CAPITULO 30 (RONDA 5)

LO JUSTO
VS
LO NECESARIO

Arena del Valhalla...

Los minutos pasaron, ya estaba a punto de comenzar la quinta ronda del Ragnarok, ahora que tanto dioses como humanos estaban empatados, ninguno de los dos lados se podía permitir perder de nuevo. Todo estaba a oscuras, no se podía ver casi nada, pero una inmensa sombra negra cubría toda la arena del Valhalla, parecía ser que, algo estaba ahí.

De un momento a otro, la luz de un enorme reflector iluminó a Heimdall, quién estaba en el centro de la arena, y fué observado por todos.

—Dos victorias, dos derrotas, tanto dioses como humanos están empatados en esta, la inolvidable batalla por la supervivencia, Ragnarok. ¿Será acaso que los humanos están destinados a perder? —preguntó Heimdall. Al unísono la humanidad gritó que no, no iban a ser derrotados por los dioses—, ¿Será acaso que los dioses se van a apiadar de los humanos? —todos los dioses gritaron furiosos un inmenso ¡NO!, no iban a perdonar a la raza humana ni aunque supliquen su misericordia de rodillas—. ¡Entonces no perdamos más el tiempo y comencemos con esto!

En ese momento, todas las luces de la arena iluminaron el campo de batalla por completo, dejando ver a todo el mundo que en la arena, había literalmente una ciudad, algo parecido a una capital imperial.

—¡Vaya la arena es inmensa, la más grande hasta ahora! —dijo un humano el cual no le bastaba el ojo para observar todo el lugar.

—¿Una ciudad? —preguntó un humano, mirando toda la inmensa arena de combate—, ¿Por qué pelearían en una ciudad como esta?

—No es una ciudad, por el estilo arquitectónico parece ser la capital de un imperio muy antiguo —comentó otro sujeto.

—¿Imperio?, ¿Pero qué clase de imperio? —preguntó una mujer, cuyas prendas no parecían ser de épocas modernas.

—¡El escenario que tienen ante sus ojos es una réplica exacta de la capital de un imperio muy antiguo! Este escenario fué solicitado por la encargada de representar a los humanos en esta ronda —dijo Heimdall para todo el mundo—, y los dioses, sintieron lástima por los humanos, así que aceptaron la petición.

—¿Esto siquiera es una buena idea? —preguntó una mujer entre las cientas que habían.

—¡Silencio, mortales!, ¡Consideren esto como una desventaja! —gritó un dios a todo pulmón.

—¡Ah llegado la hora de que empiecen a suplicar misericordia!

De repente, varios sino es que cientos de monitores gigantes empezaron a aparecer cerca de las gradas tanto de lado de los humanos como del lado de los dioses, los cuáles transmitían en tiempo real el combate que se llevaría acabo.

En las gradas, de lado de los humanos, Göll estaba junto a su hermana mayor observando la arena.

—¿Crees que haber hecho esto funcionará, hermana Brunhilde? —preguntó Göll, preocupada.

—Claro que sí —dijo Brunhilde—, en campo abierto hubiera sido una desventaja para ella, pero un lugar como este, el combate podría ser más equilibrado.

En la arena, Heimdall continuó hablando para el público...

—Representando a los humanos en la quinta ronda, hace miles y miles de años, existió un emperador que gobernó a todo un imperio con suma rudeza y crueldad, todos vivían bajo su yugo, nadie podía oponerse a su mandato y él que lo hacía, simplemente... ¡Moría jaja! —dijo Heimdall, estando de pie en la parte más alta de una casa de dos pisos—, todos pensaron que jamás se acabaría ese yugo, ese dolor, pero lo que ese jóven emperador jamás imaginó, es que un grupo de "asesinos malvados" se alzarían en su contra para derrocar su cruel mandato.

En ese momento, todos los humanos pudieron presenciar como la luz de la luna empezaba a tornarse de un color rojizo, y posterior a eso levantaron sus miradas. La luna se había vuelto de un color rojo carmesí, las nubes alejándose y el viento soplando con fuerza.

—¡Night Raid era el nombre del grupo de asesinos que derrocó al imperio y su inmensa corrupción que mantenía al pueblo en miseria y ruina! —exclamó Heimdall, ahora sentado en un columpio pero después saltando y cayendo de pie—, ¡Y ahora, una de sus integrantes se presenta esta noche para defender a la humanidad! Ella... una hermosa señorita de cabellos negros y ojos rojos color carmesí lleva en sus hombros el peso de ganar esta ronda.

Heimdall en ese momento levantó su mirada, señalando con su dedo a lo más alto de la arena, en dónde no habían gradas o asientos, en dónde una figura negruzca estaba con una rodilla doblada, el viento moviendo con sutileza una gabardina color café que llevaba consigo, inmóvil y observando la arena, esperaba su momento para hacer su entrada. Dioses y humanos levantaron la mirada, y pudieron ver esa sombra en lo más alto de la arena.

