48. Paul,Paul Hudges

Canciones para este capítulo:  

Love Too Much - Hunter Hayes 

Am I Wrong - Nico & Vinz

Don't Stop - 5 Seconds of Summer

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Daniel's P.O.V

-¿Ya se fue a casa?-Suspiré, pasando mi mano sobre la ligera barba en mi cara.

-Sí, no sé tío, están unidos- Dave contestó por el altavoz.

Me quejé.

-¿Por qué siempre consigue todo?

-Daniel, sé que te preocupas por Abby pero creo que la deberías dejar ser. Ella es feliz, encontrarás a otra reclamo- Dave me aconsejó. Claro que quiero que Abby sea feliz, pero quiero que sea feliz conmigo.

-Tengo que irme-susurré. Pulse la tecla para finalizar la llamada, tirándome contra mi sofá.

Por qué siempre tiene que volver a Leonardo, después de todo lo que le ha hecho. No es justo. Quiero una oportunidad con ella, quiero ver cómo se sentiría estar con ella.

Nunca he tenido un reclamo antes. Hace mucho tiempo, que pueda recordar, encontré una chica que pensé que sería mi reclamo. De cualquier modo, trajo mi lado oscuro. Sentí la necesidad de matar y arruinar las vidas de las personas cuando estaba con ella. No quería eso. Quería a una mujer con quién podría ir para quererme y cuidarme, y ser mi ángel.

Abby ya era un ángel.

Pero era el ángel de Leonardo.

Ya ha hecho un gran impacto en su vida. Está más tranquilo, no se preocupa demasiado por la vida de las bandas, y ya no sale de fiesta nunca más para emborracharse cada noche.

Entonces otra vez, Leonardo siempre había querido una reclamo. Me decía sus fantasías sobre tener una, pero sus fantasías no se parecían a la vida real. Me contaba historias donde la chica iría a casa con él,voluntariamente , y le querría directamente. La llevaría a citas y serían la pareja que todo el mundo envidiaría.

Solo una de esas cosas pasó. Los envidio, mucho. Quería ser el que hacía a Abby sonreír. Quería ser el que la sujetaba cerca por las noches y le susurraba cosas dulces en su oído.

Pero como siempre, Leonardo tiene que ser el jefe. Él ganó el premio que yo quería.

Quería a Abby. Pero ella quería a Leonardo.

Me levanté del sofá, y me metí en una chaqueta de cuero oscura. Salí por la puerta, cerrándola y bloqueándola, antes de entrar a mi coche. Conduje por la conocida carretera y paré justo delante del bar local. Suspiré, entrando por la gran puerta doble.

Tomé un asiento en el bar, pidiendo un whisky. Esto es lo que necesitaba.

Necesitaba relajarme y beber algo de alcohol, y quizás incluso hablar con algunas chicas. Inmediatamente tomé un sorbo de mi bebida cuando me fue dada, dejando la amarga bebida quemar bajo mi garganta.

-Mierda-me susurré a mí mismo. Esta era una bebida extremadamente fuerte.

-¿Un poquito demasiado fuerte para ti, chico guapo?-Un camarero se burló.

Reí ligeramente, sacudiendo mi cabeza.

-Solo no me lo esperaba- Dije, tomando otro sorbo. El camarero río y se giró, yendo a atender a otro cliente. Incliné mis codos en la barra, encogiendo mis hombros.

-Um, perdona, ¿está este sitio ocupado?-Una tranquila, pequeña voz sonó detrás mía. Lentamente giré mi cabeza, viendo una linda morena incómodamente moviéndose en sus dos pies cubiertos de Vans.

-No, en absoluto- Le sonreí. Tomó el asiento, mirándome tímidamente de vez en cuando.

-¿Te gustaría tomar algo?-le pregunté. Ella mordió su labio, sus mejillas sonrosadas en un claro rosa. Linda.

-Um, normalmente no bebo alcohol- Murmuró, como si estuviera avergonzada.

-Hey-llamé al camarero. -¿Cuál es la bebida más ligera que tienes?

-Tengo algunas cervezas ligeras. ¿Se ha vuelto el whisky demasiado fuerte?- Me guiñó burlonamente.

Reí.

-Nah, es para la señorita.

Sus ojos se abrieron, mirando a la morena.

-Oh, ¡claro! Tendré la cerveza más ligera aquí en unos segundos-Sonrío, caminando a la habitación trasera.

