57.
Canciones para este capítulo:
Stitches - Shawn Mendes
Unsteady - X Ambassadors
Good For You - Selena Gomez ft. A$AP Rocky
___________________________________
-Psiquiatra mi culo.- Gruñí, golpeando la puerta abierta.
Mi garganta se apretó y mis ojos quemaban cuando ví a un chico adolescente de pie delante de mi Abby. Su cabeza giró hacia la puerta, sus intensos ojos verdes mirando a través de mí.
Corrí hacia él, agarrando el cuello de su camisa y golpeando su no muy ligero cuerpo contra la pared.
-¡Te voy a matar, joder! ¿¡Lo sabes!?- Rugí, sacudiendo su cuerpo.
-¡Leonardo! - La voz de Abby sonó en la parte de atrás de mi mente, pero lo
ignoré.
-¿Quién coño eres? ¿Eh? ¿¡Y por qué cojones estás alrededor de mi Abby!?
-Leonardo, por favor relájate - La voz del doctor Piekarski era temblorosa cuando colocó una mano sobre mi hombro.
Mis manos seguían empuñando el cuello de la camisa del chico. Lo sujeté por encima del suelo, podía notar que estaba teniendo problemas para respirar. Miré a través de sus ojos, mis dientes apretándose juntos. Ni siquiera conocía este chico, pero jodidamente lo odiaba. He recibido vibras de él, las mismas que noté
de Daniel. Si tiene alguna intención con Abby como Daniel tenía, esto no será bonito.
-Por favor, suéltalo.- La suave voz de Abby susurró, podía notar que estaba cerca de mí.
Dejé caer al tío al suelo como una muñeca de trapo. Y furiosamente giré mi cabeza hacia Abigail.
-¿Por qué? ¿Te gusta eso en? ¿Quién es este y por qué está en algún lugar cerca de ti?- Gruñí, ¿cómo se atreve a traicionarme de esta
manera?
-Solo me trajo hasta aquí, Leonardo. Por favor, cálmate - Sus ojos estaban ligeramente aguados, y tomó un paso hacia mí.
-No. No des otro paso. -La avisé, mi pecho subiendo y cayendo a un ritmo rápido.
¿Y si hacía algo estúpido? Mi visión empezó a desvanecerse cuando manchas rojas y negras eran lo único que era capaz de ver.
-¡Saquenla de aquí! - Grité, golpeando mi puño en la pared de yeso.
Escuché mucho movimiento y voces amortiguadas y antes de saberlo, la habitación entera estaba total y absolutamente destrozada.
(...)
Izquierda y derecha, las cosas estaban esparcidas a través del suelo mientras
miraba por la ventana de visualización. Gritó palabrotas mientras sus puños golpeaban cualquier cosa que podía romperse. Lágrimas se formaron en mis ojos
mientras mis manos temblaban a mis lados.
-Va a estar bien, solo está enfadado- Sebastián murmuró sujetando un paquete de hielo contra su dolorido cuello.
-Lo siento mucho
-No lo sientas, solo tiene un poco de temperamento, eso es todo- Rió
ligeramente pero pronto se volvió en tos. El doctor Piekarski palmeó su espalda suavemente. ¿Cómo puede defender a alguien que acaba de estrangularlo?
Me giré para volver a mirar a la habitación, solo para ver a Leonardo de pie quieto, su respiración extremadamente pesada. Sus puños goteaban sangre roja brillante hacia el limpio suelo blanco, cada gota añadiéndose a la enorme pila de cristal roto y sábanas rasgadas. Miró hacia arriba, sus ojos conectándose con los míos en la ventana. Murmuró 'lo siento' antes de devolver su mirada al suelo. +
-Uum doctor Piekarski, ha parado.- Susurré.
Asintió, acariciando la parte de atrás de mi cabeza antes de entrar en la
habitación. Leonardo miró hacia arriba, sus manos formando puños otra vez como un mecanismo de defensa. El doctor Piekarski se quedó a una cierta distancia, su boca diciendo palabras que solo Leo podía escuchar. Asintió mirando sus manos
ya llenas de cicatrices. El doctor Piekarski finalmente hizo su camino
completamente hacia él, examinando sus manos. Entonces le dió a Leo un ligero empuje hacia la puerta, siguiéndolo de cerca por detrás.
