8. ¿Amor?
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Be Alright - Justin Bieber
Through the Dark - One direction
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-¡JODER!
Me levanté corriendo del sofá cuando escuché que se rompía un vaso y un grito muy alto. Corrí a la cocina y vi a Leo agachándose, recogiendo los trozos rotos con la mano sangrando.
Jadeé y el levantó la cabeza para encontrarse con mis ojos, antes de murmurar más maldiciones bajo su aliento.
Comencé a andar hacia él hasta que habló.
-No te acerques más. Vas a andar encima de los cristales.
-¿E-Estás bien? - Susurré, intentando examinar su mano desde la distancia.
De repente, sus ojos se volvieron oscuros y cerró los puños con la mano llena de cristales, probablemente haciéndose más cortes en la palma.
-No hagas como que te importa. - Escupió, tirando los trozos en la basura.
-D-Déjame ver la mano. - Me acerqué a él pero dio un paso hacia atrás, en sus ojos ardía la rabia.
-No necesito tu puta caridad, solo vete. - Gruñó, metiendo la mano bajo el agua fría.
-P- pero
-¡Vete! - Gritó y salí corriendo de la cocina hacia el piso de arriba.
Rápidamente cerré la puerta del dormitorio un portazo y eché la llave, hundiéndome en el suelo.
¿Por qué se ha enfadado cuando le he preguntado si estaba bien? Solo estaba intentando ayudar.
Para, le odias. Le ves viéndole sufrir. Se lo merece después de todo el dolor que te ha hecho sufrir.
Me repetía mi conciencia. Pero había una parte de mi corazón que me decía que él solo necesitaba a alguien. Qué se interesase por él.
¡Lástima que sea un psicópata! Debes estar completamente loca si piensas en sentirte mal por él. – Volvió a hablar mi mente- Le odias.
Suspiré y cerré mis ojos, descansando mi cabeza contra la puerta. Me levanté del suelo y caminé hacia el baño, cerrando aquella puerta y echando el pestillo.
Iba a ser claramente una larga noche.
Cuando Abby corrió escaleras arriba, grité de nuevo en agonía. Ella solo estaba intentando ayudarme y yo la asusté. Estaba demostrando lo más mínimo que podía de compasión y lo he jodido todo.
Bien hecho, McCann.
Limpié lo que quedaba de cristal con bastante ira. ¿Realmente le importaba? No, seguramente se estaba intentando acercar a mí para escaparse.
Pero juro que había una mirada sincera en sus ojos.
Sacudí mi cabeza y subí las escaleras, abriendo la puerta del dormitorio. El baño estaba cerrado y con el pestillo echado así que asumí que estaba ahí dentro.
-Gatita. - Le llamé calmadamente, tocando con mis nudillos en la madera. -Por favor, abre la puerta. Lo siento.
Le escuché subirse los mocos y unos cuantos botes de champú caer al suelo.
¿Por qué demonios iba a estar llorando?
¿La asusté tanto?
Me dolió el corazón, sé que tengo problemas. Realmente no quería hacerle daño.
Los castigos son por su propio bien.
Bueno, son para complacerme a mí también.
Necesito hacerla saber que nunca podrá escapar, la necesito en la vida.
Quiero que me quiera.
-Gatita. - Su voz en calma me llamó. -Por favor, abre la puerta.
Lo siento, mi culo. – gruñí por lo bajo. Estaba llena de furia pero las lágrimas aún se las apañaron para caer. Busqué entre unas cuantas cosas intentando encontrar pañuelos, pero solo conseguí tirar algunos botes.
-Cielo, vamos. - Su voz se volvió más dura y alta, sabía que estaba andando encima de hielo al encerrarme aquí, pero realmente no quería verlo ahora mismo.
-Déjame en paz. - Lloré, escondiendo mi cabeza entre mis rodillas.
-Tienes 5 minutos para abrir ésta puerta Brook, sinceramente estoy harto de jugar a juegos. - Dijo duramente, tocando la puerta nuevamente
-¿Por qué no puedo tener 10 minutos para mí misma? ¡En serio Leonardo, sólo vete y haz algo por 10 putos minutos! - Dije tirándome del pelo.
-¡No me hables así! - Gritó.
-¡No eres mi padre! ¡Te odio! ¡Déjame en paz!-
El ambiente se quedó mudo. Abrecé mis piernas más cerca de mí, intentando calmar los sollozos. Leo habló una vez más.
-Tienes 10 minutos, si sales un maldito segundo más tarde entonces no te va a gustar la salida sin duda. - Gruñó antes de escucharle alejarse rápido.
Suspiré aliviada. Finalmente, he recibido algo de tiempo a solas.
¿Realmente le odias Brook?
Mi conciencia habló, recordándome de alguna manera las duras palabras que salieron de mi boca.
Claro que lo odio, es un monstruo.
Nunca sentiré nada más que odio hacia él y sin duda espero que él lo sepa.
