CAPÍTULO 37

Todos los dioses, sobre todo los más jóvenes, estaban impactados por lo que sus ojos vieron. Hércules, el eterno héroe, el indómito dios de la guerra, el dios más enaltecido por los más jóvenes, se arrancó el brazo para que el veneno de esa espada no lo mate y pierda su vida.

—¡Señor Hércules usted puede vencerla! —gritó un pequeño ángel entre las gradas de lado de los dioses.

—¡Por favor, no se rinda, usted es el único que debe salir victorioso de esta ronda!

En la arena, Akame con una rodilla doblada en el suelo, colocó su mano en su estómago —el dolor era inmenso— y respiraba muy cansada, su carta de triunfo pronto se acabaría si no hacía algo al respecto. Estaba sorprendida, muy sorprendida, el eterno héroe se arrancó todo el brazo con tal de no perder la vida gracias al veneno de Murasame.

Levantó su mazo, aunque la expresión de su rostro no cambiaba, algo le decía a Akame que Hércules estaba sintiendo un dolor indescriptible en todo su cuerpo, no solo por los ataques que antes le había hecho, sino también por los tatuajes.

—No te fuerces, esas heridas son muy graves, te estás desangrando y pronto colapsarás, Hércules, es cuestión de tiempo para que llegue tú muerte.

—Solo moriré cuando la justicia sea absorbida y consumida por la maldad, mientras tanto... —levantó su mazo hasta lo más alto, viéndose su sombra gracias a la luz de la luna roja—, seguiré luchando con todas mis fuerzas.

Akame hizo un gran esfuerzo para ponerse de pie frente al semidios griego.

—Hércules... ¿Puedo hacerte una pregunta? —el semidios griego frunció su seño—, tú hablas de justicia, dices que estás de lado de lo correcto y de lo justo, ¿Entonces por qué no defiendes a los humanos, eh? ¿Sabes algo? Aunque logres matarme, aunque logres saliendo victorioso de este encuentro, ¿Qué crees que pasará? ¿Qué crees que pasará si la humanidad pierde?

—No te preocupes por eso, intervendré en la decisión de los dioses, suplicaré que tengan misericordia para con ustedes los humanos, aunque terminen perdiendo el Ragnarok, no serán erradicados, te doy mi palabra, Akame, la palabra de un dios nunca falla.

Akame movió su cabeza negativamente...

—Temo decirte que tú palabra no me sirve para nada —Hércules se molestó con lo que ella dijo—, y si los dioses no quieren escucharte... —empuñó su espada con firmeza—, los humanos serán exterminados, mis amigos serán... exterminados y eso es algo, que no voy a permitir, los voy a salvar a todos lo juro. Voy a matarte, Hércules, ganaré esta ronda a como de lugar, te voy a derrotar.

Hércules sonrió un poco...

—Tú deseo de proteger a tus compañeros, a pesar de que hayan sido tan despreciables en el pasado, a pesar de que hayan asesinado a incontables personas, y a pesar de que sus manos estén manchadas con la sangre de tantos humanos, a pesar de todo eso, ese deseo tuyo es... es hermoso. Es hermoso el deseo que tienes por salvarlos, y eso es algo que admiro de los humanos, eso es algo que admiro de tí.

—¿Eh?

—Yo nací como un ser humano, conozco perfectamente lo que sientes ahora, ese deseo de proteger a los que más quieres, a los que más amas. Ascendí al Olimpo como un dios, y desde ahí pude entender muchas cosas y lo diré ahora mismo, los humanos son seres... Despreciables en todo el sentido de la palabra. Son envidiosos, son malvados, son lujuriosos, son ateos, corruptos, perversos, viciosos, son mentirosos y traidores, son tiranos y ególatras, ¡Son arrogantes y soberbios! Son... unos viles asesinos...

Hércules posó su mazo sobre su hombro y dibujó una sincera sonrisa...

—Pero a pesar de todo eso, ¡Los seres humanos tan bien son increíbles! Y sigo amándolos a pesar de sus errores. ¡Amo a la humanidad con todo mi corazón a pesar de que sean así! Y eso es lo más hermoso, son seres imperfectos pero que tan bien... ¡Pueden tener un gran corazón!

