CAPÍTULO 74
La décima ronda continuaba, los dioses pensaron que Minato se había salvado por pura "suerte" del ataque de Ares. Claro, hay que ser sinceros, a esa distancia y a esa velocidad, el cráneo del rubio hubiera quedado hecho pedazos, pero gracias a su Hiraishin pudo escapar sin recibir ningún daño.
—¿Ustedes que dicen? ¿Cuánto tiempo creen que dure este combate? Yo en lo personal no creo que dure tanto como el del pirata mugroso ese y el tonto de Anubis —preguntó Artemisa, sonando tan burlona y menospreciando a Minato.
—No creo que deberías llamar así a Zoro, dió una gran pelea y estuvo muy cerca de ganar. Si se hubiera enfrentado a cualquier otro dios, el resultado hubiese sido diferente —dijo Hermes, defendiendo la memoria y el gran esfuerzo que hizo Zoro en su pelea contra Anubis.
—¡Ja! Si, claro. En fin, por muy increíble que sean los humanos, su destino ya está escrito, y es morir en nuestras manos. Me pregunto a qué otra especie haremos evolucionar después de que los hayamos liquidado a todos —dijo Artemisa, sonando tan malditamente arrogante que ya resultaba ser un poco molesto.
—No creo que los humanos vayan a perecer tan fácilmente —pensó Hermes.
No obstante, los dioses que se encontraban en la zona VIP pudieron escuchar como alguien había ingresado en aquel lugar, dando pasos cortos, llamando la atención de todos.
—Vaya, Artemisa, tú cómo siempre estás menospreciando a todos ¿Cierto?
La diosa de la luna y de la armonía borró inmediatamente su sonrisa al escuchar aquella voz. Era una voz femenina, muy bien conocida por ella; por lo que pronto se mostró hostil. Aquella mujer, entidad divina para ser exactos, de cabellos rojizos y ojos de color dorado, casi tan alta como Apollo colocó su mano encima del hombro de Artemisa, estando detrás de ella.
—Hola, Artemisa, hacía milenios que no te veía, sigues estando tan linda como siempre, en verdad me alegra mucho volver a verte. ¿Cómo has estado, eh?
—¿Qué estás haciendo aquí, Enio? —preguntó Apollo, mirando a aquella diosa pelirroja, sintiendo también el ambiente tenso que se vivió de repente.
Enio..., se dice y se cree fielmente, que en la mitología griega únicamente existieron dos dioses de la guerra, Athena, la diosa de la guerra que representaba el lado táctico y sabio, una estratega nata desde temprana edad, una vencedora por naturaleza. Y Ares, el otro dios de la guerra, representaba el lado salvaje y brutal de los conflictos, el lado más violento y sanguinario que puede haber en un combate, no era un estratega aunque se jactaba de serlo, la realidad es que Ares poseía una fuerza incomparable y una velocidad aterradora, pero no tenía ninguna estrategia a la hora de pelear.
No obstante, había una tercera diosa de la guerra, y esa era Enio, compañera de Ares y alguien que también disfrutaba del salvajismo y la brutalidad. Digamos que nuestro querido Ares era alguien amable al lado de ella, Enio era malvada y cuando digo malvada es que realmente era malvada, encontraba placer y regocijo en la violencia.
—Hola, Apollo, hace mucho que tampoco te veía, te ves tan increíble e imponente como siempre, en serio me alegro de verte —respondió Enio, con una amplia sonrisa pero incómoda también.
—¿A qué has venido, Enio? —volvió a preguntar Apollo.
—Simple, me enteré de que Ares está peleando en este evento, y por curiosidad revisé la lista de los dioses que van a pelear y me di cuenta de... —en ese momento, Enio dió un muy, muy fuerte apretón al hombro de Artemisa, ejerciendo presión—, que mi queridísima amiga Artemisa va a pelear también, y me dió mucha curiosidad saber por qué una debilucha como ella está participando y no yo. Por eso estoy aquí.
—Quítame la mano de encima, ahora —dijo Artemisa, sonando muy hostil. Enio se volteó a verla apenas dijo eso.
—¿Por qué? ¿No te da gusto volver a ver a tú mejor amiga? —se acercó a su oído—, porque a mí sí me da gusto volver a verte... —apretó aún más el hombro de ella—, Artemisa.
