62 - CLAIMED.
Canciones para este capítulo:
Why Try - Ariana Grande
Locked Away - R. City ft. Adam Levine
Energy - Drake
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-Sí, el día que me liberan está previsto para dentro de seis meses.- Palo, o debería decir Brad, me dijo.
La institución ha alquilado dos autobuses Greyhound para el Pabellón 1 para ir al centro comercial. Brad era mi 'compañero de bus' y me lleva comiendo la oreja todo el camino.
Asentía para que viese que le entendía, girándome para mirar por la ventana.
Abrí mi ventana una raya, dejando que el fresco aire entrase por mis fosas nasales.
-¿Cuándo es la fecha en la que te liberan?- Preguntó Brad y luché contra la urgencia de estrangularle.
-Diez meses- Murmuré
-Oh, tío, eso vuela.- Rió. Sí, vuela, vuela, así que, ¿por qué no te callas la boca?
-Sí.- Respondí simplemente, guardándome para mi mismo los malos pensamientos.
Finalmente, Brad captó el mensaje y se calló, pero tengo tanta suerte que fue cuando entramos en el parking. La gente de la parte delantera del autobús se levantó excitada, pero la única emoción que sentía eran nervios. ¿Y sí este centro comercial era una mierda y no había ningún buen anillo? Juro por Dios, si son piezas baratas de mierda voy a...
-¿Leonardo?- Levanté a vista para ver a Francesca acercarse a mi. Miré alrededor del autobús, todo el mundo ya se había bajado, esperando fuera del centro comercial. Sacudí mi cabeza, me levanté y salí del vehículo con ella.
La Sr. Twain no tardó en interceptarme.
-Nada más que entremos, marcaremos el lugar de encuentro. Luego, discutiremos cuando nos veremos.-Ella sonrió pero yo solo rodé mis ojos. El Pabellón 1 entró al centro comercial y estaba bastante sorprendido. El centro comercial tenía muchas tiendas de marca, clavé mis dientes en mi labio inferior.
La muy inteligente de mi madre me había dejado la información de mi tarjeta de crédito, significando, que podía gastarme todo lo que quisiese. Mi cuenta bancaria tenía infinito dinero, desde que tengo 18 años. Las drogas eran caras, ¿Que puedo decir? ¿Querías matar a alguien? Me llamabas, y yo no era barato.
Pero estos feos cabrones estaban esperando para pagar millones para tener a su enemigo muerto y no acabar en la cárcel por 60 años.
Me moví rápido entre la multitud para encontrar a Francesca, fruncí el ceño al ver a Pal, quiero decir Brad, de pie al lado de ella.
-¿Qué crees que hacen?-Pregunté.
-Ayudarte a ti ya la señorita Hurley a elegir un anillo de compromiso.- Dijo con plena confianza haciendo que mis manos se convirtiesen en puños.
-¿Por que se lo has dicho?- Gruñí a Francesca y ella rodó sus ojos.
-Cállate, Leonardo , es inofensivo.
-Inofensivo, sí, requerido, no.- Gruñí, mirándole de arriba abajo. Se acobardó ante mi mirada y trate de esconder mi sonrisa.
Francesca me miró decepcionada.
-¿Puedes ser amable por un día? Estás escogiendo un anillo de boda, por el amor de Dios.
La ignoré, empezando a alejarme de los dos. No me molesté en buscar a la Señora Twain. Miré por encima de mi hombro, grité.
-Vamos, retrasados.
(...)
-Y eso, es vuestra tarea para el día de hoy, ¡empezad a trabajar!- Gritó el Profesor Darabie gritó. Levanté la cabeza en su dirección, ¿Qué ha dicho?
-¿Desorientada? -Hayden se rió y yo gruñí.
-¿Qué estábamos haciendo?- Hayden era mi compañero de laboratorio asignado, era majo, pero no hacía la mierda de Jack.
-Aparentemente coser eso.- Señaló a un cerdo muerto. Gruñí de nuevo, pero me levanté y me fui al laboratorio. Hayden cogió un sitio donde los utensilios.
Empecé a trabajar con las agujas mientras Hayden miraba su teléfono. Desistí en intentar que hiciese su trabajo, nunca he dado con la manera de que me escuchase.
-Esta noche hay una fiesta...- Hayden comenzó a decir y yo rodé los ojos.
-No.