-Wow, oh, gracias- Murmuró, enviándome una sonrisa sin dientes. Sentí a mi corazón acelerarse, y me incliné contra el mostrador.

-Cuando sea

(...)

-¡Maldita sea Leonardo!- Grité, mirando a mi ahora camiseta cubierta con jabón y agua.

-Ah, ah, ah, sin maldecir señorita.- Movió un dedo en mi cara, riendo sonoramente.

Lancé mi esponja al fregadero.

-Así que, ¿te ayudo a lavar los platos, y mi recompensa es tener agua jabonosa tirada sobre mí?

-Si querías una recompensa solo deberías haberlo dicho- Leo gruñó caminando hacia mí. Frunció sus labios y cerró sus ojos, inclinándose.

Rápidamente tomé mi esponja. Exprimiendo toda el agua sobre su cabeza. Sus ojos caramelos se abrieron de repente, y setambaleó hacia atrás, resbalándose en el resbaladizo suelo. Su culo se golpeó contra el azulejo con un alto quejido. Cubrí mi boca, intentando dejar de reír.

-Oh dios, oh dios mío- Resoplé, intentando controlar mi risa. -¿Estás bien?

-No- se quejó, agarrando la mesa para ayudarse a levantarse. -¿Bésalo mejor?

Besé su mejilla

-¿Mejor?

-No caí en esta mejilla, tonta

-No voy a besar ninguna otra mejilla que esta.- Ligeramente toqué su suave piel justo al lado de su nariz.

Hizo un puchero

-Necesito una ducha, ¿te apuntas?

-¿Que-qué quieres decir?-Tartamudeé. No pensaba que estaba preparada para ningún momento íntimo con Leonardo.

-Venga, vamos a limpiarnos- susurró suavemente, levantándome en sus brazos. Me colocó en su cadera como si fuera una niña pequeña. -Mi pequeña bebé-Arrulló, cavando su nariz en mi cuello. Llevándonos escaleras arriba, dirigiéndonos al gran mueble del baño, me sentó en el lavabo, quitándose su camiseta. No pude evitar mirar a su perfectamente tonificada espalda mientras se inclinaba en la ducha para abrir el agua.

-Puedo sentirte mirándome, sabes-dijo presumidamente.

-Sí, sí, sí- le sacudí la mano, luchando contra una pequeña sonrisa. Él río, girando su cuello para mirarme.

Se quitó sus pantalones, dejándolo solo en sus boxers.

-Vale princesa, ¿quieres tomar una ducha conmigo?

-Na-nada demasiado...- Me fui apagando, enganchando mi diente en mi labio inferior.

-Lo sé gatita, sin hacer el amor. Guardaremos eso para más tarde-Me guiñó.

Rodé mis ojos, dejando salir un suspiro.

Fui a quitarme mi camiseta, pero Leo rápidamente tomó mis muñecas.

-Permíteme- Lentamente quitó mi negra camiseta de cuello V de mi torso, solo dejándome en un sujetador de encaje azul marino. Sus ojos se dispararon a mi pecho, pero rápidamente volvió a mis ojos.

-Lo siento, fue tentador- Murmuró. Reí, diciéndole que estaba bien. Bajó la cremallera de mis vaqueros, lentamente tirándolos hacia abajo hasta mis tobillos. Me los pateé fuera y me levanté, solo en mis finas bragas.

-Eres preciosa. Absolutamente despampanante- murmuró, sus manos corriendo a mis lados. Temblé con deleite, inclinándome en su cálido pecho.

-¿Me perdonas, de verdad?-Murmuró, presionando besos de boca abierta en mi cuello.

-No fue a propósito- susurré, acariciando su mejilla con mi mano. Me miró con ojos adoradores.

-¿Cómo me volví tan suertudo?.- Sus dedos se engancharon en la cinturilla de mis bragas. Me miró, asegurándose de que yo estaba bien. Asentí, y lentamente las tiró hacia abajo, nunca rompiendo el contacto visual. Se quitó los boxers, y entonces lentamente llegó a mi espalda para desabrochar el sujetador. Los tirantes cayeron por mis hombros con gracia, el material de encaje cayendo al suelo.

-Venga nena- Tomó mi mano y me guió a la gran ducha. El cálido agua inmediatamente golpeó mi cuerpo, haciendo a mis ojos cerrarse en relajación. El agua estaba en la absoluta perfecta temperatura, gracias a Leo.

-¿Puedes lavar mi pelo?- Pregunté tímidamente. Siempre me pedía que lavase su pelo, así que pienso que debería devolverme el favor.

