Capítulo 28: El fin de un cruel chiste 0.5
Nota: Bueno, este capítulo es la mitad de lo que realmente quería contar en este capítulo.
Y no es por que tuve un bloqueo, fue más por que se descompuso mi computadora y esto solo lo pude terminar en mi celular.
Asi que su ven que es un poco mala mi forma de escribir es por que lo hice desde mi celular.
Pronto estaré escribiendo el resto del capitulo, por el momento creo que es todo.
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Las tres hermanas Loud iban de regreso a casa en la van familiar después de su día en el centro comercial. Lori estaba al volante, concentrada en la carretera, mientras Leni ocupaba el asiento del copiloto. Las dos conversaban animadamente sobre cosas triviales.
—¿Viste esos nuevos zapatos en la tienda? ¡Eran tan lindos!
Exclamó Leni, con entusiasmo.
—Sí, eran bonitos.
Respondió Lori con una sonrisa, manteniendo los ojos en la carretera.
—Tal vez deberíamos volver mañana y ver si están en oferta.
Mientras tanto, Luan estaba en silencio en la parte trasera del vehículo, con la mirada perdida en el paisaje que pasaba rápidamente por la ventana. No podía dejar de pensar en Delion y en lo poco que había logrado acercarse a él. Suspiró profundamente, sintiendo una mezcla de frustración y tristeza.
Lori, notando el silencio de su hermana menor a través del espejo retrovisor, decidió romper el hielo.
—Luan, has estado muy callada. ¿En qué estás pensando?
Luan levantó la mirada y forzó una sonrisa. No quería molestar a sus hermanas con sus problemas sentimentales, ya tenían suficiente en este momento.
—Oh, nada importante. Solo... pensando en el día de hoy.
Leni se giró en su asiento para mirar a Luan, mostrado ser más perceptiva de lo que varias de sus hermanas creían, hablo de lo que creía que molestaba a su hermana menor.
—¡Vamos, Luan! Sabemos que te quedaste con las ganas de hablar más con Delion. Seguro que habrá otra oportunidad.
Luan asintió lentamente. Sin querer dejar que sus emociones pesimistas se mostraran.
—Sí, tal vez... Es solo que parecía tan distante, como si no quisiera tener nada que ver conmigo.
Lori frunció el ceño levemente. Ella también había notado que el chico enmascarado constantemente se mantenía alejado de ella y sus hermanas, como si su presencia le molestará de una o de otra manera.
—No te preocupes demasiado por eso. Algunas personas simplemente necesitan más tiempo para abrirse. Además, Kendall parece llevarse bien contigo, ¿verdad? Quizás pueda ayudarte a acercarte a él.
Luan suspiró de nuevo, no muy entusiasmada con sus posibilidades con el chico.
—Ojalá sea así. Solo quiero conocerlo mejor y entender por qué es tan... así.
Leni sonrió, intentando animar a su hermana.
—¡Estoy segura de que lo lograrás! Tienes una forma de hacer que la gente se sienta cómoda, Luan. Dale tiempo.
Luan escuchaba las palabras de sus hermanas, pero poco a poco, los recuerdos de cómo comenzó todo esto la invadían, llevándola a un tiempo antes de que su vida se entrelazara con la de Delion y el plano astral.
Mientras sus hermanas seguían conversando, la mente de Luan se sumergió en el pasado.
...
...
...
Era un día tranquilo en la casa Loud. El sol brillaba suavemente a través de las ventanas, llenando la casa con una luz cálida y acogedora. En su habitación, Luan estaba ocupada guardando todos sus materiales para ir a animar una fiesta.
Luan tarareaba una melodía alegre mientras organizaba cuidadosamente sus cosas. Hoy tendría que trabajar sola, ya que su amiga Risas estaba ocupada con otra fiesta infantil. No era la primera vez que Luan animaba una fiesta sin su compañera, pero siempre era un poco más difícil, y en cierto modo, emocionante.
