CAPITULO 51

Los ojos del espadachín peliverde temblaban con sutileza, un sudor frío recorrió su espalda y su voz se entrecortó de un momento a otro, puesto que tenerla enfrente a ella se sintió tan extraño, raro, un revoltijo de emociones como ningún otro. Anubis solo se reía con un tono bajo mientras seguía tirado en el suelo...

—No importa que tan fuerte seas, o que tan habilidoso seas con esas espadas. No importa tú voluntad, ni las promesas que hayas hecho, todos los humanos caen ante cosas banales como los sentimientos o los deseos personales y hablando de deseos... ¿Qué tanto deseas ganar, humano? Para hacerlo, para derrotarme, vas a tener que asesinar a esa pequeña niña, ¿Cómo se llama?.. ¿Kuina o algo así, cierto?

—Te juro, que eres el ser más cobarde y despreciable que eh conocido en toda mi vida, juegas con la mente y con los sentimientos de tus enemigos, ¡No tienes honor eres un pedazo de basura! —un Zoro completamente iracundo se arrojó para asesinar a Anubis aprovechando que aún seguía tirado en el suelo, pero Kuina logró detenerlo antes de que hiciera eso.

—¡Zoro por favor no lo hagas! —mencionó la jovencita a espaldas de Zoro.

Zoro intentó ignorar las palabras de esa pequeña y cuando estuvo a poco más de un par de metros de Anubis, Kuina logró detenerlo con unas palabras más...

—¡Por favor no te rebajes a su nivel! —ante aquellas palabras, Zoro se detuvo en seco—, ¿No lo ves? Está jugando contigo, no dejes que las palabras de ese individuo te afecten. Zoro, tú eres alguien mejor que eso... eres un honorable espadachín, el mejor de todos.

Zoro de nuevo bajó sus espadas y se volteó a ver a su amiga de la infancia...

—Ahora que por fin puedo verte, Zoro, estoy felíz. Por favor, no le hagas caso a ese tipo, suelta esas espadas —dijo Kuina, a quien los ojos le comenzaron a lagrimear producto de la felicidad de ver a su mejor amigo.

—¿Qué estás esperando? ¡Mátame! ¡Hazlo! Pero te aseguro que ni aún así podrás ganar esta ronda, ¿Qué esperas? ¡Mátame! —seguía diciendo Anubis ante un Zoro que no sabía ya que hacer. Zoro se volteó y levantó sus espadas pero Kuina de nuevo lo detuvo.

—No caigas en el juego de él, baja esas espadas por favor Zoro te lo pido —seguía insistiendo Kuina—. Olvídalo, ven conmigo, hay tantas cosas que quisiera contarte y también tantas cosas que quisiera escuchar de tí, tus aventuras, tus nakamas, tus viajes y sobre todo, cómo te convertiste en el mejor espadachín del mundo.

Ella soltó unas lágrimas de felicidad...

Zoro en ese momento cerró sus ojos con fuerza, no quería escucharla, no quería seguir escuchando más de ella, ¿Era una ilusión? ¿Otra alma más invocada? Estaba en una encrucijada, por un lado el dios egipcio tentandole a asesinarlo, y por el otro su amiga que le pedía que no lo hiciera.

Zoro escuchaba claramente las voces de los dos que lo estaban llevando a un abismo oscuro de confusión, pero de un momento a otro, sintió que alguien tocó su hombro, al dirigir su mirada hacia la izquierda, se percató que su Valkiria se había manifestado a su lado.

—Tranquilízate, estás haciendo justo lo que Anubis quiere que tú hagas, volverte loco —miró a la supuesta pequeña Kuina que estaba a unos metros del espadachín—, ella no es real, solo es una ilusión, Anubis es el dios que puede provocar las ilusiones y alucinaciones más terribles y poderosas de todas —volvió a mirar a Zoro—, no tienes más remedio que acabar con ella, tienes que asesinarla para poder salir de esta ilusión...

—¿Qué? ¿Qué debo hacer? —una gota de sudor frío cayó por su mejilla.

