Capítulo VI
Empezaba a atardecer en el despejado cielo de la pequeña ciudad de Súzdal. El invierno llegaría en unas cuantas semanas y había que aprovechar que el lago cerca de casa aún no se congelaba, para poder pescar. Viktor estaba con su madre, esta estaba sentada en una silla plegable y entre sus manos mantenía una improvisada caña de pescar. El pequeño de ojos azules escuchaba atentamente a la mujer explicarle cómo usarla. Un poco más alejados de ellos, Aleksandra y el menor de la familia, jugaban a alcanzarse.
– Y así, mой маленький es que sabes cuando ya picó el anzuelo – expresa Irina.
– ¿La puedo tener yo, мать? – pregunta Viktor.
La mujer asiente y le entrega la caña con cuidado. El artefacto era más grande que él, pero la emoción de poder pescar algo, era incluso mayor.
Al cabo de unos pocos minutos, el peli gris empieza a sentir unos tirones.
– ¡Мать! ¡Мать! – llama a su madre con gran emoción – ¡La está halando!
Irina sonríe enternecida y procede a ayudarle, tal cual como le enseñó antes. Después de una lucha, que termina victoriosa para ellos, un pez sale a la superficie.
– ¡Un Рыба! ¡Un Рыба! (pez) – grita eufórico el menor.
Ante el ruido, el resto de los hermanos se acercan y Viktor presume con orgullo el resultado de su trabajo.
Irina da por terminado el día y antes de retirarse del lugar, le indica a sus hijos que se sienten, así pueden comer lo que anteriormente les había preparado. Mientras Alexsandra ayuda al más pequeño de todos con la comida, Viktor se sienta más cerca de su madre.
– Si me convierto en pescador, traeré a casa muchos pescados – expresa feliz e inocente, con la boca llena.
– Podrás ser lo que quieras, mое дитя (mi niño) – responde la mujer, abrazando con cariño a su hijo.
El sol se esconde y el cielo es iluminado de estrellas, nunca habían brillado tanto y Viktor al verlas, nunca se había sentido tan esperanzado.
Volkov despierta.
Cuando abre los ojos le toma unos segundos ubicarse, el recuerdo del reciente sueño lo hace sonreír con nostalgia. Se gira en la cama, esperando encontrar a su amado, y lo hace. Horacio duerme profundamente y está hermoso, como siempre lo está a los ojos de Volkov. Se acerca más a él, lo atrae y lo abraza con fuerza. Un incomprensible sonido sale de la boca del de cresta, entierra su rostro en el pecho del mayor y a los pocos segundos se escucha un bajito ronquido.
Volkov sonríe, en calma, feliz, sobre todo cuando tiene a su pareja en sus brazos. Inspira el olor de su cresta y lentamente se deja envolver en otros brazos, los de Morfeo.
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El ruso viste su característico traje gris, es consciente de que Horacio se quejará al respecto, pero es una vestimenta que le cuesta soltar. Conduce lentamente hasta el estacionamiento interior del Pier del Perro, apaga el motor y antes de bajarse, echa un rápido vistazo a su aspecto en el espejo retrovisor.
Empieza a caminar, en dirección al restaurante Pearl's, en el cual ha hecho una reservación. Hoy es un día especial: 17 de Diciembre. No todos los diecisiete de cada mes acostumbran a hacer algo, más allá de expresar conocimiento de este; sin embargo, dado los recientes acontecimientos, decidieron salir a celebrarlo.
Ha sido una semana de muchos desafíos emocionales para Volkov. Ha decido escuchar a su pareja y aún receloso ante la idea, ha buscado ayuda psicológica. Le ha sorprendido lo cómodo que se siente hablar con la Dra. Allison, la psicóloga, aún hay temas que deliberadamente evita y sabe que le costará; pero siente que es un buen comienzo.