-Vamos, ¡Abby! ¡No has ido a ninguna fiesta de fraternidad todavía!- Se quejó.
-Sí, esa es la cosa.- Atravesé la aguja por la piel del cerdo.
Hayden se levantó, cogiendo la aguja de mi mano.
-Si hago este proyecto completo, ¿vendrás?- Le fruncí el ceño.
-¿Por qué tienes tantas ganas de que vaya?
-Porque, necesitas tener una experiencia de universidad.- Se rió.
Recuperé la aguja.
-Gracias, pero no, gracias.
Ni siquiera me gustaban las fiestas, incluso antes de que Leo me secuestrase.
Hayden gruñó molesto pero no discutió. Sorprendentemente, empezó a trabajar en la parte escrita del trabajo, adelantando trabajo.
Al final de la clase, acabé de coser el estómago del cerdo y Hayden escribió una buena redacción.
-Estoy orgullosa.- Bromee mientras leía por encima su trabajo.
-Bien, porque te recojo esta noche, a las ocho en punto.- Se levantó para irse pero me levanté y le cogí de brazo.
-Hayden, para. No quiero ir.
-¿Por qué?- Gruñó - ¿Qué adolescente buenorra que esté bien de la cabeza dejaría pasar esta oportunidad de ir a una fiesta?
-Nadie ni siquiera me conoce aquí.
-¿Me estás jodiendo?- Se rió en alto. -Todos te conocen. Eres una de las chicas que están más buenas de todo el campus.
Me sonrojé de la vergüenza.
-Cállate.
-¡Es en serio! Vamos, ven solo una hora o así.- Suplicó.
Mis labios iban de un lado a otro. No sabia qué hacer. Sabía que a Leo no le iba a hacer ninguna gracia que fuese a la fiesta. Pero de nuevo, era la responsable, no quería hacer ninguna cosa estúpida.
-Quizás- Dije y él lo celebró.- Lo pensaré.
Salió de la clase y junté mis libros, saliendo poco después de él. Fuí directa a mi coche, bueno, realmente al coche de Leo.
Iba a ser una buena persona, y colgué las llaves de su Jaguar en vez de cogerlas. De todos modos, cuando vi el Ferrari rojo cereza en la esquina, no pude decir que no. Solté mi bolso en la parte de atrás antes de hundirme en el cómodo asiento.
-¿Nuevo coche?- Una voz sonó a mi lado y jadeé y parpadeé repetidamente en señal de sorpresa. Hayden estaba al lado del coche, sonriendo.
-No es mío.
-¿A quién coño conoces que pueda permitirse esto?- Pasó su mano por encima del coche.
-Un amigo.- Respondí simplemente antes de revisar el motor. Hayden no sabía nada de mi y no iba a mantenerlo así.
Sacudió su cabeza.
-Eres la ostia, ¿lo sabes?
-¿Te doy una vuelta?- Suspiré, no parecía que se fuese a ir.
Sonrió.
-Qué dulce.- Rápidamente rodeó el coche y se montó en el asiento del copiloto.
Mientras salía del parking, Hayden encendió la radio, bajando las ventanas.
-Esto es jodidamente asombroso, no me puedo creer que tengas un Ferrari.
-Te he dicho, que no es mío.
Paré en un semáforo en rojo. Tosió.
-¿Y tu llamado amigo te deja cogerlo? Sí, claro.
Le ignoré, preguntándole su dirección. Bufó pero me la dio de todos modos.
Hablamos sobre el futuro de nuestros trabajos y la universidad hasta que llegué al portal de su edificio.
-Gracias por traerme.- Sonrió
Me reí.
-No hay problema, Hayden.
-¡Mas te vale que te vea esta noche en la fiesta de Spencer!- Dijo y me despedí de él con la mano, saliendo del parking. Quizás si Christine y Jon fuesen a la fiesta me uniría a ellos. Pero de nuevo, no me apetecía ir. No me apetecía hacer nada desde que El no estaba. Quizás era tiempo de parar de enfurruñarme.
(...)
-Mierda barata.- Gruñí mientras Francesca señaló un anillo con una piedra diminuta. Pedazo de mierda.
Frunció el ceño.
-Vale $5.000.
-Como he dicho, mierda barata.- Repetí, mirando por cada escaparate. Nada que me llamase la atención. Nada que brillase lo suficiente. Nada tenía suficientes quilates. Nada servía para el dedo de mi gatita.