—¡Portadora de la legendaria Teigu, Murasame, la espada del filo maldito la cual era capaz de asesinar a quién sea con un solo corte! ¡SU NOMBRE ES..!

En ese momento, en el cielo, justo en medio de toda la luna roja, un sutil brillo de color verdoso — característico color del Volundr— apareció repentinamente y desapareció así como llegó, y acto seguido, en el suelo de la arena se clavó una espada creando una pequeña grieta.

Todos quedaron sorprendidos de ver cómo una espada literalmente se clavó en el suelo. Aquella sombra dió un largo salto por los aires, viéndose su sombra en la luna roja que resplandecía enormemente, dando varias vueltas en el aire...

A una gran altura aquella jovencita dió varias vueltas en el aire viéndose su sombra gracias a la luz de la luna roja.

Un humano común y corriente hubiera muerto al instante, pero ella no, había sido entrenada para matar a quién sea que tuviera enfrente. Atrrizó en el suelo, agarró su espada, dió un media vuelta terminando su entrada y lista para pelear en el Ragnarok.

—¡EL NOMBRE DE ESTA HERMOSA SEÑORITA ES AKAMEEEEE! —gritó Heimdall, viendo cómo ella había hecho su aparición en la arena.

(Night Raid, Akame)

No recibió como tal una entrada con aplausos, puesto que ella había existido hace ya miles y miles de años en el pasado, nadie la conocía, pero el hecho de estar defendiendo a la humanidad la hacía merecedora de respeto máximo.

Göll, en las gradas, observó la espada de Akame, y se preocupó en gran medida ya que realmente no confiaba en que esa espada tenga el mismo poder que alguna vez tuvo Murasame, ya que en realidad, esa espada era una copia, una copia exacta, había hecho Volundr con una de sus queridas hermanas mayores.

—¡Y ahora, representando a los dioses! ¡Está a punto de ingresar!

En ese momento, la puerta de lado de los dioses se había abierto, y de aquel oscuro y largo pasillo Hércules hacía su entrada, montado en un gran carruaje tirado por grandes y fuertes caballos que solo los dioses son capaces de manejar y domar. Las pequeñas piedras que habían en el suelo rebotaban a la par de que Hércules hacía su entrada en la arena.

—¡El valiente semidios forzado a combatir con las manos al el león de Nemea, y Cerbero, el perro guardian del infierno! ¡Después de completar las doce labores que se le fueron otorgadas, ascendió a las gradas del Olimpo!

Hércules luego de ingresar en la arena, tiró con fuerza los enormes caballos que lo estaban transportando, un humano jamás los hubiera podido parar, pero él sí, lo hizo y con un solo brazo. Los caballos se detuvieron, haciendo un estruendoso relinche por toda la arna.

—¡Él brinda esperanza tanto a dioses como a humanos, el fiel mensajero de lo justo y de lo correcto! ¡SU NOMBRE ES..!

Hércules en ese momento de un salto se alejó del carruaje, aterrizó en el suelo, y después levantó su mazo haciendo una gran ventisca, tan fuerte que casi se llea volando a la jovencita pelinegra. Después de eso, Hércules apoyó su mazo en el suelo haciendo una pequeña grieta en dónde tocaba su mazo con el suelo. Parándose firme, y frente a la vista de todo el mundo, finalmente había hecho su aparición.

—¡EL HÉROE ETERNO HÉRCULEEEEEES!

(Hércules, semidios griego)

Los dioses gritaron emocionados al ver quién era el siguiente representante de lado de ellos. En la gran mayoría de los monitores estaba la imagen de Hércules, todos lo festejaban, todos alababan su nombre, el semidios más valiente y defensor de los justo iba a pelear en la quinta ronda.

—¡Usted es alguien increíble señor Hércules! —gritaba una jóven divinidad la cual, tenía como héroe al semidios griego.

—¡Acabe con ella señor Hércules, no importa si es una mujer no merece vivir! —gritó otro dios de entre la multitud.

¡HÉRCULES! ¡HÉRCULES! ¡HÉRCULES! todos gritaban el nombre del semidios griego, cánticos se hacían en su nombre que alababan su fuerza y Valentía. Akame alcanzó a escuchar como la despreciaban diciendo que no valía la pena y que solo merecía la muerte.

Akame se veía como una indefensa señorita al lado de Hércules, y que la diferencia de tamaño era abismal, pero, lo que no sabían, era que esa "indefensa señorita" era capaz de matar 3 veces a sus oponentes sin que se dieran cuenta.

Ambos se vieron a los ojos, ambos, empezarían con su combate. Akame sostuvo esa espada con fuerza, adoptando una posición defensiva mientras le miraba a los ojos.

Heimdall en ese momento vió a ambos luchadores y exclamó a todo pulmón.

—¡QUE LA QUINTA RONDA DEL RAGNAROK, COMIENCE, LUCHADORES, PELEEN HASTA LA MUERTE!

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