-Claro, cualquier cosa para mi princesa.- Sonrío, tomando pequeño bote de champú. Echó algo en su palma antes de trabajarlo en mi pelo. Sus habilidosos dedos comenzaron por mi largo pelo rubio, haciendo a mis ojos cerrarse en relajación. Me tiró más cerca así que mi espalda descansaba contra su pecho. Me sentí tranquila y me sentí segura. Así es como quiero sentirme todos los días, y sé que es posible con Leo.

Agarró la alcachofa y limpió toda la jabonosa espuma, presionando múltiples besos en mi frente mientras tanto.

-Te quiero, mi preciosa pequeña gatita.

-Yo también te quiero, Leito- Murmuré.

-Leito- tarareó-eso es nuevo

-Lo siento, solo se me escapó si no te gusta...

-Me encanta-Me cortó, apretando mi cuerpo más cerca. -Nunca me habías dado un apodo antes.

-Hay una primera vez para todo- Reí. Leo rió, poniendo el suave acondicionador en mi pelo. Lo masajeó en él justo tan bien como lo hizo con el champú. Y entonces lo limpió lentamente.

Tomé el champú del suelo, poniendo algo en mi palma. Leo inmediatamente sonrío, caminando hacia mí. Reí, corriendo el gel por su pelo. Rápidamente lo lavé, disfrutando la sensación de su pelo de seda entre mis dedos.

-Vale, todo hecho- comentó. -Aunque desearía que no...-Se fue apagando. Entré en nuestra habitación, metiéndome en un par de limpias bragas y un sujetador. Me subí un par de pantalones de chándal por mis piernas y una cómoda camiseta sobre mi cabeza. Leo por otra parte, empezó a ponerse pantalones de vestir, una camiseta blanca de vestir y tiró una chaqueta negra sobre ella.

-¿Qué estás haciendo?.- Pregunté, ligeramente confundida a su conjunto. Se giró a mí, una arrepentida mirada en su cara.

-Lo siento gatita, pero tengo una reunión esta noche- Él frunció el ceño, rodeando sus fuertes brazos alrededor de mi cintura. -Me encantaría llevarte, pero es solo para líderes de bandas

-Está bien, ¿cuánto vas a tardar?-Pregunté, apoyando mi cabeza en su hombro.

-Intentaré mi mejor de estar de vuelta a media noche, pero nunca sabes -Besó mis labios ligeramente-Más te vale quedarte despierta hasta que vuelva a casa- Mandó juguetonamente.

Sonreí.

-Quizás, depende de cuántos episodios deTodlers and Tiaras pueda encontrar.

-Sabes que odio ese show.- Gruño, clavando su nariz en mi cuello.

-Y es exactamente el por qué voy a verlo mientras no estés aquí.

Rodó sus ojos, sacando su cabeza fuera de mi cuello. Besó mi mejilla antes de tomar mi mano y llevarme escaleras abajo. Tomó sus llaves de su correspondiente gancho, antes de girarse a mí.

-Así que, nena, tenemos que repasar unas pocas simples reglas ya que vas a estar sola en casa-Dijo, tirándome en su pecho. -Regla uno, no, bajo ninguna circunstancia, abras la puerta.

-Recibido-Le hice un saludo militar, haciéndolo reír.

-Regla dos, no llames a nadie, otro que yo - Apretó mi lado. - Y finalmente, no dejes a los perros salir de su cuarto.

-Pero no los he visto en una eternidad- Me quejé, dándole ojos de cachorrito.-Por favor, siempre están encerrados.

-No lo sé...- Se fue apagando, acariciando su mano sobre su frente.

-Por favor Leito- presioné un beso en su cuello. -Por favor- Dí besos hasta su cara.

Gimió.

-Bien, ve a dejarlos salir.

Chillé en deleite.

-¡Gracias!-Sacudió su cabeza, una pequeña sonrisa en su cara.

-Vale- besó mis labios, dejándolos allí por cinco segundos. -Me voy.

Me dijo adiós con la mano, cerrando y bloqueando la puerta. Inmediatamente corrí escaleras arriba y giré a la derecha, corriendo por el largo pasillo que conducía a la zona de perros. Abrí la puerta, viendo la cabeza de Delgato salir de detrás de uno de los grandes sofás en la habitación. Dejó salir un ladrido, su cola meneándose mientras corría hacia mí. Me puse de rodillas, tirándole en un abrazo.