Brad me llamó para que me acercase a su estante, señalando uno.
-Este es bonito.
Era bonito, tenía un diamante cuadrado grande encima que brillaba en la luz. Tenía dos rocas pequeñas a los lados y la alianza entera estaba llena.
-¿Cuánto?
-Eh, $20.000.
Rode los ojos, ¿qué tipo de anillos baratos son estos? ¿Dónde puedo encontrar
los anillos que valen millones que las celebridades encuentran para sus mujeres?
Le iba a dar Abby el mejor, y nada menos que eso.
Un trabajador se acercó a nosotros.
-¿Le puedo ayudar?
-¿Qué rango de precios tiene esta tienda?- Juro por Dios, que si dice $40.000 mis ojos no podrán rodar más.
Me acercó a un estante.
-Este es de $100.000.- Era de risa, odiaba las rocas con color en los anillos de compromiso.
No me molesté en darle las gracias y cogí a Francesca de la muñeca, sacándola de esa horrible tienda.
-¡Leonardo! - Jadeó, soltándose de mi agarre.-Te ví echándole el ojo a ese anillo que te enseñó Brad, se que te ha gustado.
-¿Y? No iba a coger un anillo de unos jodidos $20.000. Soy Leonardo jodidamente McCann, por el amor de Dios. Podría comprar la Torre CN si quisiese.- Estaba enfadado, la frente de Francesca se arrugaba cada vez más cuando decía una palabra grosera.
-Esta tienda.- Señaló a otra joyería.- Puede hacer anillos personalizados. Elige lo que quieras, tu propio rango de precio. Yo podría venir a recogerlo cuando esté listo.
Mis labios sonrieron lentamente y miré maliciosamente antes de correr a ella.
-¿Puedo ayudarle, Señor?- El hombre de la recepción me miro sorprendido.
Probablemente pensó que nadie entraría en su tienda hoy. Quiero decir, ¿Por qué un hombre llevando un mono miraría en una joyería?
-Sí, puedes.
Sonrió.
-¿Qué estás buscando hoy?
-Un anillo de compromiso personalizado.
Me miró escéptico.
-De acuerdo, um, ¿es ella una terapeuta?- Miró detrás de mi a Francesca.
Le lancé una mirada diciendo '¿por qué te importa?' y asentí de todos modos. Le dijo que se acercase.
-¿Nos disculpas?- Me sonrió en grande pero era horriblemente falso. Me fui pero seguí escuchando.
-Um, ¿es él, mentalmente estable?- Preguntó el joyero. Me reí silenciosamente.
-Sí, ¿por qué?
-Bueno, a veces los pacientes con problemas mentales tienen mujer o una chica en mente pero no existen o no saben de él.-El joyero explicó y me di la vuelta rápidamente.
-Mi novia es jodidamente real.- Escupí y Francesca me miró diciendo 'cállate, jodido idiota'.
-Señor, Leonardo es completamente estable y la mujer a la que le compra este anillo es cien por cien real.- Sonrió educadamente.
-¿Leonardo McCann?- Los ojos del hombre se abrieron de par en par y yo gruñí internamente. Ahora no querrá venderme el anillo.
-¡Mi hijo literalmente te idolatra!
No podía creer lo que decía.
-¿Qué?- Francesca parecía realmente horrorizada y mi cara era una profunda arruga.
-Tan malo como suena, te amaba. Pensaba que eras lo más guay... seguía tus movimientos, cada asesinato. Se volvió loco cuando vio que te sentenciaban a entrar a esta institución en tv. No podía creer que su Idolo había sido cazado.-
Se rió un poco y entrecerré mis ojos.
-No me cazaron, fui engañado.
-Oh, él lo sabe. Pero de todos modos, ¿te importa echarte una foto? Siempre ha querido saber como eras físicamente, no me esperaba que fueras así.- Sacó su iPhone 5S de sus pantalones de traje. Sonrié algo extrañado mientras echada la foto.
Miré a mi lado, ¿pero qué coño? ¿Por qué querría un chaval admirarme? Tiene que tener la cabeza en la mierda... más que yo.
El hombre finalmente dejó de actuar raro.
-Vale, ¿un anillo personalizado, no?-
Mis ojos pasearon por el estante.
-Sí.
