2) Bad sometimes (+18)
Nota:
Este relato contiene escenas sexuales y/o violencia gráfica. Se recomienda que solo mayores de edad lo lean.
Bad Sometimes:
Hoy, frente a esta pequeña casa en la que compartimos tantos momentos, viene a mi mente ese día: Sentados frente a frente en aquellos sillones color arena, la decisión en tu rostro y una cínica sonrisa en el mio indicaba que de esta tarde no pasaba.
La plática subió de tono, mis palabras contradecían lo que gritaba mi mirada. Tu ropa, tu cabello, cada gesto, cada movimiento incluso el aire que salía de tus pulmones tras cada palabra que emitían esos labios rojos, despertaba el instinto animal que ocultaba en mi. Ya no podía contenerme más. Decías que no, pero todo parecía indicar que querías que llevara a cabo esa locura contigo.
Eras una chica buena que quería ser mala, yo en cambio era un chico malo pretendiendo ser bueno. Dijiste algo, algo que no pude entender, solo vi tu boca mover, ya no era yo. No lo soporte más, te tomé de las muñecas y te puse contra la pared. Tu rostro cambió, sentía tu aliento sobre mi cara, ¿en que momento me acerqué tanto a ti? Éramos como imanes. Querías controlar la situación, siempre fuiste la dominante del grupo de gatas que se juntaban contigo, te gustaba tener el control. Me empujaste y comenzamos a jugar al gato y al ratón, yo solo te seguía , iba a por ti, te alcanzaría. Te iba a hacer aquello que tanto había soñado, tanto tiempo imaginándolo... De solo pensarlo sentía encenderse mi entrepierna. La sensación de poder que me dio cuanto te atrapé fue inigualable.
—No puedes escapar de mi princesa... Soy tu demonio, tierno ángel.
Después de susurrarte eso. Te acorralé frente aquella estufa blanca, nuestra persecución terminó en la cocina. Te tumbé sobre la mesa, abrí tus piernas sin ternura y me coloqué en medio de ellas. El olor que emanaba tu cuerpo, el sudor recorriendo tu pecho, la manera que temblabas, todo era tan perfecto... Tenía que hacerlo, tenía que sentirlo, verlo, en verdad lo necesitaba.
En el acto te sacudías frenéticamente, enredabas tus piernas en mi cuerpo, me llenaba de placer el recordar que hace tan solo un momento estabas hecha una fiera y ahora eras tan mansa, tan dócil, toda mía. Jamás olvidaré como te retorcias, los jadeos que provenían de mi boca e inundaban aquella hogareña habitación. El ardor provocado por los rasguños que hiciste en mis brazos me causaban aún más placer, y es que siempre fuimos una pareja tanto "ruda" por eso te golpeé como te gustaba varias veces.
Tu espalda arqueada, tus labios formando una "o" y tus ojos en blanco me indicaban que ya estabas a punto de terminar. Esa imagen me llevaba al paraíso, tu cuerpo bajo mi caliente cuerpo, solo la respiración inundaba el cuarto, la sangre resbala por los surcos que habías hecho en mis antebrazos, la excitación que sentía en esos momentos no se iría. Me regalaste el último aliento y aquella expresión que me hizo sentir tan vivo, tan inmortal, mientras tus brazos colgaban en aquella mesa que fue testigo de mi arrebato.
Y ahora hablar de ti es hablar de mi, porque recordar al asesino es recordar a sus víctimas. No podía parar de reír, no puedo dejar de hacerlo. Te busco en otros cuerpos, pero ninguna me trae el mismo placer que me trajo el acabar con tu vida.
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