Capítulo 7 - Ingenio
Un guardia pateó a Vega violentamente, haciéndole acariciar el suelo de su hogar provisional.
- Bonito aterrizaje. Esto es lo que le llamo yo una entrada triunfal – murmuró mientras se llevaba una mano a su estómago y tosía.
Han, algo menos distante, ofreció su mano para ayudarle a levantarse.
- ... ¿Cómo estás? – preguntó mirando la herida que se había formado en su labio de aquel puñetazo.
Ella le ofreció una cálida sonrisa. Aquel gesto le resultaba gracioso comparado con el que le había estado otorgando el resto del día.
- Genial, Jaster es un hombre encantador – dijo burlona -. Aunque me he visto en peores – añadió mientras se humedecía el labio.
- ¿Qué puede haber peor que esto? – murmuró el pequeño.
La chica se rascó la barbilla, mirando de un lado a otro de la habitación. Estaba posando su vista frente a un gran extintor rojo cuando escuchó aquel comentario que había dicho por lo bajo.
- No quieras saberlo, niño.
- ¡No soy un niño! – reclamó enfadado.
Aquella contestación le sonaba a chiste.
- ¿No lo eres? ¿Cuándo dejaste de serlo entonces? Ni siquiera tendrás ocho años.
- Para tu información, tengo nueve – aclaró en tono quejoso.
Ella se echó a reír, haciendo sentir a Han ridículo.
- Está bien... No lo eres – dijo sonriente mientras seguía concentrada observando.
- Ah, y tengo un nombre, por si no lo sabías.
Aquel chaval estaba sacando a Vega mientras continuaba buscando una posible salida. Sin embargo, le siguió el juego. Parecía divertirle después de todo. Por el contrario, Han no paraba de resoplar y de apartar la vista.
- Sí, por supuesto que lo sé – añadió con un suspiro.
- ¿Ah sí? ¿Cuál? – preguntó airado.
Ella finalmente encontró un conducto de ventilación. La joven sonrió como si hubiera encontrado un tesoro. Se puso en cuclillas para intentar tirar de la tapa suavemente.
Después, giró la vista hacia atrás y vio la actitud de aquel chico. Estaba enfadado, cruzado de hombros y mirando hacia el suelo, muy ofendido. Parecía que no le devolvería la confianza que había tenido con ella minutos antes. La chica quiso intentar alegrarle, con una de sus extrañas ocurrencias.
- Hm... Déjame pensar...Han Solo – dijo con una pequeña risa.
El chico arqueó las cejas sorprendido.
- ¡¿Cómo?! – preguntó confuso.
- Eres igual que él, los dos me sacáis de quicio de la misma manera – respondió entre risas.
Aquello hizo al niño sonrojar por un instante, tomándolo como un pequeño halago. Después volvió a fingir una expresión seria.
- Me gusta. Pero no, me llamo Han Heller y punto.
La chica le acarició la mejilla suavemente.
- Está bien, Han Heller y punto. Lo que sea... – añadió antes de darle un rápido abrazo.
Sabía que la situación en la que estaban no era la idónea para un chico de su edad. Un chico que merecía estar en la calle jugando con sus amigos o leyendo, como el resto de los demás. Intentó hacerle feliz de esa manera, y pareció funcionar.
- Vale, ahora me vas a tener que hacer una misión.
- ¿A ti? ¿Por qué iría a hacerlo?
Ella se mostraba pensativa hasta que toda la estrategia vino a su mente. Vega se acercó hacia él y le miró de manera seria.
- Tengo un plan. Por el momento quédate aquí mientras yo te diga, distraeré al guardia y te haré una señal. En cuanto puedas, sal corriendo y cierra la tapa del conducto. Generalmente todos ellos desembocan en los compartimentos. Escóndete en una de las cajas y no te muevas de ahí hasta que vaya aquí y te encuentre. Con suerte, podremos ser capaces de escapar antes de que la nave despegue.
