50. Estamos jodidas.
Canciones para este capítulo:
All That Matters - Justin Bieber
Right Now - One Direction
Iris - The Goo Goo Dolls
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-¿Ho-hola?
-¡No titubees!- Susurré duramente. El chico bar , Conrad asintió, tragando nerviosamente.
-Sí, um, hola señor, esto es Bar & Grill de Tom. Felicidades, ha ganado una botella gratis de nuestro vino más refinado y añejo. Era un sorteo aleatorio que el bar estaba haciendo- Chico bar dijo en el móvil. Reí, este plan era a prueba de tontos.
-Ponlo en altavoz.- Ordené. Conrad puso el altavoz, asegurándose que podía escuchar la respuesta de Paul.
-¡Wow! ¡Qué suerte!-Paul río sonoramente, haciéndome rodar mis ojos. Qué jodido perdedor. -¿Quieres que me pase y lo recoja?
-No señor, parte del premio es llevarlo directamente a su casa-Conrad explicó, sus ojos mostrando duda de lo que Paul iba a decir.
-Oh, um vale. De hecho estoy en Manhattan ahora mismo. Sé que tu bar está en Brooklyn así que será un largo viaje para ti - Paul murmuró. ¿Está todo el camino hasta Manhattan? ¿Por qué cojones iría allí?
-No es un problema señor, mi depósito de gasolina está lleno-Conrad silenciosamente río. Paul río antes de estar de acuerdo.
-Vale, estoy en la calle noventa y siete, casa veinte-. Rápidamente lo apunté en la sección de notas de mi móvil, antes de decirle a Conrad que colgase de una maldita vez.
-Vale, estaré allí pronto señor, adiós- Al momento en el que la llamada estaba acabada, tomé el cuello de su camiseta de trabajo y lo arrastré fuera del bar.
-Es...espera
Me giré para enfrentarle, un ceño en mi cara.
-Vamos chico bar, no tengo todo el día
-No puedo dejar el bar desatendido, perderé mi trabajo-Murmuró guardando sus labios.
-Te conseguiré un trabajo nuevo, vamos- Asentí mi cabeza hacia mi Mustang. Subí al asiento del conductor, y Conrad entró al lado del pasajero. Miró al coche con asombro, su mano descansando en el salpicadero delante de él.
-Es bonito, ¿eh?- Sonreí, golpeando el volante.
-Es increíble. ¿Gt specs?
-Claro- Salí del aparcamiento, acerelando en la carretera. Debería ser al menos un viaje de treinta minutos, pero con el horrible tráfico de Nueva York, probablemente más tiempo.
-Así que, um, ¿cuál es el nombre de la chica? -Conrad preguntó tímidamente.
Abrí mi boca para ladrarle, y decirle que no era de su incumbencia, pero la cerré. Conrad no tenía que ayudarme, pero lo hizo de todos modos.
-Su nombre es Abby
Asintió, haciendo sonar sus nudillos.
-Espero que esté bien
-Sí, yo también- Murmuré. Por su bien, y la de Paul. Si tengo que matarlo delante de los ojos del chico bar, esto no acabará bien.
-Escucha, chico bar- Me giré para enfrentarle, -si pistolas empiezan a salir, necesito que lleves a Abby y Kiera fuera de allí, ¿vale? - Hablando de Kiera, saqué mi móvil, levantando mi dedo hacia Conrad.
-Hey Shaun, estoy dirigiéndome a la localización de Paul. Manhattan, calle noventa y siete, casa veinte. Reúnete con nosotros allí- No esperé por una respuesta cuando colgué la llamada.
-¿Es-es Paul tan peligroso como tú?.- Conrad preguntó, nervios completamente irradiando de él.
-Ni siquiera sé cuál es el trato de ese chico -Gruñí, sacudiendo mi cabeza. -Estoy bastante seguro que hay un cerebro detrás de él
-Oh- se quedó callado mientras veía su nuez subir y bajar lentamente.
