CAPÍTULO 25 (RONDA 4)
La máxima técnica
VS
La máxima violencia
La humanidad llevaba la delantera en el Ragnarok, con dos victorias a su favor y sola una derrota, y los días, una victoria al inicio del Ragnarok y dos derrotas seguidas, los dioses no se podía permitir otra derrota más.
Tras una larga espera, finalmente la cuarta ronda del Ragnarok estaba a punto de comenzar. Todo se oscureció de repente, llamando la atención de todo el mundo. En medio, una luz iluminó el centro de la arena, en dónde estaba Heimdall vestido con lo que parecía ser una bata o kimono de color amarillo sostenido por la cintura con una cinta de tonalidad amarillenta.
—¡Dos victorias para la humanidad, dos derrotas para los dioses, todos en estos momentos nos encontramos ansiosos de querer saber cuál será el desenlace de esta ronda, la cuarta ronda del Ragnarok! —dijo Heimdall hacia todo el mundo—, tras la increíble victoria de los humanos en la tercera ronda, los dioses se encuentran ahora en una posición difícil, ¿Podrán empatar con los humanos en esta ronda? O tendrán que resignarse a perder nuevamente. Ni los dioses ni los humanos pueden permitirse perder, este grandioso combate, está a punto de comenzar.
Todo mundo dió un grito por cielos, tanto dioses como humanos, mientras nuestras queridas Valkirias se encontraban observando la presentación de Heimdall.
—Por fin la cuarta ronda, hermana Brunhilde, todo el mundo se encuentra ansioso en estos momentos —dijo Göll viendo la arena y a su narrador.
—Así es, será interesante este combate —dijo Brunhilde.
—¡Ahora, entrando por el este, el cuarto representante de los humanos! —dijo Heimdall, señalando con su dedo hacia la puerta por donde los representantes de la humanidad hacían su aparición.
De un momento a otro, el sonido de pisadas firmes y seguras se podía escuchar en todo el lugar, al fondo del pasillo, una figura imponente hacia su aparición, una aterradora sombra con grandes ojos rojos y malévolos, una sonrisa macabra de oreja a oreja la cual demostraba la enorme confianza que tenía en sí mismo, y esa figura, cualquiera pensaría que se trataba de un monstruo, y no era para menos...
—Este hombre, perdón, esta criatura, esta... ¡BESTIA!, es considerada como la criatura más fuerte del mundo —exclamó a todo pulmón el narrador del Ragnarok—, el hombre que logró detener un terremoto con un solo golpe...
Las luces iluminaron a la criatura cuando ingresó en la arena, con las manos en los bolsillos, caminando firme, sonriendo de oreja a oreja, una mirada aterradora y una presencia como ninguna otra.
Este hombre, llevaba consigo dos mangas que cubrían por completo sus dos brazos y parte de sus muñecas, dejando libre solo sus dedos, pero que resaltaban a la perfección sus músculos de acero, ese era su Volundr.
Todos los humanos, los que estuvieron en su época, abrieron sus ojos a más no poder cuando vieron a ese hombre, a ese ogro, a ese... animal.
—N-No, no p-puede ser... —dijo un tipo, temblando de miedo.
—E-Esto debe ser una broma, no es posible que ese hombre esté... —era tanto su miedo que ni siquiera pudo completar su frase, esa mirada aterrada daba rienda suelta a la imaginación sobre el representante de los humanos.
—Ese hombre nos va a representar... vaya elección... —dijo un tipo, que aunque anciano conocía a ese sujeto.
Mientras seguía avanzando hacia su lugar, Heimdall seguía narrando sobre el representante de los humanos.
—¡Este sujeto, es el hombre al que todos consideran como un ogro, un monstruo imparable, y al que nadie puede vencer en un combate!.. —dijo Heimdall, con emoción, ya que ese sujeto era bastante alto en comparación con él—, él único e incomparable...
Todas las luces se fijaron sobre ese hombre, siendo visto por todo el mundo.
—¡¡EL PINÁCULO DE LA FUERZA FÍSICA YUJIRO HANMA!!
Yujiro sonrió de oreja oreja, una sonrisa aterradora pero llena de confianza, no le importaba que no haya sido recibido con aplausos o con gritos de aliento, para él era mejor ver qué los humanos a los que supuestamente iba a defender sentían miedo de su presencia.
—Con que esto es la arena del Ragnarok, solo espero que soporte toda mi fuerza, no quiero destrozarla fácilmente —exclamó el hombre más fuerte del mundo.
Heimdall luego de eso señaló hacia el lado contrario, las puertas de lado de los dioses...
—¡Ahora, representando a los dioses aquí está el siguiente individuo! —exclamó Heimdall.
Las puertas se abrieron dando paso a una gran estela de humo, desde lo más profundo de la oscuridad del pasillo el sonido de muchos elefantes se escuchó retumbar por todo el lugar.
Yujiro observó el suelo, y vió que una minúscula piedra comenzó a vibrar, después a moverse, y por último a saltar de manera agresiva contra el suelo. Volvió a observar el pasillo de lado de los dioses.
Muchos elefantes salieron de ese pasillo, una cantidad ridículamente absurda. Sobre el elefante más grande, corpulento y poderoso estaba el representante de los dioses...
—¡No hace falta dar una explicación sobre quién es este ser divino, el crea mundos a su antojo, el destruye mundos si así lo desea! ¡Todos sus oponentes tiemblan ante su presencia!
Yujiro se mofó un poco ante eso último que dijo Heimdall, y volvió a sonreír.
—¡El representante de los dioses en esta ronda es!..