La jovencita pelinegra abrió sus ojos al escuchar esas palabras. Los dioses se sintieron conmovidos con lo que el eterno héroe dijo sobre los humanos, y era verdad, a pesar de todo el mal que la humanidad puede causar, hay muchos que todavía tienen un gran corazón, un hermoso sentimiento de bondad y el deseo legítimo de ayudar a sus semejantes.

—El señor Hércules siempre es así de bondadoso —dijo una diosa muy jóven.

—No importa que tan malos sean los humanos, él siempre los seguirá queriendo con todo su corazón... —dijo un ángel, limpiando una lágrima que caía por su mejilla.

—Me gustaría poder ser así como él —dijo otro dios jóven.

Poco a poco los dioses comenzaron a alentar a Hércules, algunos humanos se sintieron igualmente conmovidos con esas palabras, algunos hasta lloraron, a pesar de todo lo malo que han sido, a pesar de todo lo que hecho, el eterno héroe los seguía amando y queriendo como siempre lo ha hecho.

—Akame, rogaré por las almas de tus amigos, aunque mueras ahora, pediré que los dioses tengan misericordia con ellos te lo prometo, tu sacrificio jamás será olvidado, ¡LO JURO! ¡Vamos Akame, este combate debe decidirse aquí y ahora!

Hércules lanzó con mucha fuerza su mazo por los aires.

—¿Qué está pasando? Hércules arrojó su mazo hacia el cielo con toda su fuerza —narraba Heimdall, sentado en lo más alto del tejado de una vivienda.

El mazo dió tantas vueltas y se elevó por los cielos creando una suerte de portal del cual, relámpagos y luces salieron del mismo.

—La realidad se está distorsionando, parece ser que eso es un... —dijo Heimdall, sorprendido a más no poder.

Pronto, apareció una de las cabezas del perro guardian del infierno, Cerberus, luego otra, y finalmente, la tercera y última cabeza hizo su aparición. Ares quedó boquiabierto, al ver a Hércules hacer esa última técnica, y Hermes por su lado, sentía que este combate pronto acabaría.

—¡Ven a mí, perro guardian del infierno! —exclamó a gran voz el eterno héroe.

Pronto las cabezas de Cerberus empezaron a cubrir el cuerpo de Hércules, al principio pareciendo que lo estaban devorando, pero después, dió la impresión de que se habían convertido en un solo ser.

¡ÉXODO DE HÉRCULES!
¡DOCEAVO TRABAJO!

Brunhilde abrió sus ojos a más no poder al ver lo que su hermano hizo, apretó su puño y gruñó un poco, definitivamente su hermano no sabía cuándo rendirse en realidad. Las fauces del perro del infierno devoraron a Hércules, haciéndose uno solo en ese momento, y tras eso, una nueva apariencia obtuvo el semidios griego, teniendo ahora un aspecto más salvaje, una suerte de armadura y su tatuaje creció todavía más, al punto de que casi cubría su cara por completo.

¡CERBERUS, EL PERRO GUARDIAN DEL INFIERNO!

Tras terminar su transformación, Hércules obtuvo una apariencia amenazante dejando a todos con la boca abierta y el corazón en la mano. Los dioses más jóvenes se atemorizaron al ver así a su idealizado héroe. Akame de nuevo agarró su espada con firmeza, algo le decía que no iba a ser sencillo a a partir de ahora.

—Esa apariencia...

—¿Oye Ares podrías explicarme que rayos le ocurrió a Hércules? —preguntó Loki, saliendo de un portal ya que hace solo unos momentos atrás tuvo un curioso encuentro con cierto jóven de cabellos dorados.

—¿Y tú a dónde te fuiste? —preguntó Hermes.

—Ah, a pasear por ahí jeje, ¿Me explicas, Ares?

—Uno de los últimos trabajos de Hércules era domar al perro guardian del infierno, Cerberus. Hércules fué obligado a hacerlo con las manos desnudas y al final, lo consiguió. Esa apariencia que tiene ahora es prueba de que lo consiguió, esa técnica le brinda a Hércules una fuerza increíble, una velocidad superior a la de cualquiera de nosotros y una agilidad como ninguna otra, sin embargo...

—¿Sin embargo? —preguntó Loki, con curiosidad.

Esta técnica también desgasta a su usuario a más no poder, con cada segundo que pasa. Si Hércules no acaba con esa asesina, temo que su tatuaje lo cubrirá por completo y...

