CAPÍTULO 80
Dulce, así es, era dulce la victoria que los dioses habían conseguido en la décima ronda del Ragnarok, claro, creyendo que habían ganado "limpiamente" y todo gracias a su increíble representante, el dios de la guerra, Ares.
Apollo, Hermes y Artemisa se encontraban reunidos en una habitación muy grande, dónde siempre elegían al siguiente representante del lado de ellos...
—Es increíble que mi hermano, Ares, haya ganado la décima ronda del Ragnarok —dijo Hermes, enfrente tanto de Apollo como de Artemisa—, por unos momentos pensé que Minato lo iba a asesinar y mandar a la nada, hacerlo polvo en el universo, pero afortunadamente no fué así.
—Eso era de esperarse, somos dioses, seres perfectos y únicos. Los demás perdieron porque subestimaron a su rival, pero Ares demostró que nosotros, los dioses del panteón griego, no andamos jugando —dijo Artemisa, de la manera más arrogante posible.
—Jeje ya veo. Supongo que entonces nuestro padre Zeus andaba jugando con Itachi y por eso perdió ¿No es así, Artemisa? —preguntó Hermes, con una pequeña sonrisa.
—Padre Zeus perdió porque bajó la guardia, eso es todo. Ese tal Itachi no es más que un pobre imbécil, y me gustará muchísimo verlo sufrir antes de comenzar con el extermio de esa indigesta raza, cuando ganemos el Ragnarok.
Apollo, aunque tenía sus ojos cerrados mostrándose sereno, podía escuchar todas y cada una de las palabras que salían de la boca de su hermana gemela, se jactaba de ser perfecta y única, pero recurrió a un método tan sucio como vil para ganar la ronda pasada.
—Ahora que los hemos empatado, no debemos dejar que vuelvan a tener la delantera. Cinco victorias para nosotros, cinco para esos inútiles, el siguiente en salir a pelear deberá encargarse de ganar la undécima ronda ¿No lo crees así, hermano mío?
Artemisa se percató del gran silencio que había por parte de Apollo, y le pareció extraño eso. Apollo abrió sus ojos, tan azules como un cielo despejado, una mirada serena pero también imponente, sin dudar de lejos el dios más fuerte de todos ellos.
—Hermes necesito que me dejes a solas con Artemisa unos momentos, ya te indicaré quién será el siguiente en pelear —dijo Apollo.
—¿Que los deje solos? Ah, pero ya debemos dar aviso de quién será el siguiente en salir a pelear, Apollo —comentó Hermes.
—Ya lo haré, pero necesito que me dejes a solas como mi hermana. Necesito hablar con ella sobre algo importante.
Hermes no entendió el por qué de esa petición pero, si Apollo la ordenaba no podía negarse. Se inclinó sutilmente hacia adelante en señal de respeto y se marchó de la habitación, cerrando ambas puertas detrás suyo y esperando afuera en el pasillo.
Artemisa se extrañó de la petición tan rara de su hermano gemelo...
—¿Hermano qué es lo que sucede? —preguntó Artemisa, realmente confundida. Apollo, el dios más bello y poderoso no se anduvo con rodeos y fue directo al punto.
—¿Artemisa por qué lo hiciste?
—¿Eh? ¿Hacer qué, hermano mío? —preguntó Artemisa.
—Sabes muy bien de lo que estoy hablando, sabes muy bien que mentirme a mí, el dios más fuerte es una falta de respeto sin igual —se volteó a verla—. Podrás haber sido más rápida que los ojos de los otros dioses, pero para los míos no. ¿Por qué disparaste esa flecha hacia Minato?
Oh oh, Artemisa tragó saliva ante la pregunta de su hermano, sintió una gran hostilidad disfrazada de una serenidad tan grande. Balbuceó algo, demostrando su nerviosismo...
—A-Ah, bu-bueno yo, hermano..., yo, yo...
—Lo que hiciste fué en contra de lo que tenía planeado, si permití que Ares y Minato continuaran con su batalla era porque mi interesaba saber que tan lejos podían llegar, pero tú..., interrumpiste el combate y atacaste a Minato. ¿Por qué? ¿Por qué diablos lo hiciste?
Una gran presión comenzó a sentir la diosa de la luna, y también muchísimo calor en esa habitación, Apollo estaba muy molesto con la acción tan estúpida e irrespetuosa de su hermana gemela, que comenzó a liberar una pequeñísima, pequeñísima parte de su energía.