-Oh, yo también te he echado de menos -Arrullé, rascando su cuello. Chain, Killer y Tank todos salieron de la habitación también, siguiéndome escaleras abajo. No estoy segura porque Leo los mantenía en esa habitación, aparentemente no le gustaba cómo de 'sucia hacían la casa parecer' pero no sé por qué le importaría, considerando que raramente trae compañía.

Leonardo siempre se mete en la habitación de los perros para darles de comer y darles agua, pero nunca me dejaba entrar con él.

Me tiré en el sofá, todos los cuatros perros acurrucados al lado mía. Encendí la televisión, sintonizando con TLC, porque a quién no le encanta todos esos reality shows.

Mi teléfono móvil empezó a vibrar desde la mesita de delante mía, así que lo tomé para mirar la pantalla.

*Leo <3

-¿Hola?-dije en el altavoz.

-Hey, cariño, solo asegurándome que todas las ventanas están cerradas. ¿Puedes comprobarlas por mí?-Pregunto dulcemente. Suspiré, girando mi cabeza para mirar las muy pocas ventanas que estaban en el salón. Realmente no me apetecía caminar escaleras arriba. -Sí, están todas cerradas.

-Perfecto. Disfruta tu noche, aunque sé que no la disfrutarás sin mí.

-Ya desearías. Los perros y yo estamos pasándolo bomba- Dije con descaro.

Él río

-Apuesto a que sí. Adiós, gatita.- Dije adiós, y ambos colgamos.

Comprobaré las ventanas del piso de arriba más tarde.

Puse unos pocos episodios de Four Weddings, y todos esos otros shows de TLC.

Tengo una extremadamente adictiva personalidad, y tristemente, me he vuelto adicta a estos shows.

De repente, la cabeza de Delgato se levantó de su posición en el sofá. Sus orejas se levantaron, y empezó a ladrar incontrolablemente.

-¿Qué demonios? Shhh, Delgato cálmate- Intenté tranquilizarlo. Los otros tres perros parecían alarmados también, pegando sus hocicos en el aire y oliendo. Estaba extremadamente confusa, y seguía intentando mantener a los perros callados.

Quizás Leo tenía razón, debí dejarlos en su habitación.

Chain y Tank corrieron por la larga fila de escaleras, y cuando estaban fuera de mi vista, podía seguir escuchando sus altos y ofensivos ladridos. Delgato y Killer inmediatamente les siguieron, descubriendo sus afilados dientes blancos.

-Oh dios mío, chicos- Me quejé, siguiéndolos escaleras arriba. Soy golpeada por una fría brisa el momento en el que alcancé el final de las escaleras. Los vellos de mi nuca se levantaron, mientras lentamente me deslicé en el dormitorio de Leo y mío.

-¿Delgato?.- Tranquilamente llamé, entrando en el dormitorio.

-Bueno, hola, Abby

Mi cuerpo entero se congeló. La voz era profunda, pero claramente no era la de Leo.

-¿Por qué no te giras, querida?- Dijo suavemente pero no me atrevía a mover un músculo. Esto solo hizo al desconocido hombre reír, y colocar su gran fría mano en mi hombro. Tiró fuerte, haciendo mi cuerpo girarse, para enfrentar la familiar cara.

-¿Qui-quién eres tú?-Susurré, su cara era familiar, pero no podía recordar , y tampoco quería , su nombre.

-Oh vamos, no ha pasado tanto tiempo, ¿no? -Río, enseñando sus brillantes dientes blancos.

Mordí mi labio, desesperadamente intentando recordar quién era este hombre. Dí un paso hacia atrás, y fuera de su agarre.

-¿No te acuerdas? Soy uno de los confiados vecinos de Shaun. Paul, Paul Hudges.

Mi mente retrocedió al día en la casa de Shaun. El repulsivo vecino de a través de la calle que había llamado a Leo, poniéndolo increíblemente furioso. Paul era raro, no estaba asustado de Leo en absoluto. Solo siguió burlándose y bromeando hasta que Shaun le pidió que volviese a su casa.

-¿Que-qué quieres de mí?- Pregunté, mi corazón golpeando contra mi pecho.

-Aunque quizás parezca raro, estoy aquí para ayudarte-Afirmó, tomando un asiento en el borde de la gran cama. -Estoy aquí para llevarte a casa.

-¿C-casa?-Tartamudeé, tomando un gran trago de aire.

