Cena con muñecas +18

Es tarde, sus sombras nacen, crecen y mueren lentamente según avanzan. Se van apoyando entre ellos y ríen sin cesar dando tumbos aquí y allá. Sus carcajadas van acompañadas por los pitidos de los semáforos que indican el cambio de color y el viento agita las hojas de los árboles ferozmente. Ha sido una gran noche, quizá para ellos aún lo es.

-La mejor noche de mi vida -escupe Chad babeando, algo contentillo.
-¡Y que lo digas! -grita Hana dando paso a su ya recurrente hipo.
-Creo que no podría ir mejor -afirma por último Jane agitando su larga melena morena-. ¡Esto ha sido un éxito, amiga!

Las risas de nuevo ascienden sobre sus cabezas y se pierden en la inmensidad de la noche. Entonces Hana tropieza con su propio pie y se parte el tacón de sus bonitos zapatos rojos.

-¡Ay! -gime-, creo que me he roto el tobillo -especula pero rápidamente fluye de sí una risita tonta.
-Creo que has bebido demasiado... ¡Estás súper borracha tía! -ríe Jane sentándose a su lado.
-¡Mira quien habló!

Chad las mira desde su posición erguida y sonríe débilmente, piensa que son adorables. Lentamente le tiende una mano a Jane.

-Anda sube, llevaré a Hana en brazos -dice amablemente.

De nuevo ambas amigas dejan salir unas débiles risitas y la morena se levanta con ayuda de la mano de Chad. Piensa que tienen suerte de haberlo encontrado en la fiesta, aunque reconoce que era más mono con las luces estereoscópicas, <para Hana> se dice observando como se sonroja bajo la melena rubia cuando Chad la coge en brazos.

-¡TÍA! ¡Que se te ven las bragas! -se carcajea señalando la entrepierna de la chica.
-¡Es que este vestido es muy corto! -se excusa tratando de bajar su ajustadísimo vestido negro en brazos de Chad.

Un pequeño bultito surge debajo de Hana en los pantalones del chico.

-Shh -le susurra a Jane guiñándole un ojo y ésta, como ya es tradición, se ríe.

Continúan caminando lentamente hacia la casa de Hana. Es tarde, muy muy tarde, probablemente sobre las cuatro de la mañana y no hay nadie en la calle, únicamente ellos tres.

Jane cada vez camina más y más cansada y está deseando llegar a la casa para deshacerse de las cuñas y del provocador escote de su vestido verde, siente que se le saldrán los pechos en cualquier momento y comienza a ser incómodo.

-¿Falta mucho Hana? -le pregunta suspirando.
-¡No, lo, sé! -canturrea.
-No recuerdo donde estamos...
-Bueno, ahora estamos cerca de mi casa, si queréis podemos parar ahí y volvéis por la mañana cuando os encontréis mejor -propone Chad.
-¡Qué gran idea! -grita Hana agitándose enérgicamente.
-¡Cuidado! No quiero que te lastimes...
-Perdón -se ríe.
-Yo... No creo que sea buena idea, estoy cansada.
-Eres demasiado aguafiestas Jane, ¡si aún no ha acabado la noche!
-¡No soy una aguafiestas! -se molesta y reflexiona-, sólo era una broma, ¡vayamos! -miente fingiendo una sonrisa.

Hana lo celebra animada y Chad no puede evitar sonrojarse ante tal emoción. <Parece un buen chico> piensa Jane, auto-convenciéndose.

Unas calles más adelante Chad se detiene frente a un portal como otro cualquiera y con alguna dificultad sostiene a Hana sobre un brazo y alcanza las llaves, las introduce en la cerradura y la gira abriéndola de un empujón con la punta del pie. Es hábil, de eso no hay duda. Los tres pasan al recibidor y suben las escaleras hasta el segundo piso. De nuevo, el chico realiza malabares para abrir la puerta de su casa y finalmente cruza el marco seguido por Jane. Entonces, tras dejar a Hana en un amplio sofá marrón, enciende la luz.

Resulta un piso bastante bien decorado, acogedor y limpio, las luces cálidas hacen que la habitación sea más agradable y los muebles de madera suave aportan esa sensación de 'hogar' que solo se siente en las casas familiares.

-Toma asiento -le pide a Jane mientras ésta analiza la estancia.

Ella busca con ojos atentos y encuentra rápidamente una silla cerca de la mesa-comedor a un lado del sofá, se sienta de forma pausada y dirige la mirada a su amiga; sabe que en unos minutos se quedará dormida.

-¿Tienes....? -comienza a decir pero Chad no está en la habitación.

Están solas.

A Jane le parece que, de repente, la luz es mas oscura y los muebles más sombríos, más fríos, más lejanos... Quizá de han equivocado de chico...
Pero entonces, él vuelve con un par de pijamas y una gran sonrisa, Jane suspira.

-He pensado que no os gustaría dormir con esos vestidos...
-Eh... Sí, gracias -dice Jane tranquilizándose asombrada.
-Me iré a la otra habitación mientras os cambiáis... O podéis ir al baño, como más os guste.
-Sí... Aunque yo prefiero ir al baño -sonríe vergonzosa.

Mientras el chico sale del salón a paso rápido Jane se acerca al sofá con los pijamas y acaricia la rubia melena de Hana.