-¿Cuál es tu rango de precio?- Sacó una libreta de debajo de la cabina. Sonreí.
-No tengo.
Francesca y Brad miraban cada estante.
-Este se vería bonito en ti.- Brad la alagó. Se sonrojó y yo rodé los ojos.
Críos.
Miré de arriba a abajo al hombre de nuevo, intentando averiguar por qué cojones su hijo estaba tan mal de la cabeza. ¿Podría ser que estuviese envuelto en la vida de las bandas?
-Así que, Señor McCann, ¿Qué tipo de diamante le gustaría? Hay redondo, princesa, lucida, cuadrado, corazón, esmeralda, ovalado, pera y acolchado.
Arrugué mi frente, ¿Qué acaba de decir?
-Joder, ¿Qué?
El hombre se rió.
-No sabes de lo hablo, ¿no?- Sacudí mi cabeza, se rió de nuevo- Vale,el diamante es la mayor atracción del anillo, obviamente. ¿Qué forma quieres que tenga?-
-Redondo, muy grande.
-De acuerdo.-Se fue a su portátil y empezó a clicear.
-Siguiente, ¿Qué tipo de distribución quieres? Solitario, solo el anillo principal, o uno con piedras a los lados.
-Solitario.- Asentí. Abby odiaba las cosas abarrotadas, muchas rocas sería feo. Volvió a clicear.
-¿Todo de un color?
-Sí, plata.- Los anillos de compromiso de muchos colores eran feos. Quería un anillo precioso de plata que pareciese caro y fuese a juego con la pálida piel de Abby.
Giro la pantalla hacia mi.
-Crea.- Me dijo antes de dejar la habitación. Moví el ratón enérgicamente, haciendo el anillo perfecto para mi Abby.
Veinte minutos después, Francesca reposó su barbilla en mi hombro, mirando la pantalla.
-Me encanta.
-Lo sé, soy un genio.- Sonreí, añadiendo más detalles minúsculos. Me encantaba también. Me recordaba a Abby cuando la miraba. Algunas ramas se cruzaban en el diamante, mostrando cuánto mi gatita ha puesto en mi. La alianza al completo está repleta de diamantes, dándole un look elegante.
Brad estaba de acuerdo.
-Es precioso. ¿Cuántos quilates?
-18. Podrían haber sido más, pero el anillo era perfecto ya.
El joyero, George, habló.
-¿Has acabado, Señor McCann?
Echándole un último vistazo al anillo, asentí. George giró el ordenador para verlo, alzó las cejas.
-Tienes mucho talento. Este anillo es espectacular.
Le di las gracias.
Francesca me dio un abrazo desde el lado.
-Estoy muy feliz por ti, Leo, en serio.- La rodeé por la espalda con mi brazo.
-Gracias.
Me pellizcó las mejillas.
-Una vez que salgas de aquí, espero que recuerdes cuando es Navidad. Espero un regalo.
Rodé mis ojos y la alejé de mi.
-Zorra sedienta. - Se rió y sonreí.
- Así que, Señor McCann, este anillo será $700.216. ¿Está bien?
-Por supuesto que lo está.- Reí, pensé que daría un buen bocado a mi cuenta. El asintió y estaba a punto de coger el portátil antes de que parase repentinamente.
-Oh, casi se me olvida. ¿Quieres que se grave algo? Algunas parejas ponen una fecha, su nombre, o algo especial para ellos.
Una sonrisa apareció en mi cara de repente.
-Sí, por favor.
Sacó de nuevo su bolígrafo y su libreta.
-¿Qué será?
-Claimed.
(...)
Mi mente comenzaba a preguntarse qué pasaría si rizase hasta el último mechón de mi cabeza. Christine y Jon aceptaron ir, siempre que llevásemos el coche de Leo. Dudé, pero finalmente cedí. Jon también conocía a Leonardo, y él estaba bien con él.
-Amor es amor.-Me sonrió.
En vez de cambiarse por mi, Christina hundió sus piernas hacia adelante y hace atrás mientras se sentaba en el borde de la bañera.
-Sabes, tengo el top perfecto para ti.- Corrió rápidamente hacia su dormitorio, antes de volver con una camiseta enana.
-No, absolutamente no.- Sacudí mi cabeza, cogiendo la tela y examinándola.
Era prácticamente un sujetador, era muy bonito, no me malentiendan. Pero yo no era nadie para vestirme así.
