IV
Llore como una niña a quien acaban de poner su vacunación, el dolor era insoportable al momento que la aguja se hundió profundamente en mi carne. Me retorcí, intentándome alejar de él. Esto era simplemente psicótico.
- ¡Para de moverte!
Gruño él, su mano se aferraba más al agarre a mi muñeca.
¿Cómo pretendía que me quedara quieta con lo que me estaba haciendo?
Finalmente saco la aguja de mí y me desplome en el suelo, respirando en un arrítmico frenesí.
Leonardo se puso de rodillas delante de mí y paso sus dedos por lo largo de mi rostro.
- Es por tu propio bien.
Por suerte para él, no tenía fuerza suficiente para reprochar, simplemente me quede ahí tendida, sus dedos fantasmeaban por mis labios.
- Dios, eres preciosa
Susurró, recogiéndome del suelo y tumbándome en la cama.
Beso mi frente y salió de la habitación, cerrando con llave desde afuera.
Tengo que encontrar la forma de escapar. Él está loco, esta jodidamente loco.
Me senté en la cama, mi brazo izquierdo estaba completamente paralizado. Caminé inestablemente hacia el baño y cerré la puerta, lagrimas amenazan con salir y el dolor en mi pecho, a causa de la angustia, crecía cada vez más.
La ventana.
Mis ojos se abrieron y corrí hacia ella, abriéndola con mi brazo derecho.
-¿Cariño?
Mierda, mierda, mierda, mierda.
Pase mi pierna derecha hacia afuera, seguida de la otra. Me senté en el borde de la ventana, lista para saltar cuando de repente la puerta se abrió.
Leonardo se quedó quieto, helado en el marco de la puerta, yo también me quede helada. Él se cruzó de brazos y sonrió.
¿Por qué demonios sonreía?
- Si saltas, ahora mismo, incluso si algún día aprendes a quererme, nunca te voy a dejar ir.
Mis hombros se hundieron, estaba decepcionada. Mis manos se resbalaron del agarre, haciendo que me resbalase por completo.
Grite de miedo a la vez que alcance a agarrarme de la ventana, intentando volver a subir.
-¡Abby!
Grito Leo, viniendo hacia mi e intentando rescatarme.
- Ayu ayuda, Leo ayúdame
Chille, sentía el resbalar de mis dedos.
El miedo en mí crecía cada vez más.
Leonardo se escabullo por debajo, tomándome de la cadera fuertemente.
-Gatita, necesito que confíes en mí y dejes de agarrarte de la ventana.
Me indicó, haciendo su agarre más firme.
-No, no no puedo.
Susurré, negando. Las lágrimas finalmente cayeron por mis mejillas acompañadas por sollozos poco atractivos.
-Shh, por favor, yo te tengo.
Mencionó en un intento de calmarme
Deje una de mis manos caer y me mantuve firme.
- Buena chica, una más, solo una más, yo te tengo.
Rápidamente quite la otra y cerré fuertemente mis ojos esperando el impacto pero eso no paso, no caí , Leo me sostuvo y me metió de nuevo al baño.
Se tiro sobre el suelo y me puso en su regazo, suavemente. Mis sollozos no paraban y el intentaba calmarme
- Estas a salvo, gatita. Shh.
Él nos balanceaba hacia atrás y hacia adelante pero negué con mi cabeza.
- No, Leo, No. ¡Te odio! esto no me puede pasar a mí, ¿Qué hice para merecerlo?
Grite y llore, golpeando mis puños en su pecho.
- Esta es la segunda vez que te salvo, pequeña. Estoy aquí para protegerte, no hacerte daño. Y no digas que me odias, no quiero castigarte hoy.
- Estás loco , absolutamente loco.
Afirmé.
- Dirás eso de ti misma cuando te des cuenta de que tienes el Síndrome de Estocolmo.
Sonrió haciendo que mis ojos se abriesen más.
- Nunca.
Me levante de repente con decisión de su regazo.
-Nunca lo haré. Quererte o incluso que me importes.
- Cállate Brook, solo cállate.
Gruñó , sus ojos se volvieron de un verde más oscuros de lo normal mientras se puso de pie.
- ¿Por qué debería?
Replique posando mis manos en mis caderas.
- No estoy de humor para jugar juegos ahora, gatita .
Sus manos se volvieron puños y su respiración más pesada
- Venga, McCann. Sal y juega con tu gatita.
Sonreí falsamente.
Su mirada cambio de enfado a lujuria en menos de un segundo mientras contemplaba cada centímetro de mi cuerpo
-Este castigo lo disfrutare precisamente.