Este ser morado de cuatro brazos dió un enorme salto por los aires alejándose del elefante en el que iba montado. Yujiro lo observó saltar por los aires, dando una pirueta exagerada pero genial y perfecta. Cuando aterrizó, cuando apenas sus pies tocaron el suelo, de la nada, fuegos artificiales explotaron a sus espaldas elevándose a una gran altura, celebrando su más que gloriosa entrada.
—¡EL DIOS HINDÚ MÁS PODEROSO DE TODOS LORD SHIVA!
—No pienso contenerme en lo más mínimo —dijo Shiva, observando a todo el mundo y sonriendo lleno de confianza.
Los dioses hindús celebraron a todo pulmón la entrada de Shiva, de su digno representante, del ser que crea mundos y los destruye a voluntad. Yujiro observó cómo los demás dioses hindús celebraban y gritaban con todas sus fuerzas lo magnífico que era Shiva.
—Los dioses son tan arrogantes que me provocan náuseas —dijo burlándose la criatura más fuerte del mundo.
Shiva tronó sus nudillos, estiró sus cuatro brazos y arqueó su espalda hacia atrás, dejando a la vista sus abdominales marcados.
—Espero que este combate sea... entretenido.
En la gradas, de lado de los dioses, Ares estaba sentado en su lugar tomando una taza con té caliente, su favorito, y Hermes, a su lado, observando la arena.
—Ese Shiva si que sabe cómo hacer una entrada, tan exagerada como la de padre Zeus —dijo Ares.
—Opino lo mismo, aunque debemos admitir que los elefantes fué un buen toque —dijo Hermes.
En la arena, los fuegos artificiales cesaron y los elefantes por consiguiente se retiraron de la arena. Todo estaba listo para que la siguiente ronda esté por comenzar.
—¡¿Luchadores están listos?! —preguntó Heimdall, viéndolos a ambos al mismo tiempo—, ¡No pierdan más el tiempo! ¡A luchar!
Sin decir nada más, Heimdall se retiró haciéndose a un lado de la arena para poder narrar el combate sin ser herido durante el proceso. Shiva y Yujiro se vieron a los ojos cuando dieron por comenzado el combate, Yujiro aún con las manos en los bolsillos y Shiva agarrando su hombro izquierdo con uno de sus brazos, haciendo movimientos circulares.
De lado de las gradas, el hijo de Shiva, Ganesha, estaba alentando a su padre con todo su aliento, al igual que sus esposas. Shiva les guiñó el ojo, estaba tan seguro de que ganaría este combate de manera espectacular.
—¿Te llamas Yujiro no es cierto? ¿Puedo pedirte un favor? —preguntó Shiva, con cierto tono burlón en su voz.
—Adelante, puedes hacerlo —dijo Yujiro, sonando con mucha arrogancia.
—Jaja que arrogancia. No vayas a morir tan pronto, quiero que me diviertas un rato —dijo Shiva, volviendo a tronar los dedos de sus brazos haciendo un claro sonido en toda la arena.
Yujiro en ese momento sonrió de una manera muy extraña y terrorífica...
—Ah, ya veo, con que quieres divertirte un rato ¿No es así? Entonces...
En ese momento, Yujiro sacó su mano derecha de su bolsillo y levantó su brazo, sus músculos comenzaron a crecer, sus venas a palpitar ferozmente en ese momento, dejando ver lo increíblemente poderosos que eran y de la enorme fuerza que tenía.
—Esos músculos, parecen que son de metal —dijo un hombre entre la multitud de lado de los humanos.
Yujiro en ese momento golpeó la arena del Valhalla con una fuerza tan monstruosa que creó un sismo considerable. Los humanos quedaron boquiabiertos, los dioses quedaron boquiabiertos, todo el mundo quedó boquiabierto al ver lo que ese hombre pudo hacer con tan solo un golpe...
Göll quedó boquiabierta, no era Shirohige, Yujiro no tenía ningún poder de alguna akuma no mi, eso que sus ojos vieron era el pináculo de la fuerza bruta liberada por un solo hombre.
—Ese viejo aterrador, e-es muy fuerte, ¡Hermana Brunhilde tal vez Yujiro pueda ganarle al poder de Lord Shiva!
—Claro que sí, Göll, en estos momentos vamos a apreciar un combate sin igual, nada de lo que has visto hasta ahora. La máxima divinidad, contra la máxima humanidad, la máxima técnica contra la máxima violencia, ¡El máximo poder contra la máxima fuerza bruta!
Shiva, en la arena, abrió todos sus ojos hasta más no poder al ver lo que Yujiro hizo, su emoción fué incontrolable al punto de que comenzó a lagrimear un poco.
—¡SIIIIIII! ¡FINALMENTE ALGUIEN TAN FUERTE COMO BARBABLANCA! —gritó muy emocionado el dios hindú—, ¡VEN YUJIRO, DALE ALGO DE EMOCIÓN A MI EXISTENCIA!
No obstante, Shiva pudo ver cómo Yujiro casi que desapareció de enfrente suyo. Lo próximo que vió fué el poderoso puño de Yujiro golpeando su rostro y mandándole a estrellar contra los muros de la arena con toda su potencia, creando grandes grietas en la mismas. Ganesha gritó el nombre de su padre, sus esposas también, todos los dioses hindús se asustaron al ver lo que ese hombre hizo en contra de Shiva.
El puño de Yujiro emanó humo después de ese golpe. La potencia realmente fué tanta que hasta incluso casi traspasa los gruesos muros de la arena, los cuáles había que decir, eran para contener más el increíble poder de los dioses que el de los humanos.
—¡Pero claro que nos vamos a divertir, mi querido Shiva!
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