La intensa vida de Jack Paquetón

Esta esa historia de un plátano al que solía llamar Jack Paquetón. Todo empezó en mi cocina, un día le oí hablar y supongo que ahí comenzó mi locura, quise cocinarlo por unos momentos pero me hacía compañía. Sin embargo duró poco, mi asistenta lo tiró sin querer a la basura y no volví a verle nunca. Aquí acaba la historia. Punto final.





















"No hagáis caso a este psicópata. Mi historia sólo acababa de comenzar. Tras caer en la basura un hombre con aspecto de pobre me cogió. Pensé que mis dias habían llegado a su fin, que me comería. Pero no, me lavó y me colocó en un puesto. Resultaba que era un mercader, aunque no dejaba de ser pobre por eso.

En ese puesto conocí a otros como yo: una pequeña pera, un par de manzanas rojas realmente sexys y una gigantesca naranja con cara de pocos amigos.

Pasó por ahí al rato un músico con una funda de violín, nos observó un rato y me compró. ¡A mí! Rápidamente me metió en la funda y me encontré, no con un violín como era de esperar, sino con una gran sandía abrazada a un gran melón y pequeñas hojitas de perejil que correteaban. Fue extraño.

El músico se metió en un avión con destino a Londres y los bamboleos del vehículo nos marearon. Acabamos todos potando y aquello comenzó a oler como el queso azul. Estuvimos ahí 12 largas horas y, cuando por fin aterrizamos, nos cogió otro hombre. Llegamos a una pequeña casa y el nuevo hombre nos dejó encima de una silla antes de irse otra vez. Pronto un mono capuchino de pecho amarillo abrió la funda y todos nos asustamos. Entonces salimos corriendo a escondernos y allá en nuestro escondite encontramos algunos otros refugiados: una zanahoria, una alcachofa, una coliflor, un brócoli y una cebolla.

-¡Este es nuestro escondite! -gritó el brócoli agitando si frondoso pelo.
-¡Déjales quedarse cariño! Fuera hay peligro -pidió la blanca coliflor
-¡Y por eso la última vez perdimos a los hermanos Champi! ¡No dejaré que nadie más acabe hecho salsa!

El llanto de la cebolla al escuchar aquellas palabras se oyó en toda la habitación y el mono nos descubrió.

-¡Yo os cubro! -exclamó la alcachofa.
-¡Allí podemos escondernos! -señaló la zanahoria ajustando sus lentes.

Siguiendo sus indicaciones, salimos corriendo hacia el lugar, pero entonces el hombre apareció vestido de negro, parecía un ilusionista.

-¡Te he dicho mil veces que no te comas mi comida! -le regañó- ¿Ya no recuerdas que pasó cuando te comiste el puré de patatas que cociné la semana pasada?

El capuchino agachó la cabeza y fue soltado. Acto seguido, el ilusionista nos agarró y nos llevó a su cocina. Rápidamente abrió un libro de recetas y comenzó a matar una a una cada verdura. Fue realmente horrible, aunque no tanto como cuando abrió la cartilla de los postres. Y claro, aquí estoy, viendo mi vida pasar por delante de mis ojos...

Ahora está descuartizando a la sandía y sé que pronto me tocará a mí así que antes de que pase quiero deciros que la vida de una fruta o una verdura es complicada, tanto como un problema de matemáticas. Quiero que penséis en lo difícil que es sobrevivir, quiero que imagines como era en el siglo XIX y como es ahora, ¿ha cambiando? No. Quiero que cada vez que nos veas pienses en que vida asesinarías si nos comieras... Aquí acabará la vida de este pequeño plátano, aquí acaba mi vida, la vida de Jack Paquetón, pero quedan muchas otras vidas que tú puedes..."

¡CUT!

-¡Qué rico platanito!



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