Después de asegurarse de que no olvidaba nada, cerró su maletín y lo levantó con una sonrisa decidida.
—¡Todo listo para hacer reír a un montón de niños!
Dijo para sí misma, sintiendo la emoción burbujear en su interior.
Sin embargo, su entusiasmo se desvaneció un poco cuando bajó las escaleras y se dio cuenta de que la van familiar y su hermana Luna no estaba.
Lo cual significaba que Luna se la había llevado a algún lado, dejándola sin medio de transporte. Luan suspiró, visiblemente molesta.
—¿En serio, Luna? Justo hoy...
Pasando por la sala, vio a Lynn Jr. haciendo ejercicio y a Lucy leyendo un libro en su rincón favorito. Ambas hermanas aprecian intentar mantenerse lo más alejadas la una de la otra constantemente.
—Chicas, ¿han visto a Luna? Se llevó la van y ahora tengo que caminar hasta la fiesta.
—Lo siento, Luan. No la he visto.
Respondió la deportista, sin detenerse en sus ejercicios, pero con un tono amable en su voz.
Lucy levantó la vista de su libro y solo negó con la cabeza.
—No la he visto desde esta mañana.
Luan resopló y ajustó el maletín sobre su hombro. Sabía que pelear o enojarse en este momento solo la retrasaría más de lo que realmente podía permitirse.
—Supongo que tendré que caminar. Nos vemos más tarde.
—Buena suerte, Luan.
Dijo Lucy sin levantar la mirada de su libro, ya que parecía realmente concentrada en lo que estaba leyendo.
—¡Haz que se diviertan!
Añadió Lynn, deteniéndose y dándole un pulgar arriba a su hermana en señal de apoyo, la castaña mayor solo pudo sonreír ante el gesto de su hermana menor. Luan salió de la casa, su buen humor un poco empañado por la situación inconveniente provocada por su hermana mayor.
Aun así, se prometió a sí misma que no dejaría que nada arruinara la fiesta para los niños. Mientras caminaba por el vecindario, el aire fresco la ayudó a calmarse y a recuperar parte de su entusiasmo. Sabía que haría reír a muchos niños hoy, y eso siempre la llenaba de alegría.
Durante su camino, mientras los rayos del sol filtraban a través de las hojas de los árboles, Luan no pudo evitar que sus pensamientos se desviaran hacia sus hermanas.
Últimamente, las cosas en la casa Loud habían sido más tensas de lo habitual. Las peleas eran más frecuentes y, para su sorpresa, la mayoría de estas peleas involucraban a sus hermanas contra Lynn.
Lynn, conocida por su naturaleza competitiva y a veces agresiva, había estado actuando de manera extraña últimamente. Lo que más desconcertaba a Luan era que Lynn había sido inusualmente amable con ella y con Lana.
Recordaba la última vez que vio a Lynn. Ella y Lana estaban trabajando juntas en el jardín cuando Lynn se acercó con una sonrisa y les ofreció ayuda. No era típico para la deportista ofrecerse voluntariamente para tareas que no involucraran algún tipo de competencia.
Lana, ya acostumbrada a que Lynn la ayudara o jugara con ella, la aceptó de inmediato, mientras que Luan observaba a su hermana con una mezcla de sorpresa y curiosidad.
—Gracias, Lynn. No esperaba que te ofrecieras a ayudar,
Había dicho Luan, tratando de esconder su desconcierto. Lynn se encogió de hombros y sonrió.
—Bueno, pensé que sería bueno pasar más tiempo con ustedes. Además, es una buena manera de hacer ejercicio.
Luan sonrió ante el recuerdo, pero la preocupación seguía presente. Las tensiones con el resto de las hermanas eran palpables, y a pesar de los esfuerzos de Lynn por ser más amable con ella y Lana, Luan no podía evitar sentir que algo más estaba sucediendo. Algo que Lynn no estaba compartiendo con nadie.
