CAPÍTULO 4
El dios de los mares
VS
El emperador de los mares
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MOMENTOS ANTES...
Antes que inicia por completo el Ragnarok, se podía ver cómo Brunhilde estaba dentro de una habitación, observando una pantalla con los participantes, mejor dicho con las almas que había elegido para participar en el Ragnarok. Mordía uno de sus dedos, molesta, realmente estaba molesta porque los dioses no dejaron en claro quién sería su primer luchador, solo dijeron que era una "sorpresa".
—Esos malditos desgraciados, ¿Quién será el primero?, ¿Zeus? ¿Shiva? ¿Thor?.. ¿Apolo?, Apuesto que podría ser ese sujeto, nadie mejor para iniciar un combate de esta magnitud que con ese infeliz.
Brunhilde se rompía la cabeza pensando a quién mandar primero a combatir, no era una elección sencilla, menos sabiendo que la sorpresa de los dioses jugaba en su contra.
¿Y sí ponía la velocidad por encima de los ataques? Pensaba mirando a cierto rubio con una especie de túnica blanca que decía "Cuarto" en la espalda. ¿O mejor la estrategia y la potencia por encima del poder?, Pensaba ella mirando a cierta jovencita de cabellos negros y mechón rojo y una espada en forma de media tijera, ¿O la máxima fuerza bruta?, Mientras miraba a un hombre con la cabeza totalmente calva, ¿O tal vez... la inteligencia? Pensó al observar a cierto jovencito de cabellos negros y ojos de color rojo con un distinguido diseño.
Las puertas de aquella habitación se abrieron, era su pequeña hermana Göll.
—Hermana Brunhilde, el Ragnarok está a punto de comenzar, los dioses dentro de poco enviarán a su primer luchador, ya debes escoger a uno.
—Ni es tan fácil, Göll, perder el combate por una mala elección de luchador es lo último que podría tolerar.
—¿Entonces?
—Göll por favor, espera afuera, ¿Quieres?, Necesito concentrarme —le ordenó su hermana mayor. Göll obedeció la orden de su hermana y esperó afuera de aquella habitación.
Brunhilde volvió a examinar a todos los representantes, es que realmente escoger a uno no era tarea sencilla, y ella estuvo a punto, a punto de escoger como primer luchador al jovencito de cabellos negros y ojos rojos con diseño llamativo, pero su atención pronto sería llamada por alguien que alcanzó a ver con el rabillo del ojo.
Lo examinó, y en efecto, aquel sujeto era el más indicado para el primer combate, presionó sobre la imagen del individuo y confirmó quién sería el primer luchador que representaría a la humanidad.
Pronto haría aparición una de sus hermanas, Hrist.
—Sabes muy bien que puedo sentir tú presencia por más que trates de ocultarla —dijo Brunhilde, de forma seria.
—Que lista...
Hrist sonrió sutilmente mientras se acercaba a su hermana, por el momento, su lado dulce y compasivo estaba a flote.
—Nos llamaste para que podamos ayudar a los humanos en el Ragnarok y aceptamos tú petición, pronto iniciará el primer combate, hermana, debes elegir quién será el primer humano en combatir.
—Ya lo hice —Brunhilde miró a su hermana a los ojos—, ¿Te parece bien si eres la primera en hacer Volundr con ese humano, Hrist?
Su hermana asintió y se inclinó un poco, ella sería la primera Valkiria en salir a combatir junto con el humano, o mejor dicho, con el emperador.
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ARENA DEL VALHALLA.
Los humanos aún seguían sin poder creer lo que sus ojos veían, el legendario emperador de los mares, el hombre más fuerte del mundo en su tiempo, aquel que estuvo más cerca de encontrar el tesoro más importante en la historia de la humanidad. Barbablanca veía a su oponente y sonreía de oreja a oreja, su gran y frondosa melena rubia se movía con el aire fresco del océano, haciéndole recordar sus épocas cuando estuvo vivo en el mundo y gobernaba los mares, ahora, estaba participando el Ragnarok en su mejor momento, lleno de juventud y fuerza.
