CAPÍTULO 58
"Y contemplé la magnaminidad del monstruo
Cruel y malvado como nuestro interior
Y me pregunté ¿Y si el monstruo despertara?"
MINUTOS ANTES DEL ENFRENTAMIENTO...
Brunhilde estaba dirigiéndose a la habitación del siguiente representante de la humanidad, mientras su hermana menor la seguía de cerca. Caminaba bastante rápido, al parecer tenía prisa por darle pronto el aviso a ese sujeto para que vaya a pelear y "defender" a los humanos.
—¿Entonces hermana, crees que ese hombre sea capaz de enfrentar al señor Loki? —preguntó Göll.
—Ese hombre puede hacerlo, y creo que hasta puede derrotarlo, no es un hombre ordinario, no como el resto de los demás representantes —respondió su hermana mayor, sin apartar la mirada del frente.
Cuando llegaron a la habitación de aquel hombre, Brunhilde abrió la puerta e ingresó junto a su hermana, y al hacerlo, se dieron cuenta que Johan se encontraba adentro del lugar, contemplando a través de la ventana el mundo que se encontraba abajo, su cultura, su vida, su historia. Miraba todo eso con una mirada serena y una expresión relajada, algo común en él pero siempre con un aura bastante extraña.
—Ya es tú turno, Johan —Brunhilde le dió aviso a ese hombre jóven, quién al escucharla entrar y pronunciar su nombre, se volteó y las observó.
—Por fin llegó mi turno, por unos momentos pensé que te habías arrepentido de haberme seleccionado —dijo muy tranquilamente el monstruo sin nombre.
—¿Johan? Entonces es el hombre que cometió las peores faltas de respeto a la vida humana en todos los años de historia de la humanidad, es el monstruo sin nombre —dijo Göll, viendo como ese hombre tan raro se acercaba a ellas a paso tranquilo y sin prisa.
Johan se acercó a ellas pero después pasó de largo dirigiéndose a la puerta de su habitación...
—¿A dónde crees que vas, Johan? —preguntó Brunhilde, deteniendo a ese hombre.
—A la arena, no se preocupen conozco el camino para llegar a ese lugar —respondió Johan. Intentó salir de la habitación pero Brunhilde de nuevo lo detuvo.
—Claro que no, aún no, primero necesitamos que hagas Volundr con una Valkiria, para este punto debes saber que es la única forma de vencer a un dios.
Johan sonrió ante lo que ella dijo...
—No creo que sea la única. En lo personal, no veo como unir mi alma con la de una Valkiria me ayude a enfrentarme a un dios —comentó Johan.
—Hermana, ese hombre es raro —comentó Göll, mientras le tomaba el vestido a su hermana mayor. Johan alcanzó a escuchar lo que esa jóven Valkiria dijo y se concentró en ella.
—¿Hermana? Ah, ya veo, supongo que tú también eres una Valkiria, la más jóven e inocente a mí parecer.
—Eh, s-sí, soy la más jóven de todas las hermanas Valkirias —respondió Göll, temerosa e incómoda.
—¿Y dime cómo te sientes? —preguntó Johan, inclinando su cuerpo hacia adelante y apoyando su peso en sus rodillas, todo para estar a su pequeña estatura—. Me imagino que debe ser muy difícil para tí tener que soportar la perdida de tus hermanas y seres queridos ¿No es así? Debe ser, horrible, el pensar que más nunca los volverás a ver, ni a escuchar, ni a compartir tiempo con ellas.
Göll, sin dejarlo ver a los ojos, asintió con la cabeza.
—¿Y todo para qué? —miró a Brunhilde unos momentos—, ¿Para salvar a una raza que ellos mismos se buscaron su propia extinción? —volvió a mirar a Göll—. ¿Por qué tus hermanas deben sacrificar sus vidas? ¿Por qué tú debes sacrificar tú vida junto con la de un humano? ¿Y por qué tienes que soportar el inmenso dolor de no volver a verlas?
Göll quedó sin palabras ante lo que dijo Johan, que con unas pocas preguntas, logró causar en el interior de esa jóven Valkiria un vacío TAN INMENSO que empezó a expandirse rápidamente, era una bomba que tarde o temprano iba a estallar y causarle problemas a Brunhilde, Johan solo... acercó un pequeño pañuelo empapado en combustible y envuelto en llamas hacia ese mechero.
