Capítulo 03
_Capítulo 03
La mente de Keith se despertó, o al menos esa fue la sensación que le dio. Miró a su alrededor confuso, no reconocía el cuarto, el lugar y su cuerpo no respondía. Su mente se sentía volar, parecía estar en otro sueño, en otro mundo, pero esta vez estaba en una cama, en una habitación que no reconocía en completa oscuridad y sin embargo, aquel lugar se sentía normal para él.
Al momento sitió como algo le agarraba alrededor de la cintura y tiraba de él hacia atrás. Se comenzó a mover despacio para darse la vuelta, por otro lado su mente solo pensó en huir aunque su cuerpo no respondía. Su interior dejó de respirar, su cuerpo seguía moviéndose solo, acercándose a aquella persona a su lado, besando su cabeza y abrazándola de manera tranquila. Por un momento lo reconoció sin poder creerlo, aquella persona era Lance, era el Lance que había conocido ese día pero con el pelo algo más lardo. Sus ojos pasaron por sus rasgos, su piel seguía siendo tan morena como lo recordaba, sus labios eran finos y su cara tan suave a la vista...
Aquel Lance abrió los ojos y le sonrió, el pelinegro sintió como se sonrojaba en aquella oscura habitación al mismo tiempo que se acercaba a besar su rostro de nuevo. Solo podía pensar en una cosa, esto era un sueño, un estúpido sueño como todos los demás que había tenido pero todo era tranquilo para él, todo era reconocible sensorialmente, se sentía en paz y feliz. Los labios de Lance rozaron los suyos suavemente, disfrutando de aquel cariñoso gesto, Keith por otro lado solo notaba todo su cuerpo revolverse suavemente notando una sensación agradable de calidez, notaba todo su corazón queriendo salirse del pecho.
En un giro rápido notó como Lance se puso sobre él dejándole debajo, sus labios le recorrieron de besos toda su cara, pasando por su frente sus parpados, su nariz sus labios, hasta llegar a la boca donde el anterior beso suave se sustituyó por uno más intenso. Sus manos pronto seguían moviéndose solas y se colocaron en la cintura contraria, levantando la camiseta del moreno a la vez que acariciaba su piel desnuda, tocando aquella delgada pero musculada espalda.
-¡Lance! ¡Keith! ¡Bajad a desayunar de una vez! – Contestó una voz desde el otro lado de lo que parecía una puerta. – Nos vamos a morir de hambre esperándoos, ya es hora de que os levantéis, Pidge os da cinco minutos, si no jura entrar sin permiso con su cámara – Al momento reconoció la voz, era Hunk, ¿Él también formaba parte de aquel sueño?.
En aquel momento rieron juntos y el propio Lance tuvo que apoyarse en el hombro de Keith de la risa. Una de sus manos pasó por el cuello del contrario y enlazó sus dedos entre el pelo, acariciándolo con cariño.
-Va a tener que ser para otra vez me temo – Oyó decir de sus labios el pelinegro.
-Eso parece – Se incorporó levemente para posar sus labios sobre el otro sutilmente antes de levantarse por completo de la cama.
Cuando se levantó la luz se encendió sola mostrando el cuarto a su alrededor. Sus paredes eran blancas aunque su sensación al verlas era las de encontrarse en una especie de capsula, ¿Dónde demonios se encontraba? Su cuerpo se movió, levantándose con pereza de la cama y poniéndose una chaqueta roja que había colgada. Por un momento, se fijó en un pequeño espejo, sus rasgos sin duda eran los de él, su pelo negro caía, sus ojos negros con ese toque violeta estaban ahí. Sus zapatos parecían sacados de un traje espacial aunque al ser blancos y rojos notó como le hacía juego con la chaqueta.
-Siempre con esos pelos – Dijo Lance acercándose para revolvérselos. Genial, pensó Keith, más de lo que ya lo estaban.
-Oye – Le apartó sonrojándose. – Vamos o volverán – Dijo empujándole por los hombros hacia una de las paredes.