- Mientras tanto, intentaré hacerme paso como pueda... - pensó en voz alta con un suspiro.
- ¿Como puedas? – repitió confuso.
La muchacha se dio cuenta de su pequeño error y se sonrojó ligeramente.
- Sí. Pero si algo te pido ahora mismo es que no me juzgues – pidió con voz seria.
- Claro, Vega – respondió algo preocupado.
Hubo una larga pausa. Vega solía tomársela cuando se encontraba en encrucijadas de este tipo. Se hizo a la idea de los riesgos que ambos podían correr y se acercó al chico. Tenía que explicárselo de la mejor manera posible.
- Escucha, tú eres la prioridad ahora. Eres un niño... Bueno...Ya sé que no te gusta que digan eso... Eres más joven, si prefieres llamarlo así. Si consigues salir de esta pero sin mí, intenta buscar a Josh y a Lando. Estoy segura de que sabrás decirle de mi parte lo que se merecen a cada uno – añadió con una pequeña sonrisa. Han entendió rápidamente lo que quería decir con aquellas palabras -. Si no, vuelve a la armería, ¿vale?
El niño no quería pensar en aquella posibilidad bajo ningún concepto.
- ¡No hables en ese tono! - pidió mientras se le humedecían los ojos.
- Lo siento, Han...
Han se secó las lágrimas con su chaleco y se sentó en la esquina de una de las camas. Vega decidió pasar a la acción.
- Y te lo pido por favor, no me juzgues, ni tampoco mires – replicó.
Él asintió y miró hacia otro lado.
- ¡Eh, aquí! ¡El chaval y yo tenemos sed! – llamó en voz alta desde la habitación.
Al cabo de unos instantes un hombre alto y fornido, con una gran cicatriz en la cara entró por la puerta y la cerró de un violento portazo. Sostenía una barra de metal en una de las manos. Aquello asustó bastante a Vega, que estaba completamente desarmada. La chica comenzó a respirar de manera entrecortada y cerró los ojos durante unas décimas de segundo. "Está bien... Que la fuerza me acompañe" pensó con ironía.
- ¡Encima tienes la poca vergüenza de pedir agua, escoria! – gritó enfurecido.
Vega clavó sus ojos en él y desde entonces intentó aparentar una sensación de total tranquilidad. Sus profundos ojos verdes, parecían haberse tornado de la inocencia inicial a la picardía en cuestión de segundos. Su mano acarició lentamente su brazo y se deslizó hasta encontrar la tosca barra metálica.
- Tal vez... Si tu quieres...Podemos llegar a un acuerdo... – respondió con su sonrisa descarada mientras sostenía con su otra mano la barbilla del guardia.
El guardia se echó a reír por unos momentos ante aquella petición. "Castaña, ojos verdes, piel clara, delgada... Hoy estoy de suerte" pensó con una mueca de superioridad.
- Ya lo creo – murmuró el hombre mientras dejaba la barra a un lado.
Con un rápido movimiento, el guardia la estrechó fuertemente hacia sí y colocó sus manos sobre sus caderas. Aquel método le repugnaba, no era su estilo, pero parecía ser su último recurso. Echó la vista hacia atrás y observó como el crío seguía mirando obediente hacia otro lado. Aquello le dejó algo más aliviada. Miró hacia abajo y vio que tenía un bláster en la cartuchera del cinturón. "Justo lo que estaba buscando" pensó aliviada.
Él le retiró su chaqueta y la dejó a un lado. Tenía las intenciones de besarla y empezar cuanto antes. Ella se apoyó sobre una de las columnas de la habitación y suavemente robó su arma y le disparó en el estómago.
- ¡Han! ¡Ahora! – gritó la chica mientras volvía a colocarse la chaqueta.
Aunque el chico había estado mirando todo el rato hacia otra parte, no tenía un pelo de tonto. Han se arrepentía de no haberle dicho que todavía guardaba su bláster, tampoco ella había especificado cuáles eran las pautas a seguir. Pero al fin y al cabo su estrategia parecía funcionar.
