69. Nadie la va a lastimar otra vez.
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Canciones para este capítulo:
All In It - Justin Bieber
L$D - A$AP Rocky
Amazing - Kanye West feat. Young Jeezy
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Leo se apresuró a subir los escalones de nuestra casa, buscando a tientas su llave en su bolsillo. Tenía mis piernas alrededor de su cintura, tratando de meternos en la casa tan rápido como sea posible.
Su respiración descendió por la parte posterior de mi cuello en chorros calientes, y pude sentir su corazón acelerado a través de su camisa.
-Leo, bebé, relájate un poco.-Me reí,presionando un suave beso en su mejilla.
Finalmente consiguió abrir la puerta, caminando cuidadosamente por el umbral. Tomó una respiración profunda y recordé que no había estado en esta casa durante seis meses.
Moví el pie contra el suelo, dejando que disfrute el momento de volver a su casa . Sus perros corriendo hacia él, emocionados al ver a su verdadero dueño.
-Se siente tan diferente.-Murmuró yendo a la sala.
Lo seguí de cerca, preocupada, pensando que podría envolverse en tristeza.
-Creo que se siente mejor.- Respondí satisfecha con cómo eran nuestras vidas ahora.
Leo se giró para encararme con una tímida sonrisa. Me tomé un momento para apreciar las últimas doce horas. Tras observar los ojos color esmeralda de Leo me di cuenta de que no había nadie más con quien preferiría compartir aquello. Era todo con lo que había soñado de niña, y esa era la noche en la que iba a darle mi todo.
El sintió mi mirada y, como consecuencia, se le oscurecieron los ojos y se mojó los labios con la lengua.
-Puta casa que me desconcentra.-Espetó, acercándose más a mí.
-Hey, Leo - Intervine en su acechamiento y repuso la cabeza ante mi tono repentinamente serio.
-¿Sí, gatita? ¿Qué pasa?- Su contestación sensible hizo que cambiara mi porte y sonría, dándome la vuelta y sonriéndole sobre el hombro izquierdo.
-Atrápame si puedes.- Empecé a correr hacia las escaleras sin escuchar a Leo siguiéndome, en su lugar sonó una oscura carcajada.
-Oh, nena, te dejaré ventaja.- Vociferó mientras yo me adentraba en su habitación, entrando rápidamente al vestidor y revolviendo entre el cesto de lencería que Leo insistió en comprarme. Tomé mi conjunto favorito, un sujetador blanco y rojo a juego con unos panties y unos calcetines altos y transparentes. Salí de forma veloz, tumbándome bajo las sábanas de la cama.
Escuché los pasos de Leonardo contra las escaleras y sentí que la cara se me calentaba debido a los nervios. La sangre me palpitaba por las venas, lista para lo que sea que tuviese planeado Leo. Mis manos temblaban con nerviosismo y emoción cuando la puerta de su habitación se abrió con un ruido que sonó por toda la estancia.
-Hm, ¿Dónde podría estar?- hizo el amago de hablar consigo mismo. -¿Estará... En el vestidor?- Le oí abrir la puerta. -Nop, puede que en el baño...- Abrió y cerró la puerta. Al final, era como si casi pudiese sentir su figura flotando por encima de la sábana.
El colchón se hundió cerca de mis pies y contuve todo mi ser para no reírme. De repente, tiraron de las sábanas, y los ojos de Leo recorrieron cada centímetro de mi cuerpo. Su labio inferior se encontraba brilloso y algo hinchado por todas las mordidas que había realizado en él. Me sobó las espinillas después de arrodillarse, mirándome con una mezcla de absoluta sed anhelante en sus ojos mieles. Adoraba a ese hombre.
-Las chicas buenas no corren- Murmuró, rastreando la longitud de mi cuerpo.
-Al parecer no soy una muy buena chica- Susurré mordiéndome el labio. Leonardo gruñó ante mis palabras, nivelando su cara con la mía.
-Ya sabes lo que les pasa a las chicas malas.-Gruñó para después estrellar sus labios contra los míos. Gemí levemente, sintiendo la electricidad impactando contra mi cuerpo.
