45. El no me recuerda.

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 Canciones para este capítulo:

Stuck in the Moment- Justin Bieber

Lost- Michael Buclé

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-Así que, ¿qué quieres?- Abby preguntó el minuto en que pisamos la casa. Yo reí, dando golpecitos a mí barbilla.

-Hmm, ¿qué quiero?-me cuestioné yo mismo, caminando por la habitación. Abby rodó sus ojos azules, su labio tomado entre sus dientes.

-Mientras decides, voy a conseguir algo de comer, estoy muriendo de hambre-dijo, caminando hacia la cocina. La seguí detrás como un cachorro perdido, observando sus caderas balancearse mientras caminaba.

-Hazme algo también- reí, chupando mis labios.

Ella se fue a trabajar, sacando el pan y un gran pedazo de queso.

-Sándwich de queso?- preguntó, y yo asentí  rápidamente. Amaba el sándwich tostado de queso, mi madre solía hacerlo para mí cuando estaba más joven.

Dejé la cocina, desplomándome sobre el sofá. Qué quería de Abby? Quería tantas, tantas cosas, pero no podía ser codicioso.

Quizá un día de spa... donde Abby me pueda mimar. Un baño tibio, un masaje de espalda, podría jugar con mi cabello. Wow, eso suena genial.

-Oh, gatitaaaaaaa!-arrastré su nombre juguetonamente.

-Sí, su majestad?- llamó de la cocina. Yo reí, estaba disfrutando esto más y más.

-Deberíamos hacer estos todos los días-reí. Oí los pies de Abby retumbar contra el suelo antes de que su figura entrara a la sala de estar. Ella rodó sus ojos hacia mí, otra vez , pasándome un plato con un sándwich de queso perfectamente tostado. -Gracias, princesa.

-Así que, has decidido qué quieres hacer ya?-preguntó, tomando asiento a mi lado. Tomé un mordisco de mi sándwich, disfrutando la calidez bajando por mi garganta.

-Ay, mierda, mis patillas- estaba a punto de levantarme a cogerlas cuando Abby hizo señas que me sentara.

-Puse uno de las pastillas en el sándwich para que fuese más fácil de comer-se encogió de hombros. Aw, mi bebé era tan considerada. Le agradecí, poniendo mis pies sobre el sofá.

-Oh, y sobre el favor - di un golpecito en mi barbilla, una sonrisa sensual en mi rostro. - Creo que me gustaría un día de spa.

-Un día de spa?

-Sí, baños calientes, masajes, todas esas cosas-Froté mis manos juntas. Todo lo que quiero es relajarme, y tener a Abby que organice un día de spa para mí, es exactamente lo que me gustaría.

-Bien, tú acuéstate aquí y yo iré a arreglar todo- ella plantó sus labios en mi frente brevemente, antes de moverse rápidamente hacia las escaleras.

Me acosté de nuevo en el sofá, cerrando mis ojos. Demonios, sí, esto iba a ser genial.

Corrí escaleras arriba y hacia el baño. Mi mamá solía llevarme al spa todo el tiempo, así que sabía los tratamientos que eran más relajantes. Abrí el grifo de la bañera, permitiendo que se llenara antes de añadir sales de baño y líquido para hacer burbujas.

Caminé hacia el cuarto de nuevo, quitando la sábana de la cama, y agarrando una

extra para poner encima. Puse una almohada de cuello en la cama para que Leo usase durante el masaje. Fui al baño otra vez, haciendo la luz tenue y encendiendo tantas velas como encontrara. Su aroma dulce inmediatamente llenó la habitación, dejando un aura placentera en el baño.

No pude pensar en nada más que Leo quisiera, así que bajé las escaleras.

-Señor McCann - llamé, girando un mechón de cabello alrededor de mi dedo. - Su cita ha sido programada para - mire mi reloj inexistente en mi muñeca - Ya

Leonardo se levantó del sofá, sus ojos más oscuros de lo normal. Su lengua rosada se asomó y humectó sus labios, lo cual después se convirtió en una sonrisa.

