CAPÍTULO 68

El humo y el polvo resultado de la explosión que hubo poco a poco comenzaron a desaparecer, dejando ver lo que en realidad había ocurrido.

El suelo de la arena del Valhalla estaba destruido, lleno de grietas y con algunas rocas levantadas, todos los pilares que rodeaban la arena se habían derrumbado cayendo sobre la misma y partiendose en dos. De entre el espeso polvo que comenzaba a desaparecer, una figura hizo su aparición, era Tanjiro, el cazador de demonios, pero por el momento no había ni rastro de Belcebú.

—¡BIEN HECHO, MONJIRO! —gritó Inosuke con todas sus fuerzas.

—¡Así se hace, Tanjiro, venciste a ese cretino! —gritó Zenitsu, contento de ver a su amigo en pie todavía.

Nezuko estaba feliz, su hermano había derrotado al parecer al rey de los demonios. En las gradas, Göll estaba feliz por lo que veían sus ojos...

—¡Genial! ¿Hermana Brunhilde si viste? ¡Tanjiro es el vencedor!

Brunhilde suspiró aliviada, pero poco le duraría ese alivio.

Los antiguos pilares también estaban felices, esa explosión fué tremenda y, sinceramente, al principio dudaron un poco del pelirrojo pero al verlo de pie, se alegraron bastante.

Tomioka era el más satisfecho con el resultado, y además, estaba orgulloso de que su compañero y amigo haya sido capaz de crear una doceava postura incluso después de haber muerto a los 25 años.

Los dioses habían quedado sorprendidos de que alguien tan jóven como él haya podido derrotar a un dios tan raro y fuerte como lo era el señor de las moscas; pero nada más lejos de la realidad.

—¡Al parecer, el ganador de la novena ronda es el representante de los humanos, Tanjiro Kama..! —dijo Heimdall, a punto de proclamar al pelirrojo como vencedor, pero él también se dió cuenta de la realidad y de como estaba el pelirrojo.

Cuando las cosas comenzaron a aclararse más, pudieron ver mejor el estado de Tanjiro. Nada favorable.

Tenía heridas en su cuerpo que eran notables gracias a las manchas de sangre, su ojo izquierdo estaba cerrado, rasguños en su cara y al parecer, había recibido daño también en su cuerpo, sus piernas temblaban sutilmente y respiraba agitado.

Todos se quedaron sorprendidos, pasmados, el leve rayo de esperanza había desaparecido.

Los ojos de Tanjiro desbordaban sorpresa, incredulidad, literalmente no podía creer lo que había sucedido.

—Rayos... —murmuró el pelirrojo.

El polvo se disipó por completo dejando ver qué, en efecto, el ataque del pelirrojo había sido en vano.

Los ojos del pelirrojo temblaban al ver a su rival de pie, y todavía vivo luego de su ataque.

Belcebú estaba de pie, con su bastón levantado con su mano izquierda, y en su bastón, alguna especie de escudo que utilizó para protegerse del ataque de su rival a último momento.

¡Sorath Samekh!
(¡Puertas del infierno!)

Tanjiro, con la punta de su katana puesta sobre el suelo, sus manos temblando y una expresión incrédula, miraba como su rival había logrado sobrevivir a su ataque, la doceava postura que él había creado hace tanto tiempo, después de haber dejado el mundo de los mortales.

—¿Cómo es posible..., que hayas sobrevivido a eso? —preguntó un angustiado pelirrojo.

—¡¿QUÉ?! ¡SOBREVIVIÓ AL ATAQUE DE TANJIRO! —gritó un incrédulo Zenitsu, desde su puesto en las gradas.

Oh sí, de nuevo la angustia y la preocupación comenzaron a apoderarse de todos los humanos, porque el panorama no era nada alentandor, y siendo sincero, las cosas no estaban para nada a favor de Tanjiro.

Tal vez una nueva alma sería parte de la nada dentro de poco tiempo.

Belcebú observó a su rival a los ojos, aunque no quería aceptarlo, tenía que ser sincero, cometido un grave error al haber subestimado a su rival.

—Debo aceptar que, cometí un error al haberte subestimado, Tanjiro —dijo Belcebú, bajando su bastón, aunque a decir verdad, Belcebú se veía también algo cansado, había usado bastante de su energía para poder crear ese escudo que lo protegió de una muerte segura.

—No, no es posible. La doceava postura de la respiración del agua, es uno de mis ataques más poderosos, no sé como rayos sobreviviste a eso —dijo el pelirrojo, apretando su katana con fuerza, la impotencia comenzaba a apoderarse de su corazón—. Incluso después de morir, me tomó mucho tiempo poder crearla y llevarla a ese nivel. Era..., era un ataque certero, ¡No tenías por qué haber sobrevivido!

Tanjiro casi doblaba una rodilla, su cuerpo comenzaba a pasarle factura por haber utilizado tantas posturas de la respiración de agua. Respiraba muy cansado, y las heridas en su cuerpo también comenzaban a afectarle.

—Esa es la diferencia que existe entre ustedes los humanos y los dioses. Lo que es imposible para ustedes, no lo es para nosotros —respondió Belcebú, dando una muy, muy pequeña sonrisa arrogante, ver la preocupación en los ojos de su rival era sin duda un pequeño deleite.

Göll quedó sorprendida, con su mandíbula casi en el suelo, no podía entender como el señor de las moscas seguía vivo luego de un ataque como ese.

