[7]

—De acuerdo, creo que puedo ayudaros —Dijo Ferdri.

En los ojos de las chicas brilló la esperanza.

—A ver... —Dijo el hombre tras el mostrador—. ¡Aquí está!

Sacó y extendió sobre el mostrador un papel viejo y con algo escrito, también habían dibujos.

—Mirad —Dijo señalando con el dedo—. Esto dice que debéis de cruzar un portal según a donde quedáis ir.

—¿Hay más de dos mundos? —Preguntó Vanesa sonriendo.

—Muchos más, pero debemos centrarnos, si pasáis aquí más de 48 horas no podréis volver —Dijo Ferdri.

Luna miró su reloj, hacía media hora que llegaron.

—Rápido, no podemos perder tiempo —Dijo Luna.

Ferdri se apresuró a leer el papel.

—¿Tú mundo es alguno de estos? —Preguntó Ferdri señalando unos dibujos.

Vanesa los observó con atención, algunos estaban poblados de naturaleza, estaba la Tierra con agua, un planeta de color oscuro... Los dibujos no se veían muy bien.

—Creo que es este —Dijo Vanesa señalando uno en el que no había naturaleza, nada excepto una especie de construcción.

Ese era el edificio metálico en el que vivían las personas de ese mundo.

—¿Eres de ese planeta? ¿Ya habéis salido de ese "hogar"? —Preguntó Ferdri muy ilusionado.

—No, aún no —Dijo Vanesa—. Pero después de encontrar mi lugar quiero buscar la manera de salvar nuestro planeta.

Luna miró a Vanesa, esta última sabía que su Kun la ayudaría.

—¡Rápido, Ferdri! Ya habrá momento para preguntas —Le reprochó Luna—. ¿Qué portal debemos de cruzar?

—De acuerdo... Hay una manera lenta, y la rápida está en vuestras manos —Dijo Ferdri—. Específicamente en las tuyas —Dijo señalando a Luna.

La chica le miró sin comprender.

—Podéis viajar a través de recuerdos —Dijo el hombre—. Ojalá yo pudiera.

Ya estaba otra vez, Luna tal vez le cambiaría el lugar, pero no era momento para eso.

—¿Cómo lo hacemos? —Preguntó Luna tras un suspiro.

—Debéis de entrar en algún recuerdo, pero debe ser ambas juntas —Aclaró el hombre.

—Eso no es posible —Dijo Luna—. Solo los veo yo.

—Ella viene del mundo de los recuerdos, seguramente podría —Dijo Ferdri—. Pero por si acaso dale tu pulsera de luna, la que te dí para los recuerdos.

Les explicó que si estaban de la mano y Vanesa con la pulsera deberían de poder pasar las dos al recuerdo.

—¿Y ya dentro del recuerdo? —Preguntó Vanesa—. ¿Qué tenemos que buscar?

—No lo sé, simplemente sabréis que es lo que debéis buscar —Dijo Ferdri.

—Pero... —Empezó Luna.

—Hay prisa —Dijo el hombre—. Corred.

Salieron de la tienda casi siendo empujadas por Ferdri.

—¿Tenemos que entrar en un recuerdo? —Preguntó Vanesa.

—Si lo pretendo no, debe de salir sin que yo lo decida.

Se quitó la pulsera que hace tiempo le dió Ferdri y se la tendió. Si la asaltaba algún recuerdo debían de ir juntas.

—Vamos, debemos de entrar en alguno de alguna manera —Dijo Luna.

Salieron de la callejuela y llegaron a la calle principal. Eran las seis, y todo el mundo estaba activo recorriendo todo lo largo de la calle entrando en las tiendas que la rodeaban.

—Vale... ¿Dónde buscarías? —Preguntó Vanesa.

En el cielo unos enormes nubarrones negros se asomaban, por lo que debían de ir rápido. Se unieron a la oleada de gente que ahora corría hacia sus casas por la prevención de lluvia. Pasaron frente al centro de adopciones, pero decidieron no entrar, sería difícil que no vieran a Vanesa.

Iban andando pensativas por la acera, Luna iba tocando una cosa trás otra, a lo mejor alguna planta o papel tenía algún recuerdo, pero nada. Las horas pasaban a la velocidad de la luz, y empezaban a desesperarse, ¿por qué justamente ese día no aparecían recuerdos?

—No creo que encontremos nada —Suspiró Luna—. Deberíamos de ir a alguna tienda y probar allí.

Vanesa asintió, pero justo entonces Luna notó como en el suelo aparecían algunas gotas de agua, pero al momento empezaron a caer más y sin que se dieran cuenta la tormenta ya estaba sobre ellas.

Luna agarró a Vanesa de la mano y la arrastró bajo el tejadillo de una casa. Vanesa miraba al cielo como si fuese la primera vez que veía lluvia, y es que era posible, bajo el techo de la estructura de metal no podía notar, escuchar o ver ese fenómeno natural.

Luna tocó la fachada de la casa blanca en la que se habían pegado, aún con Vanesa de la mano y de repente todo empezó a dar vueltas.

___________

Luna levantó la mirada, estaban frente a la casa, no llovía, todo lo contrario, hacia un sol abrasador. Vanesa miró a Luna.

—¿Esto es un recuerdo? —Le preguntó.

—Sí, ahora tenemos que buscar ese "algo" que dice Ferdri —Dijo Luna poniendo comillas.

Se acercaron a la casa, estaba mucho más cuidada que en el presente. La fachada parecía recién pintada, y el techo sobre el que se habían refugiado aún no existía. La puerta era de un color rojizo, y frente a esta había un pequeño porche con un balancín colgante y unas plantas muy bien cuidadas. El porche estaba cerrado por un valla que las separaba de la puerta.