-¿Voy a morir?
Lo miré por un rato, antes de estallar en risas. Conrad me frunció el ceño, cruzando sus brazos sobre su pecho. Sentí mi cara calentarse de reír tanto. ¿Eso es seriamente de lo que estaba preocupado? ¿Ser jodidamente asesinado?
-No vas a ser jodidamente asesinado, chico bar- Reí, golpeando mi mano en el volante. -Esta es mi batalla, no la tuya.
(...)
Me desperté acostada en la cama que Kiera y yo estábamos compartiendo, mirando
al techo. ¿Y si mi padre viene antes de que Leo tenga la oportunidad de rescatarnos? ¿Y si Leo no puede encontrarme?
Miré a la pequeña cicatriz en mi brazo, donde el rastreador fue inyectado en mí.
Con suerte pueda encontrarme por esta pequeña máquina. Coloqué mi mano sobre mi
brazo, respirando profundamente.
Quería odiar a Paul, realmente quería pero no podía. No era su culpa, es todo culpa de mi padre. No quiero ir a casa con él, quiero vivir la vida que quiero. Y la vida que quiero vivir es con Leo.
Miré al pequeño reloj en la mesita de noche, leyendo 5 AM en números rojos brillantes. Sabía que no había oportunidad para dormirme, así que silenciosamente salí de la cama. Me levanté y alcancé el frío pomo de metal de la puerta de la habitación, interiormente coreando cuando se abrió. Miré fuera en el pasillo, estaba totalmente oscuro. Puse mis brazos delante mía y lentamente me deslicé por el pasillo, intentando encontrar las escaleras. Mi pie lentamente cayó un nivel, en el primer escalón. Podía ahora ver luz en el salón, afortunadamente, estaba vacío.
Corrí de vuelta a la habitación, sacudiendo a Kiera duramente.
-Levántate, levántate, levántate-La llamé rápidamente.
Se giró.
-¿Qué quieres?- Kiera no fue nunca una persona madrugadora.
-Vamos, vamos a intentar encontrar una manera de salir de aquí-Susurré, señalando que me siguiera. Tenía adrenalina latiendo por cada vena en mi cuerpo,quería tanto salir de aquí.
Kiera me siguió mientras me reconducía a las escaleras, rápidamente salí disparada bajo ellas. La puerta principal probablemente tendría una alarma, pero había una gran ventana en la cocina, apuesto que podríamos treparla.
-Kiera, ven aquí, sígueme- Entré a la cocina, escalando sobre la isla. Mis manos alcanzaron la ventana, cuidadosamente deslizando el cristal abierto.
Conducía a una clase de balcón, que tendríamos que escalar.
Le dije a Kiera que rápidamente me siguiera mientras me tiraba a mí misma fuera de la isla y al balcón. Paul quizás actúe listo, pero claramente, es un tonto por dejar estas ventanas desbloqueadas sin seguridad. Tomé la mano de Kiera y le ayudé a pasar, elevándonos al patio de Paul.
-¿Ahora qué?-Kiera jadeó, mirando alrededor del gran patio.
Las vallas marrones oscuras estaban bastante altas, pero afortunadamente eran de madera. A diferencia de las de Leo, las suyas, eran de metal y eléctricas.
-Supongo que saltar la valla.- Murmuré, plantando mi pie en uno de los pequeños
nudos de la valla. Usé la muy poco de fuerza de mi cuerpo superior para tirarme sobre la valla, no con tanta gracia tambaleándome al otro lado. Kiera rápidamente trepó detrás de mí, tirándose en el césped.
-Lo hicimos- Dijo Kiera
Reí, sacudiendo mi cabeza hacia ella.
-Vamos a alejarnos de aquí tanto como podamos.
Kiera se levantó y empezamos a caminar, al lado de la sorprendentemente vacía
carretera.
-¿Dónde cojones estamos?- Se quejó, mirando alrededor.