—¿Y morirá, verdad? Que hombre tan curioso, arriesgar su vida de esa forma con tal de no perder este combate, vaya convicción tiene ese hombre —dijo Loki, llevando sus brazos por detrás de su cabeza y apoyando la misma en ambos.

—¡Hércules date prisa! ¡No pierdas más el tiempo y acaba con ella! —gritó Ares a todo pulmón, viendo a Hércules a través de los monitores que estaban delante de él.

En la arena, Hércules respiró profundo, los músculos de su pecho crecieron y los de sus piernas también. Akame sintió que no le sería fácil ahora acabar con ese sujeto.

—¡AQUÍ VOY! —luego de exclamar eso, salió disparado hacia Akame a toda velocidad, su velocidad se había duplicado, y me atrevería a decir, que hasta se había triplicado.

En menos de un segundo pasó de estar a unos metros de la pelinegra, a estar prácticamente enfrente de ella. Tiró un golpe que Akame y duras penas logró esquivar arrojándose hacia atrás. Cómo una bestia indomable de arrojó de nuevo persiguiendola y persiguiendo su deseo de salir victorioso.

Llevó su brazo derecho hacia la izquierda, por encima de su hombro izquierdo e intentó golpearla en el rostro, no lo consiguió pero la ráfaga de aire que creó fué prueba de su fuerza, porque destruyó una vivienda. Akame para esquivar ese ataque tuvo que agacharse, le lanzó una patada al semidios griego en sus piernas haciendole perder el equilibrio unos instantes y cayendo al suelo.

Agarró su espada con las dos manos, gracias a que Hércules había caído al suelo unos instantes, ella dió un salto y después descendió a toda prisa con la intención de atravesar su corazón. El eterno héroe rodó, la espada se incrustó en el suelo. Hércules se levantó y de nuevo fué tras la pelinegra.

Los músculos de su brazo derecho crecieron, eso indicó que el golpe que iba a lanzar era todo menos débil. La jóven asesina tuvo que soltar su espada unos momentos ya que no pudo retirarla del suelo.

—¡EL GOLPE DEL GRAN HÉROE! —Dijo Hércules lanzando ese feroz puñetazo. Akame saltó, esquivó ese golpe dejándolo que pase de largo, aterrizó en el suelo y consiguió sacar su espada.

La fuerza de ese puñetazo fue tal que literalmente destruyó las viviendas que estaban a varios metros delante de Hércules. Akame entrecerró sus ojos, si hubiera recibido ese golpe, su cabeza hubiera quedado hecha más que mierda. Hércules se volteó rápido, pero Akame desapareció de enfrente.

El eterno héroe la siguió con la mirada, apareció detrás de él intentado clavar su espada en su nuca. Hércules movió su torso, la espada pasó de largo y ni un mínimo rasguño le hizo. Agarró a Akame por su traje y la estrelló contra el suelo, ella cerró sus ojos y dió un grito de dolor, si su columna no se rompió con ese golpe fué de puro milagro.

Él pisó su estómago haciendole imposible escapar, ella vomitó sangre, y maldijo su nombre. El hizo crecer su brazo, o mejor dicho los músculos, ahora sí iba a darle el golpe de gracia...

—¡ESTE COMBATE SE TERMINÓ, AKAME! —luego de sentenciar eso, arrojó ese enorme puño al rostro de ella. Golpeó el suelo, creo una gran nube de polvo, el suelo se desgarró y tembló, una onda de poder hundió el suelo y agrietó todo a su alrededor.

—¡AKAME! —gritó Tatsumi, desde el borde de las gradas y al borde de las lágrimas.

Los humanos quedaron boquiabiertos, algunos ni quisieron ver la escena, ya que no sería bonito ver medio cuerpo de ella hecho pedazos debido a ese golpe, pero la realidad era otra.

Hércules levantó su puño, algo le dijo que como tal, no la había golpeado directamente. Cuando el polvo se disipó, se dió cuenta que una especie de escudo gigante de gran grosor había cubierto esa parte de su cuerpo y cabeza. Había usado a Cross Tails de nuevo y cuando se había prometido a sí misma no volver a usar otra Teigu.

—Que astuta... —dijo Hércules, viéndole con una sonrisa.