Salieron de la habitación, mis ojos nunca dejando la alta figura de Leonardo cuando sus ojos vidriosos se encontraron con los míos. Mordí mi labio, intentando mi mejor esfuerzo para darle una pequeña sonrisa. No me la devolvió.
-Leonardo va a curarse sus manos. Por ahora, Abby te asignaremos una nueva habitación temporal. Cuando Leonardo se sienta completamente calmado, discutiremos todo a fondo. Por ahora, Sebastián , deberías probablemente dirigirte a casa. - El
doctor Piekarski nos envió unos asentimientos antes de llevarse a Leonardo.
-No quiero dejarte- Sebastian habló cuando el doctor Piekarski y Leo giraron la esquina.
-Creo que es lo mejor. Quizás en otra situación las cosas hubieran sido diferentes- Susurré, girando mi cabeza al lado.
Los dedos de Sebastián atraparon mi mandíbula, girando mi cabeza para mirarlo.
-No me asusto fácilmente, nena- sus gruesos labios presionaron un beso en mi mejilla, antes de irse, girando en el pasillo hacia las puertas.
Me quedé en ese sitio por un momento, el lugar donde los labios de Sebastián acababan de tocar todavía cosquilleando, en una buena manera.
Mi ensoñación fue rota por una voz de enfermera.
-Hola cariño, estoy aquí para
enseñarte tu nueva habitación- Asentí lentamente cuando me dio una mirada de pena.
-Va a estar bien
Sí, claro.
La seguí por atrás a una cierta distancia, mis pies no se movían ni de cerca tan rápidos como los suyos. Quería tener su trabajo hecho, entendía eso, pero ella estaba corriendo como un pollo salvaje por los pasillos vacíos. Alcanzó mi
habitación al final del pasillo, mientras yo estaba solo al principio del mismo.
-Oh, cariño, ¿estás cansada?
-Sí, podrías decirse eso- Me encogí de hombros, finalmente alcanzando la puerta.
Miré al interior de la habitación, era idéntica a la antigua.
-Si necesitas cualquier cosa, pulsa el botón verde al lado de tu cama. El doctor Piekarski se pasará después de que haya acabado de lidiar con tu- ella se detuvo, sus cejas frunciéndose juntas. -Tu, uh, amigo
Asintiendo, se despidió a sí misma y se paseó fuera de mi habitación.
Bueno, no era realmente mía, pero quién sabe cuánto tiempo iba a estar aquí. Me senté al borde de la cama, colocando mis manos pulcramente en mi regazo.
Momentos antes del ataque de furia de Leo, el doctor Piekarski me había
explicado cómo Leonardo no es solo el asesino que me contaron, sino también que me había secuestrado. Mi mente se arremolinó con incontables imágenes de El
tomándome, lanzándome a la parte trasera de un camión y conduciendo por tres días, con una gruesa vieja venda sobre mis ojos.
¿Cómo pude ser secuestrada y todavía estar con Leonardo ? ¿Nadie me encontró?
Mi cabeza se dejó caer entre mis frías manos y lloré silenciosamente. Estaba
derrotada, completamente derrotada.
-¿Abby?
Lentamente miré hacia arriba, mi visión borrosa de las lágrimas que se
acumulaban en mis ojos. La mano del doctor Piekarski cayó en mi hombro,
suavemente acariciando la tela de la fea bata de hospital que fui obligada a
llevar.
-Hey, sé lo duro que es esto. Pero todo estará bien al final, y puedo prometerte eso. No solo como tu doctor, pero también como tu amigo
-Gracias, doctor Piekarski
Tomó un asiento a mi lado.
-Por favor, llámame Dylan.
Reí ligeramente.