—Debes asesinar a esa niña. Tu realmente estás atrapado en una ilusión... —dijo Mist.

Al cambiar la escena, se podía ver que realmente, en la arena del Valhalla, Zoro estaba de pie sin poder moverse, con sus ojos cerrados y una expresión de angustia, mientras un aura de color violáceo rodeaba su cabeza, y por su parte, Anubis, intentaba ponerse de pie.
Volviendo a la ilusión del peliverde...

—¿Estás segura que esto es una ilusión? —preguntó Zoro, muy alterado al respecto.

—Confía en mí, sino matas a esa niña, Anubis te matará fuera de esta ilusión y perderás esta ronda, debes apresurarte Zoro —dijo Mist, mostrándose bastante confiada en sus palabras.

Miró sus espadas y después miró a Kuina...

—¿Zo-Zoro? ¿Qué estás tramando? —preguntó Kuina, reflejando miedo en su rostro.

El legendario pirata apretó sus puños, después desvió su mirada a otra parte...

—¡No puedo hacerlo! —exclamó el peliverde.

—¡Tienes que hacerlo, Zoro, confía en mí! Esa niña no es real, es solo una ilusión de Anubis, no temas ¡Hazlo!

—Pero... ¡Ah maldita sea! —Zoro de nuevo volvió a mirar a Kuina y empuñó una de sus espadas utilizando el estilo de una sola katana.

Kuina retrocedió unos pasos y miró a Zoro como si fuera un monstruo —y en teoría lo es, no solo por asesinar a una niña pequeña sino también por el hecho de que esa niña pequeña era su mejor amiga de la infancia—. Kuina se mostró con mucho miedo, ver esa mirada aterrada era un golpe duro para el peliverde. Zoro empezó a caminar mientras levantaba con firmeza su espada.

—¿Zoro qué vas a hacer? —preguntó una muy aterrada Kuina.

—No la escuches, ¡Ella no es real Zoro! ¡Mata a esa falsa Kuina y escapa de este ilusión ahora! —exclamó Mist. En ese momento, tocó el brazo del peliverde y la espada que él tenía empuñando, misma que brilló con una tonalidad violácea haciendo que los ojos del pirata se pinten de ese color—. Debes hacerlo con esta, la Katto no Akumu (Cortadora de pesadillas)

Zoro en ese momento respiró profundamente, se concentró en lo suyo, pero alcanzó a escuchar que detrás suyo Anubis intentaba llamar su atención...

—¡Oye! ¡¿Qué estás haciendo?! Jajajajaja ¡¿Enserio matarás a esa niña?! ¡¿Y a mí me llamaste maldito monstruo?! JAJAJAJAJA.

—No lo escuches, Zoro... Confía en mí —dijo Mist, colocándose cerca del oído del espadachín y hablándole con palabras dulces, para que solo pueda escucharla a ella, y solo a ella—. Utiliza esta espada para matar a esa niña y escapar de esta ilusión pronto, Anubis se está recuperando fuera de esta ilusión y te atacará.

—Zoro por favor... ¡¿Qué vas a hacerme?! —preguntó Kuina, cayendo al suelo al ver las intenciones del peliverde para con su persona.

Afuera de la ilusión de Anubis, Heimdall se acercó unos cuantos pasos hacia el pirata porque habían pasado unos momentos sin reacción alguna por parte de él.

—¿Qué está pasando? ¡Zoro Roronoa se ha quedado completamente inmóvil! —exclamó Heimdall para todo el público.

En la zona VIP, los dioses griegos y Nórdicos quedaron confundidos ante aquella situación tan extraña que estaba sucediendo en la arena. Por su parte, Göll preguntó qué estaba pasando al respecto. Brunhilde solo entrecerró sus ojos...

Mist, confío en tí... Por favor ayuda a Zoro.

Flashback antes de comenzar la ronda...

Se podía apreciar como Göll se encontraba corriendo a toda prisa por todos los pasillos del Valhalla buscando desesperadamente a Zoro, hasta que finalmente al doblar una esquina, lo encontró siendo llevado y guiado por Tanjiro, quien momentos antes había decidido ayudarlo a encontrar el camino de vuelta a su habitación.

