CAPÍTULO 86
Corría con todas sus fuerzas, debía darse prisa porque la onceava ronda podría terminar en cualquier momento, ya que se estaban enfrentando dos rivales que, no eran precisamente débiles que digamos.
Alvitr sonreía con malicia, si la idea que cruzó por su mente la ejecutaba bien, iba a destruir el maldito ego de las deidades de puta vez por todas.
—¡Esto es perfecto! Que buena idea se me ocurrió, estoy muy segura que con esto mi hermana Brunhilde se sentirá complacida, y muy contenta. Seré su más grande orgullo jajaja...
Mientras Alvitr seguía corriendo, una especie de nube cuál caricatura emergió de su cabeza, y dentro de dicha nube se podía observar a Alvitr y a Brunhilde pero en modo chibi...
—¡Bien, bien, muy bien, Alvitr, muy bien, lo hiciste muy bien, me siento orgullosa de ti, hermanita —dijo Brunhilde modo chibi, mientras le acariciaba los cabellos a su hermanita que, como mencioné antes, estaba en modo chibi—. Te proclamaré como la más fuerte e inteligente de todas nosotras, eres la mejor Valkiria que jamás haya existido en toda la historia, ¿Qué te parece?
—¡Si! —dijo la pequeña Alvitr chibi, pero con una gran sonrisa de oreja a oreja.
No obstante, dentro de aquella nube apareció también su humano, es decir Seiya el santo de pegaso, pero viéndose como el muchacho más hermoso y guapo de todo el mundo, unos preciosísimos ojos achocolatados y una mirada que conquistaría sin demora el corazón de cualquier fémina. Seiya tomó la mano de Alvitr, y la sostuvo con fuerza, mirándole a los ojos le dijo, con una voz romántica...
—Alvitr, eres increíble y única..., sin duda alguna eres la dueña de mi corazón y alma. ¡Por favor, Alvitr, cásate conmigo y seamos felices juntos! —dijo Seiya, vuelvo y repito, viéndose como el muchacho más hermoso de todo el mundo.
La pequeña nube desapareció de golpe, dejando a Alvitr sumamente roja y con una sonrisa típica de toda chica enamorada...
—¡Ay, que vergüenzaaaaaa! —dijo Alvitr, riéndose y sonriendo a más no poder, en verdad se encontraba felíz y emocionada porque su idea iba a funcionar.
No obstante, y por andar imaginando cosas cuál jovencita enamorada, no vió muy bien por dónde caminaba y terminó por chocarse, al doblar una esquina, con una persona. Alvitr terminó en el suelo, gracias a eso siendo sacada de sus pensamientos...
—Oye, niña, ten cuidado me vas a ensuciar los zapatos y son costosos —dijo aquella persona con la que Alvitr se chocó.
Alvitr, desde el suelo, levantó su mirada enojada...
—¡Oye fíjate bien por dónde cami..! —en ese momento la jóven Valkiria guardó absoluto silencio al ver a la persona, no mejor dicho, al ver al hombre más hermoso, bonito, atractivo, guapo, bello, precioso, único, incomparable, exquisito, metro sexual, ¡Un dios entre los hombres, alguien que no debió caminar entre mortales porque lo ofendían, el ser angelical más hermoso que haya existido en toda la historia de la jodida humanidad la puta madre!
—¿Yo fijarme? Pero si la que andaba corriendo como una loca fuiste tú... —dijo este hombre, PERO LA PUTA MADRE NO EXISTE NI EXISTIRÁ OTRO SER MÁS GUAPO QUE ÉL, CARAJO!
Steven2: *sangre saliendo de su nariz* ¿No había otra imagen menos..., sugerente?
Steven: *sangre saliendo de su nariz a chorro* Nel, así se queda jiji
Alvitr quedó sin palabras al verlo, sobre todo al ver esos bellísimos ojos azules, lo alto que era y su para nada normal cabello, tan blanco como la nieve. Este hermoso peliblanco —que no se note que vivo enamorado de Satoru Gojo— observó a la chica quedarse sin palabras...
—¿Qué sucede? ¿Te comió la lengua el ratón? —preguntó Gojo.
—A-Ah, n-no, es solo qué..., ¿Quién eres tú? —preguntó Alvitr, finalmente poniéndose de pie enfrente del hechicero más fuerte.
—¿Quíen soy yo? ¿Es que acaso no me reconoces, niña? —Gojo en ese momento sonrió con mucha confianza en sí mismo y se colocó sus lentes oscuros—, soy el hechicero más fuerte de todos los tiempos, soy Satoru Gojo. Es una pena que no me hayas reconocido, de haberlo hecho te hubiera dado un autógrafo.