Leo me besó con tanta pasión que no pude concentrarme en nada excepto en seguir besándolo. Sus manos me recorrieron el vientre y me sobaron las caderas en círculos.
Levanté lentamente las manos y le acaricié los abdominales. Las enredé en su nuca, jugueteando con los pelitos de ahí. Amaba cuando lo hacía. Como imaginaba, Leo soltó un 'hum' de placer contra mis labios, echando la cabeza hacia atrás. Sus ojos se pegaron como con pegamento a mi pecho, mojándose los labios una vez más.
-Ha pasado mucho tiempo desde que vi a estas dos.-Atacó la partede mis pechos elevada por el push-up de la lencería. Deslizó la mano por mi espalda para desabrocharlo. En un segundo mi sujetador había volado al suelo. La lengua de Leonardo recorrió la zona sensible.
Una vez que encontró un sitio que le gustó lo tomó entre sus dientes, mancando territorio. Gemí su nombre, ganándome una sonrisa a modo de aprobación mientras volvía a mis labios. Me tomé la libertad de deslizar las manos en torno a sus laterales por debajo de la camiseta, levantándola hasta sus hombros. Comprendió mi acción y de deshizo de ella, exhibiendo sus abdominales trabajados.
-Te dije que había estado haciendo ejercicio, ¿no es así?- Me guiñó el ojo a la vez que mi mano toqueteaba aquellos bultos musculares.
Nos dio la vuelta, dándome una excusa para besar su glorioso pecho. Mis manos encontraron sus pectorales mientras mi lengua trazaba una línea en su diafragma.
Una vez mi boca dio con sus bóxers, me mordí el labio burlesca, tirando del elástico con los dedos.Leo gruñó, dándome a entender que se los quitara. Los deslicé lentamente por sus piernas sin romper el intenso contacto visual. No era la primera vez que lo veía completamente desnudo, pero esta vez el corazón se calentó con un deseo insano por él.
Sobé a propósito mi entrada aún con ropa contra su erección. Gruñó tomando mis caderas para moverlas contra su miembro. Se clavó en mí aun con mi ropa interior restringiendo la acción. El nos levantó, quitándome las bragas e un solo movimiento. Sus manos me acariciaron los pechos mientras me miraba a los ojos.
-Te amo,Abby, no lo olvides.
-Yo también te amo.- Contesté viendo cómo su comportamiento cambiaba a uno dulce. Sabía que era duro para él controlarse y no follarme como a una prostituta. - Leo, no te preocupes, confío en ti.
El asintió con la cabeza, antes de plantar sus labios sobre los míos. No paso mucho tiempo para que nuestro momento de seriedad se desvaneciera, regresando el beso a su anterior estado humeante. Lo sentí alinearse a mi entrada, su punta recién emergiendo en el fluido que había creado su pasión.
Su boca se arrastro hacia mi mandíbula mientras empujaba su miembro dentro de mí, permitiéndome soltar un jadeo alto que estaba conteniendo. Mis paredes se adhirieron a él, mi cuerpo temblaba de puro placer.
-Eres tan jodidamente estrecha.- Leo gruño a la vez que sacudía sus caderas para hundirse por completo en mi.
Grite, la sensación era tan potente y eléctrica. Leo se mantuvo en esa posición durante unos minutos, lamiéndome la piel tras mi oreja antes de que su cuerpo comenzara a oscilar en mi.
-Oh, Dios mío-Gemí mientras el aceleraba las embestidas y se convertía en el dios del sexo que era.
Sus caderas chocaron contra las mías mientras sus ojos miraban a los míos, tenían una sombra negra que no había visto nunca antes,. Agarró un puñado de mi cabello, tirando de él.
-Eres mía, completa y jodidamente mía.- La bola ardiente comenzó a formarse en la parte inferior de mi estomago cundo sentí la masculinidad de Leonardo profundamente dentro de mí. Se balanceó entrando y saliendo, siendo preciso con sus embestidas.
Levanté la espalda del colchón, con mis caderas encontrándose con las suyas.
-Soy tuya, Leonardo.-Me mordí el labio, le miré a través de mis pestañas recubiertas de marcara.