Los dioses por su parte veían aún incrédulos quién seguía en la arena, y se preguntaron por un momento si Poseidón sería capaz de hacerle frente, es que la diferencia de tamaño era ridículamente absurda, prácticamente solo la sombra de aquel hombre cubría por completo al tirano de los mares.
Zeus veía a ambos oponentes sentado en su privilegiado lugar en las gradas, frunció el seño, no esperaba que alguien como el antiguo y legendario emperador de los mares luchara en el Ragnarok.
Heimdall dió inicio al combate y sin perder ni un solo segundo dio un enorme salto alejándose de la plataforma de combate, aterrizando sobre otra plataforma hecha para que él pueda relatar el combate.
Poseidón seguía sin mirar a su oponente, a pesar de su altura aún seguía consideradole como un humano más, ya se había enfrentado con criaturas decenas de veces más grandes que él, el humano que tenía enfrente no era la gran cosa, era una vil cucaracha, eso pensaba él.
—Oye mocoso, ¿No crees que te estás confiando demasiado en no verme a los ojos? —preguntó Shirohige levantando su rostro y mirando de manera inferior a su oponente—, ¿Es que acaso te provoco miedo y no puedes verme?
Poseidón aún seguía sin verle a los ojos, solo lo ignoraba de forma humillante. Shirohige no esperó más, no había sido llamado solo para charlar contra su oponente.
Levantó su Murakumogiri (Naginata gigante de siete metros) usando uno de sus brazos fornidos y atacó a Poseidón, este último retrocedió dando un salto hacia atrás en tanto que la hoja afilada de la Murakumogiri golpeó el suelo con fuerza, creando un cráter pequeño y una gran nube de polvo. Hubo un ligero temblor, si con ese golpe y ataque tan básico creó esas vibraciones, ¿De qué era capaz este hombre si peleaba con todas sus fuerzas?
—Casi —dijo Göll.
—Eso no será suficiente —dijo Brunhilde.
—Hermana, pensé que ese hombre era solo una leyenda, aún no creo que el antiguo emperador de los mares esté peleando contra Poseidón.
Barbablanca levantó nuevamente su pesada arma y volvió a atacar a Poseidón, más rápido ahora.
—Nunca fué una leyenda... —dijo Brunhilde observando el combate.
El tirano de los mares esquivó el ataque con tanta naturalidad y sin mayor esfuerzo, mientras seguía ignorando a su oponente.
—Barbablanca fué alguien que gobernó los mares del mundo hace muchos, muchos siglos atrás, en la mítica era dorada de la piratería.
El emperador de los mares empuñó su arma con una sola mano y volvió a atacarlo, pero ahora fué directo a su pecho, con la intención de atravesarlo con todas sus fuerzas y acabar con este combate. Poseidón esquivó el ataque moviéndose a la derecha con bastante velocidad, pero pronto se daría cuenta que un enorme puño iba directo a su rostro.
—¡Poseidón! —gritó uno de los dioses olímpicos que presenciaba el encuentro.
Poseídon utilizó su tridente para cubrirse de ese puñetazo y tuvo éxito, Shirohige golpeó a su rival, pero este último usó su tridente para cubrirse del ataque, aunque poco sirvió eso porque lo mandó a volar varios metros hacia atrás con su enorme fuerza. Poseídon salió volando.
—¡Sorprendente! —gritó Heimdall a todo pulmón—, ¡Poseidón logró soportar el golpe de Barbablanca!, ¿Acaso los dioses pueden soportar cualquier ataque?
Dió una media vuelta y aterrizó sin mayores problemas casi al borde de la plataforma. Barbablanca volvió a pararse firme, eso ni siquiera fué un ataque con su mayor poder, esto a penas estaba comenzando.
—Si yo fuera tú no me confiaría, mocoso —exclamó el emperador de los mares con mucha confianza en sí mismo.