Al momento la puerta se abrió automáticamente y comenzaron a andar por un largo pasillo. Parecía todo tan futurista que no reconocía nada, las puertas eran electrónicas, las paredes eran como... ¿de una nave? Sus ojos dieron con lo que parecía una ventana y un enorme cielo oscuro se hizo ante él. Las estrellas y planetas brillaban ante sus ojos como nunca antes las había hecho, los asteroides que pasaban cerca de ahí parecían estar muy cerca de ellos. Tras una vista rápida su cuerpo continuó su camino.
Al entrar al comedor, su decoración parecía sacada de un mal diseño futurista. A la mesa con algo que debía ser comida, reconoció a Pidge, Hunk y ¿Shiro?, junto a ellos dos personas de piel morena y unas pequeñas marcas bajo sus ojos. Keith no reconocía a esas personas sin embargo, su yo corporal en aquel sueño si parecía hacerlo y les saludó como si sus rostros fueran algo habitual en aquel sitio.
-Es una pena que halláis llegado, estaba a punto de ir con mi cámara – Dijo una sonriente Pidge a la que le brillaron los ojos con malicia.
-Corta el rollo Pidge jajajaj no estábamos haciendo nada. – Le contestó Lance.
Mientras comían, todos parecían charlar alegremente a la vez que Lance hacía algunos chistes o picaba a un nervioso Hunk acerca de una chica llamada Shay. Él como solía hacer hasta en la vida real, se quedaba callado, observando las situaciones de la mesa. En ese momento, el pelinegro pensó en Shiro, ese hombre que se le parecía y estaba sentado a su lado, grande, fuerte y amable tal y como recordaba al Shiro que conocía. No obstante, parte de su pelo era blanco, uno de sus brazos parecía robótico... y una cicatriz pasaba por su nariz de forma horizontal, crozando su rostro.
-Keith apenas has tocado la comida, ¿Estás bien? – Se dirigió a él aquel Shiro.
-Sí, perfectamente – Su mano izquierda movió la comida pensativo. Un escalofrío recorrió su hombro al moverlo al agarrar la cuchara y mover la comida, con suerte se controló dejandola en el plato a tiempo.
Respiró profundamente a la vez que su mano derecha tocaba el hombro. Nadie parecía haberse dado cuenta de aquel dolor y la sensación de no haber sido visto le relajó, todos en la mesa seguían dentro de sus conversaciones, salvo Lance. Aquella intensa mirada de ojos azules se cruzó con la suya y vio a un Lance preocupado, era una mirada que al momento desvió en cuanto fue descubierto.
-Ey chicos – Dijo Hunk dirigiéndose a Lance y a Keith que estaban frente a frente en la mesa. – aún no me habéis dicho que queréis esta noche para la cena de navidad, hemos podido comprar comida terrestre en aquel maldito centro comercial así que lograré hacer una buena comida.
-Lo que sea está bien, gracias Hunk. – Respondió Keith.
-Unos nachos estarían de lujo, compraste queso ¿Verdad? Echo de menos los que hacía mi familia cada navidad – Dijo Lance con una sonrisa nostálgica que pronto se dio cuenta y cambiando su expresión totalmente, intentando dar una mayor sensación de que estaba bien. – A Kogane solo le gusta la barbacoa así que échasela a todo y estará encantado jajajaj
-Oye te dije que no le dijeras a nadie lo de la barbacoa – Dijo Keith sonrojado y mirándole sorprendido. – No voy a volver a contarte nada. – Añadió apartando la mirada.
Keith había sido consciente de esa expresión de Lance, no era la primera vez que la veía y aunque sabía de sobra que intentaba ocultarla el siempre la veía y se daba cuenta de la misma. Aquel Keith se sentía preocupado por Lance y parecía por el anterior cruce de miradas que era mutuo, luego estaban aquellos besos y caricias.
El Keith que creía estar soñando notaba demasiado finas las sensaciones, las risas los sentimientos... no entendía bien lo que estaba pasando pero parecían ¿recuerdos? No estaba seguro de poder afirmarlo con completa seguridad. De repente su visión se nubló, parecía que habían pasado algunas horas y frente a él había un robot completamente destrozado, su cuerpo cansado y sudoroso se sentó en el suelo algo mareado. Ante sus ojos y con completa normalidad el robot deshecho desapareció, dejándole a él en el suelo de aquella amplia sala junto al enorme cuchillo rojo y blanco que portaba en su mano.