Abrieron la puertecita blanca que se interponía en su paso y se pararon frente a la puerta, se escuchaba algo.

Una dulce melodía de piano salía del interior de la casa, además, también se escuchaba una voz cantando.

Abrieron la puerta, una mujer estaba tocando el piano, y un hombre de su misma edad le acompañaba cantando. Pasaron unos minutos, la sala estaba decorada con una gran alfombra redonda en el centro y al otro lado de la sala un sofá de color beige. En las paredes habían montones de cuadros de gente, probablemente los familiares.

Terminaron de cantar, y entonces el hombre y la mujer levantaron la mirada, las miraban a ellas, o más específicamente a ella. Eran de nuevo... Sus padres.

Todo el recuerdo se volvió negro y se difuminó.

___________

Estaban de nuevo junto a la pared de aquella casa, era la casa... ¿De sus padres? Salió de debajo del techo, ya le daba igual la lluvia que seguía cayendo cada vez más fuerte.

—¡Luna! —La llamó Vanesa—. ¿A dónde vas? ¿Qué ha pasado?

—Creo que esos eran mis padres —Le explicó Luna.

Le contó la otra vez que sucedió lo mismo, que la veían, aunque no deberían.

—¿Pero a dónde vas? —Preguntó Vanesa mientras salía trás ella.

Luna estaba plantada ante la puerta de la casa, estaba mucho más vieja y descuidada que en el recuerdo, parecía abandonada. Subió al porche, alguna de las ventanas estaban rotas, se asomó por una de ellas y vió el piano tapado con una manta.

—Luna, no deberíamos de entrar —La avisó Vanesa—. Tenemos que investigar porqué te pueden ver, pero no es momento ahora, debemos de encontrar más recuerdos.

Luna sabía que tenía razón, pero si entraban en la casa probablemente encontraría más recuerdos.

—Ven —Dijo su Kun—. Vamos a entrar.

Vanesa desistió y agarró de nuevo la mano de Luna. Esta última agarró el pomo de la casa, y de repente un pequeño recuerdo llegó a su mente. Un día luminoso, dos manos tocaban el pomo de la casa, pero no les vió la cara. El recuerdo desapareció, era solo una especie de imagen...

Vanesa miró a Luna.

—Vamos —Dijo Vanesa.

Luna sonrió, abrió la puerta y vieron lo que había sido la casa. Muchos de los muebles estaban tapados con mantas, pero lo más llamativo era el piano que estaba en el centro de la sala. Luna se dirigió allí y destapó el piano.

—¿Seguro que quieres hacerlo? Podemos buscar más recuerdos... —Dijo Vanesa al ver que Luna iba a tocar el piano.

Luna asintió. Tocó una de las teclas y...

_________

Estaban de nuevo en un recuerdo, está vez nadie estaba sentado al piano, al otro lado de la sala, en el sofá que habían visto hace rato habían unas cuatro personas. Estaban hablando animadamente, también se escuchaban risas de vez en cuando, y a Luna le sonaban muchísimo las voces. Por la izquierda de la sala entró una mujer mayor de la mano con una niña de unos cuatro años. Esa era... ¿Ella? Los ojos de la niña estaban alegres, y se fijaron en ella.

—¿Qué miras, Luna? ¿Quieres que mamá toque el piano? —Le preguntó la mujer que la llevaba de la mano, ella no las veían.

Con un rápido movimiento, Luna y Vanesa se escondieron en lo que sería la cocina, no quería que sus padres las vieran de nuevo. Era de un color azul grisáceo súper bonito, además las paredes estaban recubiertas de azulejos.

La madre y el padre de Luna se levantaron del sofá y se acercaron al piano. La pequeña Luna se olvidó de su encontró con las dos chicas y disfrutó de la música.

"Adiós" -Sebastián Yatra.

—Vamos, tenemos que buscar lo que nos ha dicho Ferdri —Dijo Vanesa agarrando a Luna.

Luna asintió, de fondo aún se escuchaba la melodía. Avanzaron por un pasillo que llevaba a las habitaciones y entraron en una de las habitaciones. Cerraron la puerta tras de sí, parecía la habitación de sus padres. Luna se separó de Vanesa un momento y comenzó a inspeccionar las fotos. No le sonaban de nada, pero lograba localizar a sus padres y a ella en algunas.

—¿Esa que nos ha visto... Eras tú? —Preguntó Vanesa abriendo los cajones de una mesa.

—Sí... —Dijo Luna— Bueno, necesitamos encontrar ese "algo", ¿por qué tiene que ser tan enigmático Ferdri?

Vanesa se encogió de hombros y abrió el último cajón.

—Mira, una llave —Le enseñó Vanesa.

Luna dejó las fotos que miraba en su sitio y cogió la llave que su amiga le daba. Al instante otra imágen le llegó a la mente, alguien cogía la llave y la metía en una puerta verde. La escena desapareció y vió en el rostro de Vanesa que también lo había visto.

—Vamos a buscar esa puerta —Dijo Luna saliendo del cuarto.

La música seguía sonando, tenían vía libre. Se deslizaron por el pasillo y bajaron unas escaleras de caracol. Esos escalones llevaban a una biblioteca muy grande, en la que había una puerta verde.

Se acercaron para allá, allí podían haber millones de libros, además también habían unas mesas y lámparas. El techo era altísimo, ¿acaso sus padres eran dueños de una biblioteca?

Agarró la llave con fuerza y la introdujo en la puerta...

Espero que os haya gustado ^^

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