Horacio le ha expresado la tranquilidad que siente al verlo llegar y percibirlo tan comunicativo. Pensaría que después de una de sus sesiones con ella, no quisiera seguir indagando en ello; sin embargo para su sorpresa, Volkov ha mostrado mucha iniciativa en compartirle los sentimientos y pensamientos que le nacen, como resultado de estas.
A Volkov le quedan muchas curvas, subidas y bajadas de lo que conforma la montaña rusa de sus emociones, de cosas que irá descubriendo y de otras que irá aprendiendo, pero ante todo, de lo que no puede estar más agradecido es de tener a Horacio a su lado; sobre todo porque todo esto es impulsado por él. Si no lo hubiese tenido a su lado, no hubiese habido alguien que lo conociera tanto para hacerle notar la disfuncionalidad que estaban generando sus actitudes, la tormenta de la que estaba empeñado en ignorar y el sumergimiento insano que hace en el trabajo cuando la vida misma se hace muy difícil.
El proceso de remover su pasado en búsqueda de sanar cosas de su presente es uno muy complicado, pero con Horacio de su mano, todo es mucho más llevadero.
Atraviesa la entrada del restaurante, y una mujer de vestimenta formal lo saluda cordialmente.
– Bienvenido al Pearl's, Señor. ¿Tiene reservación?
– Sí, a nombre de Viktor Volkov.
– Mesa para dos, ¿es correcto?
– Es correcto, señorita.
La mujer le pide lo que lo siga y lo ubica en una mesa que da hacia un gran ventanal, justo donde se puede apreciar la vista al mar. Es un día entre semana, por lo que hay pocos comensales en el lugar, cosa que el ruso agradece para sus adentros. Después de sentarse y pedir su famoso Beluga Gold Line, el cual es feliz de que lo tengan, saca su teléfono para escribirle a su pareja.
Estoy en el restaurante.
20:01
¿Ya vienes?
20:01
Después de cinco minutos, Horacio aún no responde. Volkov propuso que luego de salir del trabajo, pasaría por él y así llegaran juntos, pero Horacio insistió que se encontraran en el restaurante. Cuando estaba a punto de llamarlo, un mensaje salta en la pantalla.
H 🦋
Voooy
20:08
No pensé demorarme tanto en la peluquería... pero quedé caramelito.
20:08
Pídete tu Beluga ese mientras llego, me demoro jeje
20:09
Volkov suspira, meneando la cabeza en negación, con una sonrisa en su rostro. Sabía que esto podía pasar si dejaba que llegaran por separado, pero lejos de molestarse, se recuesta sobre su asiento; aunque sabe que luego le reclamaría por ello, la verdad es que por Horacio esperaría todo lo que fuese necesario.
Se distrae cuando el mesero le presenta la botella de vodka y procede a hacer toda la parafernalia que tanto disfruta apreciar cuando la abre. Lleva la copa a sus labios y degusta con placer, mira hacia la ventana y se deja llevar por sus pensamientos.
Observa el muelle y crece en él la necesidad de sentir la fría brisa marina sobre él, por lo que toma su copa junto con el abrigo y sale a la terraza del restaurante. Sabe que Horacio va a tardar, sin embargo avisa al mesero que en caso de que llegue, se le haga saber que él estará afuera.
Volkov posa su mano sobre la baranda e inspira el olor a mar. Le da otro sorbo a su trago y suspira. La brisa fría golpea contra su rostro, lo que le hace cerrar los ojos por un momento. Cuando los abre, direcciona su mirada hacia la derecha del Pier, fija su vista en esa alejada zona de rocas; en la que hace más de una semana, ellos tuvieron esa conversación.
Sonríe, no se había percatado hasta ese momento que la mayoría de sus conversaciones más importantes, de alguna forma u otra, las terminaban teniendo siempre cerca al mar. Incluso si no era con Horacio mismo, hablar de él con Nikolai, por ejemplo, también había sido con el mar de testigo.
Esto hace meditar al ruso sobre ello: ¿Por qué el mar? ¿Era una coincidencia? Posa sus ojos sobre el gran cuerpo de agua frente a él. Se da cuenta de que la luz de la luna se refleja sobre el agua, pero no sólo es la luna; el estrellado cielo de esa noche se pinta como un cuadro, utilizando al mar como su lienzo.
