CAPÍTULO 84
Lejos de la arena, y lejos del combate que se estaba llevando a cabo entre Ryuko y Artemisa, en una de las habitaciones que tenía la enfermería que atendía a los sobrevivientes de los combates, uno de los doctores se encontraba colocando una venda en los ojos a cierto jóven de cabellos negros.
—Me parece increíble que aún sigas con vida luego de tú combate contra el señor Zeus, Itachi. No cualquiera podía hacerle frente, tuviste que llevar tu Mangekyou Sharingan más allá de lo que podías soportar para poder ganarle, fué muy arriesgado pero lo lograste —mencionó el doctor encargado de atender al mismísimo Itachi.
—Doctor..., los ojos de Itachi —mencionó Reginleif, viendo que a su humano no le retiraban todavía la venda de sus ojos.
Reginleif, la Valkiria con la que Itachi hizo Volundr en la segunda ronda se encontraba al lado de su humano. El Volundr entre los dos ya había terminado, no había ninguna necesidad de que ella esté acompañando al Uchiha; mas sin embargo, se mantuvo a su lado, sin llegar a apartarse.
—Aún se encuentran en recuperación. Mentiría si les dijera que sanarán dentro de poco, así que tendré que serles sincero, no creo que Itachi pueda volver a recuperar su visión al cien por ciento, quizás y si todo sale bien, lo más cerca sería un setenta, setenta y cinco por ciento. No más que eso —dijo el doctor, de una vez diciéndole a Itachi la verdad.
—¿Cabe la posibilidad de que vuelva a usar mi Mangekyou Sharingan? —preguntó Itachi, una voz serena que cualquiera pensaría que estaba bien, pero en realidad al Uchiha le preocupaba su condición, y mucho a decir verdad.
El doctor suspiró y mandó su mano por detrás de su cuello...
—No, Itachi. Si vuelves a usar tu Mangekyou Sharingan..., temo decirte que perderás por completo tú visión. Cómo te mencioné antes, haberlo llevado más allá de lo que podías soportar causó un gran daño, intentamos hacer todo lo posible para sanar tus ojos pero, el daño ya está hecho. No posees el Mangekyou Sharingan perfecto, por eso tus ojos quedaron muy desgastados.
El Uchiha apretó su puño derecho, si bien ganó su pelea y derrotó al viejo asqueroso de Zeus, haber quedado con secuelas era un verdadero fastidio, y era una pena enorme no poseer el Mangekyou Sharingan perfecto. El doctor se retiró de la habitación dejando solo al Uchiha junto con su Valkiria, quien dicho sea de paso, no podía hacer nada para ayudarlo, solo podía permanecer a su lado.
El doctor, caminando por el pasillo, revisó su carpeta y leyó que, la próxima paciente por revisar era Akame, la sobreviviente del combate contra el dios de la fortaleza, Hércules.
—Muy bien, Akame, veamos cómo te encuen... —dijo el doctor, quién llegó a la habitación de la pelinegra, pero al abrir la puerta grande fué su sorpresa al ver que el lugar estaba vacío, no había rastro alguno de Akame por ningún lado, eso extrañó muchísimo al doctor—. ¿A dónde se fué?
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En las gradas, Brunhilde se estaba deleitando al ver cómo Artemisa poco a poco estaba cayendo en la desesperación, puesto que, el hecho de haber invocado ese arco dorado para poder seguir peleando contra Ryuko demostró que, la adolescente rebelde no era alguien que debía tomarse a la ligera, y es que en verdad tomarse a Ryuko a la ligera era cometer un grandísimo error.
Brunhilde sonreía de oreja a oreja, casi de manera desquiciada, excitada, zukulenta, sabrosa, exquisita...., ¡¿Eh?! Digo digo, se veía bastante loca. No obstante pronto borró esa sonrisa al escuchar la voz de alguien conocida por ella.
—Brunhilde...
La más poderosa de las Valkirias se dió la media vuelta y la miró a los ojos.
—¿Akame? ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Brunhilde desconcertada al ver a la joven pelinegra ahí de pie detrás suyo, usando la pared del pasillo para poder seguir en pie.
Akame todavía no se había recuperado por completo, las heridas tras su pelea contra Hércules aún estaban presentes. Akame se notaba cansada, respiraba algo agitada, el haber llegado desde la enfermería hasta ese lugar sola y sin ayuda, debió costarle bastante, y ni siquiera la estaba acompañando su Valkiria, Gondul.
—¿Ryuko está peleando, verdad? —preguntó Akame, caminó con cuidado hasta llegar al borde de las gradas; sin embargo a medio camino tuvo que ser ayudada por Brunhilde.
—Sí, así es ¿No me digas que viniste hasta aquí solamente para verla combatir? —preguntó Brunhilde, ayudando a la pelinegra a llegar al borde para apreciar mejor el combate.
—Sí —asintió Akame—. Ryuko, por favor, no pierdas...