De repente, se retiro, mis rodillas temblaban con júbilo.
-De rodillas.
Ordeno y rápidamente voltee, arqueando la espalda y reclinando la cabeza contra la cama. El agarró mis caderas, empujando su miembro dentro de mí sin aviso alguno. Llore mientras su velocidad se aceleraba a un ritmo que no aguantaba.
-¡Leonardo!- Me queje entre gemidos, escuchándolo gruñir con placer. Mi culo golpeó su bajo vientre cuando empujo mi cuerpo hacia el y movió sus caderas con intensidad hacia mi. Tras el cambio de posición lo sentía más profundo y su ritmo era más rápido y duro. Podría decir que estaba perdiéndose en el placer, y por lo tanto yo también.
-Nadie más te hará sentir como yo, ¿Entiendes?- Gruño mientras su pecho se curvó sobre mi espalda, su longitud se hacía camino dentro de mí. Aquello logró que el estómago me diera un vuelco.
-Sí- Gemí mientras me tomaba la pierna y volteaba una vez mas, su rostro revoloteando sobre el mio . Se apoyó en los codos, realizando un vaivén hasta que se hundió dentro de mí indefinidamente. Sus labios se movían en sincronización con los míos, aun asegurándose de que su pene continuase profundamente en mí, enterrada en mi caliente y mojada carne.
-Me voy a...-No tuvo tiempo de terminar cuando sentí su caliente goteo dentro de mí.
Yo ya estaba exhausta y temblando de placer debido a mi orgasmo, pero El continuó hasta que finalmente se liberó. Su cabello pegado a su frente por el sudor que actuaba como pegamento.
Se inclino para dejar un dulce beso en mis labios a la vez que sacaba lentamente su masculinidad de mí. El enderezo su brazos, descansando una gran parte del peso de su cuerpo sobre mí, su pene daba contra el interior de mi muslo. Mis pechos fueron presionados por su pecho y su cálido y cansado aliento chocaba con mi cuello.
Le pasé la mano por el pelo, mis uñas arañaron su suave cuero cabelludo. Finalmente, la cabeza de Leo se levantó y sus ojos color esmeralda habían vuelto a la normalidad.
-Wow- Susurró. - No sabía que el sexo podía sentirse así de bien.
-¿El mejor que has tenido?-Me reí entre dientes, él me sonrío de vuelta , presionando sus hinchados labios en mi mejilla.
-Y con diferencia, nena.- Me tomó la mano izquierda, su pulgar rozo el diamante. -Especialmente por esto.
-Te amo.- Murmuré, el pecho se me hinchó de alegría. Leo realmente era el mejor hombre en el mundo entero, y era mío.
Me miró a los ojos con adoración.
-Te amo más, gatita.
***
-Leo- Me queje, viendo que sus ojos miraban atentos la pantalla del ordenador.
Me miró momentáneamente.
-¿Qué pasa, nena?
-¿Qué estás haciendo?- Analicé la máquina que estaba robando su atención de mí.
Tan pronto como hice el amago de acercarme me llevó y sentó en su regazo, acurrucándome cerca.
-¿Mi bebé me echaba de menos?- Sonrió sabiendo que el compromiso y el sexo me pusieron muy, muy 'pegajosa'. Sentía una unión fuerte con él ,más fuerte que antes, y odiaba estar lejos de él. Aunque estuviese a dos habitaciones. Asentí tímidamente, logrando que suelte una carcajada y que frotara la mano por mi espalda para tranquilizarme.
Entrecerré los ojos ante la pantalla blanca, mirando lo que mantenía ocupado a Leo.
-Son solo algunas drogas, nena.- Me susurró al oído, como si pudiese sentir mi confusión. En la esquina de la pantalla habían formularios blancos con nombres distintos y números.
-¿Te pusieron en servicio?- Me reí. El viejo Leo no sería pillado mirando las órdenes de formulario de los drogadictos.
Rodó los ojos, silenciándome.
-Es lo único que consigue que no quiera matar a alguien.