-No te duermas aún bonita... -dice con dulzura mientras Hana se mueve ligeramente-, debes ponerte el pijama.

La chica se incorpora lentamente y comienza a desvestirse. Mientras, Jane se levanta y busca el baño, no le es difícil encontrarlo, aunque antes pasa por la cocina, ya que un cartelito con el nombre de la habitación cuelga de la puerta. <Quizá es demasiado ordenado> Piensa. Lo que ven sus ojos ahora es una estancia muy bien iluminada, decorada con muebles claros y muy, muy bien colocada. Jane puede deducir que es un hombre soltero y sin hijos, solo. En cierto modo le da pena.

Hana observa la televisión apagada del salón ya habiéndose puesto el pijama. Se siente cansada, pero aún tiene algunas energías. <Chad es tan mono...> suspira, <....y llevo puesto su pijama...> piensa y se pregunta dónde estará. Se levanta despacio teniendo cuidado de que el mundo no le de demasiadas vueltas y se introduce en el pasillo oscuro que conduce a las habitaciones pasando por delante de la puerta del baño, despacio, alerta.

Dentro, Jane alcanza el pijama y comienza a desvestirse: poco a poco se quita el vestido, las medias y las cuñas y se pone la camisa y el pantalón a rayas del pijama, le queda grande pero no le importa demasiado.

Guiándose de la verticalidad de la pared para no marearse, la chica rubia topa con una puerta y decide abrirla sin saber qué hay tras ella. Impresionada quizá por el efecto del alcohol encuentra a Chad en ropa interior y se sonroja. Se dispone a cerrar la puerta de nuevo pero él se acerca a ella y la detiene cogiéndola del brazo tirando de ella hacia el interior de la habitación, la puerta se cierra y ellos caen sobre la cama.

No puede imaginar qué le espera.

<Supongo que ya puedo salir> se dice Jane tranquílamente girando el pomo de la puerta.

Las manos de Chad recorren el cuerpo de Hana con sensualidad hasta llegar al borde de la camiseta, para ahora tirar de ella y quitársela. Es un cuerpo tan bonito, tan bien formado... El calor en el interior de Chad guía sus acciones y su respiración se agita cuando Hana le agarra la goma del calzoncillo, tira de él hacia abajo y lo arroja fuera de la cama, lejos. Él está apoyado en la pared, ve como ella le mira ansiosa, y desea saber cómo se debe sentir un hombre dentro de alguien tan bello. Con delicadeza le quita también el pantalón del pijama y descubre que la chica no lleva ropa interior. Está húmeda. No puede aguantarlo más.

No puede imaginar qué le espera.

La casa está sospechosamente en silencio, <¿dónde está Hana?> se pregunta Jane al llegar al salón y descubrir que no hay nadie. <¿Debería preocuparme?>

En la habitación, Chad se siente muy bien, le parece maravilloso, piensa que ella es perfecta por dentro al igual que por fuera... Pero quizá no lo sea tanto. Excitado mira los ojos de la chica acompañado del rítmico vaivén de sus cuerpos, pero esta vez descubre algo raro, esta vez no hay deseo... esta vez hay... Hambre. Entonces, de repente, la chica clava ferozmente las uñas en el pecho de Chad y en su boca relucen muchos mas dientes de los que cabría ver en un ser humano, unos dientes feos y afilados. Chad observa como lentamente el cuerpo de la mujer con quien comparte cama se hace más voluminoso, deforme y oscuro: los brazos se alargan y la cintura se estrecha, hilos negros y dorados surgen sustituyendo el cabello de la chica y se alcanzan a ver unas gruesas y horribles costuras en lugar de las articulaciones. El terror corre por las venas de Chad y desea huir pero algo atrapa su miembro desde dentro del cuerpo del nuevo ser inundando de dolor todo su cuerpo y de sangre las sábanas de su cama.

Un grito agónico despierta el interes de Jane. Con la velocidad del rayo agarra un gran cuchillo de la cocina y entra en el oscuro pasillo. <Es la hora> Poco a poco sus extremidades también se oscurecen y su pelo moreno se trenza transformándose en gruesas cuerdas negras cosidas a su cabeza, en cada ojo suyo cuatro pequeños agujeros negros dan forma a unos grandes botones y unas sucias y horrendas costuras agarran y sostienen sus extremidades.

Grandes alaridos y grotescos sonidos escapan de la habitación, Chad se encuentra partido en dos mitades, a cada momento más descuartizadas que antes, gracias al gran cuchillo ahora ensangrentado y a las monstruosas bocas llenas de afilados dientes que muerden y arrancan pedazos de carne cuidándose de que el chico no muera en el acto para oír sus armoniosos gritos y disfrutar del como agoniza viéndose dispersos agujeros en el cuerpo. Un río de sangre encharca el suelo y numerosos puntos y manchas salpican paredes y techo. Las muñecas no pueden acabar mas satisfechas cuando al fin devoran como fieras sus rosados sesos, su rojo corazón y su gran órgano viril riendo a carcajadas mientras añaden unos años a su oscura vida dibujando una línea de sangre sobre sus pieles.

Definitivamente sí podía ir mejor.

FIN :)

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