Volkov alza su mirada al cielo, ciertamente es mucho más bonito apreciar esos luceros directamente. Repentinas imágenes llenan su mente. Últimamente el hablar de sus pesadillas le está haciendo recordar momentos pasados, donde no todo era especialmente trágico o doloroso. Las estrellas siempre han despertado cierta fascinación en él, "¿por qué?" se pregunta.
Las estrellas lo transportan a momentos, buenos momentos. Se fija en tres estrellas que están más agrupadas que el resto y tal vez influenciado por la emoción, podría incluso afirmar que brillan más que las demás. Su pecho se encoje. Tres estrellas.
¿Si ves esas cuatro estrellas que están muy cerca entre ellas?
Somos nosotros: Aleksandra, Aleksander, tú y yo. Siempre juntos, Мой маленький.
De manera repentina y sin avisar, las palabras de su madre resuenan en su cabeza. Toma un sorbo de su bebida en un intento por disuadir el nudo que se ha formado en su garganta.
– Pues al final... – Volkov habla para sí – Ustedes se volvieron mis estrellas, Мать (mamá)
El peli gris suspira ante la ironía, ante el presagio que ahora entiende, en lo cruel de la vida. Cada persona que Volkov ha perdido a lo largo del camino, ha dejado otra cicatriz más que el tiempo poco a poco ha ido sanando; pero la herida que dejó su familia, ni el mismo tiempo, ese al que dicen que todo lo cura, ha podido hacerlo.
No hay dolor más grande en la vida de un niño que perder a su madre, y Volkov que lo vivió en carne propia, lo puede testificar. Además, como si las circunstancias no hubiesen sido ya de por sí dolorosas, la pérdida de su hermano termina de empeorarlo. Sin embargo, los humanos somos resilientes, y aunque haya sido a tan corta edad, se empeñan en salir adelante, él y Aleksandra. Lastimosamente ya habían tenido que conocer lo que era buscar sustento por su cuenta y ante todo, poder sobrellevar de alguna manera el sobrevivir.
E increíblemente lo consiguen, incluso conocen a alguien de tan buen corazón como Nikolai, del que se enamora su hermana. Pero la vida parecía seguir empeñada en traer sufrimiento y en cuestión de segundos, le arrebatan a Aleksandra.
Sería absurdo juzgar a Volkov por lo que pensó hacer en algún momento, ¿cómo se puede vivir después de tantos golpes? Pero al parecer estaba en su naturaleza seguir, seguir intentando. Se hubiese perdido de tantas cosas que está viviendo en su presente, si hubiese apretado el gatillo.
Pero gracias al cielo (tal vez gracias a esas tres estrellas) no lo hizo y ahí está Volkov, tratando de manejar esas heridas que dejó un pasado cruel, viviendo, está feliz aunque eso hubiese parecido imposible en algún momento; y con ese pensamiento, observa directamente a esos luceros.
Le parece curioso que a pesar de toda la historia detrás de ello, el apreciar su brillo le haga sentir cierta tranquilidad, casi como si apreciarlas fuese una especie de refugio.
Refugio
Hay algo en esa palabra que deja pensando a Volkov y en ese momento siente su teléfono vibrar. Lo saca y observa un mensaje de Horacio.
H 🦋
Ya estoy llegandoooo
20:27
Lo juro
20:27
El ruso sonríe, no sabe por qué exactamente, es lo que su pareja siempre le produce: sonreír. Inevitablemente, sigue ese hilo de pensamientos. Horacio representa tantas cosas en la vida de Volkov, ha estado en la versión más oscura de sí mismo, en la que creía no podía haber otra forma de vivir, en la que se hizo creer que no era capaz de amar, capaz de entregarse a alguien, capaz de permitirse vivir de tantos colores, esos que sólo se permitió explorar con Horacio.