Göll lo reconoció, sin darle muchas explicaciones lo agarró de la mano, le agradeció al pelirrojo el haberlo encontrado y se marcharon corriendo, oh bueno, Göll llevaba a rastras al peliverde por todos los pasillos del Valhalla hasta la habitación de Mist, misma Valkiria que había sido despertada por su hermana mayor en infinidad de ocasiones...

—¡Lo encontré, queridas hermanas! —dijo Göll, cansada de tanto correr de aquí para allá.

—¡No hay tiempo que perder! Zoro necesitamos que hagas volundr en este mismo momento —dijo Brunhilde, agarrando ahora al peliverde sin poderlo dejar descansar, estaba mareado por haber sido llevado a rastras por la pequeña Valkiria.

—Así que con él haré Volundr ¿Eh? —preguntó Mist, mostrándose curiosa ante el espadachín.

—Supongo —dijo Zoro, a duras penas recuperándose.

—¿Eres un espadachín, cierto? —preguntó Mist.

—Sí.

—Perfecto, eres el usuario más adecuado para hacer Volundr conmigo, solo espero que seas capaz de soportar todo mi poder, Zoro —dijo Mist, con una sonrisa curiosa. Tomó la mano de Zoro y en ese momento el Volundr se dió.

¡VOLUNDR!

Una luz cegadora cubrió a Zoro por unos instantes, luego de eso, de aquella luz cegadora empezaron a formarse tres katanas, una de color violáceo, la "cortadora de pesadillas" (Katto no Akumu) una katana de color rojo la "cortadora de mundos" (Katto no Sekai) y una katana de color verde con tonalidades azuladas, "La que desgarra el cielo" (Yabureme Tengoku) mismas Katanas que tenían la misma apariencia, pero con colores diferentes.

"Katto no Akumu"
(Cortadora de pesadillas)

"Katto no Sekai"
(Cortadora de mundos)

"Yabureme Tengoku"
(La que desgarra el cielo)

Cuando el Volundr terminó, Zoro se percató de las espadas que tenía en sus manos, y de la tercera que estaba en su cintura todavía en su vaina. El espadachín quedó sorprendido del poder que estas espadas emanaban, pero de un momento a otro el brillo que emanaban desapareció y solo parecían ser katanas iguales y, aparentemente, sin ningún tipo de poder.

—Se sienten poderosas... —comentó el espadachín—. Y su peso en la punta las hacen perfectas para el combate, son un poco pesadas pero nada que no pueda manejar.

—Exacto, siente afortunado Zoro, estás ante la segunda, tercera y cuarta espada divina más poderosa de todas, por eso elegí a Mist, ella puede transformarse en esas espadas, por lo tanto, se complementan muy bien con tú estilo Santouryu ¿Verdad, Zoro?

—Exacto, son perfectas para mí. ¿Mencionaste segunda tercera y cuarta, no? ¿Cuál es la primera? ¿Cuál es la más poderosa de todas? —preguntó Zoro, muy curioso de querer saber cuál era la MÁS poderosa de todas.

—La que desgarra el Universo "Yabureme Uchū" es la espada más poderosa de las cinco espadas divinas, sin embargo, solo existe un solo individuo que puede manejar esa espada, y es el espadachín más poderoso de todo el universo. Llegó la hora, Zoro, con tus habilidades y los poderes de Mist es suficiente para hacerle frente a tú enemigo.

—Oye, cuando salga victorioso de este combate, me gustaría conocer a ese supuesto espadachín más poderoso y de ser posible, ver esa tal Yabureme Uchū ¿Qué te parece? —preguntó Zoro, sonriendo con gran confianza en su victoria. Sentía mucha curiosidad respecto a eso.

—Claro... —dijo Brunhilde.

Dicho y hecho, las Valkirias llevaron a Zoro hasta el pasillo donde los humanos ingresaban a la arena del Valhalla, porque de no hacerlo, de seguro se perdería... otra vez.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top