La diosa de la luna y la armonía estuvo a punto de desencaderar un combate contra ella. Enio no le agradaba, jamás lo hizo, y el solo hecho de estar cerca de ella era un verdadero fastidio. Se vieron a los ojos, el ambiente era muy tenso, demasiado incluso hasta para el dios del sol, solo bastaba un sutil movimiento de cualquiera de las dos para empezar una pelea.
Sin embargo, un gran estruendo en la arena las sacó de aquella tensa situación.
Ares había atacado a Minato de nuevo con su brutal y salvaje fuerza. Para el dios de la guerra, esto no era más que el famoso juego de "pégale al topo" aunque Minato era veloz y esquivaba sus golpes con facilidad, tarde o temprano alguno de sus golpes iban a conectar, el rubio no podía esquivarlos por siempre.
—Me parece magnífico que mi gran amigo Ares esté peleando en esta ronda. ¿Apollo..., puedo quedarme a observar este enfrentamiento? —preguntó Enio, y era increíble ver cómo alguien tan malvada podía hacer una simpática sonrisa.
El dios del sol se negó rotundamente, tenerla ahí en la zona VIP solo traería problemas. Ya tenía suficiente con los combates, no quería tener que ver una disputa innecesaria entre dos diosas que no se agradaban. La diosa de la guerra no tuvo más remedio que aceptar, no la querían cerca por lo tanto, tuvo que retirarse. Soltó a Artemisa y se marchó, no sin antes, decirle unas palabras a la diosa de la luna.
—Artemisa, sé que tú también vas a pelear pronto, así que..., jeje, no vayas a perder, sería muy triste para mí ver a mi mejor amiga morir —dijo Enio, burlándose de Artemisa, una sonrisa tan arrogante y burlesca. Le hizo hervir la sangre a su supuesta mejor amiga, era fastidiosa y eso le gustaba a Enio.
En la arena, Ares seguía atacando como un desquiciado, era realmente un problema porque no se detenía, a dónde quiera que Minato se teletransportara con su Hiraishin, ahí iba Ares a atacar.
El cuarto Hokage extrajo un Kunai de su bolso táctico, y lo arrojó muchos metros detrás del dios de la guerra. El cuarto Hokage dejó que Ares se le acerque demasiado, a un punto donde prácticamente sino fuera por su Hiraishin, era imposible escapar.
—¡Díganle adiós a su representante, humanos! —dijo un dios entre las gradas.
—¡Destroce el cráneo de ese inútil, señor Ares!
—¡Fué un placer haber peleado contigo, humano! —dijo muy confiado de su victoria el dios de la guerra.
Le lanzó un golpe directo al rostro, a solo milímetros de conectar y de posiblemente destrozarle el cráneo, el kunai de Minato aterrizó muy lejos de Ares. En menos de un parpadeo, el cuarto Hokage ya se encontraba lejos del dios de la guerra. El golpe de este último pasó de largo y la fuerza del impacto llegó hasta los muros de la arena, generando algunas grietas en el acto.
La hazaña de Minato fué celebrada por los humanos, era increíble que un humano pudiera moverse a esa velocidad, tan o más rápido que un parpadeo. Algunos dioses se sintieron fastidiados, querían violencia y sangre pero el humano solo escapaba.
—¡No seas cobarde y pelea, humano!
—¡Solo te la pasas huyendo, eres un cobarde!
—¡Señor Ares esa cucaracha no merece su tiempo, ya acabe con él!
Así, poco a poco los demás dioses comenzaron a llamar cobarde y cucaracha a Minato, porque solo se la pasaba esquivando y escapando. Escuchar las burlas de los dioses provocaron a Naruto, y comenzó a gritarles a todo pulmón...
—¡OIGAN MONTÓN DE IDIOTAS MI PADRE NO ES NINGÚN COBARDE!
—Naruto, cálmate —dijo Kakashi, deteniendo a su ex alumno, y haciéndole sentarse de nuevo—. ¿Acaso ya lo olvidaste? Dejarse provocar de los enemigos solo significa la derrota. Mira a tu padre, está calmado, está ignorando a los dioses, no los está escuchando.