-Sí, eso es lo que he dicho- Río otra vez, enviándome otra sonrisa.

-¿Por qué? ¿Qué tienes contra Leo?- Pregunté, lentamente retrocediendo hacia la puerta.

-Nada, creo que te quiere mucho- Paul se encogió de hombros. Abrí mi boca para hablar, pero levantó su mano en el aire. -Trabajo para tu padre, Abby.

Mis ojos se abrieron en shock a la mención de mi padre.

-Pe-pero, él era un agente inmobiliario.

Paul río.

-O así pensaste. Tu padre trabaja en el departamento de policía, siempre la ha hecho y siempre lo hará. Tiene un miembro interno secretamente colocado en cada banda de alrededor del mundo. Excepto la de Leonardo. El fue siempre demasiado inteligente, siempre sabía cuando alguien intentaba joderlo.

Pero afortunadamente, Shaun no era igual de inteligente. Cuando tu padre contactó conmigo para decirme que su hija estaba desaparecida, inmediatamente supe que era Leonardo. Afortunamente, Shaun y El trabajan juntos, y fui capaz de acercarme a este misterioso hombre, conocido como Leonardo McCann.

-Pero, ¿qué pasa con mi hermana Kiera?Seguramente mi padre está buscándola también...- Me fui apagando, sin entender nada saliendo de la boca de Paul.

-Ella es todo parte del juego, cariño-Paul sonrío. -No crees realmente en reclamos, ¿no?- Río profundamente. -Es físicamente imposible.

-Pero... no puede ser todo falso-Murmuré, sacudiendo mi cabeza. -¿Por que Leonardo me tomaría entonces?

-Es tan simple como ver a alguien que crees que es atractivo, y querer hacerlo tuyo, lo cuál es exactamente lo que cada miembro de bandas aquí ha hecho- Paul sacudió su cabeza.

-Kiera, todo este tiempo, ¿Ha estado ayudando a mi padre también?-Pregunté completamente perpleja.

-Oh, no, no- Paul frunció sus cejas. -Kiera no sabe nada, pero ella juega un enorme papel en el plan de tu padre y mío.

-Así que, conociste a Leonardo, entonces...-Sacudí mi mano, instándole para que continuase.

-Y entonces, preciosa,los seguí a los dos,aprendiendo sobre cuándo Leonardo se iba, cuándo estabas sola, cuáles ventanas dejaba sin cerrar, etcétera, etcétera. Y ahora estoy aquí para llevarte a casa- Sonrío cálidamente.

-Pero...pero me he enamorado de El -Discutí, dando un paso más lejos de él.

Paul se puso desilusionado rápidamente levantándose de la cama.

-No, no, no has podido-Murmuró, casi como si estuviera intentando convencerse a sí mismo.

-Le quiero-afirmé otra vez, girándome y corriendo fuera de la habitación. Mi respiración estaba ya errática mientras corría escaleras abajo, corriendo al sofá para recuperar mi móvil. Lo tomé de la mesa, escuchando los gritos de Paul en el piso de arriba. Me asusté, corriendo al sótano. Tecleé el número de Leonardo, presionando el frío aparato de metal a mi oreja.

-Princesa, no puedo hablar ahora mismo estoy en medio de la reunión- Leo siseó en el móvil.

-L..Leo- exhalé. -Ti..tienes que volver a casa. Paul ha venido para llevarme por-por favor estoy asustada de que me vaya a llevar-Lloré fuerte, dejando las lágrimas salir de mis ojos. 

-¿Qué cojones? esto no es divertido si estás intentando jugármela-gruñó. Mi corazón desinflado en mi pecho, sorbiendo más fuerte.

-¡Claro que no estoy jodidamente jugándotela!- Grité, sintiendo mi pecho empezar a doler. Escuche pasos caminar escaleras abajo, y la cara de Paul vino a la vista.

- ¡Abby no corras de mí. Estoy aquí para llevarte a casa!- Arrulló, acercándose.

-¿Quién cojones era ese?- Leo ladró en el móvil. No podía hablar, sentí como si mis pulmones estuvieran colapsados en mi pecho. - ¡¿Abby?! contéstame joder!

Dejé caer el móvil al suelo, desesperadamente intentando respirar.

-Oh-oh dios mío, ¿estás bien?.- Paul vino, levantándome. Podía ligeramente escuchar los gritos de Leo por el altavoz, hasta que todo alrededor mía se volvió negro. Y quizás, solo quizás, no quería despertarme.

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