—¿Espera qué? Yo no necesito ningún autógrafo tuyo —dijo Alvitr, un poco molesta por aquella arrogancia—, además tengo apuro, no puedo perder mi tiempo hablando contigo.
Alvitr en ese momento continuó con su trayecto; no obstante no llegaría muy lejos cuando Gojo mencionó algo que la hizo detenerse por completo.
—Lo mismo digo, tengo cosas que hacer, debo ir a mi habitación y prepararme para la siguiente ronda. No voy a esperar más, ya quiero salir a combatir.
Alvitr se volteó y lo miró a los ojos...
—¿Qué? ¿Entonces tú también fuiste seleccionado para pelear en el Ragnarok? ¿Tú también eres un representante? —preguntó Alvitr.
Gojo volvió a sonreír cuando Alvitr preguntó eso...
—Por supuesto —se volteó y continuó su camino—, cuídate mucho, y espero que mires mi combate, no durará ni un minuto pero te aseguro que la victoria será mía, en fin..., adiós pequeña, cuídate.
Luego de eso, Gojo se retiró hacia donde dijo que iría, dejando sola a Alvitr. La pequeña Valkiria quedó algo confundida con lo que escuchó, esa arrogancia..., no, no se trataba de Escanor o Yujiro, esa arrogancia; mejor dicho, esa confianza y esa seguridad en sus palabras...
¿Verdaderamente Satoru Gojo terminaría su pelea en menos de un minuto?
Sin perder más el tiempo, continuó con lo suyo, debía dirigirse rápido hacia la arena del Valhalla antes de que la onceava ronda termine.
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ARENA DEL VALHALLA...
Ryuko miraba con muchísimo enojo la zona VIP, más en específico a Apollo, al dios que permitió que la décima ronda continuase a pesar de la tremenda estupidez que cometió Ares que fué atacar al público, y no solo eso, dejar que Ares sea proclamado vencedor aún después de que su hermana gemela, una supuesta diosa perfecta haya recurrido a hacer trampa.
Así la escena, tanto Apollo como Ryuko viéndose a los ojos, el dios del sol y la adolescente rebelde, viéndose directo sin pestañear. Hermes se acercó a Apollo cuando Ryuko juró matar a su hermana gemela...
—¿Esa muchacha en verdad es muy valiente, no lo crees? —preguntó Hermes.
—Sí es muy valiente, esa ternura esa chica aunque un poco desvergonzada —dijo Afrodita de manera irónica tomando en cuenta como mostraba bastante de sus GRANDES atributos.
—Espero mucho de tí..., Ryuko. Quiero ver, que tan fuerte eres —pensó Apollo, sin dejar de ver a Ryuko.
En las gradas, con nuestras queridas Brunhilde y Akame, ambas también quedaron sorprendidas sobre las valientes palabras de Ryuko, y como tuvo los OVARIOS bien puestos de decir que mataría a Artemisa frente al dios que sí lo quería, podía volverla un montón de cenizas en menos un parpadeo.
—Ryuko es muy valiente, algo me dice que ella podrá ganar esta pelea. Brunhilde Ryuko podrá ganarle a Artemisa, estoy segura de eso —dijo Akame, mirando a su compañera y después mirando a Brunhilde, dibujando una expresión de rareza al ver cómo la mayor de las Valkirias había dibujado una sonrisa extraña en su rostro.
—Así es, ella puede vencer a esa perra desgraciada jajaja —dijo Brunhilde, dándose un abrazo ella mismo y después, colocando su mano en su mejilla derecha, con una sonrisa extraña, maliciosa, perversa, ruin, exquisita, excitada, zukulenta, zabrosa, ¡Ay maldita sea Brunhilde como me encantas eres la mejor de todas! ¡¿Eh?! Oh, mierda, me dejé llevar lo siento.
En la arena, Artemisa miró muy enojada a Ryuko al escuchar todo lo que dijo, respecto a que ella era una tramposa y todo eso. Básicamente se ofendió de que le hayan dicho la verdad, ironías de la vida.
—¿Mocosa insolente cómo se te ocurrió decir tales cosas? ¡Pagarás por decir esas blasfemias! —dijo Artemisa, volviendo a invocar dos flechas en su arco dorado.
—¡La que pagará por haberle hecho eso a Minato serás tú! —dijo Ryuko, agarrando con firmeza sus espadas y volviendose a dirigir a Artemisa a toda velocidad.
—Pero que estúpida eres, por si aún no te has dado cuenta poseeo la técnica mas rápida del monte Olimpo, ¡No cualquiera puede esquivar mis ataques niña, así que tus esfuerzos serán en vano, eres demasiado lenta!
