III
Note la cálida luz del sol en mi cara, causando que abriese mis ojos. En el momento en que los abrí, fui bienvenida con la cara de Leonardo, durmiendo en paz.
Suspire y trate de alejarme de él, o al menos llegar lo más lejos posible dentro de su agarre. El soltó un bufido y me empujo contra su pecho, acurrucándose contra mí.
-Leonardo
Susurre frustrada, empujando su pecho suavemente.
Gimió de nuevo, abriendo un ojo lentamente. Cuando sus órbitas verdes coincidieron conmigo, sonrió.
- Buenos días, gatita
Beso mis labios rápidamente como si fuera normal y desenvolvió sus brazos de mí.
-Vístete, vamos a salir.
Me ordenó levantándose de la cama y estirándose.
- ¿Dónde?
Pregunte, estirándome
- A comer .
Respondió simplemente, cogiendo sus prendas del día.
¿Afuera?
Era mi oportunidad por lo que cedí.
- ¿Qué se supone que debo llevar?
Fruncí mi ceño y el sonrió
- Tomare algo para ti .
Salió abruptamente de la habitación y vino con un par de jeans, una camisa y una chaqueta vaquera que decía "McCann" en la espalda.
- Nunca te quites esa chaqueta cuando estemos fuera .
Ordenó, lanzando mi "outfit".
Rodé mis ojos y me metí en el baño, cerrando y echando traba.
-Oh y gatita, te puedes dar una ducha mientras estas ahí adentro.
Me ofreció, antes de oír sus pies alejarse.
Una ducha suena relajante así que me desnude y me metí en ella, sintiendo el agua caliente golpear mi espalda.
- ¿Brokk?
Me llamo Leonardo a través de la puerta.
No otra vez...
- ¿Si?
Dije en un tono de zorra. No pude evitarlo, me está tratando como una cría.
- Háblame, pequeña.
Dijo,y pude oír como posaba su cabeza contra la puerta.
- Estoy en la ducha y me estoy lavando el pelo.
Murmuré, dejando salir un chorro del shampo de coco en mi mano.
- Acaba en 10 minutos.
Dijo en tono demandante.
- Vale.
Murmuré con cansancio.
Me enjuagué el shampo y puse algo de acondicionador, no sé de qué tipo es, pero parece ser caro.
Salí de la ducha y me seque. Me puse los boxers de Leo y me puse el sostén del día anterior. Mire a los jeans que me dio y aunque eran de chico, se veían pequeño.
Me los puse y me quedaban perfectos. Me encogí dentro de la chaqueta de jeans la cual era larga para mí, pero cómoda.
- Cariño, se acaba el tiempo
Leo grito insistente, tocando la puerta.
- Ya voy...
Camine hacia la puerta y la intente abrir, pero estaba atascada.
-¿Leo?
Lo llame frenéticamente, girando el pomo más fuerte.
-¿Gatita? ¿Cielo? ¿Qué está pasando?
Leonardo también estaba intentando abrir la puerta.
- ¡Leo! ¡No abre!
Golpeé frustrada, con mi mano en forma puño a la puerta.
-Vale, vale, deja de empujar ¿Si?
Intentó calmarme, obedeciendo pare y me aleje.
-Estaré de vuelta ahora mismo
Espere cinco minutos antes de que Leonardo metiese la llave en la cerradura y la puerta se abriese
-Oh, pequeña ¿Estas bien? Me has asustado a morir.
Respiró, viniendo hacia mí y acunando mi cabeza en sus grandes manos.
-Estoy bien.
Susurré, ligeramente apoyándome bajo su toque.
-Está bien, entonces vámonos ya ¿Si?
Miré a Leonardo de arriba abajo, también se había cambiado y llevábamos chaquetas combinadas.
Que cursi.
Cogió mi mano y entrelazo nuestros dedos mientras bajábamos las escaleras.
Caminamos al coche y el abrió la puerta por mí, posando su mano en la parte baja de mi espalda.
- Baja un poco más y te daré una patada en la cara.
Le advertí y su mano se deslizo con peligro hacia abajo, rio entre dientes y la quito, trotando a su lado del coche. Se montó y cuando se aseguró de que tenía el cinturón puesto, condujo por la carretera.