-Eso no es muy profesional
-Está bien, eres como una hija para mí, Abby. nunca he pasado tanto tiempo con una paciente antes y he disfrutado completamente conocerte. Antes y después de tu pérdida de memoria- Sonrió cálidamente.
Asentí.
-Me alegra tenerte, doctor Piekarski- Me dió una mirada. --Quiero decir Dylan-reí.
-Descansa, voy a ver cómo está Leo una última vez-Despeinó mi pelo y dejó la habitación.
Sonreí, recostándome en la cama, cubriéndome con las mantas. Cerré mis ojos, pero sabía que el sueño no vendría fácilmente esta noche.
Solo quería mi memoria de vuelta, quería que todo fuera normal. Incluso si Leo me hubiera secuestrado, tiene que haber una razón. Y todavía me quiere, sin importar qué.
¿Pero y si mi memoria nunca vuelve? ¿Se rendirá conmigo?
Acurruqué mi cara entre las mantas, mordiendo mi labio intentando tragar el bulto en mi garganta. ¿Y si un día me levanto y Leo ya no está allí?
(...)
-Estas ya son algunas bastantes malas cicatrices- El doctor dijo obviamente, examinando mi sangrienta mano.
-Sí, lo sé- Rodé mis ojos.
El hombre me frunció el ceño.
-¿Como te las has hecho?
-Nada de tu maldita incumbencia- solté. ¿Por qué la gente tiene que ser tan malditamente entrometida? Siseé cuando el hombre introdujo un dedo en uno de mis cortes. -¡Ow! ¿Qué cojones?
-Pregunté, ¿cómo te hiciste esas cicatrices?- Sus cejas se rozaron y su mirada era desafiadora. Jodidamente odio a los funcionarios.
-Peleas-contesté simplemente, sin darle ningún detalle. Asintió, sabiendo que esa era toda la información que iba a recibir de mí.
-Nunca fueron correctamente tratadas, ¿Solo te las has vendado?- Preguntó, tomando un bote de alcohol desinfectante de debajo del lavamanos.
-No hacía nada. Cuando llegaba a mi casa, la sangre ya estaba seca. Lavaba mis manos e iba a dormir-Me encogí de hombros simplemente, ¿Como te tratas tus propios cortes?
El doctor sacudió su cabeza rodando sus ojos azules eléctricos.
-Bueno, si esto pasa de nuevo, ven y trátalas.
-Creo que pasaré- reí. -No tengo tiempo para sentarme en una estúpida sala de espera
-Como quieras-se encogió de hombros.
Mis cejas se juntaron y lo miré con confusión.
-No vas a como, ¿intentar obligarme?
-¿Por qué lo haría?- Giró su espalda hacia mí mientras tomaba un largo rollo de vendas blancas. -Si no quieres ser tratado, esa es tu decisión. No estoy enfadado, eres solo uno de los miles de pacientes que trato.
-Oh-murmuré. -Bueno gracias de todos modos
Asintió solemnemente, antes de poner alcohol sobre los profundos cortes. Mis músculos se tensaron y dejé salir un bajo siseo. Esta mierda ardía como una perra.
Después de haber terminado de limpiar la mierda de mis cortes, envolvió mis manos en las vendas.
-Estas no se cicatrizarán -Dijo simplemente dejando todos
los materiales.
-Gracias, doctor, uh...
-Scotch
Sonreí.
-No me jodas. ¿Tú eres el doctor Scotch?
-Sí, ¿has escuchado de mí antes?- Preguntó, pero podía notar que no estaba interesado. Me caía bien.
-Sí, escuché que eres un tío bastante guay- La sonrisa nunca dejó mi cara mientras miraba al hombre delante de mí.
-Eso es bueno de oír- dijo, aburrimiento entrelazando cada palabra.
-Gracias por la mano, Scotch.- Palmeé una mano sobre su espalda. Él río, girando para mirarme una vez más.
-¿Quién eres?-. Río,- ¿y cómo conoces al doctor Piekarski tan bien?