-Gracias, señorita Brokk.

Lo conduje al baño, balanceando mis caderas juguetonamente.

-Su baño, señor McCann.

-Por favor-envolvió sus brazos a mi alrededor, empujándome a su pecho. Sus labios quedaron en mi oído, sus cortas y calientes bocanadas de aire calentando mi cara. - Llámame Leo.

Yo reí tranquilamente, poniendo mis manos en su pecho.

-Como desee, Leo

Fui a dejar el baño, cuando mi muñeca fue agarrada.

-A dónde crees que vas?

-Al cuarto, llámame cuando acabes con tu baño.

-Oh, no, tú tienes que bañarme- Leo sonrió orgulloso, cruzando sus brazos sobre el pecho. Bañarlo? Hablaba en serio?

-Disculpa?-enarque mi ceja

-Me escuchaste-remarco , se quitó la camisa blanca de su torso, mostrando su duro pecho y estómago.

Bañarlo? Esto es demasiado incómodo, no voy a sentarme ahí, lavarlo, mientras su culo está desnudo en la bañera.

-Lávate tú mismo!- discutí. Leo sacudió su cabeza, desabrochando su cinturón. Sus jeans negros cayeron al piso con el sonido de su cinturón, dejándolo de pie en sus boxers.

-Noup.

-Eso es ridículo, Leonardo, es demasiado incómodo-cubrí mi pecho con mis brazos, mirando lejos. Estoy segura que mis mejillas están de un rojo brillante, delatando lo profundamente avergonzada de que estaba de toda esta situación.

-Oh, por favor, no es nada que no hayas visto antes- rodó sus ojos, enganchando sus pulgares en sus boxers, jugando con la banda elástica de la cintura. Yo cubrí mis ojos, volteándome.

Oí un splash silencioso, y un par de sonidos más en el agua, antes de que Leo hablase de nuevo. 

-Estoy en la bañera, no puedes ver nada. Tan sólo ven y al menos lávame el cabello.

Yo suspiré en rendición, volteándome para ver a Leo acostando su espalda sobre la bañera, sus brazos colgando libremente a los lados. Su cabello castaño se había mojado, dejando un color casi negro. Caía perfectamente en su frente, debería llevarlo así más seguido. Lo hacía lucir más joven, o tan joven como un hombre de 24 años puede lucir.

Alcancé el shampoo del lavabo, vertiendo una mano entera del gel resbaladizo en mi palma.

-Cierra los ojos- susurré. Leo asintió, cerrando sus ojos e inclinando su cabeza hacia mí. Yo puse mi mano en su cabello, frotando el divinamente perfumado shampoo sobre su cráneo. Él dejó salir un pequeño gemido, una sonrisa de ensueño en su rostro.

Mis uñas cepillaban sobre su cabeza en movimientos repetitivos, cubriendo completamente la sustancia burbujeante en su cabello. Lo enjuagué con agua de la bañera, terminando el trabajo.

-No has acabado todavía, princesa-sonrió satisfactoriamente, -Acondicionador también. Mi cabello necesita tratamiento de nivel A.

Yo silenciosamente le burlé bajo mi aliento, pescando a través del gabinete por el acondicionador a juego. Mis dedos de apretaron alrededor de la botella, repitiendo las mismas acciones que hice con el shampoo.

-Gracias, gatita- Leo sonrió cuando terminé de enjuagar su cabello.

-De nada-suspiré. Besé su mejilla, levantándome del piso del baño. -Ahora, disfruta el resto de tu baño. Estaré en el cuarto si me necesitas.

Salí del baño, desplomándome sobre la cama. Dejé salir un pequeño gemido, rodando hasta estar de mi lado.

Cerré mis ojos literalmente por 0.2 segundos, cuando un sonoro golpe martilló desde abajo.

-Estás de bromas?- gruñí, entrando al baño.

-Leo, alguien está en la puerta- le dije. Él tenía sus ojos cerrados, sus pies salpicando juguetonamente el agua.