Han sido cambios que le han costado, no fue fácil transformar todos estos pensamientos negativos en lo que son ahora, pero Horacio siempre estuvo ahí, como un constante recordatorio de que era posible, por mucho que se negara a ello. Horacio fue aquella maravillosa irrupción que llegó a desordenar todos los esquemas que, ignorantemente creyó, no iban nunca a ser modificados.
Que equivocado estaba.
Ahora mismo no puede imaginarse su vida sin él a su lado. Horacio no es sólo su pareja, no es sólo el amor de su vida, Horacio es su vida y en ella hay amor porque está él. Es lo primero que piensa al despertar, lo último que quiere ver al dormir, es el que lo guía cuando está perdido, es lo que le brinda calma, es su hogar... es su refugio.
En el rostro de Volkov se forma una expresión de absoluto descubrimiento cuando relaciona ese último concepto con Horacio. Una loca idea se le cruza por la mente y sonríe cómplice a sus tres estrellas.
Y justo siente la necesidad de girarse y confirma porqué, Horacio ha salido por la puerta del restaurante que da hacia la terraza y parece estar buscando a su ruso. Viste un traje de terciopelo rojo con detalles azules, su cresta arreglada de base oscura tiene mechas de color a juego con su traje. Y Volkov piensa que de verdad sí está "caramelito".
El de ojos bicolor se acerca cuando lo ve y habla apresuradamente.
– Perdón, perdón – dice – No iba a demorarme tanto, pero se me lio la tarde y entre que me arreglaba y todo el rollo, se me hizo tarde – hace una pose coqueta – Pero dime, a que estoy guapo, ¿no?
Volkov deja su bebida sobre el banco que allí se encontraba y acorta la distancia entre ellos, envuelve con sus manos la cintura del contrario, sintiendo la agradable textura del traje.
– Estás precioso, cariño mío – le deja un casto beso sobre sus labios – Yo por verte así, te espero toda la vida.
El de cresta se sonroja, por lo que rápidamente cambia de tema.
– Vamos dentro que tengo un hambre que flipas.
– Yo también tengo hambre, eh... – le deja un beso en la mejilla – Pero no precisamente de comida.
Horacio no podría acostumbrarse nunca a los comentarios que le hace su pareja y Volkov desea que no lo haga nunca, porque verlo nervioso es de sus reacciones favoritas.
Finalmente se van de la mano y celebran su día con una bonita cena.
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Volkov despierta, la luz que se filtra por las cortinas le indican que ya hace rato amaneció. Se percata de que Horacio está aferrado a su espalda como si de un koala se tratase, pero aunque le gustaría seguir siendo su árbol de agarre, la imperiosa necesidad de ir al baño le hacen salir con cuidado de la cama, para no despertarlo.
Cuando ya ha bajado a la cocina y ha puesto a hacer su café mañanero, un pensamiento inunda su mente, y sonríe. Por mucho que lo intentó, no pudo parar de pensar en ello durante la cena. Horacio se dio cuenta de que algo habitaba su mente, pero le tranquilizó expresando que sólo tenía que ver con él y lo enamorado que estaba; no mentía, pero el pánico del de cresta le impidió seguir indagando.
Y con eso presente, se dirige a la oficina de la mansión. Abre la laptop y busca el contacto del lugar, cuando lo encuentra, toma su teléfono y marca el número. Una amigable voz le recibe del otro lado.
– Star Registration, ¿en qué puedo ayudarle?
– Buenos días, quisiera saber cómo puedo comprar una estrella.
Fin.
Gracias a todas las personitas que me leyeron, espero hayan disfrutado esta historia así como yo disfruté escribirla. Gracias infinitas a mi Samm, el artista majestuoso de este au, sin él esta historia no se hubiese hecho. Dejo un pedacito de mi corazón en estas palabras, significó tanto para mi hacer esto que siento como un logro cumplido.
Lxs quiero a todxs y por sobre todo... ¡Que viva el Volkacio!
Dibujos hechos por Sammael @snakeofparadise en Twitter.
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