-Nadie, solo leí tu nombre cuando vine aquí por primera vez y pensé que era guay. Y el doctor Piekarski está ayudando a una amiga mía-Dije la última parte silenciosamente.
-Ya veo-su sonrisa nunca se desvaneció. -¿Por casualidad conoces al señor McCann?
Mis ojos se agrandaron por una fracción de segundo, pero rápidamente me relajé.
-No, ¿por qué preguntas?
-Solo tienes algunas similitudes, eso es todo-Murmuró, mirando hacia abajo, intentando parecer inocente.
-Cállate- gruñí. -¿Qué quieres?
-¿Yo? Nada- luchó por sus palabras. Fui rápido en clavarlo contra la pared,
pero no con la misma fuerza con la que agarré a ese estúpido chico británico.
-Habla- Solté en su cara.
-Tu padre me debe dinero, mucho dinero-Gruñó-no sabía ni siquiera que eras él antes de que me enseñaras tu ensangrentada mano con ese anillo. Tu padre resulta que tiene exactamente el mismo.
Liberé mi agarre ligeramente.
¿Cómo que te debe dinero?-Pregunté.
-Le dí drogas, muchas. Medicamentos recetados, ¿sabes cuánto cuestan esos? -siseó, luchando en mi agarre.
-Claro que jodidamente sé cuanto cuestan- Gruñí, -¿Crees que soy alguna clase de idiota? Dirijo esta ciudad entera, tengo poder sobre todos y todo.
-Y puedes conseguirme el dinero.- El doctor Scotch dijo con aire de suficiencia.
Me mofé.
¿Y por qué cojones haría eso?
-Primero de todo, puedo delatarte- Declaró- segundo, ¿por qué no querrías acabar con tu padre? Me refiero, según la banda de tu padre, tú eres su única competencia.
-No tienes evidencia de quién soy- Reí -¿Cómo crees que estoy en este hospital en primer lugar? Todos ustedes personas normales, absolutos imbécile.
-¿Qué tal mi segunda opción?
Muchas arrugas aparecieron en mi frente.
-Tengo demasiado en mi plato ahora mismo.
-Sé sobre tu pequeña novia. Dirijo el programa de noche aquí. Puedo conseguirte los mejores terapeutas, la mayor cantidad de horas de visitas, todo. - El doctor Scotch dejó salir la información más valiosa que había escuchado en un largo
tiempo.
-Allí has dado un argumento convincente- Corrí mi mano sobre mi mandíbula, la poca barba raspando sobre la gasa en mi mano. -No puedo hacerte ninguna promesa. Mi chica viene primero y si conseguir este dinero la afecta de cualquier manera, cancelaré todo esto. Y si dices una palabra sobre esto-Me acerqué a él, mi boca descansando al lado de su oído. -Te mataré.
Alejándome lentamente de él, una confiada sonrisa apareció en mi cara. Me perdí esto. El doctor Scotch estaba temblando, estaba asustado. Vivo del miedo, me encantaba.
Le dí un breve, autoritario asentimiento antes de abandonar su oficina. Cerré la puerta tras mí, haciendo mi camino bajo los pasillos. Cuando giré la siguiente esquina, el doctor Piekarski vino a mi vista.
-Ah, Leo, ¿Cómo te fue con el
doctor Finley?
-¿Doctor Finley?-pregunté, -yo estaba con el doctor Scotch
-Oh- el doctor Piekarski frunció el ceño. -Eso es raro, le pedí al doctor
Finley que te atendiera.
-Supongo que el doctor Scotch solo quería conocerme- sonreí.
El doctor Piekarski rió.
-¿No queremos todos?
-¿Cómo está ella? - Pregunté, cambiando mi peso de un pie a otro.
El doctor Piekarski se quedó en silencio, antes de girar y empezar a caminar pasillo abajo.
-¿Qué cojones? ¡Doctor!-Grité tras él mientras corría para ponerme delante suya.
-Solo tranquilízate y sígueme- Rodó sus ojos, guiándome hacia delante. No
disfruté exactamente que me dijeran que me tranquilizarse, pero me quedé
tranquilo como él quería.