Jugueteé con su cadena de oro. El metal frío se sentía relajante en contacto con mis yemas, adormeciéndome hasta cerrar los ojos. Leo se dio cuenta de mi cansancio, sus dedos largos se hicieron paso por mi pelo, las yemas de sus dedos bailaban por todo mi cuero cabelludo. En ocasiones sus bíceps se flexionaban cuando clickeaba el ratón o cuando escribía algo en el teclado. No había ningún sitio en el que preferiría estar.
-¿Gatita?- Me llamó Leo. Lo miré, notando una mirada insegura en lugar de la suya típica, autoritaria y firme.
-¿Qué pasa? - susurre, prestandole atención.
-¿Cómo te sentirías...?- Tragó duro. - ¿Cómo te sentirías si fuese a mi última misión?
Abby me miró y, por una vez, no pude descifrar lo que estaba pensando.
-No lo se,Leo - Suspiró, haciendo un puchero. - ¿Y si sucede algo horrible, y esta vez te atrapan y vas a la cárcel? Me prometiste que nunca te irías...-
Se detuvo y en ese momento di cuenta de que a ella no le importaba la parte moralmente mala de mi trabajo. Estaba asustada por si la abandonaba para siempre.
-Si algo te llega a pasar...- Se ahogó con sus propias palabras y una sola lágrima brotó de sus ojos.
De inmediato le sostuve la nuca, susurrándole dulces palabras vacías al oído.
-Sh, nena, nunca te dejaré- La balanceé lentamente en la silla de cuero. Sabía que estando en la banda no podía prometerle eso. Pero, siendo el trozo de mierda egoísta que era, junto al hecho de que nunca quise verla dolida, mentí.-Nada malo podría pasarme.
Su respiración chocaba contra mi pecho de una forma que me dolía.
-¿Para qué necesitas la misión?
Lo único en mi mente ,que no fuese Abby, era vengarme. Desde el segundo en el que Tyler lo implantó en mi cabeza no se había ido. La única manera para parar de pensar en Paul o el doctor Scotch era vengarme. Y déjame decirte que no iba a ser bonito
Mire a la dulce chica que estaba en mi regazo. Cualquier persona que intento apartarla de mi ,estaba pidiendo un asesinato brutal y no quería que Scotch, Paul y mi padre se salieran con la suya.
-Toda sociedad tiene el criminal que merece - susurre en su oído. De cualquier acto de violencia hacia mi gatita saco a alguien, de todos modos, se lo merecían. Y cualquiera que sea la sociedad a la que pertenecían esos hijos de putas , ciertamente merecían el caos que estaba a punto de llegarles.
Abby tomo mi mano , jugando con los anillos de plata que tenia en mi indice y dedo del medio.
-Solo...mantente seguro- Ella suspiro, sabia que no iba a hablar mas del tema y estaba agradecido por ello.
La imagen del doctor y los demás con su cuello entre mis manos desnudas era algo de lo que no iba a discutir.
Bese su frente, frotando mi pulgar en círculos sobre la suave piel de su cadera. Ella había dicho todo lo que quería, su única opción ahora, era confiar.
Ademas ,Dios no me querría allí en el cielo y el infierno ciertamente era pequeño para mi.
Una vez satisfecho de que Abby estaba lo suficientemente calmada, escribí un mensaje para el lado oeste.
* Preparasen para la misión mas grande de sus vidas, asesinato,armas. Les ahorrare los detalles sangrientos*
Tyler inmediatamente respondió con arrogancia, sabia que iba a ceder a sus tentaciones.
Mire los nudillos de bronce dorados que estaban en la esquina de mi escritorio. Llegue hacia ellos, deslizándolos sobre mi mano , sintiendo como el frió metal encendía una llama dentro de mi.
Antes de que Abby pudiese ver, me los quite y volví a colocarlos en su contenedor con forma de calavera. Abby se movió, agarrándose de mi con fuerza.
Lo ultimo que quería era asustarla, otra vez. Quería mantenerla cerca de mi, contándole continuamente cuanto la amaba y que nunca tendría que pasar un segundo apartada de mi.
Pero de nuevo, la única razón que me alejaba de ella había vuelto. Piezas de mierda que debía resolver.
Fue lindo ser un hombre libre mientras duro.