En la arena, Ryuko se colocó en posición defensiva al ver cómo su rival, la diosa de la armonía, había invocado un arco dorado de tamaño considerable delante de ella...
Artemisa sonrió con muchísima malicia, y cuando digo muchísima malicia es que en verdad un rostro malvado tomó posesión de la diosa de la armonía.
—Veremos si esto es de tu talla, maldita mocosa —medio murmuró la diosa de la armonía, mirando a su rival directo a los ojos. Sonrió con malicia, en verdad estaba desesperada por asesinarla.
De un momento a otro, una flecha apareció en el arco dorado de la diosa cazadora, tirando hacia atrás y tomando el impulso suficiente como para ser lanzada.
En efecto, la flecha fué lanzada a una gran velocidad, no cualquiera pudo verla salir disparada del arco. El ojo izquierdo de Ryuko volvió a cambiar de calor a la par de que esa flecha fué lanzada hacia ella.
La flecha de Artemisa voló en dirección hacia el corazón de Ryuko, de nuevo, con todas las intenciones de asesinarla en el acto. La adolescente rebelde observó, gracias a su ojo izquierdo, lo que se le estaba acercando. Se movió a la derecha, esquivando ese ataque.
—¡Increíble, Ryuko logró esquivar el ataque de la señorita Artemisa a esa velocidad, es fantástico! —exclamó Heimdall, viendo con asombro lo que hizo la pelinegra.
Ryuko observó a Artemisa y le sonrió con mucha burla, ya iban más de tres veces que esquivaba su ataque sin siquiera recibir un rasguño. Lastima que Ryuko se confío demasiado...
Artemisa sonrió de vuelta con mucha malicia, su ataque todavía no había finalizado. Mientras la flecha se dirigía hacia los muros, literalmente apareció un muy pequeño portal por dónde cabía tranquilamente esa flecha, ingresó por dicho portal y desapareció de la vista de todo el mundo presente...
—¿A dónde se fué esa flecha? —preguntó Heimdall, viendo que literalmente había desaparecido.
Brunhilde y Akame también quedaron confundidas, mas sin embargo grande fué su sorpresa al ver que, a la par de que el pequeño portal por dónde pasó la flecha se cerró de repente, reapareció pero ahora, enfrente de Ryuko...
—¡Ryuko ten cuidado! —gritó Akame al ver que el pequeño portal apareció enfrente de su compañera.
Dicho y hecho, aquella flecha apareció de nuevo con la misma velocidad con la que fué arrojada, dirigiéndose hacia la cabeza de la pelinegra. Ryuko, abriendo bien sus ojos, llevó su espalda hacia atrás logrando esquivar esa flecha, pero ahora, llevándose un gran cortada en su mejilla derecha, ahora sí siendo lastimada por la diosa de la armonía...
Ryuko pasó el dorso de su muñeca por aquella herida, miró su puño y se dió cuenta que tenía rastro de sangre...
—Eres una maldita... —murmuró Ryuko, mirando con enojo a Artemisa.
—No te preocupes, mocosa imbécil, dentro de poco tú corazón y cerebro serán atravesados por mis flechas jeje —dijo Artemisa, viendo a Ryuko de tal manera que, y hablando de tal forma que, literalmente tenía toda la razón.
—Me gustaría verte siquiera..., ¡Intentarlo! —dijo Ryuko, muy enojada, dirigiéndose a toda prisa hacia Artemisa...
—¡Ryuko, no pierdas la calma! —levantó la voz Senketsu, al ver a la adolescente rebelde no atacar con inteligencia, dejándose llevar por su enojo.
La pelinegra se arrojó hacia la diosa de la luna, levantando sus espadas con todas las intenciones de cortarle la cabeza, en verdad estaba molesta. Artemisa volvió a invocar una flecha dorada en su arco y se la arrojó a Ryuko directo al corazón...
Ryuko esquivó esa flecha gracias a que su ojo izquierdo brilló de un color verde esmeralda, dejando que esa flecha pase de largo. No obstante, la historia volvió a repetirse, un portal apareció de repente llevándose la flecha; volviendo a reaparecer, ahora, a un costado de Ryuko cerca de su cabeza. Ryuko al ver eso, frenó su ataque, se arrojó hacia atrás moviendo también su cabeza hacía atrás, pero llevándose de nuevo un pequeño corte en su frente, muy cerca de su ceja izquierda.
Aterrizó en el suelo, sintiendo ahora como su sangre caía por un costado del contorno de su ojo. Miró a su rival molesta, ya le resultó molesto lo que estaba pasando...
Artemisa se rió de que ahora, sea Ryuko la que se encontraba en problemas...
—Te juro, mocosa, que la próxima vez te voy a atravesar el corazón —amenazó la diosa de la luna, mirando a su rival.
En la zona VIP, Hermes miró a su hermano Apollo y como este estaba en completo silencio, mirando a su hermana pelear contra esa humana.