Los hilos poco a poco empezaron a desatarse dejando ver el estado en el que ella había quedado. La fuerza del impacto causó daños, su brazo derecho se había roto producto del impacto, su rostro fué lastimado, delgadas tiras de sangre caían desde su frente, pasando por los costados del tabique de su nariz hasta llegar a su mentón. Sangre también salía de su nariz y su boca temblaba involuntariamente. Veía borroso, muy borroso, escuchaba muy poco y casi que perdía el conocimiento.

—Akame ya rindete, entiende no eres rival para mí...

—Sé... que no soy rival para ti, no tengo oportunidad de... vencerte... pero aún así debo intentarlo, debo... salvarlos... mis amigos... —pequeñas lágrimas empezaron a caer por sus mejillas—, quiero volver a cenar con ellos... aunque sea... una vez más...

Cross Tails brilló, se desvaneció y de nuevo se transformó en Murasame. Ella, a pesar de estar tan, pero tan mal herida se puso de pie, contra todo pronóstico se puso de pie, incluso su carta de triunfo ya había desaparecido, solo quedaban manchas en sus brazos.

Está casi inconsciente y al borde de la muerte, y aún así sigue empeñada en seguir peleando por sus amigos... —pensó Hércules, viendo cómo a pesar de tener una vista casi perdida, levantó su espada con un solo brazo, adoptando una postura ofensiva. Él también pudo escuchar a lo lejos los gritos de sus amigos, ya no eran de apoyo, ya le pedían a ella que se rinda, ya había hecho suficiente, y no tenía porque seguir sufriendo en esa pelea—, Los humanos a pesar de todo, también se preocupan por sus seres queridos, a pesar de sus errores, también puedes ser seres llenos de amor y bondad.

—¡HÉRCULES NO PIERDAS MÁS EL TIEMPO Y ACABA CON ELLA! —gritó Ares a todo pulmón, pidiéndole a Hércules que acabe con la pelinegra y que la ronda finalice.

—Solo un golpe, solo un golpe más es lo que necesita para ganar —dijo Hermes viendo de igual forma la pelea.

Hércules vió a Akame, vió su estado, vió como había quedado, y también vió su convicción, su deseo de salvar a sus amigos. Tomó una decisión, una valiente decisión, su amor por los humanos era más grande que el deseo de ganar la ronda.

Se arrojó hacía Akame a toda prisa, levantó su puño, gritó con fiereza dando a entender que la mataría. Akame solo usando su brazo levantó un poco más su espada, ya no tenía fuerzas, ya no podía seguir más, solo cerró sus ojos, se despidió de sus amigos entre lágrimas y se arrepintió de no poder hacer más por ellos...

¡Pero!

Todo el mundo quedó en silencio, humanos, dioses, hasta el mismo Heimdall quedó sin habla ante lo que sus ojos vieron. Akame abrió sus ojos, levantó su mirada y, se dió cuenta de lo que pasó. Murasame había atravesado el torso del eterno héroe.

—He-Hércules... —murmuró Akame.

—¡HÉRCULES NOOOOOO! —gritó Ares, agarrando sus cabellos y tirando de ellos.

—¡No puede ser! —exclamó también Hermes, sorprendido a más no poder.

Hércules había sido atravesado por la espada de Akame, o mejor dicho, tomó la decisión de darle a los humanos la victoria en esta ronda. Se sacrificó por ellos, su amor por ellos fué más grande que su deseo de ganar la ronda del Ragnarok. Un poco de sangre salió de la boca del semidios griego.

—Hércules tú... —murmuró Akame, entre lágrimas, ya que se percató de lo que hizo el eterno héroe.

—Perdóname por haberte insultado, Akame, al principio pensé que solo eras una escoria.... —recordó lo que ella dijo sobre sus amigos, las lágrimas que ella derramó y el deseo de poder salvarlos—, pero me dí cuenta que no es así, no eres malvada solo tuviste... una vida muy difícil.

—Hércules... ¿Por qué..?

—Debiste haber vivido un infierno, junto con esa otra niña que mencionaste antes, ¿Verdad?, perdóname por no haber podido salvarlas —el eterno héroe empezó a brillar, tomando un color verdoso en el acto—, no importa si muero, seguiré amando a los humanos con todo y sus imperfecciones.

Él la abrazó, un abrazo sincero y sin ningún sentimiento de rencor, ella se percató de eso, la espada cayó al suelo cuando Hércules se fué desvaneciendo poco a poco.