Echo de menos a mi familia. Extraño a mi madre, a mi padre, incluso a mi molesta hermana pequeña que estaba molestamente obsesionada con One Direction.
Me río, recordando unos días antes de que McCann me secuestrase como gritaba ella sobre como su nuevo álbum de 'Midnight Memories' acababa de salir. Recuerdo haberle dicho que se callase sobre cómo de "buenorro" sonaba Harry y mi madre gritándome por mandarla callar.
Miré al reloj del baño, 5:26. Empecé mis 10 minutos a las 5:20, así que tengo más de 4 minutos de paraíso.
Miré a la pequeña ventana que aún no había sido sellada. ¿Debería de tomar la oportunidad?
Bueno, ya saben que es lo que dicen.
Corrí a la ventana y la abrí aparatosamente, sin malgastar el tiempo en pasar mis dos piernas y saltando. Eché un vistazo hacia arriba, Leo no estaba ahí...todavía.
Giré la esquina hacia el jardín frontal y salté la pequeña valla al lado, entrando en el bosque.
No puede encontrarme, simplemente no puede. Prefiero morir a volver con él.
De repente, el teléfono que olvidé sacar del bolsillo comenzó a vibrar y temblorosamente lo saqué del bolsillo.
• Oh, gatita, ¿crees que te puedes esconder? Estaré ahí en menos de 5 minutos, no te metas en muchos problemas antes de que llegue.
Te quiero,
-L *
Y aunque debería estar preocupada porque viene a por mí, mis ojos solo se pararon en una frase.
Te quiero.
¿Amor? ¿Realmente lo siente?
No, ¿cómo podría? Nos acabamos de conocer básicamente, probablemente sea solo un juguete para él de todos modos.
Te quiero.
¿Cómo puedes amar a alguien que te odia?
Negué levemente con mi cabeza y continué andando, mis pies crujían sobre las hojas. A lo lejos, vi una pequeña ciudad. La ciudad de la que vinimos cuando comimos en el restaurante. Ese lugar tenía bastante gente espeluznan te.
Anduve en silencio por las calles, evitando el contacto visual con todas las personas posibles. Alguien chocó contra mi hombro, lo que me llevo a caer de culo al suelo.
-Oh, Dios mío, lo siento mucho, preciosa. - Un chico con pelo oscuro y encantadores ojos marrones, se agachó y agarró mi brazo, levantándome.
-No, no, es mi culpa, lo siento. - Reí entre dientes nerviosa, limpiándome los polvorientos jeans de Leo.
-¿Vas con prisa? Estabas andando bastante rápido. - Sonrió, enseñándome sus perfectos dientes.
-Uhm, se podría decir que sí. - No quería decirle que estaba escapando, quién sabe si podría ir a la policía y decirle todo.
-¿Me puedes decir tu nombre, cariño?-
-Abby – dije dudosa- ¿y tú?-
-Chase. - Sonrió de nuevo, extendiendo la mano para mí.
Agradecidamente la tomé y le sonreí, aunque sabía de sobra que la mía no se veía tan bien como la suya.
-Bueno, Abby, ¿tienes algo que hacer ahora mismo? - Preguntó dándome una sonrisa descarada.
-No, realmente.
¡Tienes que escapar, idiota! – Me repetía mi mente-
-¿Te importaría acompañarme a un bar al final de la calle?-
Sonreí, sin duda me podía tomar algo.
-Será un placer.
(...)
-Y- y luego. -Reí sin poder acabar la frase al completo. Ambos estábamos completamente borrachos y no podía evitarlo. No tenía ni la más mínima idea de lo que estaba hablando, pero estaba siendo divertido.
Algo que no he sentido en mucho tiempo.
-¡Brook!-
Mi cabeza se levantó y miró a la entrada del bar, mis ojos conectando con los del monstruo.
-Mierda. - Susurré levantándome del banquete e intentando hacer mi camino a la entrada.
-¡Abby! - Esta vez era la voz de Chase y le di una sonrisa de disculpa y una mirada diciendo que esperaba verle pronto.
Corrí más rápido y salí, solo para que Leo me agarrase fuerte del brazo.
-¡¿Dónde coño has estado?! - ladró, sus ojos no se quitaban de encima de los míos. -¿Sabes cómo de preocupado estaba?-
-¿De verdad me quieres? - Pregunté, mi cuerpo borracho sin importarme lo que Leo acababa de decir, esas dos palabras se seguían reproduciendo en mi cabeza
-¿Tú que crees?
-Yo
-Oh, Dios, Brook, ¿cuánto has bebido? Puedo oler el alcohol en tu aliento. - Dijo fastidiado, empujándome contra su coche.
-Creo que no me quieres. -Susurré a la vez que me metió en el coche y me puso el cinturón. Cerró la puerta lentamente y llegó hasta su lado. Mi cabeza se posó en la ventana mientras que me iba quedando dormida, escuché una pequeña voz.
-Entonces estás equivocada.
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