-Diles que se vayan a la mierda

-En serio, qué digo?

-Ve a ver quién es-ordenó. Asentí, corriendo escaleras abajo. Miré sospechosamente por el agujero, viendo una mata de cabello castaño, camisa azul y jeans azul claro.

Abrí la puerta, una gran sonrisa en mi rostro.

-Daniel!

-Hey,Abby- me envolvió en un abrazo, y luego entró a la casa.

-Qué haces aquí?- pregunté, su mano permaneció en mi espalda, manteniendo mi cuerpo ceca al de él. Esta acción causó que me alejara, se estaba acercando demasiado a mí.

-Sólo quería verte, no he hablado contigo en un tiempo- Sus ojos miraron detrás mío. - Leo esta en casa?

-Sí, está arriba- Los hombros de Daniel cayeron en decepción. Eso es raro, bueno, quizá sólo quería pasar tiempo conmigo, como amigos.

-Gatita!-la fuerte voz de Leo resonó desde arriba. Los ojos de Daniel se llenaron de miedo, e inmediatamente creó espacio entre ambos.

-Ya vengo- le envié a Daniel una sonrisa, correteando escaleras arriba.

Extrañaba a Daniel, él siempre había sido un buen amigo. Últimamente, he notado que ha empezado a ponerse un poco más quisquilloso y raro a mí alrededor. Quizá es una cosa típica de adolescentes, no sé, pero no está actuando como él mismo.


Fui al cuarto, viendo a Leo completamente vestido con una camisa negra y boxers negros. Sus gruesos brazos estaba cruzados sobre su pecho, expresión dura en su cara.

-Quién estaba en la puerta?

-Daniel, está abajo..

Los ojos de Leo se llenaron inmediatamente de ira, sus cejas juntándose, un ceño profundo sobre su rostro. Cogió un par de pantalones de correr del suelo, empujándolos sobre sus caderas antes de apresurarse a abajo.

Yo rápidamente me escurrí destrás de él, tratando de agarrar su brazo. Por qué estaba tan molesto? Sé por cierto que él y Daniel están en algún tipo de pelea ,que él no me ha dicho de qué va, y me preocupa la seguridad de ambos.

-Qué mierda estás haciendo tú aquí?- Leo soltó a Daniel el minuto que dejó las escaleras. Daniel estaba claramente asustado, pero mostraba determinación en sus ojos también.

-Sabes por qué- Daniel gruñó.

-Claramente, no lo sé. Te he dicho un millón de veces que te alejes, maldita sea, y en realidad, es una tarea bastante fácil- gruñó, acercándose un paso más a Daniel.

-No es para nada fácil! La quiero tanto, la necesito!-Daniel alzó su voz, ira siguiéndola. No había miedo en sus ojos sin embargo, estaban nublados con rabia oscura y celos.

-Ella es mía, idiota! Encuentra otro reclamo!-Leo gritó, sus manos fueron hacia adelante para empujar duramente el hombro de Daniel hacia atrás.

-No quiero! Tienes que aprender lo que es un juego justo! Ambos tenemos la oportunidad de enamorarnos de alguien, y ella de enamorarse también!-La cara de Daniel se puso roja, y se veía igual de aterrador que Leo.

-Ya me he enamorado, y ella también, el juego se acabó, Ferona- Leo gruñó en triunfo.

-Ella nunca ha tenido la oportunidad de enamorarse de mí, es por eso! La has estado alejando de mí y me cansé de eso!- Daniel gritó, sus ojos encontrándose con los míos. -Quiero esa oportunidad para amarte, Abby.

A través de la conversación, básicamente he juntado las piezas y me he dado cuenta que soy el reclamo de Daniel también. Era bastante sorprendente, considerando que Daniel es tan cercano a Leo. Sé que Daniel no escoge a quien reclama, pero parece una raro y poco probable coincidencia.

-Abby me ama, y yo la amo a ella. Te quiero fuera de su vida, punto. Eres jodidamente afortunado que no te estoy corriendo de la banda- Leo amenazó, empujando a Daniel otra vez. 