—¡Ya veremos quién es lenta, Artemisa! ¡SENKETSU AHORA!
Senketsu entendió a la perfección lo que Ryuko le dijo, por lo que modifico su estructura para poder combatir contra Artemisa. Si la diosa cazadora tenía la técnica mas rápida, entonces Ryuko debía ser aún mas rápida que sus flechas.
¡Senketsu Shippu!
Senketsu modificó su estructura haciendo que la parte baja del traje de Ryuko se transforme literalmente en un cohete —o propulsor sería lo más correcto— lo suficientemente potente como para aumentar muchísimo la velocidad de Ryuko...
La diosa de la luna abrió bien sus ojos al ver lo rápido que se volvió Ryuko, pero para desgracia de ella no reaccionó a tiempo. Ryuko, gracias a esa increíble velocidad, pasó de estar a muchos metros de su rival, a estar literalmente a poco más de un metro. Intentó disparar sus flechas pero fué en vano, ya que Ryuko le propinó un muy fuerte puñetazo en su rostro, con tanta fuerza que la mandó a volar.
—¡Señorita Artemisa! —gritó una diosa jóven al ver cómo a Artemisa la mandaron a volar.
Ryuko no conforme con eso volvió a activar su cohete y persiguió a Artemisa, y cuando la alcanzó volvió a darle otro puñetazo, mismo que la hizo aterrizar en el suelo y, debido a la potencia, continuar la trayectoria pero dejando un rastro en el piso.
Sangre salió de la boca de la diosa cazadora, abrió sus ojos y vió como Ryuko aún con su cohete activado descendió a toda prisa.
—¡Muere! —gritó la adolescente, intentando clavar sus dos espadas en el cuerpo de la diosa cazadora.
Artemisa se lanzó hacia la izquierda, Ryuko aterrizó en el suelo pero clavando sus espadas, y gracias a la potencia del ataque, creando un gran cráter y desgarrando el piso a los alrededores...
—¡Increíble, los ataques de Ryuko se volvieron más agresivos de golpe! ¡Está dispuesta a asesinar a la señorita Artemisa sin importar como sea! —dijo Heimdall viendo la agresividad con la que Ryuko atacaba.
La pelinegra retiró sus espadas del suelo y miró a Artemisa furiosa. La diosa cazadora volvió a invocar su dichosito arco dorado y colocó en el mismo dos flechas, mismas que disparó contra Ryuko.
—¡Mocosa insolente ya no te soporto! —dijo Artemisa, furiosa.
Dichas flechas viajaron muy rápido, pero nada que el ojo izquierdo de Ryuko no pueda solucionar. Volvió a activar la habilidad de su Volundr, y con eso, viendo esas flechas con lentitud.
Agarrando muy bien sus espadas, la pelinegra logró repeler esos ataques, haciendo desviar esas flechas. Corrió a toda prisa y volvió a activar la habilidad Senketsu Shippu, con la que ganaba muchísima velocidad gracias al cohete. Nuevamente estuvo enfrente de Artemisa dándole un fuerte puñetazo en su estómago, haciendo que sangre entre mezclada con saliva saliera de la boca de la diosa tramposa.
—¡No, señorita Artemisa, no se deje golpear por esa bastarda! —dijo un chico del lado de los dioses, mirando como a Artemisa le estaban dando una muy merecida paliza.
—¡Vamos Ryuko, no te detengas, continúa! —gritó Akame, lo más fuerte que pudo aunque no estaba recuperada al cien por ciento.
Dicho y hecho, Ryuko en ese momento comenzó a golpear a Artemisa con todas sus fuerzas, dándole una severa paliza a la diosa cazadora.
Un puñetazo en su rostro, otro nuevamente en su estómago, otro por debajo de su mentón y de nuevo otro en su rostro. Artemisa intentó cubrirse pero fué en vano ya que Ryuko logró golpearla de nuevo, un golpe tan fuerte que mandó al suelo a la diosa de la luna. Sin duda Ryuko iba a hacerle mierda su linda carita, y se lo merecía.
La adolescente rebelde caminando con mucha facha miró a Artemisa en el suelo, la miraba con mucho desprecio, en realidad le iba a hacer pagar todas usandola como saco de boxeo.
—¿No que ibas a matarme? ¡Adelante, levántate y pelea! —dijo Ryuko, tronando sus nudillos.
En la zona VIP, Apollo seguía mirando el combate sin distraerse en lo más mínimo.
—Vaya paliza está recibiendo Artemisa ¿Eh? Ella no es buena con los combates cuerpo a cuerpo, más bien esa una luchadora a distancia, pero Ryuko la ha llevado a combatir cuerpo a cuerpo —comentó Hermes, mirando el espectáculo y, sintiendo una pequeña satisfacción con cada golpe que Ryuko acertaba en el rostro de Artemisa.