Mientras caminaba hacia la fiesta, Luan notó una sombra que se movía por la calle. Por un momento, pensó que estaba alucinando. Sin embargo, al fijarse nuevamente, vio claramente a una chica de largo cabello negro caminando al otro lado de la calle.
Reconoció de inmediato quién era.
Una compañera de clase muy seria y callada. Aunque no había hablado mucho con ella, sabía que siempre se mantenía al margen, observando en silencio. Luan pensó en ir a saludarla, pero recordó que tenía que llegar a la fiesta que iba a animar y no quería llegar tarde.
—Será mejor que siga mi camino.
Murmuró Luan para sí misma, sintiendo una punzada de curiosidad sobre qué hacía su compañera allí.
Decidiendo no darle más vueltas al asunto, Luan continuó su caminata, ajustando su maletín que llevaba todos sus materiales de comedia y globos. Sin embargo, no podía sacarse la imagen de su compañera de clase de la cabeza.
Finalmente, llegó a la casa donde se celebraba la fiesta. La puerta se abrió casi al instante, y una madre agradecida la recibió con una sonrisa.
—¡Luan! Gracias por venir. Los niños están muy emocionados
Dijo una mujer, invitándola a pasar.
Luan forzó una sonrisa, intentando apartar los pensamientos de su compañera de clase y Lynn de su mente.
—¡No hay problema! ¡Estoy lista para hacerles reír!
Los niños la recibieron con gritos de entusiasmo, y Luan rápidamente se sumergió en su papel de payasa, sacando sus globos y comenzando su espectáculo. A medida que avanzaba el show, las risas de los niños y sus caras felices lograron distraerla de sus preocupaciones.
A mitad de su actuación, mientras hacía malabares con unos peluches, notó que su teléfono vibraba en su bolsillo. Sabía que no debía revisar mensajes durante el trabajo, pero una corazonada la impulsó a hacerlo. Mientras los niños aplaudían y reían, Luan sacó el teléfono discretamente y vio que tenía un mensaje de su amiga Risas.
—[Hey, ¿cómo va todo en la fiesta? ¿Necesitas ayuda?]
Luan frunció el ceño, sorprendida por el mensaje. Era raro que Risas le preguntara eso cuando ella misma estaba ocupada con otra fiesta.
—[Todo bien por aquí, gracias. Termino en una hora]
Respondió rápidamente antes de guardar el teléfono y continuar con su espectáculo.
Después de un par de horas llenas de risas, Luan estaba repartiendo globos con formas de animales cuando una niña se acercó a ella. La pequeña parecía muy tímida y algo asustada, con los ojos fijos en el suelo y las manos temblorosas.
Luan notó el estado de la niña y decidió acercarse a ella para ofrecerle un globo. Sin embargo, cuando dio un paso adelante, la niña retrocedió, mostrando aún más miedo. Luan, concentrada en ser amable y hacerla sentir cómoda, no se dio cuenta del creciente temor de la niña y siguió acercándose.
Justo cuando la niña estaba a punto de llorar, un niño, notablemente más pequeño que la niña, se interpuso rápidamente entre Luan y la pequeña. Era un niño de aspecto protector, con los brazos extendidos para proteger a la niña.
—¡No asustes a mi hermana!
Exclamó el niño, mirando a Luan con seriedad.
Luan se detuvo de inmediato, sorprendida por la reacción del niño. Se agachó a su nivel y sonrió suavemente, tratando de mostrar que no tenía malas intenciones. Sin embargo, cuando miró más de cerca al niño, una silueta sobrepuesta apareció ante sus ojos.
La figura de un niño de cabello blanco.
Cuando Luan vio la silueta del niño de cabello blanco, un intenso dolor de cabeza y un mareo repentino la desorientaron. Trató de mantener la calma y alejarse de los niños, pero el dolor de cabeza aumentaba con cada paso que daba.
—¿Estás bien, señorita payasa?
Preguntó el niño pequeño, notando la expresión de dolor en el rostro de Luan.
Luan forzó una sonrisa.
