53. No tengo novio.

Canciones para este capítulo:

The Monster - Eminem ft. Rihanna

Breakeven - The Script

Hold On, We're Going Home - Drake

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-Wow, soy bueno- El frío metal de una pistola presionada contra el lado de mi cara. Fui empujado duramente contra la pared, mi cara golpeándose en los fríos ladrillos. Escuché un silencioso jadeo venir de la esquina, no podía ver quién era, pero sabía que era Abby-

-Quítate jodidamente de encima - Gruñí, balanceando mi puño alrededor para conectarlo con el estómago del hombre. Quien sea que fuera este tío, sabía que no era Paul.

Gimió cuando le golpeé, haciendo que su agarre en mí aflojase un poco. Rápidamente moví mi tobillo para conectarlo con la parte de atrás de sus rodillas, llevándolo al suelo. Salté encima suya, quitando su pistola fuera de su mano.

-Conrad, ve a por ella- Ladré mis órdenes hacia él. Levanté mi puño una vez más para golpearlo contra su cara, la sangre saliendo de ella con un satisfactorio crujido.

-¿Quién eres?- gruñí. - ¿Uno de los seguidores de Paul?

-No, soy un miembro de los Red Horns. Mi jefe me puso al cargo para echarle un ojo. No he puesto un dedo en ella- Se ahogó.

Le dí un duro golpe en el pecho, haciéndolo toser y respirar con dificultad.

-Bien, porque si la hubieras tocado, estarías muerto ahora mismo.

-Paul trajo a Abby aquí porque quería un trabajo con los Red Horns. Tú eras con el que mi líder quería venganza- Tosió drásticamente, intentando salir de debajo mío.

-No puede ese jodido imbécil superar el hecho de que he ganado- Me quejé, levantándome de mi posición en el suelo. El chico rápidamente se levantó después de mí. Apoyándose contra la pared de ladrillos.

Me giré para ver a Abby temblando en los brazos de Conrad. Caminé hacia ella, asintiendo mi cabeza hacia Conrad. La colocó seguramente en mis brazos, donde la sujeté más cerca a mi pecho.

-Oh, mi preciosa bebé, ¿Estás bien?- Susurré, apretándola cerca. Un sollozo atravesó su cuerpo, haciendo que sus rodillas se volvieran débiles.

Afortunadamente, la tomé antes de que cayera, levantándola en el aire. Rodeó sus piernas alrededor de mi cintura, todavía llorando pesadamente.

No quería sacar el hecho de que todavía estaba enfadada conmigo, porque solo quería que ella estuviera y se sintiera segura. La sujeté cerca de mi cálido cuerpo, todavía seguramente sujetando mi pistola delante mío.

-Ve fuera, asegúrate que ningún miembro de tu asquerosa banda viene detrás de mí-Solté al chico. Él asintió, corriendo fuera de la pequeña habitación.

Volvió, señalando que era seguro para nosotros seguirlo.

-¿Cómo te llamas, chico?- Le pregunté, girándome rápidamente para cubrir mi espalda. Abby estaba todavía aferrándose delante mía, pero ciertamente no me importaba.

- Felix - susurró, llevándonos a la puerta lateral.

-Mi opinión, deberías jodidamente salir de esta banda. Es un tren a punto de chocar.- Sacudí mi cabeza cuando pasamos los cuerpos muertos que disparé momentos antes. Felix los miró totalmente sorprendido, miedo evidente en sus ojos.

Ese es el trabajo de Leonardo McCann para ti.

-Si pudiera abandonar lo haría. Necesito este trabajo-Suspiró, escaneando su dedo para dejarnos salir del almacén.

Sorprendentemente, ningún otro miembro de la banda había venido a perseguirnos.

Liderazgo de mierda.

-¿Has considerado alguna vez ser parte del West Side?.- Pregunté casualmente.

Sinceramente, mi banda estaba en desesperada necesidad de nuevos, fuertes miembros. Con un poco de entrenamiento ,de un servidor ,podría convertirse en un miembro muy útil.

-¿T-tu banda? - Tartamudeó, levantando sus cejas con sorpresa.

-Eso es lo que dije- Desbloqueé mi coche, cuidadosamente colocando mi gatita en el asiento delantero. - Asiento trasero para ti.- Apunté al fondo hacia Conrad. Resopló, abriendo la puerta y entrando.

-¿Te refieres a que podría unirme a tu banda? - Su mandíbula colgó bajo, haciéndome sonreír.

Tomé un bolígrafo de mi bolsillo, duramente agarrando su muñeca en mi mano. Escribí la dirección de nuestro edificio de reuniones en la palma de su mano en desastrosa caligrafía.