Levante a Abby, estirando mis adoloridas rodillas mientras sus piernas instintivamente se veían envueltas alrededor de mis caderas. Mis manos sostuvieron sus muslos , mientras sus dedos jugaban con mi cadena de oro alrededor de la parte posterior de mi cuello. Al bajar las escaleras , finalmente abrió sus ojos. No era demasiado tarde pero sabia que estaba cansada luego del sexo que habíamos experimentado.
El sexo con Abby era una sensación indescriptible. Nunca antes me había sentido así, en mi vida entera. Es difícil de explicar, no solo porque era difícilmente Shakespeare con mis palabras, si no que también era por que nunca lo había sentido así antes. Por lo general, las mujeres en mi cama las usaba simplemente por placer, sin preocuparme de las emociones y sentimientos del acto. Era cuestión de meter mi pene y satisfaces mis antojos. Pero con Abby, yo sentí amor,la adoración que sentía por ella todos los días . La manera en que ella susurro cuanto me amaba y como sabia que era su dueño, era algo de lo que definitivamente puedo sentirme adicto.
La puse en el sofá de cuero, casi suspirando mientras ella se acurrucaba en las almohadas. Dios, fui tan fanático de ella en ese momento, de esa ternura e inocencia.
Camine hacia la cocina, sacando una botella vieja de vino blanco que tenia escondido en la parte superior de mis armarios. El liquido amarillo salpico en el vidrio del diamantes, creando un sonido de gorgoteo satisfactorio de la botella. Tome ambos vasos y salí de la cocina para encontrarme con Abby sentándose y tomando el control remoto para encontrar algo que ver.
Ella me miro, frunciendo el ceño.
-¿Vino? - Soltó una risita y enderezo su espalda, descansandola contra el sofá. Coloque el vaso en su mano ,y tímidamente tomo un sorbo de aquel caro liquido. Ella nunca fue una gran bebedora y yo tampoco quería que lo fuera, pero conociendo el tipo de estrés que tenia, un poco de alcohol no podía dañar su sistema limbico.
Tome un largo sorbo, suspirando contento mientras el depresor se deslizaba hacia abajo en mi garganta. Nada bueno salia de mi bebiendo pero ya haba acumulado bastante tolerancia a través de los años, permitiendo que una copa de vino no genere cualquier acción tonta.
Abby , por otro lado , definitivamente sentiría la sensación relajante y emocionante que el alcohol podría dar. Y una Abby borracha definitivamente era graciosa.
Me deslice hacia ella, envolviendo mi brazo alrededor de su hombro y permitiendo que su cabeza se acurrucase contra mi musculo pectoral. Termine lo ultimo de mi vaso mientras Abby seguía tomando pequeños sorbos a la vez que miraba aquel estúpido espectaculo que decidio poner.
-Te verás mucho mejor que eso el dia de nuestra boda- resople, viendo a una chica poco atractiva bailar un pequeño paso, mostrando el vestido más feo a su familia.
-Estoy muy emocionada- Ella murmuró, mordiéndose el labio mientras miraba los múltiples vestidos que colgaban en los bastidores detras de la mujer. No era gran admirador de las bodas, teniendo en cuenta las interminables horas que lleva planearlas y lo jodidamente estúpido que era caminar lentamente hacia el altar. Pero si Abby queria una gran ceremonia, ella obtendria una.
Realmente necesitaba aprender a decirle que no a ella.
-Me perdi esto- le susurre a ella pero también a mi mismo.
Había soñado con el dia en que nos casemos cada maldito dia en aquella institución y el hecho de que ella estaba tan dispuesta y emocionada, casi me hizo querer olvidar de asesinar a las personas que alguna vez la alejaron de mi. La palabra clave es casi.
Ella me envió una sonrisa, inclinándose para presionar un rápido beso en mis labios, pero yo queria mas, como de costumbre, inclinandome hacia delante cada vez que intentaba romper contato.
Mis labios eran adictos a los de ella y nunca quisieron separarse. Ella me engaño arrastrando sus labios a lo largo de mi mandíbula, permitiendole romper contacto. Presiono un rápido beso en la p de mi tatuaje de paciencia , volviendo su cabeza a mi pecho.