—Sí, estoy bien. Solo necesito... un momento.
Se alejó de los niños y buscó un lugar tranquilo en el jardín, intentando tomar aire y aliviar el dolor. Pero la presión en su cabeza seguía aumentando, haciendo que su visión se volviera borrosa.
—¿Qué me está pasando?
Murmuró, apoyándose en una mesa para no perder el equilibrio.
El mareo la hacía sentir como si el mundo girara a su alrededor. Cerró los ojos e intentó concentrarse en su respiración, pero la imagen del niño de cabello blanco seguía apareciendo en su mente, más vívida y real.
Finalmente, el dolor de cabeza se volvió insoportable y Luan se desplomó sobre el césped. Los padres de los niños en la fiesta notaron que algo andaba mal y corrieron a ayudarla.
—¡Llamen a una ambulancia!
Fue lo último que pudo escuchar antes de que su conciencia fuera tragada por la oscuridad.
...
...
...
Cuando Luan abrió los ojos, se encontró rodeada de una profunda oscuridad.
Parpadeó varias veces, tratando de enfocar su visión, pero la oscuridad permanecía impenetrable.
Dio un paso hacia adelante y sintió un frío húmedo bajo sus pies.
Miró hacia abajo y notó que estaba de pie sobre una capa de agua que le llegaba al nivel de los tobillos.
Que reflejaba débilmente la escasa luz que parecía provenir de algún lugar lejano e indeterminado.
—¿Dónde estoy?
Murmuró para sí misma, su voz resonando ligeramente en el vasto vacío.
El silencio era abrumador, roto solo por el ocasional sonido del agua moviéndose, provocado por ella.
La comediante se frotó los brazos, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo. Avanzó con cautela, sus pies chapoteando suavemente en el agua, mientras trataba de orientarse.
—¿Hola? ¿Hay alguien ahí?
Llamó, esperando una respuesta que no llegó.
El miedo comenzó a infiltrarse en su mente, pero lo empujó a un lado, tratando de mantener la calma.
Recordó las técnicas de respiración que había aprendido para manejar la ansiedad y las utilizó para calmar su creciente pánico.
Continuó caminando, escuchando atentamente cualquier sonido que pudiera guiarla.
De repente, sintió una leve corriente de aire, como si algo se moviera cerca de ella. Se detuvo y giró sobre sí misma, intentando localizar el origen del movimiento.
—¿hola?
Preguntó, su voz temblando ligeramente.
Cuando Luan confirmó que algo realmente se movía a su alrededor, una risa oscura resonó en la oscuridad. Era una risa inquietante, cargada de una malevolencia que la hizo estremecerse.
Intentó identificar de dónde provenía, pero parecía emanar de todas partes a la vez.
—¿Quién está ahí?
Preguntó, ahora su voz temblando de miedo.
La risa continuó, cada vez más fuerte y más cercana, rodeándola. Luan sintió que su corazón se aceleraba y su respiración se volvía superficial.
—¡Muéstrate!
Gritó, girando sobre sí misma para intentar localizar la fuente del sonido.
De repente, la risa se detuvo, y el silencio volvió a reinar. Luan se quedó quieta, sus sentidos en alerta máxima, cada pequeño sonido amplificado en su mente.
Sentía que algo la observaba, una presencia invisible que parecía disfrutar de su miedo.
Entonces, una voz grave y despectiva emergió de la oscuridad.
—Luan... eres el peor tipo de hermana. Quieres olvidar todo en favor de compensar tu falta de talento.
Luan retrocedió, el agua bajo sus pies chapoteando suavemente.
—¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí?
Preguntó, su voz quebrada por el temor. La voz continuó, cruel y burlona.
—Comparada con el resto de tus hermanas, eres una mediocridad. Ellas dominan sus talentos, son sobresalientes. ¿Y tú? Eres una sombra, un chiste.
Luan negó con vehemencia las acusaciones de la voz oscura.
—¡Eso no es cierto!