- ¿Dónde vamos a comer?
Pregunte mirando por la ventanilla.
- A este sitio donde se desayuna. Quédate cerca , hay alguno monstruos ahí.
Murmuró quitando una mano del volante y posándole en mi muslo
- ¿Peores que tú?
Gruñí, esperando que no me escuchase pero lo hizo.
Su mandíbula se tensó y me miro por encima .
– Sera mejor que te acostumbres, pequeña. Porque estás aquí para quedarte, junto a mí.
Murmure un tranquilo "Lo que sea" y descanse mi cabeza contra la ventana
-Aquí estamos .
Murmuró Leo y rápidamente abrí la puerta, bajando del coche. La tensión en el aire era demasiada.
Comencé a andar hacia la puerta del restaurante hasta que tiraron de mi brazo y choque contra un pecho duro.
-¿Qué te dije sobre quedarte conmigo?
Gruño Leonardo. Inclino su cabeza y los collares de nuestras chaquetas rozaron entre sí, mientras sus labios acariciaron mi cuello. Empezó a chupar y morder, dejando varias marcas allí.
Dejo un último beso en mi sensible piel antes de echarse un poco hacia atrás y admirar su trabajo.
- Ahora vamos. Y cuando te ofrezcan tomar tu chaqueta, di que no.
Me ordeno, envolviendo su brazo alrededor de mi cadera e introduciéndome dentro.
- Hola y Bienvenidos a The Black Palace ¿Desean que tome sus chaquetas?
Una alegre morena chillo.
- No.
Contestó bruscamente Leonardo, girándose hacia el recibidor
-Mesa para dos.
Un joven chico, probablemente de unos venti tantos asintió con la cabeza y tomo dos menús
– Síganme.
Nos llevó hasta una de las mesas del fondo, justo del lado de la cocina.
- Me disculpo por el lugar, en el almuerzo siempre está lleno.
Explicó, dándonos nuestros menús.
Leo asintió de mala gana. Yo fije mi vista en el menú.
- ¿A cuál universidad te apuntaste, cariño?
Pregunto como si fuéramos una pareja normal, sus ojos parecían traspasar el menú.
- UCLA.
Respondí monotamente, parándome
– Tengo que ir al baño.
Demande, Leo entrecerró los ojos.
– Si no estás de vuelta en...
Levanto su mano y miró su reloj
-Siete minutos, voy por ti.
Asentí y hui al baño, siete minutos no eras suficientes.
Antes de entrar vi dos personas hablando tranquilamente fuera del baño de caballeros.
Mis ojos se abrieron en cuanto los vi intercambiar algo, drogas. No pude evitar que de mis labios se escapase un jadeo, haciendo que ambas cabezas giren hacia mí.
- Oh mira , Bruce, parece que tenemos una testigo.
Sonrió maliciosamente caminando hacia mi.
- Es guapa.
Dijo el otro, caminando alrededor de mi
-Y mira, tiene "McCann" en la espalda.
- D-déjame en paz
Gemí retrocediendo,no otra vez.
- No creo que eso suceda .
Sonrieron con complicidad, cogiéndome cada uno de mis brazos.
- ¡LEO!
Grité, esperando que este me escuchase.
Si, le tengo miedo pero lo prefiero a él, antes que a estos.
- Cállate, pequeña zorra. El no vendrá a salvarte.
- Oh, ¿En serio?
Los tres volteamos para ver a Leonardo con sus brazos cruzados sobre su pecho.
- Déjala ir, Matt.
Le ordenó, dando un paso hacia atrás.
- ¿Por qué debería? Cancelaste nuestros intercambios, tuve que encontrar un nuevo traficante.
Reprochó con molestia y su agarre se intensificó.
- Déjala y no te matare.
Gruño Leo, sus dientes chirriando juntos.
- No nos apresuremos, Leo
Bruce rio entre dientes nervioso
- Es solo una chica.
- Es MI chica.
Mencionó remarcando el "mi"
- Es por eso que tiene tu chaqueta, imbécil.
Dijo con obviedad el tal Matt. Bruce le dio un codazo.
