrimas, lágrimas que estaba aguantando y algunas escaparon.

Se sentía avergonzado, había sido vulnerable.

—...Te odio, Wukong.— Dijo aquellas palabras, sentía rabia.

Le había mentido, solo se aprovechó de eso, teniendo el descaro de... El descaro de hacer como si nada.

—Macaque, yo...—

—No puedo creer que hicieras eso. ¿No tienes vergüenza? Después de todo lo que hiciste...—

Recordaba todo, el pasado y el presente, incluso aquello que vivió sin memoria, los besos, las caricias. Sí, lo había extrañado, pero no esperó algo así, hubiese deseado una disculpa.

Wukong se quedó en silencio, no sabia que decir, sabia que estaba mal, pero realmente lo había extrañado.

—Claro, no dirás nada, siempre haces eso... No puedo creerlo.—

Macaque solo se giró y dio unos pasos adelante, dispuesto a irse, con lo poco de dignidad que le quedaba.

—¡Mac!— Wukong trató de llamar su atención.

Macaque se detuvo, más no se giró a verlo, solo escucharía lo que tenía por decir.

—Yo... Realmente disfruté estos días. Lamento eso pero... De verdad te extrañé.—

—...¿Y ahora te das cuenta? Ya es tarde, Wukong. Destruiste todo hace años...—

Macaque se fue en un portal de sombra, para no volver. Wukong solo siguió viendo donde antes estaba el otro con tristeza.

Sí, había culpa, pero también tristeza, porque había probado el cielo y ahora volvía a la oscuridad.

¿Por qué no pudo solo quedarse con Macaque en el pasado?

Entró a su hogar, todo volvía a estar igual que antes.

Flower Fruit Mountain solo con los pequeños monos, nadie más que él mismo además.

Volvería a despertar y dormir sin nadie a su lado.

Volvería a tener pesadillas del pasado.

Devuelta a la soledad.

Devuelta al remordimiento.

Aunque al menos, pudo volver a recordar.

...

Por otro lado, Macaque quedó entre enfadado y triste, porque todo se sintió tan real, tal cual como el pasado, pero ya era tarde, se sentía usado, y ahora otra vez abandonado.

No, esta vez él decidió irse.

Porque estaba cansado de esa vida de solo esperar, de solo atreverse a amar y ser lastimado.

Ya no era ese Macaque, ya no.

Aunque, ahora tenía nuevos recuerdos... Y a pesar del enojo, realmente había extrañado tanto los dulces toques de Wukong.

Pero eso quedaba ya en el pasado, ya le habían lastimado una vez, tenia miedo.

Ahora solo quedaban recuerdos.

Fin.

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