Me encogí de hombros.
- Vamos a ese restaurante
Había un pequeño comedor supongo que lo llamarías, justo al lado una desgastada
gasolinera. Justo más lejos de este, podías ver una autopista con mucho coches.
Supongo que esto es solo una pequeña salida donde la gente normalmente no se
para.
Empujé abierta la pesada puerta, haciendo mi camino hacia una de las camareras.
-Um, perdona
Se giró para mirarme explotando su chicle rosa brillante hacia mí.
-¿Puedo ayudarte?
-Sí, mi hermana y yo estamos perdidas, solo estábamos preguntándonos dónde estamos- Me rasqué mi cuello incómodamente.
-Manhattan-Contestó simplemente, pareciendo extremadamente aburrida y enfadada.
¿Manhattan? No hay manera que pueda llegar a la casa de Leo sin coche.
-Gracias- mumuré antes de tomar la mano de Kiera y salir del restaurante.
-Así que, ¿qué hacemos ahora?- Kiera preguntó.
-Solo empecemos a caminar, necesitamos alejarnos tanto de la casa de Paul como sea posible.- Confirmé, caminando fatigosamente bajo la carretera. Si llegamos a la autopista, hay una posibilidad de que podamos tomar un taxi... Aunque los
conductores de taxi en Nueva York no son siempre los más amables.
-Abby, ¿puedes ser sincera conmigo?- Kiera de repente habló.
Asentí
-Claro
-¿Crees que Shaun y Leo están viniendo para buscarnos?.- Pregunto silenciosamente. Sus ojos llenos con lágrimas,mientras golpeaba una solitaria roca en el suelo.
-Creo que están intentando su absoluto mejor esfuerzo para encontrarnos, Kiera-La tiré a mi lado, besando su frente.
-Te quiero
-Yo también te quiero
Caminamos en silencio los siguientes veinte minutos, disfrutando de la pacífica
compañía de la otra. Paré cuando nos acercamos a la autopista, frunciendo el ceño al tráfico.
-No hay manera que alguna vez vayamos a par un taxi.-Kiera resopló, cruzando sus brazos.
-Tenemos que encontrar calles de ciudad- Expliqué, mirando a la derecha. -Si seguimos la autopista, tiene que haber una ciudad más poblada en algún lugar. ¡Es Manhattan por el amor de Dios!
Kiera concordó mientras empezamos nuestra caminata al lado de la autopista. Todo
lo que podías escuchar era el pitido de las bocinas de los coches y el ocasional, '¡sal de mi camino, cabrón!' de Nueva York, la ciudad del tráfico y gente con ira en la carretera.
-Me duelen los pies- Kiera se quejó, ralentizando nuestro ritmo. Rodé mis ojos,
solo hemos estado caminando por cuarenta minutos.
-Una vez que nos alejemos de esta autopista, tomaremos un descanso-prometí. Kiera gruñó ruidosamente, pero siguió caminando.
Podías ligeramente ver el contorno de los grandes apartamentos y edificios de
negocios.
-¡Mira Kiera! Casi estamos allí-. Intenté sonar entusiasmada, pero en el interior, estaba justo tan desgastada como ella.
Cuando mis pies finalmente golpearon sólida acera, sentí como que iba a colapsar. Mis piernas se sentían entumecidas, y mis pulmones estaban teniendo
problemas para encontrar un ritmo normal de respiración.
-Oh dios mío, por fin- Kiera exhaló, lanzando sus manos en el aire. Había un hotel solo a unos metros de nosotras, pero parecía una eternidad cuando empecé a
hacer mi camino hacia él. Las puertas de doble de cristal se deslizaron abiertas, e inmediatamente me tiré a uno de los sillones de terciopelo negro del recibidor. Kiera copió mis acciones, dejando a salir un suspiro aliviado.