—Yo..., no podía permitir...
—¡¿No podías permitir qué?! ¡¿Qué los humanos ganen de nuevo otra ronda?! Somos dioses ¡Somos perfectos! ¡Tener que recurrir a trampas sucias para ganarle a los humanos es lo más bajo que jamás haya existido! ¡Es una profunda herida en nuestro orgullo como dioses!
—¡Por eso mismo lo hice, hermano mío, no podía permitir que unas viles cucarachas como ellos nos superen! ¡No podía permitirlo! ¡Tal vez a tí te interese saber que tan lejos pueden llegar esos imbéciles pero a mí no! ¡Y no voy a permitir que ellos ganen otra ronda! ¡NUNCA LO PERMITI..!
Artemisa ni siquiera pudo terminar de decir lo que sentía cuando una muy fuerte onda de poder fué liberada por Apollo, ni siquiera su hermana que estaba sentada prácticamente a lado suyo la vió aproximarse.
Artemisa guardó silencio, temblando con sutileza agachó su cabeza, que estúpida fué, le había gritado a su hermano...
—¡¿Así que para ganar vas a recurrir a trampas sucias y cobardes?! ¡¿Enserio dijiste eso, Artemisa?! ¿Y así te haces llamar una diosa perfecta?
Artemisa agachó aún más su cabeza, pronto un pequeño rastro de sangre comenzó a salir de su boca, aquella onda de poder que liberó su hermano le había lastimado por dentro.
—Artemisa..., Artemisa..., ¡Artemisa!
La diosa de la luna cerró sus ojos, si Apollo la iba a matar por semejante falta de respeto que hizo, no quería verlo, sin embargo, le dió dónde más le dolía a seres como ella...
—Que bajo has caído, Artemisa. Me has decepcionado —dijo Apollo, mirando a su hermana con una decepción tan grande como el universo mismo.
Su hermana pegó su frente en el suelo y se arrodilló ante él, aún expulsando sangre de su boca, al parecer las heridas internas eran considerables. Y si Apollo le hizo eso a una diosa, solo con eso, no me imagino lo que sería capaz de hacerle a su rival.
Apollo se puso de pie enfrente de su hermana, mirándola con una gran desilusión, con una gran indignación.
—No mereces llamarte diosa, no después de lo que hiciste.
Comenzó a caminar hacia la puerta, ya no quería ni verla ni mucho menos tenerla cerca suyo, era un insulto para alguien como Apollo tener a una entidad que cayó tan bajo como para hacer trampa y ganar un combate como el de la décima ronda.
—No te quiero cerca mío, me da asco tenerte cerca, y tampoco quiero tenerte a mí lado en la zona VIP en lo que resta del Ragnarok. Si llegas a poner un pie..., atente a las consecuencias.
Artemisa asintió con la cabeza, algunas lágrimas comenzaron a asomarse por los rabillos de sus ojos, sintiendo un dolor aún más grande del que estaba sintiendo en esos momentos. Apollo salió de aquella habitación dejando a ese ser tramposo y sin honor, completamente sola.
Hermes no mencionó nada, pudo escuchar claramente lo que se habían dicho ahí adentro, solo agachó su cabeza y comenzó a seguir a Apollo.
Artemisa, adentro de esa habitación, apretó su puño izquierdo con mucha fuerza y golpeó el suelo, pensó que por culpa de los humanos ahora su hermano la detestaba, y le echó la culpa a los humanos por como ahora su hermano la veía, como una vergüenza para los dioses.
Su nombre aún estaba en la lista de representantes que iban a pelear de lado de los dioses, así que, si su turno tocaba en la próxima ronda, haría pedazos a su rival para que su hermano no la volviera a ver cómo una vergüenza.
Desgraciadamente Minato perdió por un acto vil y cobarde, pero su muerte no será en vano, al igual que las muertes de los demás representantes. Solo quedan tres peleas más, a estas alturas que tanto dioses como humanos están empatados, ningún bando puede darse el lujo de perder.
¿Quién será el siguiente humano en salir a pelear y defender el sacrificio de los otros?
A) Ryuko Matoi (La heroína más jóven de todas)
B) Satoru Gojo (El hechicero más poderoso de la actualidad)
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