Capítulo 6

    La plaza fue adornada con globos de color blanco y celeste. Hay guirnaldas colgadas en las fachadas de las tiendas, adornos de flores blancas en la entrada de la iglesia, y las tiendas de la verbena desaparecieron momentáneamente para poder colocar las mesas para los invitados y un pequeño escenario de madera para que suban los músicos. En un extremo hay juegos para los niños pequeños, aunque hay adultos también divirtiéndose. La comida se encuentra en un buffet, idea de madame Marie Claire. La música viene por parte de algunos vecinos que han subido a tocar al escenario. Recuerdo que un trío de chicas de las que peiné hoy en el negocio se quejaron de que los Montalbán pudieron haber contratado una banda famosa para que viniera a celebrar al matrimonio Cacheux, pero a mí me parece encantador que toda la celebración siga teniendo el estilo rústico que tanto nos caracteriza.

Jacques me lleva de la mano entre los vecinos para saludarlos, y nos dirigimos a la mesa de regalos para dejar nuestro obsequio. Yo les obsequiaré un bolso tejido a mano para madame Cacheux, y Jacques les dará un poco de dinero en efectivo para que puedan terminar de reunir los fondos que necesitan para abrir su propio negocio. El matrimonio Cacheux ha soñado toda la vida con tener una tienda de mascotas. Son grandes amantes de los animales y su idea me parece encantadora. Si logran cumplir su sueño, estaré más que encantada de compaginar mi trabajo de estilista con el de cuidadora de animales. Dejamos nuestro obsequio y seguimos recorriendo la plaza. Frente a la iglesia hay un fotógrafo contratado por madame Marie Claire que retrata por un módico precio a las parejas que posan entre los adornos florales. Jacques y yo hacemos fila, y él deja a mi nombre nuestro pedido. Dos fotos para colgar en la pared, dos de tamaño normal y dos para llevar en la billetera.

El pedido estará listo en tres días, así que Jacques podrá llevarse la mitad de las fotografías a París. Todas mis clientas del salón de belleza me han dicho que el vestido que uso es hermoso, y que jamás me he visto mejor. Me hacen apenarme tanto que tengo las mejillas coloradas. Jacques también ha recibido cumplidos por parte de las chicas más jóvenes del pueblo. Me siento contenta cuando él me abraza con más fuerza cada vez que una de esas chicas intenta coquetear con él, me besa frente a ellas y les provoca un ataque de celos. Él es mío y yo soy suya.

Al terminar de recorrer y saludar a los vecinos, nos dirigimos a los juegos de azar para ver a mi padre intentar ganar en el lanzamiento de dardos. Jacques lo convence de jugar una partida juntos y apuestan dinero. Mi novio le da una paliza a mi padre y el público estalla en risas. Me encanta la sonrisa infantil de Jacques. Es la misma de un niño en Navidad. ¿Existe un hombre más perfecto que él?

Luego de jugar un rato, nos dirigimos a una mesa. Los centros de mesa fueron fabricados por mi madre. Son simplemente hermosos. Es una canasta llena de flores y con letras cursivas están escritos los nombres del matrimonio Cacheux. Mi madre es tan talentosa que desearía que pudiésemos vender sus creaciones fuera del pueblo. Veo al matrimonio Cacheux saludando a los invitados mientras Jacques va a buscar bebidas. Madame Cacheux lleva un vestido salmón y su esposo usa un traje gris. Me fascina ver a parejas tan enamoradas como ellos que han pasado casi toda su vida juntos...

Recuerdo al matrimonio Montalbán. Cuando llegaron al pueblo me fascinaba verlos paseando por la verbena y besándose. Sé que su matrimonio está deteriorado y me parece triste. Quisiera hacer algo para ayudar a madame Marie Claire.

—¡Apoline, querida! ¡Te ves encantadora!

Me levanto de mi asiento cuando madame Cacheux se acerca a saludarme. Le doy un abrazo y luego repito el gesto con su esposo. Les guardo mucho cariño. Los conozco de toda la vida.

—Usted luce hermosa, madame Cacheux —le digo con una sonrisa.

—Me fascinan tus joyas, Apoline —dice monsieur Cacheux—. Te ves deslumbrante.

—Tenga cuidado, monsieur Cacheux —dice madame Marie Claire acercándose a nosotros—. Si mi hijo lo escucha creerá que quiere competir con él para conquistar a Apoline.