Una mano tocó su cabeza por detrás, volviendo a alborotar aún más su pelo revuelto por aquel combate. Al girarse encontró la figura de Lance sonriente. Esa sonrisa hizo que tuviera un pequeño escalofrío por su cuerpo y las mejillas de su cara subieran rápidamente de color junto a sus orejas. Desvió la mirada y con la toalla que tenía alrededor de su cuello, empezó a secarse el sudor, intentando lo más que pudo que no se viera su cara.
-¿Cuánto demonios llevas mirándome?- Soltó.
-Lo suficiente como para sentir que necesitaba besarte y hacerte mío... - Contestó.
-¡Lance! Maldita sea...
Si toda su cara estaba roja, aquellas palabras hicieron que lo estuviera aún más. ¿Cómo podía decirlo de manera tan natural? Sin duda era una de las cosas que sentía que siempre le gustaron de Lance. Espera... ¿siempre? Su interior dio un vuelco e intentó despertarse de alguna forma, no le gustaba, era demasiado real demasiado extraño, no quería seguir viendo más. Sentía que tal vez esas sensaciones o sentimientos no le pertenecían.
-Bueno... estas entrenando más duro que otras veces... - Dijo Lance a la vez que se sentaba a su lado muy cerca de él.
-Ya... en pocos días tendremos esa misión con los otros Galra... y quiero que salga todo bien, es nuestra oportunidad de derrotar a Zarkon. – Algo más tranquilo dirigió su mirada hacia él. – Y por fin volveremos a casa, sé cuanto echas de menos a tu familia y más esta noche de navidad.
-¿Eh? Claro que no, estoy perfectamente, no te preocupes por mí.
-Si lo hago sabes porque lo es – Dijo poniendo su cabeza sobre el hombro del contrario.
-Keith... - Suspira. – No quiero que arriesgues más tu vida por mí, aún no se ha cerrado bien esa última herida y no por favor, te vi en el desayuno – Contestó cuando vio que estaba a punto de abrir la boca.
La cara de Lance se sonrojó levemente al sentir como Keith se acercaba sin decir nada y besaba sus labios de forma sutil, rozándolos con los del otro por un momento, breve pero suficiente para que ambos notaran el cariño del otro.
-Lance – Dijo suavemente. – Sé que tu hubieras hecho lo mismo por mí, no te culpes más.
-Lo intentaré... - Dijo a la vez que pasaba su brazo alrededor de los hombros del pelinegro y así poder abrazarle. – Siento que va a pasar algo horrible Keith y de verdad, me gustas mucho, no quiero perderte.
Se quedaron un momento en silencio hasta que Keith correspondió su abrazo de forma suave, colocando sus manos sobre la espalda de Lance a la vez que cerraba sus ojos. Sabía cuando parecía necesitarle, aquel abrazo era una llamada de emergencia a lo que estaba ocurriendo. Se habían conocido tan solo en la academia y sin embargo a partir de todo ese tiempo juntos, a partir de Voltron, fue cuando comenzaron a entenderse más, sus inquietudes, preocupaciones, sentimientos, comprendiéndose el uno al otro al mismo tiempo que se complementaban. Aquellos pensamientos invadieron su mente por varios minutos en los que su mente recapitulaba todo lo que estaba pasando, era demasiado quizá para él y para un solo sueño, porque eso era, un sueño.
Mientras aún se abrazaban, pequeños y delicados besos recorrieron la mejilla de Lance a la vez que una de sus manos se enredaba en su pelo de manera dulce, acariciando su cuero cabelludo, notando como la piel de este se erizaba.
-No vas a perderme, nunca Lance. Somos Voltron ¿recuerdas? Vamos a salir todos de esta, incluso tú y yo, lograremos volver, lograremos acabar con todo esto.