-Te amo- expresó con total sinceridad, encontrando nuevamente mi labio inferior y moviendo su boca a su alrededor.
No habia nada mas que amara en el mundo que escuchar a Abby decir esas palabras.
Tenía hartos a todos diciendolo.
En el fondo yo sabía que tener a Abby ahora conmigo era más que suficiente pero algo en mi no dejaba ir a aquella mision. Tal vez eran mis problemas de ira o mi fiel postura de venganza, o simplemente era un maldito imbecil.
Abby inclinó su vaso hacia atrás y termino el ultimo sorbo e vino, dejando el vaso en la mesa café frente a nosotros.
Un golpe fuerte en la puerta la alerto, sus ojos se despegaron de mi y su expresión era de total alarma. Su hombro se tensó y su clavícula se atascó por la forma en que estaba chupando todo su aire. Inmediatamente la atraje hacia mi.
-Bebe, solo es Tyler
La tranquilice. Cada parte de mi sabia que no debería estar haciendo esto ,y fue entonces cuando me di cuenta de la respuesta a mi anterior pregunta, definitivamente era un maldito imbecil.
Me pare a abrir la puerta, Tyler me saludo con un buen golpe en el hombro a lo que yo solo negué.
-Sabía que aceptarías. El diablo siempre quiere venganza- el me guiño. Me encogi ante mi antiguo apodo.
Supongo era verdad, Abby dobló la esquina, asomándose por la pared ,viendo a Tyler. El también la noto , haciéndole un gesto que se acercara a abrazarlo. Entrecerre mis ojos, convenciéndome a mí mismo de que me relajara, sabiendo que Tyler era inofensivo. Abby apenas lo abrazo, independientemente de que si sabía que no me gustaba que otras personas la tocaran.
-Puedes esperarme en la oficina- le dije a Tyler una vez que libero a Abby. La acostaria a dormir antes de que comenzaramos a planear la masacre. Tyler subió las escaleras y yo envolví mis brazos alrededor de la cintura de mi pequeña futura esposa, haciendo un falso sonido de gruñidos mientras la levantaba en el aire.
La lleve a nuestra habitacion y la recoste cuidadosamente entre las sabanas. Me volví para irme pero su pequeña mano me atrapo.
-¿Puedes...puedes quedarte conmigo hasta que me duerma?
Mi corazón se enternecio.
-Por supuesto,bebé
Rodé sobre la cama, atrapando su cintura entre mis brazos y tirando de su espalda contra mi pecho. Deslicé mis manos a lo largo de su costado, sumergiéndome dentro y fuera de la curva que llevaba a sus caderas. No sé cuánto tiempo estuve allí o por cuánto tiempo estuvo dormida, porque cada vez que la sostenía en mis brazos no podía concentrarme en nada más. Una vez que finalmente me convencí mentalmente de que me levantara, lentamente y con cuidado me alejé de de ella. Apenas se movió, considerando que estaba agotada.
Encontré a Tyler revisando los papeles que tenía en mi escritorio, y jadeando una vez que vio la caja con forma de calavera.
-Amigo, estas fueron las cosas más enfermas de la historia.
Abrió la caja para mostrar los brillantes y dorados nudillos. Eran gruesas y pesadas, asegurando dejar una marca dura a cualquiera que terminara en el lado equivocado de ellas. La parte que se enroscaba en mi palma tenía dos pequeños cráneos, curiosamente, eran un regalo de mi padre cuando tenía alrededor de doce años. Me habían estado lastimando gravemente en la escuela, sorprendente, lo sé, y de vez en cuando volvía a casa con un ojo morado. Un día, mi padre dejó la caja negra en mi cama, dejando una nota en la parte superior que decía 'úsalas sabiamente'. En el momento en que me los puse, me sentí como la persona más poderosa de la Tierra. Eso sí, fui expulsado por llevar un arma, pero esa fue la última vez que alguien jodió a Leonardo McCann.
Él los deslizó sobre su mano, formando un puño alrededor del arma peligrosa.
-Esto va a empeorar mucho más que un puñetazo con algunos nudillos de bronce- Me reí entre dientes oscuramente, viendo la mano de Tyler ponerse blanca por la tensión de su puño.