-Um, perdona, ¿van las dos señoritas a alquilar una habitación para la noche?-
Una pequeña señora vino hacia nosotras, una sonrisa en su cara. Ni Kiera ni yo teníamos dinero... Pero estoy bastante segura que este hotel tiene que tener un
libro de páginas amarillas. Quizás pueda encontrar el número de Leonardo.
-Sí, bueno en realidad, mi novio está viniendo para reunirse conmigo aquí. Perdí mi móvil y no recuerdo el número de teléfono. ¿Tienes una guía telefónica donde pueda mirar?-. Crucé mis dedos, esperando por un sí.
-Oh claro. Estaré enseguida de vuelta. -Dejándonos con otra alegre sonrisa, trotó para tomar el libro. ¿Buscaría por Leonardo McCann? No, claro que no, es uno de los criminales más buscados. ¿Jason Collingwood? Pero es solo un nombre falso, ¿Tendrían realmente su número de teléfono?
-Aquí tiene señorita-La morena me dió el libro, antes de dejarnos solas de nuevo. Rápidamente pasé las páginas por el libro, yendo a la C.
-¿Qué demonios? ¡No hay Collingwood - empujando el libro fuera de mi regazo. Noté
que un grupo de tres trabajadores había empezado a mirarnos así que pensé que
sería mejor dejar el hotel. Kiera rápidamente me siguió, mientras volvíamos a las ocupadas calles de Manhattan.
-No sé qué más hacer-Admití, sentándome en un banco libre bajo una farola.
Kiera se quedó en silencio, y la agradecí por eso.
Claro que estaba aliviada de que estábamos lejos de Paul y mi padre, pero ahora, estamos totalmente perdidas. No tenemos dinero, techo, o maneras para contactar con Leo o Shaun. Enterré mi cara en mis palmas, dejando las lágrimas salir de
mis ojos.
Estamos jodidas.
(***)
-Así que, déjame entenderlo, ¿inyectaste un rastreador en ella, pero no está funcionando?- Conrad frunció el ceño, su frente arrugándose. -Eso es imposible,
el chip que usaste es microscópico, no hay manera que Paul fuera capaz de sacarlo
-Aquí, mira por tí mismo- Abrí el archivo en mi móvil que organizaba el rastreador de Abby. Conrad lo tomó de mi mano, mirando el programa.
-Um, esto no está roto-. Conrad dijo. Fruncí el ceño, quitándole el móvil de su mano.
Curiosamente, el punto rojo de Abby estaba brillando, estaba caminando en las calles de Manhattan.
-¿Qué cojones? No funcionaba hace menos de tres horas
Conrad se encogió de hombros.
-Paul parece bueno con mierdas tecnológicas, quizás le hizo algo
-¿Eso significa que escapó?-. Jadeé, aumentando el punto de Abby.
Esa es mi chica.
Rápidamente salí de la autopista, yendo a una carretera de ciudad. Una brillante sonrisa estaba iluminada en mi cara, estoy tan feliz de que no esté siendo
torturado por Paul nunca más. Todo lo que quiero hacer es sujetarla en mis brazos otra vez. La eché tanto de menos. Es tan duro para mí estar lejos de
ella, incluso y si es solo por un día.
Pero entonces la realización me golpeó. Las calles de Manhattan, Nueva York no son tan seguras. Hay otros criminales ,no tan malos como yo, que podrían hacerle daño a mi bebé. Mi pierna se tensó cuando presioné más fuerte contra el acelerador, superando muy por encima el límite de velocidad. Conrad abrió su boca para decir algo, pero afortunadamente la cerró.
-Vale, ¿dónde dice que está?.- Pregunté a Conrad, quien todavía estaba sujetando
mi móvil.
-Delante del Hotel Central Park- Me dijo, así que rápidamente giré a la siguiente calle.
-Espera, para, acaba de ir abajo a la avenida EveStone
-Jodido infierno- Hice el giro de U más rápido que he hecho en mi vida entera, derrapando bajo la siguiente calle.