El sonido del disparo resonó en toda la nave. Vega posó su vista en el extintor, lo agarró con firmeza y respiró intentando calmarse. Al cabo de unos instantes, la puerta se abrió y puñado de hombres aparecieron allí, apuntándola. Ella empezó a impregnarles de aquella espuma tan corrosiva, dándoles directamente a la cara.
Mientras tanto, Han seguía avanzando por el conducto del aire de manera rápida. Sus rodillas empezaban a estar enrojecidas de arrastrarse contra el plástico del que estaba hecho la tubería. No dejaba de jadear mientras sentía una fuerte sensación de agobio. Había numerosas conexiones con otros sitios, pero decidió hacerle caso a Vega. Siguió recto hasta que llegó a un conducto que era muy estrecho. El chico gimió de dolor, mientras intentaba hacerse paso. Se tomó una breve pausa e intentó retroceder para tomar impulso. Pero se había quedado atascado a la altura de la cadera.
Cuando se quedó sin espuma, Vega les arrojó el gran extintor con violencia y retrocedió un par de pasos atrás. Decidió entonces esconderse detrás del armario de la habitación. La chica comenzó a abrir fuego contra ellos, mientras que todos ellos caían abatidos al suelo de uno en uno. Muchos de ellos disparaban a ciegas mientras que ella no se movía de aquel lugar. Se hizo paso como pudo hasta que salió al exterior.
La nave comenzó a moverse, preparándose para un inminente despegue. Vega se tambaleó y su cuerpo acabó rodando hacia el fondo del pasillo. Parecía haberse colocado en posición vertical para atravesar la atmósfera corelliana. Su cabeza golpeó la puerta con rotundidad. Aturdida, alzó la vista hacia el fondo y pudo ver la puerta del almacén. Tras unos segundos, la nave parecía que volvía a estabilizarse. La joven se levantó y siguió avanzando. De repente, divisó a varios de sus secuaces a lo lejos. Vega se echó hacia atrás y apuntó hacia ellos. Su pulso temblaba y el disparo se fue directamente hacia arriba. El soporte de la gruesa chapa de acero que cubría el techo del pasillo se desmoronó, quedando aplastados.
Vega pasó por encima y les dedicó falsa sonrisa. Finalmente llegó hasta la puerta. Nada más acceder, la joven comenzó a buscar entre las cajas y comenzó a llamar a Han. Sin embargo, parecía no escuchar a nadie. Comenzó a preocuparse muchísimo por el crío, miraba de un lugar a otro hasta que volvió a encontrar otro conducto de ventilación. Ella retiró con fuerza la tapadera y asomó la cabeza.
- ¿Han? Dime que estás por aquí...
El chaval respiró aliviado al escuchar su voz.
- Sí, pero estoy atascado.
Ella escuchó el eco y posó su cabeza sin poder llegar a ver nada. Metió su brazo por el interior, pero estaba atrapado más hacia el fondo.
- No pasa nada, tranquilízate. Voy a intentar pensar en alguna idea.
Otra vez le tocaba a Vega improvisar sobre la marcha. Lo primero que vio a su alrededor fueron las cuerdas que ataban algunas de las cajas. Con mucha rapidez, retiró una que parecía ser lo suficientemente larga.
- Vamos a ver, te voy a soltar la cuerda. A continuación atrápala, ¿entendido?
- ¡Vale! – gritó el niño desde allí.
Vega soltó la cuerda hacia el interior, pero Han se encontraba boca abajo y la cuerda se quedaba siempre a medio camino. El pequeño comenzó a agobiarse cada vez más. La chica podía escuchar su respiración entrecortada desde el otro lado.
- La estoy viendo, pero no consigo cogerla – añadió el pequeño angustiado.
Tenía que pensar en otra idea. Volvió a mirar en el almacén y observó una caja de herramientas que estaba colocada encima de un armario. Fue hacia allá y lo tomó en sus manos, abríendolo cuidadosamente.