Brunhilde entrecerró sus ojos, el minúsculo alivio que sintió se había esfumado muy rápido. Procedió a explicarle a Göll que había pasado, y la respuesta era el báculo de Belcebú, que potenciaba las habilidades del mismo, puesto que podía crear escudos que podían soportar cualquier ataque y reflejar parte del mismo, eso explicaba por qué Tanjjro se encontraba tan lastimado después de ese ataque.

—El bastón que tiene Belcebú es un arma divina que amplifica los poderes de ese tipo. Si utiliza su mano derecha puede generar ataques tan fuertes como una cuchilla, pero si lo utiliza con la mano izquierda puede generar un escudo tan fuerte capaz de resistir un rayo del monte Olimpo.

—¡¿Qué?! ¡¿Es enserio?! —preguntó Göll, tan sorprendida y tan..., ¿Cómo decirlo? Perdiendo su fé en la victoria de los humanos.

—Sí. Belcebú es el dios que posee el escudo más fuerte, y la lanza más poderosa. Temo..., que Tanjiro no lo tiene nada facil en estos momentos.

—¿Entonces por qué mandaste a Tanjiro a pelear contra alguien como Belcebú? —preguntó Göll, casi al borde de las lágrimas, puesto que la angustia comenzaba a apoderarse de ella.

Brunhilde solo agachó su rostro sin poder decir nada en ese momento. En la arena, Tanjiro volvió a tomar su katana con sus dos manos, dolía, dolía como no se imaginan sus heridas, pero su determinación era mas grande que cualquier dolor que sintiera en esos momentos.

Cálmate, no te dejes agobiar por su poder. Puedes hacerlo, puedes hacerlo, Tanjiro ¡Puedes hacerlo! —pensó para sí mismo el pelirrojo. Tanjiro levantó su katana de nuevo y, colocándose en posición defensiva, volvió a prepararse para el combate—. ¡Arde..., arde, que no extinga la llama que habita en mí corazón!

—Porque... confío en él —dijo Brunhilde, con su rostro bajo.

—¿Eh? —murmuró Göll.

—Confío en ese chico. Confío en Tanjiro, él no va a perder, ¡Algo me dice que Tanjiro no va a perder este encuentro! ¡Él saldrá victorioso! —dijo Brunhilde.

Tanjiro volvió a ponerse de pie, agarrando con firmeza su katana ante los ojos de su rival. Belcebú quedó sorprendido ante la determinación del pelirrojo, pero no entendía el por qué.

Por qué sufrir tanto por otros seres humanos...

—Tanjiro, solo quiero preguntarte algo más —dijo Belcebú.

—¿Qué? —preguntó Tanjiro.

—¿Vale la pena todo lo que estás sufriendo? ¿Vale la pena sufrir todo este tormento por unos pecadores? —preguntó el señor de las moscas.

Tanjiro no dijo nada en ese momento, solo colocó su katana enfrente de su rostro, de manera diagonal. Belcebú entrecerró sus ojos, aún no podía entender el por qué su rival seguía insistiendo en querer sufrir todo ese tormento para salvar a unos seres que ellos mismos se buscaron su propia aniquilación.

—Aún no logro entenderlo. No entiendo qué es eso que los motiva a seguir peleando esta batalla. Está claro que el destino de ustedes es la extinción —afirmó el señor de las moscas.

—¡No! —dijo el pelirrojo.

—¿No? ¿Todavía no te das cuenta? ¡El destino de ustedes es acabar siendo exterminados por nosotros!. Y eso es lo que no entiendo, si ustedes saben su destino, no sé por qué se empeñan en seguir sufriendo todo esto.

—Claro que no lo entiendes, y jamás lo harás, maldito...  —murmuró el pelirrojo.

—¿Mm? —murmuró el rey de los demonios.

Tanjiro, respiró profundamente y, conteniendo lo mejor que podía sus heridas, levantó sutilmente su rostro hacia arriba y siguió hablando.

—¿Sabes por qué estoy peleando, no? Ya te lo había dicho, no voy a dejar que ustedes acaben con mi familia, con mis amigos. Tú no lo entiendes porque..., porque..., ¡Porque ustedes los dioses, en su infinita arrogancia, no conocen un sentimiento tan bello y tan humano, como lo es el amor! El deseo de proteger a los que más amamos, es lo que nos motiva a dar siempre lo mejor de nosotros mismos, pero alguien tan arrogante y tan vacío como tú, ¡JAMÁS PODRÁ ENTENDERLO! ¡JAMÁS!

—Ay, ese niño si que es una ternura ¿No lo creen? —preguntó Afrodita, con un tono de voz lleno de una falsa compasión.

—Jeje ¿Arrogancia? ¿Amor? ¿Deseos de proteger a sus seres queridos? Ya ni siquiera sabe que decir, creo que lo mejor para él sería guardar silencio y esperar su muerte tranquilamente —dijo Artemisa, igual, palabras envueltas en una interminable arrogancia.

—Bueno, esta ronda no resultó tan emocionante como lo imaginé —comentó Ares, dando por hecho que la ronda no fué nada emocionante ni entretenida—. Supongo que dentro de poco morirá, solo vean sus heridas.

—Yo también creo eso... —comentó Hermes—, pero hay algo en ese chico que me dice que no morirá sin haberlo dado todo.

Belcebú guardó silencio ante las fuertes palabras de su rival. Tanjiro se mantuvo a la expectativa de los movimientos de su rival, y notó como Belcebú bajó su rostro unos cuantos instantes.

—Pues que lastima por ti, Tanjiro.

—¿Eh? —murmuró el pelirrojo.

—Ese sentimiento que tú dices, te hará pasar por el mismísimo infierno.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top