- Pensé que hacerla llevar mi chaqueta iba a mantener a mierdas como ustedes lejos, pero veo que no ¿Cierto?
Leonardo les reto, acercándose peligrosamente.
Bruce soltó mi brazo y tome eso como una oportunidad para liberarme.
Corrí hacia Leo quien abrió sus brazos, yo corrí detrás de ellos, pegándome en su chaqueta.
-Aléjense o lo lamentaran.
Amenazo Leonardo antes de girarnos y volver a nuestra mesa.
– Ahora estas bien, gatita. No te preocupes
Él me susurro en un intentó de calmarme, sus labios rozando contra mi oreja.
Cuando se sentó, me puso del mismo lado y poso su brazo por encima del hombro.
- ¿Cómo sabias que tenías que ir por mí?
Pregunté , intentando calmar mi respiración.
- Bueno, ya habían pasado cinco minutos y me estaba poniendo nervioso. Luego solo escuche mi nombre y corrí.
Explicó cómo si todo esto fuera nornal, su brazo agarrándome más fuerte, acercándome más a él.
- Pero dime una cosa.
Continuo, posándome en su regazo de lado .
-¿Estabas intentando escapar?
- Si.
Susurré agachando mi cabeza.
Leonado asintió y su brazo lleno de tatuajes me alcanzo, sus dedos rozando mi mejilla
- Nunca me dejes, por favor, pequeña.
- ¿Por qué demonios te importa siquiera? Soy solo una chica que has encontrado.
- Pero ahora, gatita, eres mía. Y me preocupo por ti.
Él respondió y no pude evitar reír falsamente. Me estaba tomando el pelo.
- Si te preocupases por mí, me dejarías ir
- No puedo.
Negó, mirándome a los ojos.
Rodé mis ojos y me quite de su regazo pero me quede a su lado, aunque lo detestara, el seguía siendo mi única protección en esta aterrada zona.
Una rubia con mucha delantera vino a nuestra mesa, meneando sus caderas y tratando de mostrar sus senos falsos.
-Eh ¿Qué puedo traerles a ustedes dos hoy?
-Pediremos solo dos porciones de tortilla ¿Eso está bien, gatita?
Asentí y mire a la camarera que jugueteaba con su collar, el cual estaba peligrosamente cerca de su escote.
-Ya vengo.
Le guiño un ojo a Leonardo antes de irse, no muy humildemente, moviendo el trasero.
-Asquerosa
Murmuré más para mi misma pero él me oyo.
-Conozco a algunos de mis colegas que haces que sus chicas se vistan con mierdas demasiadas pequeña, no lo entiendo.
Leonardo negó con su cabeza.
-Yo prefiero verte con mi ropa.
Presione mis labios en una fina línea, la camarera volvió en un intento de ligar con Leonardo.
- Y bueno ¿Qué hacen un par de hermanos juntos hoy por aquí?
Preguntó, sonriendo falsamente.
Ja.
- En realidad es mi novia .
Leo dijo, su brazo aun cubriendo mis hombros.
- Oh bueno, si esto no funciona.
Apoyo sus manos en la mesa, dejando la copa de sus senos a la merced.
-Sabes dónde encontrarme
- ¿Te puedes ir simplemente?
Leonardo la echó molesto, la camarera se fue pisoteando, claramente avergonzada por el rechazo.
Luego de unos minutos nos trajeron la comida.
Comimos en "paz" una vez que acabamos, pagamos y nos montamos al coche, Leonardo conducía de vuelta a casa. Cuando entramos, me llevo de nuevo a su habitación y me senté obedientemente en la cama mientras el entraba al baño y salía con un Kit negro entre sus manos.
- ¿Vas a ser una buena novia para mí?
Reflexionó , abriendo la caja.
- Uhm ... depende
- Esto...
Saco una larga aguja
- Te inyectare un rastreador.
Mis ojos se abrieron cuando Leonardo empezó a caminar hacia mí, tomando mi brazo con firmeza.
-Por favor, no hagas esto, por favor.
Susurre luchando, desesperada.
-Demasiado tarde.
Dijo antes de sumergir la aguja en mi brazo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top