Caminamos de vuelta a la sala de espera, y la vista delante de mí hizo a mi sangre hervir.
-Por qué cojones.
-Ahora, quiero que vayas allí y manejes esto como un adulto. Quiero que manejes esto como un chico normal, olvida que eres el gran Leonardo McCann. Olvida que te gusta pelear y matar a gente- El doctor Piekarski me estaba mirando, pero mis ojos no podían dejar al chico de pelo rizado sentado en la sala de espera.
Tomé un profundo respiro.
-Algunos chicos no saben cuando rendirse-Gruñí, mis manos formando puños, o lo tan parecido a puños como las vendas les dejaba.
Dí un paso hacia delante, hacia la silla donde estaba sentado. Seguí caminando hasta que estaban en el punto muerto delante de él. Miró hacia arriba desde sus zapatos, sus ojos algo aburridos, su piel pálida. Hice una mueca hacia él, pero
no me la devolvió.
-¿Por qué cojones sigues aquí?.- Usé mi voz más dominante, la que Abby siempre decía que podía asustar la mierda de una hoja.
El chico tragó.
-Yo, uh, no quería dejarla
-Protegerla es mi trabajo. -Le informé.
-Bueno no pareces estar haciendo muy buen trabajo, amigo-Me miró con furia, una mirada retadora en sus ojos.
No lo golpees, no lo golpees, no lo golpees.
-Abigail y mi relación no te concierne ni un poco, idiota.
-Es Sebastián , de hecho
-¿Quieres jodidamente que te apuñale?-Gruñí, moviendo mi pie impacientemente.
-Solo estoy diciendo, destrozando una habitación de hospital y asustando la mierda de ella no es realmente la definición de protección- Se encogió de hombros descuidadamente, -no estoy buscando una pelea. Sabes que no. Estoy simplemente aquí para apoyarla.
-No lo necesita.
-Ella me ha dado muchas razones para creer de otra manera- Sebastián dijo.
Mis ojos nunca dejaron los suyos, mientras me miraba, su expresión estaba vacía, pero al mismo tiempo llena de furia. Estoy seguro que la mía era un negro profundo, estaba echando humo. No sabe mierda sobre Abby . Estoy de acuerdo, necesita apoyo, pero no de un bajos fondos como él.
-Solo vete de aquí antes de que explote tus jodidos sesos - Dije, estresadamente tocando mis ojos.
Sebastián se mofó.
-Me iré, con el tiempo.
-Vete, ahora.
-No.
-Ahora.
-Oblígame.
-Oh, no querrías eso, chico bonito.
-No sabes lo que quiero.
Levanté mi puño, y antes de que pudiera hacer contacto con la cara de Sebastiánalguien lo tomó sobre mi hombro.
-Creo que esa es suficiente charla por hoy, chicos- El doctor Piekarski me giró. -Es un trabajo en proceso- Entonces se giró a Sebastián
-Sebastián , por favor vete, puedes volver mañana.
-¡No, no puede!- Discutí como un niño quien no quería que uno de los chicos fuera a mi fiesta de cumpleaños.
El doctor Piekarski envió a Sebastián una mirada y finalmente salió por la puerta delantera. Miré finalmente cómo se metía en un BMW negro, haciéndome mofarme.
-Trozo de mierda barata- murmuré.
-Si piensas que eso es un trozo de mierda, odiaría escuchar lo que dices sobre el mío - El doctor Piekarski rió.
-Lo voy a sacar de la vida de Abby aunque sea la última cosa que haga- Murmuré, girando mi cabeza para mirar al doctor Piekarski.
-Lo sé, él es solo es una fase. Se irá de aquí tan pronto como las cosas se pongan feas- Me aseguró, palmeando mi hombro. -Ahora, ya es hora de que te vayas a casa también.
-Puedo solo verla, por favor- Le supliqué, solo quería ver su preciosa cara una vez más antes de irme.
-Vale, ven conmigo-Sonreí en victoria mientras el doctor Piekarski me guiaba bajo el familiarmente desagradable pasillo. Odiaba este hospital y odiaba estos pasillos.