Naruto observó a su papá, y efectivamente, Minato solo se concentraba en su rival, ignoraba a los dioses o lo que decían.
Ares se rió de como los dioses estaban llamando a su rival, por lo que con una sonrisa muy arrogante le dijo...
—¿Si escuchas eso? Los dioses quieren divertirse y tú solo los estás aburriendo. Vamos, humano, vamos a darles algo más de emoción a esta pelea.
Ares colocó sus dos puños en el suelo, flexionando una rodilla y nuevamente, adoptando una posición de un corredor profesional. Minato sonrió sutilmente cuando Ares hizo eso.
—Tienes razón, vamos a darle algo más de emoción a este combate —le respondió el cuarto Hokage.
En ese momento, Minato comenzó a realizar posiciones de manos a una velocidad impresionante y cuando terminó con el sello del caballo, colocó sus dos manos en el suelo listo para realizar su jutsu.
—¡DOTON: ĀSUDŌMU NO JUTSU! (Arte Ninja estilo de tierra: jutsu domo de tierra!)
—¿Eh? —murmuró el dios de la guerra.
De pronto, y sin previo aviso, grandes paredes en forma de un gran domo comentaron a cubrir a Ares, dejando atrapado en el interior. Los dioses quedaron impactados al ver cómo el dios de la guerra había sido atrapado en un gran domo de tierra y rocas.
—¡El grandioso Ares cayó en la trampa de Minato! ¡Un domo de tierra! ¿Será capaz de poder salir de ahí? —preguntó Heimdall para todo el público presente.
Sin embargo, el ataque de Minato todavía no terminaba, ahí arrodillado en el suelo, comenzó a realizar otras posiciones de manos a una gran velocidad, terminando por juntar sus manos enfrente de su rostro.
—¡DOTON: CHIKYŪ HITSUGI NO JUTSU! (Arte Ninja estilo de tierra: Jutsu Ataúd de tierra!)
En ese momento, el domo en el que Minato había atrapado a su rival, comenzó a comprimirse reduciendo rápidamente su tamaño dejando a todo mundo perplejo. Minato iba a volver a Ares nada más que un montón de carne y huesos aplastados.
—¡Hermana Brunhilde, Minato está a punto de ganarle al señor Ares! —dijo Göll, viendo como Minato había volteado la balanza del combate hacia su favor.
—No te confíes, Minato —susurró Brunhilde.
En el interior de aquel oscuro domo, Ares intentaba detener el avance de las paredes con sus fornidos brazos pero se estaban comprimiendo demasiado rápido como para poder detenerlos. Casi estaba a punto de volverse una masa grotesca de huesos y órganos aplastados, y morir de esa forma era algo que el mismísimo dios de la guerra no podía permitir.
—¡¿HUMANO INSOLENTE CREES QUE CON ESTA BASURA DE TÉCNICA VAS A DERROTARME!? —gritó Ares, furioso.
—Rápido, rápido... —dijo Minato, esperando a que su rival muera aplastado.
El brazo derecho de Ares se hinchó, sus músculos crecieron y sus venas brotaron, latiendo con fuerza, tensó su dedo tan duro como una roca, iba a utilizar de nuevo su lanza. Las paredes de tierra y rocas estaban ya casi comprimiendo todo cuando Ares logró utilizar su poder.
¡ISCHYRÓ DÓRY!
(¡LANZA PODEROSA!)
El dedo de Ares, no, mejor dicho, su lanza poderosa chocó contra las paredes del domo que seguía comprimiendose, y para sorpresa/ terror de los humanos, y el júbilo y regocijo de los dioses, Ares usando su técnica, destrozó las paredes del domo abriendo un gran agujero enfrente.
Las rocas y tierra volaron por todos lados, una poderosa ráfaga de aire obligó a Minato a cubrirse. Ares salió de aquel domo sin ningún inconveniente, con una de sus técnicas logró derrotar el jutsu de doton de Minato.
Göll estaba sorprendida, también aterrada, no entendía cómo Ares pudo escapar de algo como eso, su destino era morir aplastado, eso fué lo creyó cuando Minato lo atrapó. Brunhilde se mostró molesta, ¿Alguna vez estuvieron tan cerca de conseguir algo y de repente, ya les fué imposible hacerlo? Ese horrible y desagradable sentimiento invadió a nuestra querida Valkiria.
