🕰 VIII ◦ Sinceridad
La noche de aquella jornada de verano fue, por mucho, de lo más agradable. Lejos quedó la elevada temperatura que el amarillo astro se había encargado de proporcionar aquel día. La luna llevaba unos cuantos días su fase llena, por lo que a pesar de encontrarse a muy entrada la noche, su iluminación bloqueó de alguna forma la espléndida vista noctámbula: la larga y brillante vía láctea, junto a las conjugaciones de estrellas que se apreciaban solo en el verano. Todo aquello era algo qué admirar; mas, sin embargo, no lo fue para una pareja que se encontraba casi ocultos bailando a las afueras de una vivienda. Sus ojos observaban otro tipo de "constelación".
Al comienzo, la tensión que existió entre ambos hizo que bailaran no tan cerca, limitándose a divertirse con los pasos de baile que, de acuerdo a la melodía, inventaba cada uno; a conversar de Aroa que era más que un tema en común; o a simplemente reírse de cosas cotidianas. No obstante, con cada cambio en la canción, su cercanía era cada vez más evidente.
—¿Qué pasa con Víctor? —preguntó Eric, llevando el último trago de su vaso a la boca.
Dicha pregunta, que Eric hizo sin observarla, causó un silencioso asombro en Melissa. Ella no podía creer lo que él estaba indagando, o más bien, lo que su interior le estaba demandando. Al no obtener una respuesta, Eric dejó su vaso en el suelo y volvió su mirada a Melissa, la cual lo observaba con una risita juguetona en el rostro.
—Uhm~. Acaso —inclinó su cabeza y escondió sus brazos tras su espalda—, ¿estás celoso? —inquirió manteniendo la sonrisa que había dibujado hacía unos segundos, intentando ocultar a toda costa la agitación que esa pregunta le había causado.
—¿Celoso?, por favor —respondió rehuyendo ligeramente la mirada de la chica—. Puedes hacer lo que quieras. Nosotros solo somos amigos.
—Sí, es cierto —se apresuró en decir, volviendo a su postura erguida—, solo somos amigos —concluyó retomando el tono serio que él mismo había adoptado.
Se desafiaron el uno al otro.
Mientras "contendían" con la mirada, ninguno se percató de cuánto se habían acercado. En ese momento comenzó a sonar Latch de Disclosure con Sam Smith. Ante aquello, la mirada de Eric se clavó en los labios de Melissa que había comenzado a musitar la letra de la canción. Instante en que vio cómo ella hizo lo mismo con los suyos.
[...] You, you enchant me, even when you're not around.
If there are boundaries, I will try to knock them down [...] ♪.
—Sí, solo ami...
Eric no deseo completar esa palabra. De alguna manera estaba dispuesto a cruzar esa barrera, derribar esos límites que hace años imponía. Subió su mano derecha a la mejilla de Melissa y acarició con delicadeza su rostro descubierto. En vez de apartarse, Melissa se acercó más a él y posicionó sus manos en el pectoral de Eric. Sintió cómo los latidos de su corazón presionaban su pecho.
—Eric...
Si intentó decir algo, él se lo impidió, pues la mano de Eric que seguía en el rostro de Melissa, trazando cada centímetro de su inequívoco rubor, había llegado a la curvatura de sus rojos labios.
Embelesado, Eric se acercó aún más.
Aquella aproximación hizo que su pulsación cardiaca, que se encontraba en las nubes con el cálido toque de Melissa, se adueñara de diferentes partes de su ser, causando estragos embriagantes, estremecedores..., adictivos.. En segundos, comenzaron a respirar el mismo aire.
[...] How do you do it?, got me losing every breath.
What did you give me to make my heart beat out my chest? [...] ♪.
Sin apartar la mirada de esa atrayente zona de su rostro, Eric estaba a milímetros de juntar sus labios a los de ella. En cuanto a Melissa, ella lo anhelaba; se había dando cuenta cuánto necesitaba esa unión, experimentar al punto de ser ella quien los rozara primero. Ante aquello, Eric quedó erizado. Buscó de inmediato sus ojos tratando de averiguar si acaso lo sucedido era verdad.