Apollo entrecerró un poco sus ojos...
—¿Artemisa cuándo usarás tú jaula perfecta? ¿Qué estás esperando? —pensó Apollo.
Artemisa miró muy enojada a Ryuko, era ridículo que una diosa perfecta como ella estuviera recibiendo una brutal paliza, y para hacerlo peor, una mocosa le estaba dando una paliza.
Artemisa se limpió la sangre que caía por la comisura de sus labios...
—Maldita mocosa, ¿Cómo es posible que una mocosa me esté dando una paliza a mí una diosa poderosa? ¡Es inaudito! —dijo Artemisa.
—Tú mayor error es subestimarme, tú no aprendes la lección ¿No? Ya debería quedarles bastante claro, nosotros los humanos no somos para ser tomados a la ligera —dijo Ryuko. Aunque intentaba verse fuerte y superior, le costaba bastante disimular que, la perdida de sangre empezaba a pasarle factura.
—Ser tomados a la ligera, tú..., niña estúpida, es quien no debería tomarme a la ligera —dijo Artemisa. Pronto comenzó a reírse al ver cómo Ryuko se le había acercado demasiado—, oye, Ryuko...
—¿Mm? —murmuró Ryuko.
—Nunca te acerques tanto a una cazadora —dijo Artemisa, sonriendo con malicia.
Artemisa agarró un poco de polvo y tierra y se la arrojó a Ryuko en la cara, con eso impidiendo que la adolescente pueda ver algo siquiera.
—¡Ah, tramposa! —dijo Ryuko, no pudiendo ver nada en lo absoluto.
Artemisa en ese momento invocó un pequeño arco y una flecha, mismo con el cual le apuntó a Ryuko y le disparó. Ryuko fué herida en su hombro izquierdo, sino fuera por la previa paliza que le dió a Artemisa, esta última sin duda alguna no hubiera fallado un poco su puntería y le hubiera atravesado el corazón, muriendo en el acto.
La pelinegra volvió a gritar de dolor, las flechas doradas de Artemisa dolían como no tienen idea, no solo desgarraba el músculo, sino también podía romper huesos gracias a la fuerza del impacto.
El arco de Artemisa se desvaneció y la diosa cazadora cayó de rodillas al suelo, respirando agotada. Ryuko se retiró aquella flecha dando otro grito adolorido. Ambas mal heridas, y casi llegando al límite.
—No puedo perder este combate, por mi hermano Apollo no puedo perderlo. Le prometí que ganaría y con eso, dejaría de ser una deshonra ante sus ojos, no me queda más alternativa que usar esto —pensó Artemisa—, qué fastidio tener que usar esto, ya que solo la eh usado contra bestias indomables, pero tener que usarla contra una niña estúpida como tú, sin duda alguna es humillante.
—¿Qué? —preguntó Ryuko, mirándola a los ojos, volviendo a bajar su guardia de manera estúpida.
—¿Es que acaso no lo sabes, niña? ¡Una presa nunca debe bajar su guardia frente a una cazadora! —dijo Artemisa, con una sonrisa malévola.
Artemisa juntó sus manos, haciendo esta posición con sus dedos...
¡DESPLIEGUE DE TÉCNICA: JAULA PERFECTA!
En ese momento, Artemisa creó literalmente una maldita jaula dorada INMENSA con su energía, misma con la que logró atrapar a Ryuko en el interior sin dejarle posibilidades de escapar. Artemisa creó una jaula similar a esta, pero muchísimo más grande, con la cual atrapó a Ryuko. Ambas quedaron dentro de aquella jaula inmensa.
Ryuko no tuvo ninguna oportunidad de escapar, quedando atrapada dentro de la jaula de su rival, dejando también impactados a todo el mundo. Ryuko miró con muchísima furia hacia todos lados, nunca antes se había sentido así, atrapada en un lugar que, en teoría, ocupaba bastante espacio.
—¡No puede ser! —dijo Akame, mirando como su compañera había sido atrapada por su rival.
—Carajo, la atrapó. Jamás imaginé que Artemisa podría llegar a atrapar a Ryuko en su jaula, me confíe maldita sea —pensó Brunhilde, furiosa.
Artemisa bajó sus brazos, quedando cansada, respirando agitadamente y con un ojo cerrado, no le quedaban muchas energías a decir verdad. Sonrió con malicia, ahora Ryuko era toda su suya, era su presa, y ya estaba cazada...
—Bienvenida a mi jaula..., Ryuko.
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