Gruño y empezó a acercarse.
-¿Me quieres castigar?
Pregunte y el asintió, dando pequeños pasos hacia mí
- Bueno Leo, pero tienes que encontrarme primero.
Sin más me escabullí y corrí escaleras abajo hasta el hall de su casa, buscando frenéticamente otra habitación. Pase por su gimnasio y entre en él, haciendo mucho ruido al poner todas las maquinas en marcha, salí de ahí y corrí a través de la sala y me metí en el armario, esperando lo mejor.
Que ironía.
-¿Pequeña?
Él me llamo.
- ¡Sal de donde estés!
Jadee cuando escuche como cada una de las maquinas se apagaban y el cerraba de un portazo la puerta
-Muy lista, gatita. Ahora, te voy a hacer un pequeño trato ¿Si? Si sales ahora mismo, tu castigo no será tan malo como ya lo estoy pensando
Eh, no tengo nada que perder.
Después de dos minutos de silencio, el hablo de nuevo.
-Bien voy por ti, cielo.
Los pies de Leonardo chocaron contra la madera del suelo haciendo eco en toda la mansión. La puerta de la habitación en la que me encontraba, se abrió.
-¿Gatita? Sal...
Aguante la respiración y me lleve las rodillas al pecho, rezando por que no abriese las puertas del armario.
-5
-4
-3
-2
-¡1!
Las puertas del armario se abrieron, revelando a un Leonardo muy cabreado
- Si crees que te puedes esconder de mí...
Me levanto del suelo, lanzándome sobre su hombro .
- Estás terriblemente equivocada.
Me llevo escaleras arriba, nuevamente a su habitación y me puso en el suelo.
- Ve al baño y coge un bote fino de shampoo .
Me ordeno y le mire confusa.
- Avanza.
Me enfrento, asintiendo me dirigí al baño, cogiendo el bote más fino que pude encontrar
- ¿Este?
Pregunté en un susurro, enseñándoselo .
- Uhmm.
Lo deje en sus manos abiertas y espere por el próximo paso
- Siéntate en mi regazo.
Me dijo y obedecí, sentándome en sus rodillas con cuidado. Me echo más hacia el de modo que mi espalda estaba descansando en su pecho.
-Quítate la camiseta .
Titubeé pero acabe obedeciendo, quedando en brazier.
-Ahora quiero que me enseñes cómo de bien me lo harás algún día.
Fruncí el ceño, sin entender que quería decir, coloco mis manos tras mi espalda, atándomelas. Iba a hablar sobre de que iba todo esto pero me interrumpió, metiéndome el bote de gel en la boca, metiéndomelo más hacia la garganta.
Quería que me lo metiese más profundo.
Lo empujo más fuerte en mi boca, haciendo que mi reflejo fuese una arcada. Leo dejo escapar un gemido.
-Oh dios, cariño. Enséñame que me vas a hacer pronto .
Susurró, su erección presionando en mi trasero.
Después de unos cinco minutos, de escuchar sus gemidos y mis arcadas, lo saco de mi boca, soltando un suspiro contenido.
Me hizo parar y me lanzo sobre la cama, para comenzar a dar besos en mi vientre hasta la copa de mis senos. Cerré mis ojos, removiéndome.
Se incorporó y me soltó las manos, haciéndome sentar.
- Masajéame la cabeza.
Ordenó echando un poco de gel sobre la palma de mis manos. Abrió mis piernas y se recostó en medio, tumbando su cabeza en mi pecho. Frote mis manos, cubriendo mis manos de gel. Corrí mis manos a través de su pelo, rascándole con delicadeza el cuero cabelludo.
- Mmmh, no puedo esperar a que me hagas eso mientras te follo duro.
Gimió Leonardo y yo deje salir un jadeo, no quiero que eso pase jamás.
Cuidadosamente le masajee las raíces moviendo su suave cabello entre mis dedos.
Él se movió y se colocó de lado, su mejilla presiono contra mis senos, y cerro los ojos. Relajándose ante mi tacto.
- Continúa...
Murmuró, dejando un beso en mi pecho. Peine su pelo, corriendo mi mano varias veces, antes de masajear sus sienes, esperando que se durmiese.
El acabo quedándose dormido, todavía tumbado entre mis piernas y acurrucado encima de mí. Suspire, finalmente viendo el lado vulnerable de Leo. Sus manos estaban agarradas débilmente a la camiseta que antes traía puesto y sus tobillos rodeando mi espinilla.
Se aferraba a mí.
Como si tuviese miedo de dejarme ir.
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