—Basta, Johan, no estamos aquí para responder tus preguntas, necesito que me acompañes ahora mismo, porque ya tengo seleccionada la Valkiria con la que unirás tú alma.
Johan solo asintió con la cabeza, acto seguido salieron de aquella habitación, pero Brunhilde le dijo a su hermana que mejor vaya y la espere en las gradas. Göll le dijo que quería acompañarla, pero Brunhilde le dijo que eso no era algo necesario, después de todo dentro de poco se volvería a reunir con ella. Göll, un poco confundida y sintiéndose algo extraña, no tuvo más remedio que obedecer.
Se alejó un par de metros mientras su hermana y Johan se iban en la dirección contraria, pero antes de girar el pasillo, se detuvo y observó a esos dos. Johan se volteó para observarla mientras él seguía avanzando, y le sonrió sutilmente, algo que remarcó de nuevo en su mente las preguntas que Johan le hizo hace pocos segundos.
Trató de no pensar en eso, y se fué hacia donde su hermana le había ordenado ir, sin saber que su mente fué herida de gravedad por el monstruo sin nombre.
Brunhilde y Johan continuaron su camino, pero, antes de seguir avanzando, Brunhilde agarró al jóven rubio por su ropa, de forma bastante agresiva y hostil y lo estrelló contra la pared más cercana.
—¡Escúchame bien! ¡En caso de que llegues a sobrevivir, si vuelves a decirle esas cosas a mí hermana, juro por lo más sagrado que tengo, que acabaré con tú vida! ¡¿Me oíste?! —su advertencia fué precisa y directa, porque se había percatado de las intenciones de Johan, ella sabía que Johan se deleitaba en hacer sufrir a los demás, y si eso incluye a las mismas entidades divinas, mucho mejor para él, porque le hacían saber que ni las deidades se escapaban de él.
—¿Y aquello que es sagrado para tí son tus hermanas? Jeje no veo que sean muy sagradas para tí, porque algo que es sagrado para alguien, no lo sacrifica, no lo manda a morir a manos de otros.
El esfuerzo que hizo Brunhilde por contenerse para no asesinarlo en ese lugar fué titánico, tan inmenso como el universo mismo. Lo soltó abruptamente y lo dejó, volvió a retomar su camino hacia la habitación de su hermana, en tanto que Johan no hacía nada más que sonreír sutilmente. Ambos continuaron su camino.
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Al cambiar la escena, se podían ver a Johan y a Brunhilde en el interior de la habitación de la Valkiria encargada de unir su alma con la de el monstruo.
—Llegó tú turno de hacer Volundr... —dijo Brunhilde, observando a su hermana alistarse enfrente de un espejo, pero dándole la espalda—, Hlokk.
Hlokk se volteó emocionada, por fin, el momento de hacer Volundr había llegado, creyó que uniría su alma con un hombre formidable, un héroe, alguien imponente, alguien respetable, honorable, alguien que está dispuesto a llevar sobre sus hombros el peso de toda la historia de la humanidad y salvarla, alguien simplemente brillante. Pero toda esa gran emoción se fué a la mierda al ver al humano bastardo con la que le tocaba hacer Volundr.
—¡¿Ah?! ¡¿Es enserio?! —su expresión lo decía todo, no quería unir su alma con la de ese hombre.
—Gusto en conocerla, señorita —saludó educadamente Johan, mostrándose como alguien agradable. Hlokk no se tragó esa imágen falsa, lo conocía y sabía quién era él.
Se acercó a su hermana mayor y la tomó de la mano, apartandola de Johan unos momentos.
—¡¿Enserio esperas que haga Volundr con ese tipo?! —todavía seguía molesta y es entendible, toda Valkiria que haya conocido a Johan y su historia, se negaría rotundamente a hacer Volundr, y Hlokk no era la excepción.
—Sí —respondió Brunhilde, como si nada, lo que molestó mucho más a su hermana menor.
—¿Brunhilde enserio? No haré Volundr con un sujeto tan despreciable como ese maldito monstruo. No sé por qué alguien como él sigue estando libre por ahí y no está recibiendo el castigo más adecuado en el mismo infierno —respondió Hlokk, viendo a Johan por unos momentos y mirándole con bastante desprecio a decir verdad.
—A pesar de eso, él es el más adecuado para enfrentar a Loki, carece de habilidades físicas de combate pero sus fortalezas son otras, y tú eres la más adecuada para cubrir ese aspecto en el que Johan flaquea —comentó Brunhilde.