—Yo... Hércules... —dijo ella, entre lágrimas.

—Ve Akame, tus amigos te están esperando, ve a cenar con ellos. Yo rogaré por su victoria desde la muerte —Hércules soltó a Akame y mientras se fué desvaneciendo, levantó su mirada y vió a sus dos hermanas, Brunhilde y Göll—, Hermanas, lo dejo todo en sus manos... ustedes pueden salvar a la humanidad... No son tan malos después de todo...

Murió con una sonrisa...

Así, Hércules se desvaneció enfrente de la pelinegra, ella cayó al suelo de rodillas viendo cómo se desvaneció el eterno héroe. Los dioses lloraron su muerte, algunos humanos lloraron su muerte, Night Raid quedó en silencio ante lo que Hércules hizo.

Ares empezó a llorar de manera... exagerada a más no poder, Hermes tuvo que apartarse o sino quedaría empapado con esas lágrimas. Odin sonrió sutilmente, uno menos, solo faltaban tres más. Afrodita dejó caer una lágrima, desvió su rostro y cerró sus ojos.

Heimdall de lo impactado que quedó no pudo decir nada, pronto reaccionó y declaró a Akame como la ganadora...

—¡RAGNAROK, LA BATALLA FINAL ENTRE DIOS Y EL HOMBRE, QUINTA RONDA, HÉRCULES CONTRA AKAME, LA GANADORA ES... AKAMEEEEE!

RAGNAROK, QUINTA RONDA

HÉRCULES EL ETERNO HÉROE
VS
AKAME LA ASESINA DE OJOS ROJOS

Ganadora: AKAME
Tiempo: 26 minutos y 28 segundos

—Hércules perdió, esa chica lo asesinó... —mencionó el cuervo negro.

—Te equivocas, Hércules se quitó la vida con esa espada, decidió sacrificarse por los humanos, fué... un héroe —mencionó el cuervo blanco—, jamás imaginé que sería capaz de dar su vida por los humanos.

—No peleó por ellos, pero se sacrificó por ellos... —dijo el cuervo negro.

—Como dijo al principio, dar tú vida por los que amas es hermoso pero triste —dijo el cuervo blanco.

De lado de nuestras queridas Valkirias, Göll era un mar de lágrimas, ver morir a su hermano o mejor dicho, sacrificarse por la humanidad fué... muy doloroso. Llevó sus manos a su rostro, lloró a más no poder. Brunhilde se dió la media vuelta, su expresión seria lo decía todo. La humanidad había ganado, pero su hermano tuvo que morir...

Akame en la arena, quedó sin palabras, su rival se sacrificó a último momento para salvar a los que decía, amarlos con todo y errores. Se levantó, usó su espada para levantarse, se dirigió a la salida porque la arena debía reconstruirse para el siguiente combate.

Cuando salió, caminando con mucha dificultad, sus amigos se arrojaron a la arena, Heimdall les dijo a todos los miembros de Night Raid que no podían hacer eso, pero lo ignoraron. Llegaron dónde ella, Tatsumi le dió un fuerte abrazo antes de que ella cayera al suelo...

—¡Lo lograste, Lo lograste Akame! —dijo Tatsumi, abrazando a su amiga con mucha fuerza.

—Ganaste Akame eres la ganadora... —dijo Leone, también abrazando a su amiga.

—No vuelvas a asustarnos así, tonta —dijo Mine, entre muchas lágrimas.

Cada uno la abrazaron, por unos momentos creyeron que la perderían para siempre, pero ahora verla con vida era lo más hermoso del mundo. Kurome también hizo su aparición en la arena junto con Wave, esas pequeñas lagrimitas le impedían mentir, también estaba feliz de que su hermana haya sobrevivido al combate.

Akame solo los escuchaba, sentía que la abrazaban y también escuchaba sus sollozos, lágrimas de felicidad. Veía la luna, recordó a Hércules y la sonrisa que le dió antes de morir.

"Ve Akame, ve a cenar con tus amigos"

Muchachos... —susurró ella, finalmente desvaneciendose y desmayandose por el durísimo combate que le tocó. No tuvieron más opción que llevarla rápido a la enfermería para que puedan atenderla correctamente.

La humanidad había salido victoriosa en esa ronda, gracias Akame y también, al valiente sacrificio de Hércules...

¡EL ETERNO HÉROE!

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