- Veamos... Un destornillador, un mazo, alicates... Parece que aquí no hay nada...Tenazas, cortador de chapas, un nivel...
- ¡Date prisa por favor, llevo aquí mucho tiempo! – gritaba Han desde el otro lado.
Ella tragó saliva y empezó a rebuscar como una loca hasta encontrar un imán grande. Se acarició la barbilla intentando encontrar la idea perfecta.
- ¿No tendrás un reloj o un colgante de metal, verdad? – preguntó la chica.
- No... ¿Por qué? – preguntó Han confuso.
- Oh vaya... Da igual... Tengo una idea, pero necesitaba que tuvieras algo metálico.
Han intentó pensar en algo.
- No tengo nada de eso, Vega. Bueno... ¿Mi bláster vale?
La chica arqueó las cejas sorprendida y su boca se abrió accidentalmente.
- ¡¿Qué?! Pero... Pero... ¡¿Tenías un bláster escondido y aun así no me lo habías dicho?! ¡En cuanto te saque te voy a arrancar la cabeza a pellizcos! – gritó hecha una furia.
- Vega...Es que... No me explicaste en qué consistía tu plan – dijo el niño encogiéndose de brazos.
Al ver que el niño tenía razón, chasqueó la lengua y resopló.
- Bueno, sí... - admitió-. Podría haberme ahorrado aquel número y haber cosido a aquel tío a disparos – murmuró mientras ataba el imán a la larga cuerda -. Han, voy a lanzarte el imán. Lleva una cuerda. Cuando se agarre el imán al bláster, agarra la cuerda y yo tiraré de ella.
La chica arrojó la cuerda por el conducto y el imán hizo el resto.
- ¡Estoy listo!
Vega comenzó a empujar fuertemente de la cuerda. Pasaron varios minutos asfixiantes hasta que el niño de repente soltó un alarido y cayó por el conducto. Salió de allí temblando y muerto de miedo. Ella puso en orden el pelo revuelto de su compañero e intentó calmarle.
- Tal vez ya no eres tan pequeño como para andar escondido por ahí – dijo con amabilidad.
Han sonrió feliz y se sacudió el polvo. Ella se levantó y le ordenó que sacara su bláster. Él asintió y lo dejó cargado.
- Mantente al margen, solo utilízalo cuando sea necesario. No quiero heroicidades, ¿de acuerdo? Déjame esto a mí.
El niño rodó los ojos y miró hacia otro lado, resoplando. Ella se rió unos segundos al ver su reacción y después abrió la puerta. Se hizo paso por el largo y extenso pasillo hasta que ambos llegaron al final. Le indicó al niño que permaneciese escondido detrás de la puerta y tras ello, puso un pie en la cabina de pilotaje.
En ella se encontraba Jaster, quien seguía sentado sobre su lujoso asiento de piel con la vista ocupada en los paneles de navegación. Vega sacó su arma y apuntó a la cabeza, tal vez estaba nerviosa, pero seguía mirándole con la misma frialdad. Él sabía desde el momento en que había entrado quién era y sonrió ligeramente.
- Ponte cómoda – sugirió mientras daba unas palmadas sobre el asiento vacío que tenía a su derecha.
- Déjate de tonterías. ¡Pon las manos en alto!
Hubo un breve silencio. Él se echó a reír, sin aparente maldad.
- Sé que no vas a hacerlo. No eres capaz de apretar el gatillo, Vega.
Ella cerró los ojos angustiada, intentando apartar de su memoria numerosos recuerdos que iban y venían en su mente. Suavemente, él sacó su arma de la cartuchera. Tenía la certeza de que Vega vendría tarde o temprano y por eso mismo, ya la tenía cargada. Jaster se giró rápidamente y disparó a su mano. La joven apretó el gatillo a destiempo y el destello del láser rebotó desde suelo hacia el techo. Él le disparó en la mano a conciencia y su arma cayó al suelo.