Exclamó, sintiendo la ira y la determinación burbujear dentro de ella.
—Yo nunca olvidaría a mi familia. Mis hermanas y mis padres son lo más importante para mí.
La voz soltó una carcajada que resonó en la oscuridad. Era una risa llena de desdén, que se burlaba de sus sentimientos y los minimizaba.
Luan sintió su corazón latir con fuerza, la rabia crecía dentro de ella.
—¡Cállate!
Gritó Luan, su voz llena de furia.
—¡No sabes nada sobre mí ni sobre mi familia!
La risa continuó, una cacofonía que parecía burlarse de su desesperación.
Luan apretó los puños, sus uñas clavándose en sus palmas mientras buscaba la fuerza dentro de ella para enfrentar esta oscuridad.
—Mis hermanas y mis padres son todo para mí.
Dijo, su voz temblando pero esta vez de enojo y no de miedo.
—Siempre han sido mi inspiración y mi fuerza. Nunca los abandonaría ni los olvidaría.
La risa resonaba aún más fuerte y burlona, llenando el espacio oscuro con su eco inquietante.
—Pero ya lo has hecho antes, Luan
Dijo la voz, su tono grave y sarcástico.
—Ya has dejado a uno de tus familiares en el olvido, como si nunca hubiera existido.
Luan tuvo un mal presentimiento de la palabras de la voz, sentía que algo estaba realmente mal en su mente.
—¿De qué estás hablando?
Preguntó, su voz mostrándo la confusión y el miedo qué se mezclaban en su interior.
De repente, una estatua apareció frente a ella, emergiendo de la oscuridad como una figura fantasmal.
La estatua era una copia exacta de ella, con la mano extendida hacia adelante. Luan la miró con asombro y desconcierto.
—¿Qué es esto?
Murmuró, acercándose lentamente a la estatua. La perfección del detalle en la escultura era inquietante, desde su expresión hasta cada mechón de su cabello.
La mano extendida parecía casi suplicante, como si buscara alcanzar algo.
—Esa estatua es la representación de los recuerdos de aquel que dejaste en el olvido.
Dijo la voz, burlona. Disfrutando de las expresiones de confusión, miedo y tristeza de la comediante.
Luan negó con la cabeza, sintiendo una mezcla de miedo y rabia, mientras intentaba retener las lágrimas que amenazaban con salir.
—Eso no es cierto, yo nunca haría eso. Nunca olvidaría a alguien de mi familia.
Intento decir de manera firme, pero el temblor en sí voz traicionaba su intento de parecer fuerte.
La risa se hizo más fuerte, reverberando en la oscuridad.
—¿Estás segura de eso, Luan? Piensa bien. ¿A quién has olvidado? ¿Quién ha desaparecido de tu vida sin que tú lo hayas notado?
Luan retrocedió un paso, sintiendo que su mente y sus recuerdos cada vez eran más confusos. Como si algo en ellos no estuviera bien.
—No... yo no... eso no puede ser verdad.
Luan cerró los ojos con fuerza, tratando de recordar, pero por más que lo intentaba, su mente seguía en blanco.
La desesperación comenzó a apoderarse de ella. No podía aceptar que había dejado de lado a uno de sus familiares. Pero la voz continuó, ahora más insistente y cruel.
—Siempre hubo alguien más.
Susurró la voz, su tono ahora lleno de insinuaciones venenosas.
—Alguien que siempre te ayudó a ti y a tus hermanas. Alguien cuyo lugar fue remplazado por tu hermana mayor.
Luan negó con la cabeza, sus manos temblorosas al intentar cerrarlas en puños.
—Eso no es verdad.
Murmuró, pero todos sus recuerdos con Lori, poco a poco se difuminadan. Las fiestas en las que Lori la ayudaba, las veces que ella y Lori reían con sus chistes.
Todos esos recuerdos parecían tan falsos, como si nunca hubieran pasado.
—Lori, ella siempre ha cuidado de nosotras.