Monsieur Cacheux suelta una carcajada y continúa con su recorrido con su esposa mientras madame Marie Claire me envuelve en un fuerte abrazo. Luce muy bien, como siempre, con ese vestido de color crema. Veo a monsieur Montalbán conversando con algunos hombres y por alguna razón siento que acaba de discutir con su esposa. Es triste que festejemos el aniversario del matrimonio Cacheux cuando el matrimonio Montalbán está por disolverse.

Escucho cumplidos por parte de madame Marie Claire, y ella se sienta con nosotros en nuestra mesa. Jacques trae los platos con nuestra comida y nos divertimos como nunca. Mis padres se unieron también a nosotros, y no dejamos de bromear y reír. Es como si a nadie le preocupara la partida de Jacques, como si nunca fuera a irse.

Jamás me he sentido tan contenta.

El baile es la mejor parte de la noche. Los músicos tocan una canción lenta luego de que el alcalde, monsieur Gaudet, anunciará que el matrimonio Cacheux bailará frente a nosotros por su aniversario. Ellos abren el baile y las demás parejas van uniéndose de a poco. Veo a mis padres avanzar tomados de las manos y unirse al matrimonio Cacheux. Sonrío embelesada cuando los veo besarse mientras se contonean al ritmo de la música. El panadero invita a bailar a madame Marie Claire luego de que monsieur Montalbán se niega a acompañarla al centro de la pista. Debo admitir que me siento un poco indignada. Ese podría ser el último baile que compartan... ¿Por qué no hacerlo inolvidable?

Jacques se coloca frente a mí y me tiende una mano mientras se inclina un poco y pone la otra mano tras su espalda, diciendo:

—¿Me concede esta pieza, mademoiselle?

Asiento con la cabeza y lo acompaño al centro de la pista de baile. Él no deja de mirarme con esos ojos aceitunados mientras nos movemos al ritmo de la música. Las parejas se mueven alrededor de nosotros, pero para mí es como si sólo existiéramos nosotros dos.

Es ahora cuando recuerdo su partida y el nudo vuelve a aparecer en mi garganta.

Tengo que recargar mi cabeza en su pecho para evitar que él vea mis ojos cubriéndose por una capa de lágrimas. No quiero dejarlo partir. No quiero desprenderme de él. Si hemos pasado juntos toda la vida, ¿por qué el destino es tan cruel para separarnos?

Sollozo en silencio sin darme cuenta y él detiene nuestro contoneo para tomar mi barbilla con sus dedos. Levanta mi rostro para hacer que lo mire. Puedo notar la preocupación en sus ojos. Siento una lágrima solitaria recorrer mi mejilla y mi barbilla comienza a temblar. No quiero llorar. No ahora. No mientras estamos festejando la unión del matrimonio Cacheux. Pero es tan difícil contenerme... Es tan difícil aceptar que mi relación con Jacques está llegando a su fin. ¿A quién engaño creyendo que él volverá? Sé que en París conocerá a mujeres más hermosas que yo, mujeres de buena posición económica a las que no tenga que sorprender con obsequios caros.

Y yo lo amo tanto...

—No quiero verte llorar —me dice en voz baja para que sea yo la única que lo escuche. Tengo que tomar un respiro para evitar sollozar en voz alta—. Apoline, querida, escúchame —me dice y enjuga mis lágrimas con sus pulgares—. No quiero verte triste, Apoline. Eres lo más importante para mí. Sólo quiero verte feliz. Y si no puedes sonreír siempre, entonces yo tampoco podré hacerlo.

Me toma de las manos para besar mis nudillos. Mis sollozos no paran y es ahora que me doy cuenta de lo grave de la situación. Nuestros besos están contados, nuestro tiempo para estar juntos se está acabando. ¿Qué pasará con todos los sueños que teníamos de formar una familia? No nos casaremos nunca, las personas que trabajan en la verbena jamás organizarán una fiesta para celebrar nuestro aniversario de bodas...

Incapaz de hablar, lo beso con pasión para transmitirle así todos mis temores. Él me abraza con fuerza mientras me devuelve el beso. Siento que podría quedarme entre sus brazos el resto de mi vida. Es el único sitio donde me siento segura. Es el único sitio donde siento que no hay nada en el mundo que pueda hacerme daño.

Quisiera poder quedarme así para siempre.

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