Me guió a una nueva habitación, una bien lejos de la que había destrozado.
-Está probablemente durmiendo, por favor no la despiertes.
Asentí, entusiasmadamente girando el pomo. Allí yacía mi preciosa bajo unas horribles sábanas blancas, su respiración era pesada, lo cual es extraño considerando que ella normalmente respira muy superficialmente. Caminé más cerca, mi lado protector llevándose lo mejor de mí. ¿Estaba bien? Presioné las yemas de mis dedos en su cuello, comprobando su pulso. Era lento y duro, como siempre.
Su respiración era el único ruido llenando la habitación, cada vez volviéndose más pesada. Lo admitiré, empecé a entrar en pánico. Solo está respirando más pesadamente, lo sé, pero ¿y si algo estaba mal? Estaba a punto de golpear mi mano sobre botón del lado de su cama, cuando una mano agarró la mía.
-Tu respiración puede ser realmente pesada cuando estás extremadamente cansado, lo cual Abby está- El doctor Piekarski me informó, liberando mi mano.
-Oh, sí, es verdad- Aclaré mi garganta, mi ligeramente acelerado pulso relajándose.
-¿Puedes darme un minuto con ella? Prometo que saldré en un momento.
El doctor Piekarski me miró, antes de suspirar.
-Vale, esperaré en el pasillo-
-Gracias- le dí una pequeña, pero genuina sonrisa. Estaba realmente agradecido con él.
Salió de la habitación y tomé un asiento en el borde de la cama de Abby. Mi mano descansaba en su cadera, y me incliné hacia delante para colocar un beso en
su mejilla.
-Te quiero gatita
Se movió ligeramente más cerca hacia mí, haciendo que una cálida sensación erupcionase en mi pecho.
-Te quiero tanto, nunca te darás cuenta cuánto te quiero. Solo quiero escaparme contigo. Sin ti, no sé qué haría. Mataría por ti, Abby Haría cualquier cosa- Dejé salir mis emociones, solo porque sabía que no me estaba escuchando. -Seré sincero, cuando te secuestré por primera vez, te odié. No de la manera que quizás estés pensando, pero te odiaba porque no me querías. Mi madre siempre decía. El odio es solo otra versión del amor y aquella vez fue la única vez que realmente entendí sus palabras. Estaba tan dolido por ti pero lo escondí con castigos, la vida de bandas y otros crueles, viciosos actos - Sacudí mi cabeza, mordiendo mi labio. -Pero entonces, empezaste a enamorarte de mí, y recuerdo cada día. Me besabas de vuelta, aceptabas mis buenos días, sonreías. Tu sonrisa es preciosa, ¿sabes qué? Absolutamente despampanante y entonces finalmente, el día que dijiste que me querías- Sonreí, felicidad inundándome. -Fue el mejor día de mi vida. Te quería follar, seré sincero. Realmente me tenías adicto, quería poseer cada centímetro de ti. Pero sabía que si te obligaba a algo como eso, nunca me perdonarías. Sé que hemos hecho algunas cosas sexuales, pero soy tan jodidamente salido...-Me quedé callado, cerrando mis ojos. -De todas formas- Sacudí mi cabeza otra vez. -Entonces, estábamos enamorados. Eres una novia realmente genial, ¿lo sabes? El minuto en el que dijiste que me querías, quería proponerme. Te quiero como mi esposa, y admitiré que pienso que sería un marido bastante guay - Llevé mi boca para dejarla al lado de su oreja, presionando un suave beso sobre ella.
-Y, soy jodidamente increíble en la cama, nena
(...) Doctor Piekarski's Dylan
Dejé a Abigail y a Leo solos, sin arrepentirme de mi decisión en absoluto. ¿Qué le va a hacer, matarla? Sí claro, es más probable que cometa suicidio antes de poner un dedo sobre Abby. Y no se suicidaría, se ama a sí mismo.