Ralenticé el coche una vez que estaba en la calle, sacando mi cabeza fuera de la jodida ventana, intentando localizar su pelo rubio dorado.
Afortunadamente, es
un infierno más fácil localizar que un pelo castaño.
-El rastreador dice que debería estar justo en ese restaurante- Conrad señaló algún basurero en la esquina de la calle. Me metí en el aparcamiento, prácticamente saltando fuera del coche. Mi corazón corrió mientras pateaba las estúpidas baratas puertas del restaurante.
Mi cabeza giró a cada esquina del restaurante, pero no ví la preciosa cara de Abby. Conrad corrió dentro del restaurante detrás de mí, y tomé mi móvil de su mano. Lo aumenté tanto como fuera posible así que mostraba el restaurante.
Obviamente, estaba en el baño.
Me maldecía mí mismo por ser tan estúpido, antes de correr al baño de chicas.
-¡Disculpe señor! ¡No puede entrar allí! -Una pequeña camarera bloqueó mi
camino, mirándome con ojos sorprendidos.
-Muévete, santa mierda, mi novia está allí y me llamó- Rodé mis ojos, intentando pasar a la mujer.
-Si te necesita, ella saldrá.-Rodó sus ojos marrones hacia mí. Jodida perra.
-Escucha, o te mueves, o jodidamente te hago moverte-. Mi labio se curvó en una
mueca y mi puño se apretó. Mi gatita estaba literalmente a dos metros lejos de mí y esta estúpida chica estaba deteniéndome.
La camarera me miró fijamente, entonces sus ojos se dispararon a mis brazos, después a mis puños. Mis venas estaban latiendo, y estoy bastante seguro que mi
cara estaba empezando a ponerse roja. Ella tragó, lentamente apartándose de mi
camino.
Inmediatamente empujé la puerta abierta, mis ojos agrandaron.
-¡Abby!- Grité, apretándola en un fuerte abrazo. La escuché jadear contra mí, así que la levanté más alto. Sus perfectas piernas rodeando mi cintura, apretando mis huesos de la cadera. Se siente tan jodidamente increíble tenerla en mis brazos otra vez.
-Te quiero, te quiero, te quiero. Lo siento tanto por pensar que estabas bromeando, lo siento tanto, tanto
Abby cavó su cabeza en mi hombro, haciendo que sus lágrimas mojaran mi
camiseta un poco.
-Yo también te quiero. Nunca quiero dejarte
-No tienes ni idea de cuánto tiempo estuve esperando a que dijeras eso- Murmuré.
La coloqué en el suelo, tomando su brazo en mi mano.
-¿Paul le hizo algo, por qué no funcionaba antes?-
-¿El rastreador?-Preguntó.
-Sí, ahora funciona, pero antes no -Acaricié sus mejillas con mis manos, disfrutando su suave piel.
-No me hizo daño-Susurró y cerré mis ojos en alivio. Aleluya.
Cuando reabrí mis ojos, noté a Kiera detrás de Abby. Parecía desilusionada, probablemente porque Shaun no estaba aquí.
-No te preocupes Kiera, Shaun estaba siguiéndome por detrás. Parece que quizás haya ido a la casa de Paul.
Kiera inmediatamente se animó.
-¿Vino a buscarme?
Reí
-Claro que lo hizo. Eres su reclamo, te quiere
El momento en el que dije esto, Abby se tensó.
-¿Qué está mal, gatita?
-Um, Paul me mencionó algo- Empezó lentamente. Tragué, por favor que no sea algo malo.
-¿Qu-qué dijo?- La tiré a mi pecho, una vez más. No se alejó, lo cual es algo bueno.
-Dijo que las reclamos no son reales. Dijo que todo lo que haces es secuestrar, que no hay tal cosa, como reclamar a personas porque es físicamente imposible-
Todavía tenía lágrimas en sus ojos, pero ahora había una pizca de enfado, y traición.
Oh, mierda.
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