-Hablando de eso ¿A quién vamos a ir primero?
Una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro. Casi me olvido de lo jodidamente loco que estaba Tyler, pero la mirada en sus ojos en ese momento hizo que todas las misiones que completábamos juntas destellen ante mi mente. Ciertamente, él no era del tipo "vamos a dispararles y salgan". Él quería ver sufrir a la gente Supongo que era lo mismo, especialmente en este situación. Una bala en el cráneo ciertamente no sería suficiente. Yo quería sentirlos luchar por respirar, mirándome con el máximo temor, los quería escuchar lamentar incluso el saber mi nombre .
Contemplé su pregunta, pero definitivamente sabía la respuesta. Todo se derivo alrededor de una persona: Paul. Si Abby no fuese tomada por Paul, nunca hubiera tenido amnesia, asi conocí al Dr. Scotch y mi padre se involucró.
-Paul.
Siseé el nombre como si fuera veneno en mi lengua. Tyler sacó su pistola de mano Optima Black Powder de su bolsillo, sonriendo a la cosa aún mas poderosa máquina.
-Abby parecía asustada como la mierda, ¿Que le hiciste?
Tyler se rio , girando la maquina en su dedo índice. Puse los ojos en blanco.
-No le hice nada, idiota. Ella está nerviosa por la misión.
Él me miró con los ojos muy abiertos.
-¿Ella tampoco los quiere muertos?
-Abby no es como nosotros, Tyler. A ella no le importan, solo está preocupada por mí.
Paul, Scotch y mi padre probablemente nunca se le cruzaron por la mente.
-Que lindo- bromeo
Dios, para un chico con una novia, él todavía era un desalmado hijo de puta.
Pasó a la pantalla de mi computadora escribiendo coordenadas en el mapa. Un punto negro parpadeante apareció repentinamente, y no estaba muy lejos de nosotros.
-Ahí está Paul.
Tyler era el mejor rastreador de nuestra pandilla, sabía cómo trabajar todo lo jodido sistemas de seguimiento, mientras que yo no era exactamente un genio de la computadora. No había mucho en lo que yo era bueno, honestamente, excepto matar.
Miré el punto, mis brazos y piernas ardían ante la idea de ver a Paul en persona. Quería destrozar mi computadora, solo sabiendo que estaba vivo y caminando alrededor.
Mis ojos nunca salieron del punto toda la noche, sentándome en la silla de mi escritorio y descansando mi barbilla en mi palma. No pude llegar a cerrar el mapa, permitiéndole estar en un lugar desconocido. Tyler se durmió en el sofá de cuero negro que tenía en la oficina, mientras que yo no había dormido ni un minuto. No estaba cansado. Mi mente se sentía como si iba a estallar en llamas ante los pensamientos que estaba teniendo.
Vamos,Leo, el todavia esta alli cuando despiertes.
Hablé conmigo mismo como un lunático, finalmente encontrando la fuerza de voluntad para pararme de la silla. Tropecé por el pasillo, mi función motora se ve comprometida por mis otros pensamientos.
Me detuve en la cama, dejando escapar un gemido bajo. ¿Por qué no podría ser mañana ya? . Abby se agitó ante el sonido de mi ruido gutural, su ojo ligeramente abierto. Una vez que ella me ve, me dio una sonrisa atontada. Dejé salir un risa, ella parecia drogada.
-Mi hermosa gatita- murmure. Deslizándome más cerca y metiéndome debajo de las sábanas. Su pierna enganchada alrededor de mi cintura, suspirando de satisfacción mientras su cabeza se hundía en mi pecho.
Mi mano encontró la parte de atrás de su cuello, dándole un ligero masaje mientras miraba hacia arriba el techo, mi mano opuesta detrás de mi cabeza. La respiración de Abby se volvió más profundo, el sueño vino sobre ella una vez más.
Nadie iba a lastimarla de nuevo.
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¡¡Hola hola hola !!
¿Han visto la nueva portada? ¿Que les parece?
¿Están preparad@s para el final? Quedan tan solo dos capítulos y el epílogo 😬😬😬😬
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