-OH, por favor, Abby, mírate. Eres la única que podría llevar esto.- Ella comenzó en trabajar en su pelo, solo rizando la parte delantera de su pelo.
En vez de discutir, me quité mi camiseta aburrida y me puse el pequeño top.
Llegaba a la mitad de las costillas, pero me lucía mucho. Christine me dejó un par de pantalones de tiros altos que pegasen.
Ambas nos quedamos frente al espejo mirando nuestros conjuntos.
-Te ves perfecta, Abby.
Le sonreí.
-Gracias, tú también.
Saliendo al salón, Jon silbó.
-Christie, cariño, te ves espectacular.- Se sonrojó mucho y Jon cogió su mano dibujando un círculo antes de posar un beso suave. Mi corazón se encogió.
-Joder, ¿estás segura de que no puedo conducir?- Jon sonrió mientras metía la llave en el contacto.
Bufé y rodé los ojos.
-Sí, estoy segura.
Christine se echó a reír.
-Jon, no viviría ni un solo día más si Leonardo encontrase huellas dactilares de otro chico en el volante.
Jon se quejó, pero mantuvo sus manos en su regazo. Sabía que después de que Christine dijese eso, él no querría tocar nada. No le culpo, ni si quiera se me ha pasado por la cabeza que Leo podría hacer algo así. Pero, no lo dudo.
El patio delantero de la casa de la fraternidad ya está lleno de basura. Solo vasos rojos quedan tumbados en el suelo y sobresalen de la basura. Los estudiantes se mueven por ahí como si no les importase, todos riéndose y dando a parecer que se lo están pasando bien.
-Oigan, aparcaré en la calle de al lado.- Ofrecí y Jon y Christine salieron de mi coche. Giré la curva y encontré un sitio libre para aparcar, asegurándome de que nadie pudiese bloquearme la salida luego o se pudiese acercar a rayar la preciada posesión de Leo.
La casa está abarrotada, así que introduzco mi minúsculo cuerpo entre la multitud, intentando encontrar una cara familiar. Lo cual, es más difícil de lo que parece porque solo tengo tres: Hayden, Jon y Christine.
De repente me agarran fuerte por los hombros y grito de la sorpresa. Me encuentro con una risa familiar.
-¡Hayden!- Digo con una sonrisa.
-Me alegro de que te decidieses a venir.- Sonrió, cogiéndome por la muñeca para llevarnos a la cocina. Me cogió un vaso y lo llenó de vodka y un tipo de zumo.
-¿Has traído a alguien?
Le cogí la bebida de la mano.
-Sí, Christine y su novio Jon.
Asintió.
-¿Has traído el Rari?
Me tomó un segundo entender lo que me decía.
-Oh, dices mi coche, si.
Se rió en alto, su dientes blancos me deslumbraban. Su pelo rubio cobrizo y sus penetrantes ojos podían tener a cualquier chica babeando. Hayden era muy mono, pero no era Leo.
Hayden me condujo a otra habitación, presentándome a la gente que luego olvidaría al final de la noche. Pero un chico con una cresta rubio llamó mi atención.
-¿Dave?-Le llamé y su cabeza se giró lentamente para encararme. Pareció intentar comprender el momento antes de abrazarme.
-¿Abby? ¿Pero qué demonios...?-Se separó y miró a Hayden antes de mirarme de nuevo. -¿Por qué estás aquí?
-Hayden me ha invitado.- Me encogí de hombros.
Dave se quedó mirando a Hayden por un momento antes de excusarnos.
-Abby, ¿Qué estás haciendo aquí? Sabes que este no es un lugar en el que Leonardo te querría ver exactamente.
Le ignore.
-¿Qué estás haciendo TÚ aquí?
-Vender drogas, ahora responde mi pregunta.- Se cruzó de brazos y bufó. Yo tampoco sabía qué hacia aquí tampoco.
-No lo sé, divertirme, supongo.
Frunció el ceño.
-¿Cómo estás?- Me encogí de hombros, evitando su mirada. El suspiró, levantándome de la barbilla. Una vez que estaba mirando sus ojos azules no podía aguantar más el nudo de mi garganta. Lágrimas silenciosas caían por mi cara mientras pensaba en Leo.
-Shh, Brook está bien.
-L-le echo de menos.- Sollocé, acurrucándome en su chaqueta gris. Me cogió por la parte de atrás de mi cabeza para calmarme, alejándome de la multitud.
