[6]
Tendría que haber pensado desde el principio lo que realmente sentía, en ese caso algo de miedo y preocupación. Nada más salir disparada, perdió un poco el equilibrio, pero cuando lo recuperó pudo observar todo a su alrededor. Trás ella se formaba un destello de varios colores, pero cuando se alejaba se volvía negro, como a Vanesa. Hablando de Vanesa, ya podía distinguir en la lejanía un pequeño punto de luz, por lo que supuso que era ella. A su alrededor, en las "paredes" había una noche estrellada, pero todo el camino estaba recubierto de una especie de cúpula alargada de cristal.
Pasó un rato hasta que llegaron a su destino, Vanesa llegó un poco antes, pero esperó pacientemente a su Kun. Apenas tardó un minuto en llegar también a una gran plataforma. Al otro lado, las paredes habían cambiado de color al de un tono violeta oscuro y el techo tenía tenues toques rosas. En el medio de la pared paralela a la salida había una gran puerta de cristal por la que no se podía ver. Luna se fijó, pero ya sabía la respuesta si preguntaba. A los dos lados de la puerta habían unas pequeñas columnas con un poco de hierbas que las rodeaban.
—¿Ya estamos? —Preguntó Luna ilusionada.
—No, esto sólo es el principio para llegar allí.
Luna abrió los ojos exageradamente.
—Dijiste que este era el camino más corto para llegar hasta donde viven los... —Le reprochó Luna.
Vanesa le cortó antes de que terminara la frase.
—No digas nada —Dijo recalcando el 'no'—. Ni aunque estemos solas, porque en realidad no sabemos si estamos acompañadas o no.
Luna abrió la boca para preguntar, pero Vanesa le hizo un gesto que indicaba que se lo explicaría luego.
Luna se volvió hacia la puerta de nuevo, esa extraña puerta le producía malas vibras, aunque sabía que allí era bastante normal. Un cristal opaco, repetía en su mente.
Deshacieron los pocos metros que las separaban de la puerta y cruzaron.
Al otro lado, una oscuridad total las recibió. Tardaron un momento hasta acostumbrarse, y entonces se dieron cuenta de que estaban en una especie de trastero. La puerta tras ellas había desaparecido, por lo que no podían volver sobre sus pasos. Un montón de cajas amontonadas y un fuerte olor a cerrado inundaba totalmente la estancia.
Luna miró a su alrededor, apenas podían moverse entre todos esos objetos, la mayoría inservibles, pero aún así, guardados.
—¿Qué ha pasado? —Preguntó Luna mientras se acercaba a las estrechas paredes.
—Estos tipos de puertas con cristal opaco te llevan a sitios al azar.
—¿No todas son así? —Dijo Luna casi tropezando con una caja.
—No, están las transparentes que te acercan a tu destino lo máximo posible —Continuó Vanesa—. También están las translúcidas, que te llevan a un lugar medio cercano al sitio deseado, y por último están las puertas de un color grisáceo que te llevan aún más lejos.
—¿Y por qué hemos entrado por esta? —Preguntó Luna—. Podíamos volver atrás.
—En eso te equivocas —Dijo Vanesa para sorpresa de Luna—. Si pasas por alguno de estos atajos no puedes volver, hemos tenido muchas suerte de que no nos hubiese alejado de nuestro destino.
Al menos esa puerta las había acercado mínimamente, pero a un lugar aleatorio.
Luna dejó escapar un suspiro.
—Vamos a ver, ¿ahora cómo salimos de aquí? —Preguntó la Kun.
—Fácil, este tipo de lugar es uno de los más divertidos —Dijo Vanesa, pero Luna la miró sin paciencia—. Debemos buscar un papelito que nos dé una pista sobre cómo salir, como un scaperoom.
—De acuerdo... Pero no será fácil buscar un papelito entre todo esto.
Vanesa asintió como respuesta. Pensaron que cuanto antes empezaran antes acabarían, por lo que se pusieron a buscar entre las cajas y objetos polvorientos.