Han escuchó los disparos y decidió salir a ayudar. Se saltó la orden de mantenerse al margen y le asestó un disparo en la pierna, cercano al muslo. El niño salió corriendo y se abalanzó sobre él quitándole el arma. Jaster le empujó hasta hacerle caer al suelo y la cabeza de Han golpeó el panel de control de la nave, quedando inconsciente. Vega intentó acercarse hasta donde estaba el niño pero él se mantuvo quieto apuntándole con una media sonrisa.
Vega se echó a correr hacia el pasillo mientras él la intentaba disparar. Aquello parecía divertirle a Jaster y decidió seguirle el juego. Antes de dejar la cabina, observó al niño inconsciente y le dedicó una sonrisa. "Pobre desgraciado" pensó.
La joven se ocultó en la sala de máquinas. Subió por una de las tuberías y se agarró a una de las lámparas que colgaban en el techo, justo en lo alto de la puerta principal. El sonido de sus pasos, llegando a la sala se acrecentaba.
- Vamos, ¿quieres que vuelva a jugar al escondite contigo? Parece que todavía sigues siendo una niña – respondió con una sonora carcajada.
El contrabandista entró y miró de un lado a otro, parecía que no estaba por ninguna parte. La sala se componía por un pequeño puente que se encontraba justo en el centro. A cada uno de los lados se encontraban maquinaria como los motores de propulsión de la nave, el sistema de radar o el generador eléctrico.
La chica seguía agarrada sobre la lámpara hasta que decidió descolgarse y cayó sobre él. Dejó posar sus delgadas piernas sobre su espalda, derribándole por completo. Su pistola se resbaló de sus dedos tras el impacto y cayó desde el pequeño puente o pasillo hasta escuchar un chasquido metálico, tocando el fondo de la nave.
Jaster la agarró de su brazo y la tumbó en el suelo. Le propició otro puñetazo, esta vez cercano a su mejilla. Vega rabió de dolor y decidió agarrarse a los barrotes del pequeño puente. Tomó impulso con su tronco y le dio una patada en el pecho, haciéndole retroceder.
Ella echó a correr y Jaster intentó tirar de su pierna. Las yemas de sus dedos pasaron rozando el tobillo de la joven. Él se puso en pie y cogió una de las cadenas de las máquinas. La empezó a agitar en el aire con velocidad provocando un molesto sonido.
- Ven aquí, no tienes nada que hacer – dijo con prepotencia. La chica pegó un salto y se encaramó a una de las máquinas. Escaló sobre ella con el objetivo de ir saltando máquina sobre máquina hasta llegar a la entrada y dejarle encerrado. Al ver las ocurrencias de la chica por intentar escapar, se echó a reír. "Menudo ingenio" pensó.
- Como quieras... - añadió Jaster con un suspiro.
Vega siguió saltando y esta vez se agarró con firmeza al motor de propulsión. La chapa que lo cubría era de un material poco resistente y se fue arqueando cada vez más con el peso de su cuerpo. Ella seguía haciendo intentos por no caerse al fondo de la nave, probablemente no sobreviviría si eso ocurriese. Jaster se iba acercando más hacia ella, la joven sabía que no tenía escapatoria. Él le agarró del brazo fuertemente para no dejarle caer. Parecía ser más valiosa de lo que pensaba.
- Tampoco fue tan difícil, ¿verdad? - dijo con una media sonrisa.
- Te odio Jaster. No sabes hasta cuanto – respondió con rabia.
Aquello le hizo enfurecer todavía más. La empujó de nuevo hacia el puente y después tomó impulso, saltando tras ella. Vega iba a levantarse de nuevo cuando de repente algo metálico golpeó confuerza su sien. Ella cayó desplomada al suelo. Un charco de sangre comenzó a propagarse por el suelo.
- Creo que está muerta - murmuró Jaster preocupado.
Continuará...
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