Noté otra mano en mi espalda.
-Mierda, ¿está bien?- La voz de Hayden entró por mis oídos, haciendo que me sorbiese los mocos e intentase recomponerme.
-Sí, solo está feliz de verme, ¿no bebé?- Dave dijo e inmediatamente levanté la cabeza en confusión. ¿Me acababa de llamar bebé?
-Oh, ¿están saliendo?- Hayden preguntó, rascándose la parte de atrás de su cuello antes de bajar su brazo a un lado de su cuerpo.
Abrí mi boca pero Dave rápidamente intervino.
-Sí, no he visto a mi chica desde hace tiempo, me ha echado de menos.- Sonrío ampliamente a Hayden. -Así que, si no te importa, danos un poco de tiempo a solas.
Hayden se fue rápidamente y tarde poco en preguntarle a Dave.
-¿Qué demonios estás haciendo?
La expresión de felicidad de Dave rápidamente se convirtió en una molesta.
-Salvarte de ese putero.
Me reí.
-Dave, es solo mi compañero de laboratorio.
-Por favor, sus ojos no paraban de seguir tu culo todo el rato.- Dave volvió a poner mi cabeza en su pecho a la vez que Hayden nos volvió a mirar. -No digo que no sea un buen chico, pero el quiere algo que tu no le puedes dar.
Desgraciadamente, sabía que Dave tenía razón. Sabía que no estaría bien seguirle el juego a Hayden.
-Lo sé.- Dije suavemente y Dave sonrió.
-Ahora, ¿Qué tal si salimos de aquí, eh?
Eché un vistazo a la habitación. A Christine y Jon aun no los había encontrado.
Se cabrearían conmigo probablemente, pero no me importaba.
-Me encuentro mal, espero que podáis coger un taxi de vuelta a casa.- Les mandé el mensaje antes de que Dave me sacase de la calurosa casa.
-¿No has venido en coche?- Le pregunté a Dave mientras nos dirigíamos al coche de Leo.
-No, me ha traído un amigo.-Dijo y asentí. Cuando estábamos cerca del coche, presioné el botón de abrir para escucharlo. Dave miró al coche con los ojos abiertos.
-Leonardo te va a matar.
-Lo que vaya a saber, no le va a doler.- Sonreí mientras nos metíamos en el coche. Dave se rió y pasó su mano por el interior del coche. Me estremecí, esperando que Leo no encontrase ni una huella dactilar a su vuelta.
No sabía dónde íbamos, así que solo salí de mi plaza de aparcamiento y conduje.
Giré por una calle cualquiera, pasando muchas casas y edificios.
-¿Has hablado con El últimamente?- Le pregunté a Dave mientras entraba en el parking de McDonald's.
-No desde hace tiempo, ¿Y sabes que es lo más raro? Tyler ha desaparecido de lafaz de la tierra.- Esto despertó mi interés.
-¿Qué quieres decir? ¿No está tomando el lugar de Leo como líder?
Dave se encogió de hombros.
-Quiero decir, viene a las reuniones a veces, pero rara vez hace algo. No sé que está haciendo.
Arrugué mi frente y apagué el coche.
-A Leonardo no le va a gustar eso.
-Exactamente por eso, nadie lo ha mencionado.- Se rió.
A Tyler parecía importarle la banda, ¿por qué la ha dejado de lado? Juego con mis uñas y miro a la distancia. Si El vuelve y encuentra su banda desperdigada y desordenada, nadie va a saber más de ellos jamás.
Siendo la buena novia que soy, decidí coger al toro por los cuernos.
-Bueno, entonces, vamos a encontrar a Tyler.
Dave dacudió su cabeza.
-El es literalmente M.I.A. Plus, no es tu trabajo, Abby. Leonardo no quiere que te involucres en la vida de las bandas y lo sabes.
No es la vidas de las bandas, es la vida de Tyler. Tenía su número guardado en mi móvil, así que lo llamaría más tarde. Cuando Leo vuelva a casa, no quiero nada fuera de su lugar.
-Por otro lado.-Dave cortó de nuevo. -Estoy seguro de que no es nada. Sabemos que está del lado de Leo.
Estaba de acuerdo por el amor de Dave a Leo que no sería tan curiosa.
-Sí, lo entiendo.
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