—¿Qué es esto? —Preguntó Vanesa extrañada señalando un objeto redondeado con capucha.
—¿Cómo no sabes qué es eso? —Preguntó Luna—. Una bombilla.
—¿Una qué...?
Pero un ruido se escuchó a su alrededor, no era dentro, sino fuera. Había algo en el exterior de aquella habitación.
Se callaron hasta que dejaron de escuchar ese ruido.
—¿No hay en tu mundo? —Preguntó Luna susurrando, con los ojos muy abiertos.
Vanesa negó con un gesto de cabeza.
¿Estaban en el mundo de Luna?
Vanesa la miró comprendiendo a su vez.
—Estamos en un lío —Dijo Vanesa aún susurrando.
Esperaron un momento por si el ruido volvía, pero al no escuchar nada, por lo que siguieron buscando.
Unas horas después, ya habían revisado cada esquina tres veces, por lo que se sentaron rendidas.
—¿Dónde estará el papel? —Casi gruñó Vanesa.
Luna apoyó agotada la cabeza en la pared y su mirada se dirigió al techo. Encima de ellas había un conducto de ventilación, y atascado entre las rejas, el papelito.
—¡No me lo puedo creer! —Dijo Luna levantándose de un salto y cogiendo el papel.
La mirada de Vanesa era indescriptible, había estado allí todo el tiempo.
Luna, ya con el papel en la mano lo desdobló. Era un papel de color amarillo claro, probablemente por el tiempo, la letra era clara, y parecía que no hubiese estado allí mucho tiempo.
—"Izquierda, derecha, al frente, arriba, al frente y abajo" —Leyó Vanesa—. ¿Son direcciones?
Luna miró al conductor de ventilación.
—Creo que tenemos que entrar ahí —Dijo Vanesa preocupada.
—Yo creo que si entramos.
—Lo veo justo —Dijo Vanesa—. No me parece muy buena idea.
—Vanesa, ¿ves otra salida? —Preguntó Luna—. En mi mundo no hay magia, si de verdad piensas que hemos pasado de un mundo a otro, solo tenemos una salida, y es esa.
Luna señaló con la cabeza el conducto.
—No hay otra —Añadió Luna.
—De acuerdo —Desistió Vanesa—. Vamos.
Apilaron los objetos más fuertes que veían, debían de aguantar el peso de ambas. Seleccionaron en una esquina una mesa verde desgastada y algunas sillas, además de algún que otro trasto que no lograron identificar. Primero subió Luna, escaló la torre de objetos para poder meterse en el conducto. Quitó las rendijas con cuidado y la retiró a un lado. El conducto no estaba tan sucio como esperaba, por ahí entraba una persona muy justa, debían de agacharse y avanzar. Luna se movió hasta el primer cruce, para que Vanesa, que debía de cerrar las rendijas del conducto de ventilación, pudiese seguirla.
Luna llevaba el papel en la mano, tomó el primer camino al que la dirigían las instrucciones y así llegó hasta la última. Vanesa seguía trás ella, y no entendía por qué su Kun no seguía con las indicaciones.
—¿Qué pasa? ¿Por qué no avanzas? —Su susurro se convirtió en un gran eco, por lo que calló al instante.
—La última indicación dice "abajo" —La voz de Luna también resonó fuertemente entre las paredes del conducto.
—¿No hay una trampilla o algo parecido? —Preguntó Vanesa.
Luna avanzó hasta el siguiente cruce, no encontraba nada que les dejase bajar. Probó a dar unos golpecitos y entonces cayeron provocando un estruendo. Un montón de polvo rodeó a ambas, estaban sentadas sobre la placa que había cedido, y miraron a su alrededor con precaución, antes parecía que hubiese alguien. Esperaron un momento, pero nadie fue a buscar a las personas causantes de ese enorme ruido.