Su propia voz comenzó a dejar de oírse, sus ojos volvieron a nublarse para después pasar a un fondo neutro. Su cuerpo relajado fue despertándose poco a poco, cada uno de sus sentidos comenzó a ser el mismo de nuevo. Hacía mucho tiempo que no recordaba esa sensación, esa en la que se comenzaba a sentir descansado y por fin no se levantaba inquieto, nervioso y sudoroso. Pronto comenzó a oír una voz, una voz que le llamaba, una voz familiar que llevaba un buen rato escuchando. La voz de Lance recorrió su mente de manera suave mientras notaba una caricia sobre sus mejillas, ¿Otro sueño?
-¿Keith? Tranquilo estoy aquí, no me pasa nada, estoy bien.
Sus ojos se abrieron lentamente encontrando a su lado a un preocupado Lance que le miraba con los ojos algo llorosos, esta vez era su Lance, el Lance que acababa de conocer el día anterior. Parpadeó unos instantes antes de mover la mirada y ver que estaba en la habitación del ojiazul pero esta se encontraba completamente a oscuras, salvo por el leve destello que las farolas de la calle entraban por aquellas cortinas azules iluminando suavemente el espacio que se encontraban. Ambos se encontraban tumbados en la cama entre el calor de las sabanas, una de las manos de Keith estaba apoyada suavemente sobre el pecho de Lance mientras que la del otro estaba sobre su mejilla acariciándola con delicadeza.
-Parece que por fin has vuelto, menos mal maldito mullet, me has preocupado – Dijo con una sonrisa.
Keith al encontrarse de repente en aquella situación, esta vez real, notando como sus extremidades le respondían hizo que comprendiera donde se encontraba y que había pasado. La anterior noche casi al final de la película que estaban viendo se había quedado completamente dormido, al parecer su cuerpo había decidido quedarse completamente dormido en una casa ajena y en concreto la de aquella persona, la de Lance Mcclain. Su cuerpo se tensó, su cara se comenzó a teñir de rojo y dejó de sentir sus ardientes orejas.
El silencio se hizo durante unos segundos en los que Keith solo pudo intentar mirar hacia otro lado bajo la intensa mirada del otro e intentar moverse en aquella cama tan pequeña que apenas podían moverse. Por unos instantes, algunos recuerdos del Keith y el Lance de aquellos sueños se hicieron un hueco en sus pensamientos, lo que hizo más incomoda su situación.
-Ah perdona, te quedaste dormido en mi cama y ya era tarde para despertarte – Su mano se alejo despacio de su mejilla y rasco unos instantes su cabeza. – Parecía que me llamabas en sueños y no he podido evitar despertarme pensando que tendrías una pesadilla, ahora siento haberte despertado. También siento que la cama sea pequeña, ya le dije a mi madre que una más grande ahora que soy universitario no vendría mal...
Aún en silencio Keith negó con la cabeza sin saber que decir, no podía contarle lo que acababa de vivir pero también cayó en que su normal silencio podía incomodar aún más la situación con la persona con la que acababa de entrar en una amistad ese mismo día.
-Sí, está bien. Gracias por cuidar de mí, no tenía ni idea de que iba a dormirme, he descansado bien los últimos días. – Dijo mintiendo.
-Tus ojeras no dicen lo mismo – Contestó el contrario mientras pasaba uno de sus dedos suavemente debajo de los ojos de Keith.
Aquella cercanía no parecía incomodarle ya tanto, no como aquella mañana en la que Lance había intentado acercarse a él, esta vez sentía calor sobre su pecho, sentía cercanía a esa persona, no eran sentimientos despertándose, era confianza, Lance le daba mucha confianza, sentía que sabían todo el uno del otro, sensación a la que no estaba nada acostumbrado pero no quería despegarse. Esa sensación hizo que ocultara su rostro en el pecho del otro y le abrazara. Las manos del moreno tocaron su pelo despacio hasta que Keith volvió a caer en un profundo sueño. Esta vez Keith no volvió a ver aquellos extraños sueños, la confianza que Lance le dio en una sola noche le permitió poder dormir en paz. Por otro lado, el de ojos azules se sintió aliviado, ahora era el pelinegro quien le abrazaba después de haber sido rechazado aquella mañana, creando esa sensación de calidez que anhelaba y había vivido ya, su cuerpo se relajó y acabó por dormirse.
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