La risa de la voz resonó, fría y burlona.
—Oh, pobre tonta.
Se burló, mientras disfruta del mar de emociones negativas de la comediante.
—Pero puedes vivir en paz, Luan. Solo tienes que alejarte de la estatua.
Dijo casualmente la voz, como si le diera el camino fácil a la chica.
—Vive en un mundo donde esos recuerdos ya no existen, donde el dolor y la culpa no te persigan, donde tu sueño se cumpla.
La voz intentó persuadirla para que dejara esos recuerdos en el olvido para siempre.
Luan se detuvo por un momento, considerando las palabras de la voz. Sin embargo, la sensación de ñ que importante faltaba en su vida era demasiado fuerte para ignorarla.
Apretó los puños, determinando que no podía vivir con esa decisión cobarde.
—¡No!
Dijo con firmeza, dirigiéndose hacia la estatua.
—No voy a ignorar esto. Necesito saber la verdad.
La voz soltó una risa despectiva, pero si Luan hubiera estado más calmada abría notado la frustración en aquella voz.
—Te arrepentirás.
Pero la castaña no se dejó intimidar. Con determinación, se acercó a la estatua y extendió su mano hacia la figura de piedra. Sin dudarlo ni un segundo, tomó la mano extendida de la estatua.
En el momento en que sus dedos tocaron la fría piedra, una ráfaga de recuerdos invadió su mente.
Todos los recuerdos que tenía de su hermana mayor ayudándola fueron reemplazados por los de un chico de pelo blanco, siempre a su lado, ayudándola a ella y a sus hermanas con una sonrisa.
Las imágenes pasaban rápidamente, el chico siempre ayudando a sus hermanas, compartiendo momentos felices, siempre presente y dispuesto.
Entre lágrimas, Luan pudo decir su nombre.
—Lincoln...
Poco a poco, se volvía consciente de aquello que había perdido, de aquel que de manera injusta fue olvidado.
Pero la sonido de la risa de aquel ser que se escondía en la oscuridad la sacó de sus pensamientos.
—¿De verdad crees que recordar y sentirte culpable cambiarán algo?
La voz se burlaba de la chica por haber preferido sufrir un camino lleno de culpa y remordimientos.
—Te di una salida, pera que pudieras vivir tu patético sueño, pero decidiste sufrir la verdad.
La risa oscura resonaba a su alrededor, llenando el aire con un eco siniestro. Pero la castaña no reaccionaba.
Pero de un momento a otro Luan se levantó con una determinación feroz, sus ojos llenos de lágrimas y rabia.
—¡¿Por qué hiciste esto?! ¡¿Por qué hiciste que olvidáramos al único de nuestra familia que realmente me comprendía?!
La voz respondió con un tono frío y cruel, disfrutando de hacer sufrir a la chica.
—Yo no hice nada. Este es el resultado del deseo de tu hermana Lynn.
El tono de la voz se volvía más cruel con cada palabra que decía.
—Ella hizo que todo el mundo olvidara a su hermano, con la intención de que pudieran cumplir sus sueños sin que el les estorbaba.
Luan parpadeó, atónita.
—¿Qué estás diciendo? Lynn nunca haría algo así.
Afirmó la chica, pero la voz soltó una risa amarga.
—Oh, pero lo hizo, con su egoísmo y su necesidad de ser la mejor en todo, decidió que Lincoln era un obstáculo.
Luan, quería refutar las palabras de aquel ser que se escondía en la oscuridad, pero algo en lo profundo de su ser le decía que la voz no mentía.
—Yo solo me aseguro que no recuerden nada innecesario, pero tu y tus hermanas son muy molestas para mi gusto.
La irritación en la voz era muy evidente, era como si el solo hecho de que Luan estuviera en este lugar fuera un error que no debería haber pasado.
—Bueno, almenos todavía tengo los recuerdos de algunos de tus familiares.
Continuó la voz, pero con su tono sarcástico y burlon, mientras soltaba una carcajada. Era como si la irritación y frustración que había mostrado antes fuera mentira.
