CAPÍTULO 34
Sin perder más el tiempo, Hércules se acercó a Akame a toda velocidad mientras ella aún seguía de rodillas en el suelo, al otro extremo de la calle principal. Se podía apreciar los estragos que dejó el disparo de Pumpkin, y el eterno héroe pensó, que si ese tiro le hubiera dado, de seguro hubiera acabado con su vida.
En cuestión de segundos estuvo lo suficientemente cerca de Akame como para empezar a atacarla. Dió un salto en el aire, levantó su mazo y descendió con toda su fuerza. Por fortuna, la jovencita pelinegra se arrojó a un lado agarrando su espada en el acto.
Hércules golpeó el suelo haciendo un hueco en el mismo, pero se volteó rápidamente y siguió persiguiendo a Akame. Agarró su mazo con ambas manos, las venas de sus músculos resaltaron, palpitaron con fiereza y empleó una fuerza monstruosa...
—¡Desaparece de mí vista, Akame! —Hércules en efecto logró golpear a Akame en todo su estómago. Ella casi pone los ojos en blanco al recibir ese ataque, vomitó sangre y su vista se tornó borrosa por completo.
—¡AKAME! —gritó Göll desde las gradas.
—Nuestro hermano Hércules tiene una fuerza increíble, nadie puede igualar ese poder —comentó Brunhilde. Su hermana Gondul era poderosa, pero si el humano no estaba al nivel de nada servía ese poder.
El eterno héroe gritó a todo pulmón, y con esa misma fuerza literalmente mandó a volar a su oponente por los cielos, muy por encima de las casas incluso las de tres pisos. La arrojó al otro lado de la ciudad, perdiendola pronto de vista. Hércules pudo escuchar como ella aterrizó contra las viviendas por el escándalo.
Fué corriendo a buscarla, cruzando diferentes calles mientras los espectadores seguían clamando su nombre. Los miembros de Night Raid se preocuparon por su compañera, porque ni siquiera aparecía en los monitores.
Cuando cruzó varias calles, llegó a dónde más o menos pudo haber aterrizado la pelinegra...
—¡Te encon..! —vociferó el eterno héroe, pero grande fué su sorpresa al ver los escombros del aterrizaje de ella, pero no estaba ahí, o al menos, no aparentemente.
Lo único que pudo encontrar en aquel lugar, y un poco apartada de los escombros, fué a una pequeña gatita de pelaje negro, la cual, estaba lamiendo su patita delantera, teniendo sus ojos cerrados y moviendo su cola con sutileza. Hércules levantó una ceja, después de eso observó a todas partes buscándola con la mirada pero no la hayaba por ningún lado.
—¡No servirá de nada esconderte, Akame! —gritaba el eterno héroe—, ¡Te encontraré pase lo que pase!
Se echó a correr, buscándola, alejándose del lugar. Aquella gatita abrió sus ojos, de color rojo carmesí, observó cómo el héroe se alejó con rapidez. Respiró aliviada, seguido de eso un vapor apareció de repente, y Akame volvió a su forma normal, ese fué la habilidad de Gaea Foundation.
—Chelsea, tú Teigu es realmente muy útil en ocasiones como estas —pensó ella, después cayó de rodillas sujetándose su vientre, le dolía un mundo entero, las lágrimas caían como cascadas por sus mejillas, si Hércules hubiese estado ahí, seguramente la hubiera asesinado—, maldita sea, me duele mucho, el dolor es insoportable. Cálmate, has soportado cosas peores, esto... no es nada, ¿Pero como rayos voy a hacer para derrotarlo? Si defensa es casi perfecta, ni Murasame puede hacerle un rasguño.
Akame levantó su mirada unos momentos y observó algo parecido a una torre, bastante alta a decir verdad. La observó unos segundos y pensó en algo que podía servirle para atacar a Hércules.
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Alejado de la arena, y alejado del espectáculo, en un largo y oscuro pasillo, cierta persona estaba dirigiéndose hacia su habitación, ya había visto lo suficiente de ese combate y no le interesaba saber más. Este jóven, de apariencia delgada, mirada serena, piel blanca y cabellos dorados, caminaba con las manos colocadas atrás de su espalda.
—¿Los humanos somos nuestros propios héroes, eh? —pensó, viendo el suelo y mientras seguía avanzando, recordó lo que Akame le había dicho a Hércules hace unos momentos—, qué curioso, lo único que es igual tanto para los dioses como para los humanos... es la muerte. Este evento no tiene sentido, si la humanidad gana, ¿Qué ocurrirá dentro de mil años después? ¿Volverán a querer erradicarnos?
Mientras seguía avanzando, algo parecido a un portal apareció delante de él. Este jóven se detuvo al ver lo que estaba sucediendo al frente suyo.
—Oye, los humanos no deben andar merodeando por aquí como si nada ¿Sabes? El combate está en la dirección contraria —mencionó de manera burlesca, Loki, el dios de las travesuras de las mentiras.
—¿Eres un dios? —preguntó este muchacho.
—¿Qué comes qué adivinas? Jajaja en efecto, soy un dios —dijo Loki, para después aparecer a lado del jóven—, y tú no eres un humano normal, desde hace tiempo estoy observando que andas merodeando de aquí para allá...
—Me interesaron los combates, es que divertido ver cómo los representantes hacen hasta lo imposible para vencer a los dioses...
—¿Ah, sí? Jeje... —Loki en ese momento se puso enfrente de ese muchacho, viéndole a los ojos—, no sé que rayos estés tramando, pero si llego a ver qué intentas algo sospechoso, no dudaré en asesinarte.
El muchacho sonrió con sutileza...