Se levantaron y se limpiaron la ropa, ahora el impoluto suelo de madera oscura estaba casi totalmente teñido de una fina capa de polvo y suciedad. Se encontraban en lo que podría ser un salón. Había un sofá de color verde grisáceo acompañado de unos sillones beige individuales. Bajo ellos había una alfombra de color gris tirando a negro y una lámpara de pie se levantaba junto a la televisión que estaba frente al sofá. Las paredes eran blancas decoradas con un par de cuadros abstractos.
A su izquierda había una puerta, por lo que decidieron aventurarse por ella. Si no había nadie en casa, podrían salir de allí sin ser descubiertas. Al salir por la puerta se encontraron en un largo pasillo muy estrecho en el que se repartían otras nueve puertas como aquella.
—¿Todas las casas son así? —Preguntó Vanesa observando todo con atención.
—Desde luego que no —Susurró Luna—. Baja la voz, no vaya a ser que si que haya alguien por aquí.
Debían de dar con la puerta que las llevase al exterior, por lo que se metieron por una de las primeras puertas que vieron, pero con precaución. Dentro no había nadie, pero nada más entrar, la puerta tras ellas desapareció.
—¿Por qué siempre pasa esto? —Preguntó Vanesa—. ¿No estábamos en tu mundo?
Luna no respondió, estaba observando al frente, ante ellas habían dos puertas, pero no eran normales. Eran puertas como las que habían traspasado para llegar allí. Las dos eran oscuras.
—Genial —Dijo Luna con tono sarcástico—. Ahora viajaremos más lejos.
—No tenemos más opciones —Resolvió Vanesa—. Debemos de elegir una de las dos.
Optaron por la de la derecha, al cruzarla de nuevo una luz las deslumbró, pero está vez llegaron a un lugar que Luna recordaba muy bien.
—¿Dónde estamos? —Preguntó Vanesa al observar la cara de Luna.
Luna ahora iba vestida como solía hacerlo en su mundo.
—¿Conoces este sitio? —Insistió Vanesa.
Estaban en la cueva de techo abierto que les había enseñado Sandra lo que sería su día anterior.
—Vale... —Dijo Vanesa tras la explicación de parte de Luna.
Le había explicado también sobre su ropa.
—¿Yo también debo taparme el pelo? —Preguntó Vanesa señalando su gorro.
—No, ya que nadie te conoce no sería extraño —Dijo Luna pensando.
Luna se colocó bien la boina, quién sabe si se encontrarían con alguien que conocía.
—Vamos, creo que sé a donde podemos ir —Dijo Luna animando a Vanesa a seguirla.
Salieron de la cueva y recorrieron todo el parque con paso rápido. Cruzaron varias calles y pasaron por la calle principal, y entonces se encontraron frente a la tienda de Ferdri. Él sabía sobre magia, capaz podría ayudarlas.
Una pequeña campana indicó que habían entrado, y entonces de nuevo ese cargado ambiente lleno de objetos saludó a Luna.
—¡Hola! —Saludó el chico—. ¿En qué puedo ayudaros? —Aún no las había mirado.
Luna saludó, y Vanesa hizo lo propio.
—¡Ah! Pero si eres tú, ¿no te sirvió el...? —Reparó en Vanesa—. Ya sabes.
No quería decir la verdad por si Vanesa no lo sabía.
—Ya lo sabe, de hecho si me ha servido, pero necesitamos tu ayuda —Dijo Luna.
—¿En serio? Contadme —Dijo Ferdri curioso apoyándose en la mesa dónde estaba la caja de la tienda.
Le contaron cómo habían llegado allí, y Ferdri asentía y escuchaba atentamente.
Sobre la apariencia de Luna el día anterior, sobre cómo viaja al mundo de Vanesa, también le contaron sobre este último y finalmente su pequeño viaje por los conductos de ventilación.
—De acuerdo, creo que puedo ayudaros.
🍄🌱❤️ Espero que os guste.
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