CAPÍTULO 24

Por su lado, los dioses no estaban para nada contentos con lo que había pasado, estaban furiosos, y todavía les dolía más que haya sido el hombre más odiado por ellos quién les dé la delantera a la humanidad en este evento.

Ares golpeó la pared dentro de aquella habitación donde los dioses debatían sobre quién sería el siguiente. Estaba molesto, su ira era incontrolable, al igual que él, en dicha habitación también estaban Hermes, Loki y Shiva.

—¡Maldita sea, Melínoe, maldita sea! —dijo muy frustrado y enojado el dios de la guerra—, ¿Cómo pudo pasar esto?, Ya lo tenía, ya había acabado con ese sujeto, aún me cuesta trabajo creer... que esa cucaracha haya sido capaz de salir victorioso en ese combate.

—Los humanos nos llevan la delantera, quién hubiera imaginado que algo como eso pasaría —dijo Hermes, a diferencia de Ares, se mantenía sereno.

—¡Esto es tú culpa, Ares! —exclamó Shiva, señalando al dios de la guerra con su dedo—, si me hubieras mandado a mí desde un principio esto no estaría pasando, ¿Esa muchacha era más fuerte que yo? ¡Vaya estupidez se te ocurrió decir!

—¡¿Qué rayos dijiste?! ¡Te salvé el cuello de ser asesinado, grandísimo imbécil! —exclamó Ares, viéndole con mucho enojo.

—Jajaja es divertido ver cómo ustedes se pelean, háganle un favor a la humanidad y matense el uno al otro jaja —a pesar de la situación tan delicada en la que estaban, Loki no dejaba sus chistes a un lado.

—Loki, no es momento para tus absurdos chistes, sino vas a ayudar en nada mejor regresa a tú lugar, ¿Te quedó claro? Largo de aquí —dijo Ares.

—A mí nadie me dice que hacer, ni echa, cabeza hueca —dijo Loki, borrando momentáneamente esa sonrisa suya y dibujando una expresión muy seria.

—¿Acaso quieres que te mate? —preguntó Ares, quién aún seguía molesto.

—Me gustaría... ver que lo intentes, imbécil —dijo Loki, emanando una aura de color morado y una sensación bastante agresiva de su interior.

—Dejen de discutir, no es momento de gastar energías en cosas estúpidas —dijo Hermes, interviniendo en aquel conflicto innecesario.

—Tú ni siquiera estás participando, no sé que haces aquí, estorbando... estorbo —dijo Loki, molesto.

Hermes se enojó por las palabras que dijo el dios loco, y se acercó a él para encararlo, la situación se estaba poniendo muy tensa, el ambiente se sentía pesado y muy enérgico; mas sin embargo todos guardaron silencio cuando escucharon la hermosa melodía de una lira, una melodía tan bella, tan hermosa, tan sublime que era capaz de calmar a las mismas bestias más sanguinarias y violentas del averno.

Cuando voltearon en dirección a esa melodía, a las afueras de la habitación, sentado en el balcón de la misma, cierto tipo de aspecto angelical —valga la redundancia porque eso era— de cabellos blancos, ojos color esmeralda, una vestimenta que combinaba muy bien con su aspecto, estaba tocando dicha melodía, se veía tan sereno y relajado.

—Veo que ustedes no cambian en nada, pueden pasar milenios pero su conducta es siempre la misma —mencionó dicho tipo, con sus ojos cerrados, pero aún tocando esa lira, se sabía a la perfección esa melodía, la había tocado tantas veces desde que la escuchó por primera vez ya hace muchos, muchos siglos.

—¿Y quién rayos eres tú? —preguntó Loki.

—Es uno de los seis ángeles que protegen el sagrado palacio del altísimo —respondió Ares, por alguna extraña razón al escuchar esa melodía, su furia se disipó casi por completo—, ¿Qué haces aquí? Tenía entendido que ustedes se iban a mantener al margen de todo esto.

—Estoy aquí para apaciguar a las bestias ignorantes que estaban discutiendo delante de mis ojos —respondió sin vacilar el ángel. Dejó de tocar su lira y los miró a todos.

—¿A quién llamaste ignorante? —ahora era Shiva quién se enojó al escuchar esas palabras.

—¿Saben algo? Es curioso, ustedes se jactan de decir que son perfectos y que los humanos son una escoria, pero se comportan peor que ellos, son dioses pero se dejan conquistar... por sentimientos tan banales como la ira y la frustración.

—¿Qué rayos quieres decir con eso? Si buscas problemas déjame decirte que los has encontrado, vete de aquí antes de que acabemos contigo —dijo Ares.

—Ay por favor, no me hagas reír —dijo el tipo, de forma burlona, pero después se tornó serio ante el resto de dioses—, O bueno, esto sí que es conveniente, ¿Saben? puedo eliminarlos a los cuatro al mismo tiempo aquí y ahora.