—¡No! ¡No haré Volundr! No me interesa hacerlo con ese desgraciado, tendrás que buscarte a alguien más, aunque suerte buscándola, ninguna de nosotras aceptaría unir su alma con la de él —dijo Hlokk, cruzándose de brazos.
Brunhilde, cansada de las tonterías que decía su hermana menor, la tomó de los hombros, le sonrió dulcemente lo que confundió a Hlokk, y ejerció una fuerza tan increíble sobre ella que pronto la doblegó en el suelo haciéndola arrodillar.
—¡¿Qué crees que estás haciendo?! —preguntó Hlokk, asustada, muy asustada.
—¡No estoy para tus tonterías, tenemos una ronda que ganar, así que necesitamos de tú poder! —Brunhilde ya no tenía una dulce sonrisa, ahora su expresión era bastante aterradora, lo que sazonaba aún más el miedo de Hlokk.
Johan solo observaba todo eso con una sonrisa, ¿Tenía razón? ¡Claro que tenía razón! Hasta las deidades tienen un monstruo en su interior, capaz de hacer cosas atroces, egoístas, malvadas y dolorosas hacia los demás. Brunhilde le dijo a Johan que se acerque, y este obedeció, se acercó a ellas, Hlokk le gritaba que no se acerque, que no quería hacerlo con él, a lo que la mayor de las Valkirias, ignorando casi los llantos de su hermana menor, le dijo que debía poner su mano encima de la cabeza de su hermana para que puedan unir sus almas.
—¡¿BRUNHILDE QUÉ RAYOS CREES QUE ESTÁS HACIENDO?! ¡SUÉLTAME NO QUIERO HACERLO! —preguntó Hlokk, aterrada a más no poder, mientras sus lágrimas empezaban a caer por sus mejillas.
—Lamento que esto tenga que ser así... —dijo Brunhilde, obligando a su hermana a unir su alma. Johan colocó su mano encima de la cabeza de Hlokk y de pronto, el Volundr se dió.
Antes de unirse por completo, Hlokk miró a su hermana entre muchas lágrimas, invadida por el miedo y diciéndole algo bastante doloroso...
—¡BRUNHILDE POR FAVOR NO ME HAGAS ESTO! ¡¡SOY TÚ HERMANA!! ¡AAAAHHH! —en un inútil intento por escapar, finalmente cedió y el Volundr se dió.
Un brillo de color verde intenso invadió toda la habitación de Hlokk, pronto se transformó en el arma de Johan, un par de guantes de color negro con una obertura en el dorso de la mano. Era un arma ideal para él, para alguien carente de habilidades de combate.
Johan observó esos guantes y después miró a Brunhilde...
—¿Qué se sintió obligar a tú hermana a hacer algo que mo quería hacer? —preguntó eso, lo que molestó aún más a la Valkiria mayor, pero esta última solo le respondió que lo importante ahora era ganar la ronda y salvar a la humanidad.
—Todo lo que toques con esos guantes se convertirá en un arma capaz de matar a los dioses.
—¿Enserio? —preguntó Johan, pero sin verse muy sorprendido que digamos.
—Así es, me imagino que Loki ya debió haber aceptado la petición sobre la modificación de la arena del Valhalla, siéntete contento, el monstruo regresará a su cuna —murmuró Brunhilde, dándole a entender a Johan que en la arena del Valhalla, estaría una estructura muy bien conocida por él.
Dicho y hecho, Johan se dirigió hacia el pasillo por dónde debía salir para la arena y Brunhilde se dirigió hacia las gradas donde supuestamente su hermana menor la estaría esperando para espectar juntas la octava ronda.
Mas sin embargo, mientras Johan se dirigía hacia la arena del Valhalla miraba esos guantes, recordando como Brunhilde hizo algo tan horrible como obligar a su hermana a unir su alma y todo para, en teoría, ganar la octava ronda y acercar a la humanidad un paso más a su salvación. Pero eso no era lo importante, lo importante era que antes de bajar las escaleras para llegar a ese pasillo, alguien estaba esperando a Johan arrimada a la pared.
Göll lo estaba esperando. Quería hablar con él, quería hablar con el monstruo sin nombre sobre aquellas preguntas que él le hizo hace unos momentos en su habitación.
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