—Artemisa está tardando bastante en acabar con ella. Todos creen que posee los ataques más rápidos después de padre Zeus.
—Esa muchacha está esquivando bien sus ataques. Su ojo izquierdo... —pensó Apollo, entre cerrando sus ojos. El dios más bello se dió cuenta que, cada vez que Artemisa atacaba, el ojo izquierdo de Ryuko cambiaba por unos momentos de color, era como que si, con eso, pudiera ver sin problemas los ataques de su rival.
—Es una buena idea que combine sus flechas con los pequeños portales que puede crear, así su ataque se vuelve impredecible por momentos porque Ryuko no sabe en dónde aparecerá el portal por segunda vez —comentó Hermes, dando a entender que Artemisa no era tan patética como creíamos que era. Verdaderamente era una cazadora que sabía cómo desesperar a su presa.
En las gradas, con Akame y Brunhilde, la jóven asesina miró a Brunhilde explicar que era lo que pasaba y como Ryuko era capaz de esquivar los ataques de Artemisa aunque fueran arrojados a esa velocidad...
—Eso es porque Ryuko hizo Volundr con Göll, mi pequeña hermana, contrario a lo que todos piensan, no es débil, posee una gran habilidad que es de gran ayuda en una situación como esta y frente a un rival de la talla de Artemisa —dijo Brunhilde, cruzándose de brazos.
—¿Entonces la habilidad de Göll es predecir los ataques de sus enemigos sin importar qué tan rápidos sean? —preguntó Akame.
—No, la habilidad de Göll..., no es predecir los ataques de otros, sino más bien, poder verlos aunque estos sean más rápidos que un parpadeo y encontrar la mejor manera de esquivarlos. Cuando la activa, puede ver los ataques con lentitud, y gracias a la gran agilidad que posee Ryuko, le es posible esquivarlos gracias a la información que recibe de la habilidad de mi hermana. Jejeje y el nombre de esa habilidad es...
En la arena, Artemisa volvió a arrojarle a Ryuko otra flecha, y cuando eso sucedió, el ojo de Ryuko volvió a cambiar de color, activando su técnica...
¡PERCEPCIÓN DEL MUNDO DIVINO!
La flecha de Artemisa se vió reflejada en el ojo izquierdo de Ryuko. La adolescente rebelde pudo esquivar ese ataque con suma facilidad, sin embargo no bajó la guardia. El puto portal apareció de nuevo llevándose la flecha y, ahora, en esta ocasión, apareció casi en el suelo, en dirección del torso de Ryuko.
Cuando Ryuko se percató de eso, su ojo de nuevo volvió a activarse y vió esa flecha ir en dirección a su cuerpo. Se arrojó hacia atrás y ahora, sin recibir ni un solo rasguño, ninguna herida.
Ryuko aterrizó en el suelo, vió y sintió que no había sido lastimada, al parecer ya le era posible esquivar el ataque de Artemisa sin ser herida.
—¡Jajajaja, esto es lo máximo! ¡Oye, Artemisa! —dijo Ryuko, sonriendo ahora de oreja a oreja. Levantó su espada derecha, apuntando a Artemisa con ella—, prepárate, no solo te voy a patear el trasero, sino que también..., te cortaré en pedacitos, ¡Ya lo verás!
Artemisa, en ese momento, igualmente sonrió. En su arco, apareció ahora no una flecha, sino dos, y con un tamaño un poco más grandes que las que había arrojado antes...
—¿Mocosa..., alguna vez has visto un alfiletero? —preguntó Artemisa, con un tono de voz muy escabroso.
—Sí, sí lo he visto... —dijo Ryuko, sin borrar su sonrisa, a pesar de todo, todavía tenía la confianza suficiente en ella.
—Pues prepárate ¡Porque vas a terminar como uno, mocosa estúpida!
Las dos flechas fueron arrojadas hacia Ryuko a gran velocidad, incluso mayor a los ataques anteriores. El ojo de Ryuko se activó, no obstante, dos portales aparecieron enfrente de esas dos flechas haciéndolas desaparecer...
Artemisa juntó sus manos cuando esas dos flechas doradas desparecieron...
¡CACERÍA CAÓTICA!
Los portales comenzaron a desaparecer y a reaparecer en diferentes lugares mientras iban acercándose más y más hacia Ryuko, haciéndole imposible ver en dónde es que iban a aparecer para que las flechas las arroje hacia ella.
Ryuko se colocó en posición defensiva, pero al ver cómo se le estaban acercando tanto esos portales se arrojó hacia atrás.
Sin embargo, un portal apareció cerca de su pierna izquierda y el otro, literalmente enfrente de su rostro...
—¡Se acabaron los juegos, muérete miserable prostituta! —dijo Artemisa, sumamente furiosa.
¿El ojo izquierdo de Ryuko sería capaz de encontrar la manera de ver y entender como esquivar esos ataques? La adolescente rebelde se vió metida en un gran problema...
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