De lado de los humanos, estos poco a poco dejaron el miedo inmenso de ver a Shirohige y su ridícula altura, y empezaron a apoyarlo y a gritar de la emoción al ver cómo atacó al dios de los mares, que aunque no tuvo éxito, logró hacerlo, un humano logró atacar a un dios y todavía seguir en pie.
—¿Viste eso? —preguntó un humano a quien parecía ser un conocido suyo.
—Sí, ese sujeto Barbablanca tiene una fuerza abrumadora —contestó con una pequeña gota de sudor cayendo por su mejilla—, ¿Aunque esto será suficiente?, Al parecer no bastará solo con esos ataques.
En las gradas, de lado de los dioses, ellos aún seguían incrédulos de lo que un humano fué capaz de hacer, y eso que apenas está comenzando el combate.
—Vaya —dijo Afrodita, asombrada de lo que pasó hace solo pocos segundos—, este combate es increíble, pero es más increíble que un humano esté dándole batalla a Poseidón.
Zeus observaba muy seriamente la pelea, al punto de que tal vez, solo tal vez, el resultado de la misma no sería lo que él y los demás dioses esperarían. Detrás suyo apareció en escena Hermes, llevando consigo una copa de vino, el más fino de todos, y se la entregó a Zeus.
—Al parecer, los humanos no son tan inferiores como creíamos, ¿No lo cree así Padre Zeus? —preguntó Hermes.
Zeus siguió guardando silencio. Hermes no siguió insistiendo más, no era una buena idea hacer enojar al dios más importante del monte Olimpo. En otra parte de las gradas, Odin observaba el combate con su mirada seria e inexpresiva, en tantos que sus dos cuervos estaban asombrados.
—¡Ah! ¿Viste eso? —preguntó el cuervo blanco.
—¿Cómo es posible que un humano tenga tanta fuerza?, Es absurdo —respondió el cuervo negro.
—No por nada lo conocían como el hombre más fuerte del mundo, en su época —dijo Odin, quién milagrosamente pronunció aquellas palabras rompiendo su silencio tan incómodo.
—¿Pero al punto de mandar a volar a Poseidón? —preguntó el cuervo negro—. Hablamos de un dios.
En la arena del Valhalla, Poseídon observó la enorme distancia a la que fué arrojado con aquel golpe. Sin previo aviso, observó a su oponente a los ojos.
Heimdall dijo lo que pasó, que Poseidón observó a su oponente directo a los ojos, algo no muy común en el dios olímpico. Por su lado, Barbablanca sonrió de nuevo al ver que ahora tenía la atención de su rival.
—Al fin me miras a los ojos, mocoso.
Poseídon empuñó su arma y comenzó a acercarse a Shirohige con una mirada fría, perversa, molesta y con ganas de asesinarlo.
—¡Poseidón se está acercando a su oponente!, ¿Qué tiene pensado hacer? —exclamó Heimdall a todo el público.
En las gradas con la Valkirias...
—Oh no, Poseidón al parecer empezará con su ataque, hermana —dijo Göll viendo cómo el dios de los mares se acercaba a Shirohige. Una sutil gota de sudor caía lentamente por un costado de la frente de Brunhilde, al parecer, ahora era el turno del contraataque de Poseidón.
—No te confíes, Barbablanca —susurró Brunhilde.
Shirohige veía como su rival se acercaba a él empuñando su tridente y viéndole a los ojos, por lo cual Shirohige agarró con fuerza su Murakumogiri listo para volver a atacar; sin embargo, el emperador de los mares se confió un poco.
—¡Amphitrita! —Poseidón sujetó firmemente su tridente con una sola mano para posteriormente realizar una serie de estocadas en contra de su oponente, las cuales, se movieron a gran velocidad, haciendo que sean muy difíciles de esquivar.
Shirohige al ver la velocidad del ataque intentó retroceder, pero la velocidad del ataque de su oponente sea mayor al de la suya. Recibió una herida en la parte derecha baja de su abdomen. Todos los humanos gritaron al ver como el emperador de los mares había recibo una herida por parte del tirano de los mares.
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