Tras unos ínfimos segundos de confirmación, Eric tomó la cintura de Melissa y la acercó aún más a su cuerpo. Melissa, a su vez, alzó sus brazos y cruzó las manos en el cuello de Eric. Determinados, ambos, entre respiraciones entrecortadas y aceleradas, profundizarían aquel fugaz roce que se sintió fuera de sí. Lo harían, si no fuera porque el teléfono de Eric comenzó a emitir un extraño sonido.
—No te preocupes —dijo contra su boca, reposando su frente junto a la de Melissa—. No es necesario revi...
—¿Y si es algo urgente? —susurró audible, en un deseo desesperado de que fuera nada.
Obedeciéndole, Eric se alejó solo unos centímetros para revisar su inoportuno teléfono, encontrándose con un enfatizado mensaje: "error de sistema de archivos", junto a errores visuales en la pantalla —todo estaba pixelado—.
Contrariado, pulsó para desbloquear. Al hacerlo, un fuerte dolor de cabeza se apoderó de él, soltando completamente a Melissa, quien lo sostuvo ante un leve mareo. Enseguida, un sin número de imágenes volvieron a la memoria de Eric, deteniéndose en la más importante: estar presenciando el funeral de Melissa.
Lágrimas comenzaron a deslizarse por el rostro de Eric, lo cual aumentó la angustia de Melissa.
—Eric.
—Yo, yo te vi... tú..., tú estabas...
—¿Qué...? ¿Qué sucede?
—¡Estás aquí! —exclamó, acercándose una vez más, sosteniendo sus manos—. ¿Qué día...? ¿En qué año estamos?
—Eric, pero de qué estás...
Eric comenzó a mirar a su alrededor. Observó a Melissa, y tratando de unir las piezas de un rompecabezas, llegó a una conclusión.
—Dos mil dieci... Aún es 2016.
Cuando, horas antes, había perdido el conocimiento en la casa del árbol, Eric se había "reseteado", olvidando de alguna forma el cómo y por qué estaba allí. Olvidó que viajó en el tiempo.
De inmediato, y tras entender el ambiente y la situación en la que se encontraba, se avergonzó al instante, soltando su enlace y alejándose de forma automática de Melissa.
Sintió el alcohol en sus papilas gustativas. Se percató del calor que emanaba su cuerpo y la agitación que le causaba estar frente a su amiga. «Será que hice, ¿algo inapropiado? ¿Le hice algo a ella?», pensó nervioso, mientras llevaba una mano a su boca.
—¿Te sientes mejo...? —preguntó tocándolo, acción que causó que Eric se alejara de ella.
—Yo..., me disculpo si hice algo —alejó su vista de ella, no tenía el valor de mirarla—. Yo... yo lo siento.
—Pero, ¿de qué estás habla...? Tú, qué..., ¡¿quién rayos eres?!
El rostro de Melissa evidenciaba múltiples dudas. Todo iba bien, estaban compartiendo una anhelante y agradable complicidad; no obstante, el Eric que hacía unos segundos la miraba como mujer y no como una simple amiga, que estaba dispuesto a besarla, se apartaba de ella con temor.
«¿Debía contarle toda la verdad? No, no podía», razonaba Eric, mientras observaba cómo Melissa no apartaba su vista de él. Además, aquella pregunta estaba hecha para indagar en su ser más profundo —en sus verdaderos sentimientos—, por lo que Eric se limitó a responder:
—Tu mejor amigo.
Aquella afirmación hizo que Melissa, que estaba tan confundida o más que él, perdiera su total semblante, sus ojos alegres apagaran su brillo, y que el calor que también emanaba de su cuerpo por una fuerte atracción, diera paso a un sentimiento de frustrante irritación. Eric lo había dejado claro, se habían dejado llevar, y ellos solo eran un par de tontos amigos.
—Sí, es verdad. Somos amigos —finalizó, retirándose del lugar.
Apesadumbrado, Eric volvió al interior de la casa, y reconociendo sus pertenencias, las tomó y se fue del allí.
En su camino, la sensación que aún sentía en todo su cuerpo no lo dejaba en paz, causando que de vez en cuando retomara visualmente lo sucedido con Melissa. No lo recordaba del todo, no obstante, sus labios le demandaron en todo su andar algo que, según él, no debía ser.
—Debo volver —resolvió firme—. Debo "anular" este día.
Detuvo su andar y volvió a su teléfono. Pulsó Reconto, sin embargo, la aplicación no funcionó.
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