Los dioses en las gradas estaban emocionados, el campeón, la bestia, la máquina de matar, había logrado escapar de la trampa de su rival usando solo su lanza.
—¿Qué te pareció eso, humano? —preguntó Ares, muy burlón, una sonrisa arrogante, era molesta—. Debió ser una pena estar tan cerca de matarme y no conseguirlo ¿Cierto?
—El combate apenas inicia, nadie sabe quién va a ganar, Ares —dijo Minato.
—¿Qué estás diciendo? ¡Es claro que el vencedor seré yo! —respondió con arrogancia. Levantó su brazo y le mostró su dedo índice—, en este dedo poseo la lanza más fuerte, la lanza que más vidas ha arrebatado en todo el Olimpo ¿En serio creíste que con tú ridícula trampa de lodo ibas a matarme? ¡Qué estúpido eres! Jajajaja.
Ah, cielos, que fastidio era escuchar tanta arrogancia junta. Pero, Minato iba a demostrarle algo, si Ares decía poseer la lanza más fuerte de todas, entonces nuestro cuarto Hokage iba a destruir esa lanza y acabar con él.
—Te sientes muy orgulloso de tú lanza, ¿No es así, Ares?
—¡Por supuesto que sí! Con ella asesiné a incontables enemigos y teñí el paisaje con su sangre —respondió Ares, sintiéndose orgulloso.
Minato extrajo otro Kunai de su bolso táctico, a Ares ya le parecía extraña la cantidad de armas que estaba sacando de ese pequeño bolso táctico. ¿Quizás ese era su Volundr?
—Voy a destruir esa lanza, y después acabaré contigo —dijo Minato, colocando su kunai enfrente de su rostro.
—¡Jajaja! ¡¿Y como piensas hacerlo?! —preguntó Ares. De nuevo, volvió a colocarse en posición de corredor, listo para lanzarse contra su rival—. Quiero verlo, ¡Vamos, quiero ver cómo destrozar mi arma!
Gunner se manifestó a un lado de Minato...
—¡Minato no provoques a Ares, es enserio! —dijo su Valkiria, y tenía razón, provocar al dios de la guerra era una estupidez.
—¡Voy a destruir su lanza con un solo golpe! ¡Ya lo verás!
Sin perder más el tiempo, el dios de la guerra comenzó su carrera hacia Minato. El cuarto Hokage también comenzó a correr en dirección hacia su rival.
—¡Increíble, tanto Minato como Ares se han echado a correr hacia el otro! —dijo Heimdall, y por alguna razón, sintió que era una buena idea retroceder.
—¡¿Jajaja ese humano cree que puede hacerle frente al señor Ares a puño limpio?! ¡Qué estúpido! —dijo un dios entre las gradas.
Minato en ese momento lanzó su kunai hacia el rostro del dios griego. Ares sonrió muy burlonamente, su rival prácticamente se había entregado a morir en sus manos.
Al dios de la guerra no le costó nada esquivar ese kunai, por lo que lo dejó pasar de largo, ni siquiera haciéndole ningún rasguño. Sin embargo, lo que no se esperó, era que Minato había desaparecido de enfrente suyo...
—¿Qué?
—¡ARES TEN CUIDADO! —gritó Artemisa a todo pulmón.
El dios de la guerra volteó su mirada, su rival estaba detrás suyo, se había teletransportado hacia su kunai cuando él lo dejó pasar de largo, y con eso, poniéndose prácticamente detrás de él.
Eh ahí de nuevo, la oportunidad perfecta para acabar con este combate. Ares de nuevo utilizó su técnica, su lanza poderosa, y le apuntó a Minato directo al corazón.
¡ISCHYRÓ DÓRY!
(¡LANZA PODEROSA!)
—¡Te lo dije, voy a destruir tu lanza y acabaré contigo!
El cuarto Hokage, abrió su mano, y antes de que el ataque de Ares siquiera se acerque, creó su técnica insignia con la que iba a destrozar esa lanza...
¡RASENGAN!
Ambas técnicas se acercaron, y cuando lo hicieron, la explosión que provocó..., fué bastante fuerte. Nadie supo que sucedió después de eso.
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