Luan apretó los puños, temblando de rabia y tristeza, toda la palabrería de la voz solo había logrado que su ira opacara su tristeza.
—¡No permitiré que sigas controlándonos! ¡No permitiré que nos alejes más de Lincoln!
La risa se detuvo abruptamente, y la voz se volvió más seria.
—¿De verdad crees que puedes cambiar algo ahora? El daño ya está hecho. Tu familia está rota, y nada de lo que hagas podrá arreglarlo.
Luan respiró hondo, llenándose de determinación.
—Tal vez no pueda arreglar todo de inmediato, pero no me rendiré. Haré todo lo que esté en mi poder para recuperar a Lincoln y unir a mi familia de nuevo.
Luan, con el corazón acelerado, empezó a moverse en busca de una salida de aquel oscuro y misterioso lugar.
Tenía que regresar con su familia, tenía que encontrar a su hermano, tenía que arreglar todo esto. Mientras avanzaba, la voz resonó nuevamente en la oscuridad, esta vez con un tono sombrío y malicioso.
—¿Crees que puedes arreglarlo todo, Luan? No puedes. Aquel que era tu hermano ya no es el mismo. Creció para odiar a una familia que lo olvidó.
Luan sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero no se detuvo.
—No te creo.
Dijo con firmeza, ya que creía en el amor incondicional de su hermano.
—No importa lo que haya pasado, Lincoln sigue siendo mi hermano.
La voz soltó una risa burlona.
—Sigue soñando, ha cambiado. El amor y el cariño que alguna vez tuvo por ustedes se han convertido en odio y resentimiento. Nunca lo recuperarás.
Luan cerró los ojos, tratando de bloquear las palabras de la voz. Sus pensamientos se centraron en los recuerdos de Lincoln.
Su risa, su apoyo incondicional, su bondad. Esos recuerdos le dieron la fuerza para seguir adelante.
—Tal vez haya cambiado.
Admitió Luan.
—Pero no me rendiré. Haré todo lo posible para traerlo de vuelta.
La voz permaneció en silencio, pero de la oscuridad se empezaron a escuchar pasos que poco a poco se acercaban al lugar donde estaba Luan.
El corazón de la chica latía con fuerza, y el miedo se apoderaba de ella, asta el punto que se detuvo por el miedo que sentía.
De la oscuridad emergió un ser monstruoso, un conejo humanoide muy alto y tan delgado que parecía desnutrido.
Tenía una gran sonrisa perpetua en su horrible rostro, y sus garras eran tan largas que parecían cuchillos. Se movía lentamente, pero de una manera antinatural y aterradora.
Luan retrocedió instintivamente, su mente buscando desesperadamente una salida. El monstruo la miraba con sus ojos brillantes y vacíos, llenos de una malevolencia insondable. La voz resonó de nuevo, esta vez desde el propio monstruo.
—¿Crees que puedes escapar, Luan? Te has olvidado de quien realmente eres y de lo que has dejado atrás.
El conejo monstruoso dio un paso hacia ella, sus garras brillando con una luz siniestra. Luan sintió que el pánico la envolvía, pero también una determinación feroz.
Ella no podía dejar que este monstruo la derrotara. Tenía que encontrar a Lincoln, tenía que arreglar las cosas.
—¡No! ¡No voy a dejar que me detengas!
Gritó Luan, su voz resonando en la oscuridad. El monstruo soltó una risa espeluznante, avanzando lentamente.
—Eres débil, Luan. Siempre lo has sido. Nunca serás capaz de ayudar a tu familia.
Luan cerró los ojos por un momento, recordando todas las veces que Lincoln había estado allí para ella y sus hermanas.
Abrió los ojos y miró directamente al monstruo.
—No soy débil. Y no estoy sola. Tengo a mi familia, y haré lo que sea necesario para salvarla.