—¿Eso es una amenaza? ¿Estás amenazando a un hombre que no se puede defender en este momento? ¿No te parece eso un poco... cobarde? Amenazar a un hombre común y corriente, y se hacen llamar seres superiores, qué vergüenza.
Loki se molestó por las últimas palabras del muchacho, por lo tanto, le dijo muy claramente, y tomándole del cuello de su suéter.
—Algo me dice que no eres solo un simple humano, alguien común y corriente no se atrevería a decir esas cosas enfrente de un dios, y no me importa romper las reglas, si pones en riesgo nuestro plan te asesinaré sin dudarlo, solo no busques problemas... muchacho.
El jóven de cabellos dorados sonrió un poco y le respondió, con firmeza y claridad.
—No creo que... esté buscando problemas, ahora... ¿Me puedo retirar? —preguntó el chico, con un tono de voz sereno y educado.
—No estoy jugando... —murmuró Loki.
—Ni yo tampoco —le respondió, viéndole directo a los ojos—, ahora suéltame.
Loki gruñó un poco y soltó a ese chico, le dejó ir. El jóven rubio prosiguió con su camino, y estuvo desarmado y siendo amenazado por un dios, el no sintió miedo ni en lo más mínimo, era como si estuviera frente a alguien al cual creía alguien inferior. Loki solo le observó desaparecer al final de ese pasillo, entrecerró sus ojos, abrió de nuevo un portal y desapareció del lugar.
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En la arena del Valhalla, Hércules siguió buscando a Akame por todas partes, llegando a destruir viviendas en el acto. No la hayaba, buscó de manera desesperada por todos lados y ni rastro de esa jovencita pelinegra. Estaba fastidiado, algo le decía que Akame se estaba burlando de él al no dejarse encontrar.
—¡No te escondas Akame, sal y lucha conmigo hasta el final! —vociferó el eterno héroe—, ¡No importa dónde te escondas la justicia siempre llegará y juzgará a los perversos y malignos de corazón!
Göll estaba preocupada por esa situación, su querido hermano mayor, su hermana Gondul, Akame, todo le estaba preocupando, era un momento muy tenso. Brunhilde solo observaba a su hermano seguir buscando a su oponente.
Mas sin embargo, se percató que Akame estaba escalando la torre más alta de la capital.
—¿Qué tiene pensado hacer? —preguntó Brunhilde.
Los humanos pudieron ver a través de los monitores que Akame estaba escalando esa torre. Los miembros de Night Raid también se dieron cuenta de lo que su compañera estaba haciendo.
—¿Qué tiene pensado hacer Akame?, No logro comprender qué está tramando —dijo Leone.
—Es obvio que está escalando esa torre, ¿Pero por qué? —se preguntó Chelsea a sí misma.
—¿Usará a Pumpkin de nuevo?, A esa altura si utiliza su modo Gatling podría generar mucho daño —comentó Mine.
—¡Esa es una buena estrategia! —dijo Lubbock, emocionando por su compañera.
—¡Claro que lo es! —comentó Tatsumi.
No obstante, tanto Najenda como Bulat no pensaban eso, Pumpkin desgasta bastante energía espiritual y Akame no se encontraba en condiciones de volver a usar esa Teigu, a menos que desee quedarse sin fuerzas y caer al vacío muriendo de manera miserable.
Al llegar a lo más alto, Akame observó que Hércules seguía buscándola, actuaba de manera desesperada. Akame en ese momento cambió su arma, su espada se desvaneció poco a poco para después transformarse en otra cosa.
Dos discos empezaron a flotar en su espalda, y después de eso, dos grandes alas de color blanquesino aparecieron de repente.
—¡Esa era la Teigu de Run, Mastema!
—¿Akame siquiera sabes cómo usar esa Teigu? —pensó Kurome, viendo a su hermana en la parte más alta de aquella torre, mordiendo una galleta, estaba muy seria.
Tatsumi abrió sus ojos como dos platos al ver lo que Akame había hecho...
—Esa Teigu alada, era la de ese sujeto...
—Así es... —mencionó Leone.
Akame respiraba muy cansada, pero aún así, no podía permitirse perder esa pelea...
—Ese sujeto podía disparar plumas como si fueran proyectiles, entonces... —respiró profundamente y después dió un grito por todo lo alto—, ¡OYE, HÉRCULEEEEEES!
El semidios griego escuchó el llamado de Akame, levantó su mirada y grande sería su sorpresa al ver el aspecto que tenía la pelinegra, parecía un ángel, un ángel de la muerte...
—¡VEAMOS SI PUEDES ESQUIVAR ESTO!
Dos plumas aparecieron de repente y estas mismas salieron disparadas a toda velocidad contra el eterno héroe. Esas plumas, pudieron herir a Hércules, una atravesó su brazo derecho y la otra se clavó en su muslo izquierdo. Hércules sintió bastante dolor, y sentiría más al ver cómo se le venía encima una interminable lluvia de proyectiles que serían capaces de atravesar su cuerpo.
—¡Sin duda alguna lo dejará como un colador! —mencionó Wave, abriendo sus ojos a más no poder, y sorprendido de que alguien como Akame haya podido usar una Teigu que ni siquiera era de un compañero suyo, sino más bien de un enemigo.
Todas las plumas de Mastema fueron disparadas contra Hércules, clavándose en su cuerpo como cuchillos causando un gran daño.
Los dioses gritaron desesperados al ver a su idealizado héroe siendo atacado de esa forma tan brutal, la sangre chorreando de su cuerpo, el sonido de las plumas clavándose en su cuerpo, y el grito de la humanidad eufórica de que su representante esté atacando de esa forma al semidios griego fué la mezcla perfecta para aumentar la tensión del combate.
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