Reí silenciosamente hacia mí mismo cuando alcancé el final del pasillo,
alcanzando la oficina del doctor Scotch. Golpeé en la puerta, y recibí un bajo 'entra'.
-Hey, Jacob- Murmuré, cerrando la puerta tras mi - ¿Cómo que decidiste tratar la mano de Leonardo, digo la mano de Jason- Me maldecí mentalmente por decir Leonardo
-No te preocupes Dylan, sé quién- es. Murmuró, desinterés mezclado en mi pequeño nombre.
-Oh, um, ¿puedo preguntar cómo?.- Fruncí el ceño.
-Conozco a su padre, somos viejos amigos
No pude notar si estaba mintiendo, su cara siempre estaba sin expresión y sin emoción, aburrida, desinteresada.
-No lo voy a delatar, si eso es lo que te estás preguntando - Jacob suspiró,
finalmente mirando hacia arriba para encontrarse con mis ojos. -Sé cómo trabaja, estaría muerto antes de que su nombre fuera capaz de salir de mi boca.
-Sí-sonreí -eso es verdad.- Me sentí ligeramente celoso y enfadado con Jacob, me refiero, Leonardo era mi amigo, no el suyo.
-Su padre me debe algo de dinero, así que estaré en contacto con McCann -. Me informó, y quería replicar de vuelta. '¿He preguntado?'.
Pero no lo hice, asintiendo y manteniendo mi boca cerrada.
-Vale, ya nos veremos por ahí.- Dije, y no contestó.
Abandonando su oficina, Leonardo estaba caminando en el pasillo, le sonreí, y sorprendentemente la devolvió.
-Sinceramente pensé que estarías allí más tiempo, iba a tomar una taza de café - Reí, y él sonrió.
-Sí, decidí no tenerte esperando demasiado. - Dijo tranquilamente.
-No te preocupes, hey, ¿te puedo preguntar algo?- Sopesé, siguiendo su rápido paso.
-Sí, claro.- Ese mismo desinteresado tono aburrido, puso mi piel de gallina.
-Somos amigos, ¿verdad?
Leonardo se giró para mirarme, una sonrisa en su cara.
-¿Por qué? ¿Tienes miedo de que te vaya a matar?
-En absoluto de hecho, solo estaba
-¿Quieres hacerte amigo de un líder de banda así que tendrás eterna
protección? - Leonardo me frunció el ceño
-¡No! Leonardo de verdad, nada de eso. Solo quiero hablar de ti como si fuéramos amigos.
Su ceño nunca dejó su cara.
-¿A quién le hablarías de mí?
-Bueno, el doctor Scotch estaba justo hablándome de ti y no sé, yo te conozco realmente. De alguna manera me enfadó cuando él habló de ti como si te conociera.- Admití, no era un buen mentiroso, así que por qué ocultarlo.
-Mucha gente me conoce, Piekarski- se detuvo en sus palabras, ningún
ceño evidente en su cara, estaba tranquilo - pero tú, estoy agradecido contigo. Sí, somos amigos- Sonrío brillantemente, poniendo una mano sobre mi espalda.- Y dile a ese jodido de Scotch que estamos en paz.
Reí.
-Sabes que lo haré.
-¿Quieres que te lleve a casa?- Leo preguntó, cuando finalmente continuamos caminando hacia las puertas delanteras. ¿Un viaje? ¿En su precioso Jaguar?
-Jodido infierno-murmuré. -La única vez que me ofreces un viaje en esa belleza y me toca el turno de noche.
Leonardo dejó escapar otra sonrisa.
-Qué mal, no creo que vaya a traer este coche mañana...- se fue callando, dramáticamente mirando por la ventana.
-¡Que le den!-Miré hacia la recepcionista. -¡Me voy antes! ¡Emergencia familiar!
-¿Quién tomará su turno?- Preguntó preocupadamente.
Leonardo habló.
-El doctor Scotch lo hará, dile que Jason insiste. - Le guiñó, haciendo que un sonrojo apareciese en sus mejillas. ¿Cómo lo hace?
-Nos vemos pronto, doctor P
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top