El monstruo se detuvo, su sonrisa desapareciendo por un momento, como si las palabras de Luan lo hubieran desconcertado. Luego, con una voz burlona y sarcástica, le preguntó:
–¿Cuál familia? Tus padres han olvidado todo y no van a recordar nada. Tus hermanas están tan separadas, peleando entre sí. Y tu hermano está en algún lugar lejos de ti. ¿Cómo piensas arreglar todo esto?
Luan sintió un nudo en la garganta. La verdad en las palabras del monstruo la golpeó con fuerza, pero no podía permitir que el miedo la paralizara.
Respiró hondo y levantó la cabeza, enfrentando al monstruo con una determinación renovada.
—Tal vez no sé exactamente cómo arreglar todo
Hablo su voz firme a pesar del temor.
—Pero sé que no puedo rendirme. No mientras tenga la posibilidad de cambiar las cosas.
El monstruo soltó una risa fría y cruel.
—Eres patética, Luan. Siempre tan optimista, tan ingenua. Tu familia está rota, y no puedes hacer nada para arreglarla.
Luan apretó los puños, recordando los momentos de unidad y amor que había compartido con su familia. No importaba lo que este monstruo dijera, ella sabía que su amor por ellos era real y fuerte.
,—Puede que esté asustada y que no tenga todas las respuestas.
Admitió Luan.
—Pero sé que el amor y la determinación pueden superar incluso las situaciones más oscuras. No importa cuántas veces caigamos, siempre nos levantaremos.
El monstruo la miró por un largo momento, sus ojos oscuros, evaluándola. Luego habló nuevamente, con una voz gélida y llena de desprecio.
—Intenta todo lo que quieras, Luan. Pero solo podrás hacerlo hasta que regrese tu hermana mayor.
En ese momento, muchos ojos aparecieron desde la oscuridad, todos fijados en Luan. Cada par de ojos parecía emanar diferentes emociones negativas: ira, tristeza, desprecio. Luan sintió una oleada de ansiedad al darse cuenta de que todas esas miradas estaban enfocadas en ella.
El ser continuó, su voz resonando en la penumbra.
—Hasta que la primogénita regrese, no podrás acercarte a tu hermano ni intentar salvarlo de ninguna manera.
Luan sintió un frío intenso recorrer su columna vertebral. La presencia de los ojos y las palabras del monstruo la hicieron sentir pequeña y vulnerable, pero no estaba dispuesta a rendirse.
—¿Qué has hecho con mi hermano?
Gritó Luan, su voz temblando, pero llena de determinación.
—¡Dímelo!
El monstruo soltó una carcajada siniestra.
—No he hecho nada. Tu hermano está donde siempre ha estado, en el olvido. Y hasta que Lori regrese, seguirás sin poder hacer nada por él."
Luan apretó los puños, sintiendo una mezcla de desesperación y rabia.
—No creo en tus mentiras.
Dijo con firmeza.
—Voy a encontrarlo y voy a salvarlo.
El monstruo la miró con desprecio.
—Eso es lo que crees, pero no entiendes el verdadero poder del olvido. No puedes luchar contra lo que ya ha sido enterrado en la mente de todos.
Los ojos en la oscuridad comenzaron a acercarse más, rodeando a Luan. La sensación de estar siendo observada y juzgada era abrumadora.
Luan apretó los puños, sintiendo una mezcla de desesperación y rabia, pero antes de que pudiera decir algo en su defensa, la oscuridad empezó a tragársela rápidamente, como una ola devoradora. Su voz quedó atrapada en su garganta, incapaz de salir, mientras sentía cómo la oscuridad se cerraba sobre ella, sofocándola.
Justo antes de que su conciencia se desvaneciera, la siniestra risa del ser que la estaba juzgando resonó en su mente.
Era un sonido escalofriante y burlón, lleno de una maldad que la hacía temblar. La risa reverberó a su alrededor, haciendo eco en la negrura que la rodeaba.
Y entonces, todo se apagó.
...
...
...
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Gracias por leer esta capítulo.
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