- Si quieres un sitio, ven a conocer la banda aquí mañana.

-¡Gra-gracias!. - Sacudió mi mano , aunque nunca la ofrecí, antes de correr a su coche. Sacudí mi cabeza y reí un poco mientras entraba a mi coche. Abby estaba acurrucada contra el asiento, mirando fijamente en la distancia. Estaba probablemente tan traumatizada, tanto le ha pasado en un día.

-Gatita, ¿estás bien?- Arrullé, inclinándome hacia ella y colocando una mano ensu muslo. Ella frunció el ceño, encogiéndose. Abrió la boca para hablar, pero la cerró de nuevo, giró su cabeza hacia delante, todavía frunciendo.

Bueno, eso fue ligeramente raro, pero decidí mantenerme callado.

-¿Dónde vives Conrad?- Pregunté tranquilamente, rompiendo el incómodo silencio.

-Carretera MapleLodge, está bastante cerca del bar donde estábamos.- Explicó, y yo asentí.

Saliendo del aparcamiento, rayé a propósito el feo coche de Paul, causando apareciera un prominente arañazo blanco en el lado izquierdo. Mi coche sería arreglado otro día, pero dudo que Paul pueda permitirse una pintura de cincuenta mil dólares.

-¿Do...dónde vamos?- Abby lloriqueo, abrazando sus rodillas en su pecho. ¿Por qué estaba asustada? Sé que está enfadada conmigo, ¿Pero no sabe que está segura conmigo ahora?

-Vamos a casa nena- Me incliné para presionar un beso en su mejilla, pero instantáneamente se echó hacia atrás.

-¿Qui..quién eres?- Lloró desesperadamente- No vivo contigo.

En ese momento, se sintió como si mi mundo entero hubiera parado. Mi estómago estaba revolviéndose, y sentía como si fuera a vomitar.

Lo debería haber jodidamente sabido. Estresante trauma puede causar amnesia, y obviamente no pudo aguantar todo por lo que fue puesta hoy.

Mi corazón se sentía como si estuviera en la boca de mi estómago, y ví los ojos de Conrad llenos de pena.

-So...soy Leo, soy tu novio- Susurré, mi respiración volviéndose pesada.

-No tengo novio-Sacudió su cabeza, más lágrimas llenando sus preciosos ojos.

-S-sí lo tienes, ¡Tú me quieres Abby, juro que lo haces!- Le grité, probablemente asustando la mierda de la pobre chica, no pude evitarlo, no puede olvidarme, solamente no puede.

-¡No sé quién eres! - Ella lloró, enterrando su cara en sus manos. Viré el coche al lado de la carretera, aparcándolo.

Desabroché su cinturón y rápidamente la llevé a mi regazo antes de que pudiera protestar. Siguió llorando, intentando salir de mi agarre.

-Vamos a llevarte al hospital, ¿vale nena? Vas a recordarme y todo estará bien - Dije, pero realmente estaba intentando convencerme, no a Abby.

¿Y si no puede recordarme y tenemos que volver justo donde empezamos? Ella odiándome, y yo desesperadamente intentando que me quiera. No puedo volver a eso, no puedo ser puesto en tanto jodido dolor otra vez.

-¿Va-vas a hacerme daño?- Ella lloriqueó, alejándose de mi tacto.

-No, no gatita. Nunca jamás te haría daño. Estoy enamorado de ti, y tú estás enamorada de mí- Le expliqué, presionando un delicado beso en su frente. Esta vez no se echó hacia atrás, y sus ojos parpadearon cerrados.

-¿Por qué no puedo recordar nada?- Se quejó. Su aterrorizada voz hizo a mi pecho apretarse.

-No lo sé princesa, solo estás un poco estresada. Todo te volverá pronto lo prometo.

Mis pulmones se sentían como si fueran a colapsar cuando ella gateó de vuelta a su asiento, apoyando su cabeza en la ventana.

Tomé un profundo respiro antes de poner en marcha el motor de nuevo.

Quería conducir de vuelta a Manhattan y con suerte ser capaz de concertar una cita con el Dr. Piekarski para que ayudara a Abby. Era digno de confianza, y conocía a mi gatita antes de que perdiese su memoria así que quizás sea un poco más fácil para su cerebro.

¿Siquiera eso tiene sentido?

Estoy soltando tonterías, solo porque estoy tan asustado. La amnesia no siempre se va, a veces tienes que empezar desde el principio en hacer relaciones con esa persona. No creo estar preparado para eso. Necesito el amor y apoyo de Abbytodos los días. Sería tan horrible si no pudiera ni siquiera recordar cualquier conversación que alguna vez hemos tenido.

Incluyendo donde confesaba su amor hacia mí.