Las cosas se pusieron muy tensas, pero de nuevo el ambiente fué roto por alguien que ingresó en aquella habitación...

—Oigan, oigan, no deberían estar peleando, recuerden que nuestros oponentes son los humanos no nosostros mismos —dijo aquél individuo que ingresó en aquella habitación.

Sin exagerar en lo más mínimo, Ares abrió sus ojos como dos platos al ver quién había ingresado, y no era para menos, ese sujeto era de las entidades divinas más poderosas que han existido.

—¿A-Anubis? ¿Q-Qué haces aquí? —preguntó Ares, antes estaba furioso, pero ahora estaba muerto de miedo al ver quién ingresó en aquella habitación.

Anubis, dios egipcio, guía de los muertos y de las almas había hecho su aparición, pero lo más aterrador de este sujeto, era que nunca dejaba de sonreír, aunque la situación sea para no sonreír, él siempre lo hacía, y un aura muy extraña emanaba de él, un aura de muerte y miedo...

—Ah, solo pasé a saludarlos, me enteré sobre la segunda victoria de los humanos y eso me pareció muy curioso, porque tenía entendido que este... Ragnarok o como se llame, sería como un paseo por el parque, pero ver a Poseidón y su estado tan lamentable, a Zeus muerto y a la hija de Hades muerta también, me hace pensar que tal vez, ellos nos son tan patéticos cómo creíamos...

—N-No te preocupes Anu...

—¿O qué está pasando, Ares? ¿Tendré que verme en la obligación de participar por ustedes y vencer a esa escoria yo solo?

—¡No! —dijo, temeroso, y su voz se escuchó quebrarse como un cristal—, digo, no, no es necesario, tú turno todavía no llega, los humanos no volverán a ganar otra ronda, te lo aseguramos, los haremos suplicar nuestra misericordia. Sí.

—Eso pensé... —el tipo literalmente no dejaba de sonreír, su presencia daba pavor, no por nada, estaba relacionado con la muerte—, espero que la cuarta ronda sea... entretenida, por lo menos, o sino tendré que adelantar mi participación y demostrarles lo que es ser un dios.

—¿Verás la cuarta ronda en la zona VIP? —preguntó Ares, rogando porque la respuesta sea negativa.

—No, regresaré a mis aposentos, espero que no me decepciones, Ares —dijo en un tono macabro. El dios de la guerra sintió un escalofríos recorrer su espalda al escucharlo. Respiró aliviado al ver cómo ese dios egipcio se retiró de la habitación.

Me compadezco del pobre humano que tenga que enfrentarlo —pensó Ares, mientras una gota de sudor frío bajaba lentamente por su mejilla.

—Ay ese extraño de Anubis, no aguanta ni una sola broma a pesar de que siempre sonríe —dijo Loki, dejando caer su cabeza sobre su mano izquierda en tanto que se sentaba en el mueble, sus ánimos de pelear se disiparon por completo.

El tipo que antes estaba tocando la lira entrecerró sus ojos, no le agradaban esos dioses, y su conducta dejaba mucho que desear, pero era hora de retirarse, ya había perdido mucho tiempo. Se dió la media vuelta y extendió sus alas.

—¿Oye a qué viniste? —preguntó Hermes, sin entender el por qué de la aparición de ese sujeto.

—Solo pasé por aquí, y verlos comportarse de esa manera fué tan patético y vergonzoso.

—Dijiste sobre eliminarnos a los cuatro, ¿Acaso ustedes están de lado de los humanos?

—No, no estoy de lado de ellos, estoy de lado de lo correcto y de lo justo, no me interesa salvar la vida de los humanos, solo que es muy vergonzoso que ustedes tengan una conducta tan deplorable y se hagan llamar dioses poniéndose en la misma categoría que mí Señor, cuando en realidad, se comportan peor que los humanos —dijo el tipo, refiriéndose a ellos de manera muy despectiva—. Nos volveremos a ver de seguro, adiós.

Sin decir más, el tipo se retiró de aquella habitación. Ares trató de relajarse, dos victorias seguidas, tampoco era para alarmarse, pero no podía permitirse que los humanos tengan tres victorias seguidas eso sería ya muy humillante, ¡Eran dioses ellos no podían perder!

Shiva le reclamó a Ares que ya era su turno, que debía participar en la cuarta ronda del Ragnarok. Ares aceptó, le dijo claramente que ni se le ocurra siquiera dejarse ganar por su rival. Shiva se rió fuertemente cuando escuchó a Ares decirle eso, apretó sus puños con todas sus fuerzas y le dijo...

—¡No te prometo contenerme en lo más mínimo, voy a hacerlo pedazos!

Loki sonrió de oreja a oreja, ya vería si las palabras de Shiva eran o no ciertas, lo que sí le incomodaba, era la aparición repentina de ese ángel, eso fué algo tan extraño, y no supo el por qué, pero algo le dijo que ese sujeto tenía que ver algo... con las Valkirias.

Ya veremos qué sucederá más adelante.

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