***

Aparcamos en el aparcamiento del hospital tras las tres horas de viaje más largas de mi vida. Abby pronto se durmió, así que corrí hacia su lado y la levanté en mis brazos. Conrad siguió por detrás lentamente, pero corrió por delante para abrirme la puerta. Ladeé mi cabeza en un gracias, entrando en el hospital. Caminé hacia el escritorio, golpeando en ella ofensivamente. La señora que parecía de unos cuarenta miró hacia arriba desde sus gafas de lectura.

-¿Te puedo ayudar?

-Sí, ¿dónde está el Dr. Piekarski?.- Pregunté, mirando hacia abajo para asegurarme que Abby estaba todavía dormida.

-Está ocupado, pero, ¿Puedo asignarte otro doctor?- Ofreció, clicando en su ordenador.

-No, realmente tengo que verle. Soy un viejo amigo, solo necesito hacerle una simple pregunta- Mi corto temperamento empezó a aparecer ya que esta señora no me contaba dónde cojones estaba. Mi paciencia es siempre limitada, y es muy extremadamente baja cuando se trata de cualquier cosa que abby quiera o necesite.

-Señor realmente me encantaría ayudarle pero...

-Escuche señora- gruñí bajito, acercándome a ella. -No tengo tiempo para la mierda de nadie ahora mismo, especialmente la tuya. Ahora, ¿Vas a contarme dónde está el Dr. Piekarski, o voy a tener que caminar por todo este jodido el edificio por mí mismo?.

Ella tragó lentamente, echando un corto vistazo a su ordenador.

-Planta sexta, habitación 639.

Levanté mis cejas.

-¿Ahora era eso tan difícil?- Le dí una falsa sonrisa antes de alejarme del escritorio. Conrad ya estaba al lado del ascensor esperando mis órdenes.

-Planta seis- Conrad asintió pulsando el '6' haciendo que se iluminara. Era
probablemente solo mis nervios, pero el ascensor se sentía tan jodidamente lento que probablemente podría escalar el lado del edificio más rápido.

El ascensor finalmente repicó y salí corriendo de él, buscando por el número 639. Giré a la derecha, finalmente estando cara a cara con quién es exactamente estaba buscando.

Dr. Piekarski!- Exhalé en alivio, mi pecho jadeando rápidamente.

Sus ojos se abrieron, mirando a la durmiente Brooke en mis brazos.

Oh mi...! ¿Qué pasó? -Nos guió a la habitación, el paciente que tenía en el momento por suerte había terminado de ponerse su escayola dejando al Dr. Piekarski libre.

-Abby ha pasado por un momento muy traumático y tiene amnesia- Cuando finalmente lo dije en alto, las lágrimas salieron de mis ojos. La realidad me golpeó en la cara, y me golpeó duro.

Mis rodillas se sentían débiles cuando acosté a Abby en la cama del hospital.

Se removió ligeramente, sus preciosos ojos verdes parpadearon abiertos.

Miró alrededor de la pequeña habitación, sus ojos llenos de confusión. El Dr. Piekarski se sentó en una rodante silla de cuero, dándole una cálida sonrisa.

-Hola Abby, soy el Dr. Piekarski, ¿me recuerdas en absoluto? -Me alegro que el Dr. Piekarski tenga un aura tan amistoso y de bienvenida. Podía notar que ella se sentía cómoda y en absoluto presionada a responder sus preguntas.

- Tómate tu tiempo, gatita- Le recordé, suavemente descansando mi temblorosa mano en su hombro.

- Jason, ¿te importa salir un momento? Puedo notar que estás extremadamente estresado y eso realmente no está ayudandola en este momento.

Inhalé un tembloroso respiro antes de rápidamente girarme y salir de la habitación. Golpeé mi espalda contra la pared, suspirando en derrota. Mis
rodillas, se sentían como gelatina mientras me deslizaba bajo la pared, mi culo haciendo duro contacto con el frío suelo de mármol.

Conrad caminó hacia mí, deslizándose hacia abajo así que estaba sentado al lado mio.

-¿Sabes cuál es mi dicho favorito?- Conrad de repente habló, girando su cabeza para enfrentarme.

-No, ¿por qué cojones sabría eso?.- Me mofé.

-Es 'todo pasa por una razón'. Porque creo que es verdad. Todo lo malo que ocurre en tu vida, es por una razón, y lo mismo pasa con las cosas buenas- Conrad miró hacia delante a la pared de delante de nosotros. -Cual sea que el resultado de la amnesia sea, bueno o malo ,hay una razón tras ello.

-¿Sabes cuál es mi dicho favorito?- Ladeé mi cabeza así que estaba mirando al techo.

-¿Cuál es?

-La vida es decepcionante.

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