-Te estoy haciendo saber ahora mismo, que no me rendiré- Daniel quitó las manos de Leo de sus hombros, moviéndose a su alrededor. Se paró frente a mí, una mirada considerada en sus ojos. -Espero verte pronto, Abby -besó rápidamente mi mejilla antes de salir apresuradamente de la casa.

Me detuve congelada, sin decir nada. Principalmente porque no sabía qué decir.

Los labios de Daniel todavía hormigueaban en mi mejilla, así que llevé mi mano para quitar la sensación.

-Lo odio! - Leo gritó. Su mano le alzó y golpeó un hoyo profundo en la pared. -Quiero matarlo, maldita sea!

-Shh, Leo, está bien-lo callé, frotando mi mano sobre su espalda.

-No! No está bien! Mi vida está tan jodida que cuando algo bueno pasa algo más tiene que venir y arruinarlo!- Leo gritó.-Tú me dijiste que me amabas y ahora tengo a otro chico detrás de ti!

-Pero a quién amo?- susurré tranquilamente.

-No importa!-él se sacudió, causando que mi mano cayera de su espalda.

-Qué quieres decir con que no importa? Importa porque no te tienes que preocupar por él! Te amo a ti y sólo a ti!- peleé, cruzando mis brazos. No debería eso darle seguridad? Nunca lo dejaré por Daniel, amo a Leonardo.

-Eso no quiere decir que no puedes enamorarte de él después- gruñó, agarrando las llaves de su auto del mostrador.

-A dónde vas?- pregunté, lágrimas brotando de mis ojos.

-Fuera, necesito sacarme unas cosas de la cabeza- Leo suspiró, caminando hacia la puerta delantera.

Está huyendo de sus problemas, cuando yo estoy aquí para ayudar.

Me senté en el sofá, enterrando mi cara en mis manos. Quién sabe qué hara allá afuera cuando está molesto. No podía salir y encontrarle obviamente, por mi falta de medio de transporte.

Escribí su contacto en mi teléfono, sosteniéndolo en mi oreja. Timbró ocho veces antes de irse directo al correo de voz. Esto se repitió por 16 veces hasta que me rendí.

* * *

Acurruqué mis piernas contra mi pecho mientras me acostaba en el sofá, tratando de enfocarme en le televisión. Han pasado cinco horas desde que Leo inundó la casa con un montón de ira. Eran las 12 de la noche, y aunque parece aburrido, a esta hora ya estaba en la cama. Sin embargo, el sueño ni siquiera estaba en mi mente en ese momento. Estaba demasiado preocupada por la seguridad de Leonardo, y cuándo volvería a casa.

Ya le he pedido a Shaun que buscara en bares locales, pero no ha tenido suerte.

La TV estaba dando un episodio viejo de The Bachelor, al cual encontraba difícil prestarle atención. Todo en ese show me recordaba a El, causando que mi corazón se acelerara y mi ansiedad creciera.

Mi teléfono empezó a sonar, y sin mirar, contesté rápidamente.

-Hola?

-Hey, Abby, es Shaun- No iba a mentir, fue bastante decepcionante que no fuese la calmante voz de Leo.

-Oh, hola-respire

-Me llegó un mensaje de un miembro de la banda que Leo esta en un club en el centro de la ciudad- Shaun explicó-él está demasiado borracho, pero aparentemente llegará a casa ahora

Yo suspiré en alivio

-Eso es genial, muchas gracias, Shaun

-No me agradezcas todavía, manejar borracho es una de las cosas más peligrosas que él puede hacer- Shaun murmuró. No me había dado cuenta de lo rápido que mi humor podía ser roto hasta ahora.

-Cierto- murmuré.

-Aunque no es como si fuese la primera vez- Shaun dijo, dejando salir una pequeña risa después. -Me callaré ya

-Adiós, Shaun- susurré, colgando el teléfono. 10 minutos después, la puerta de abrió de un portazo, causando que un eco retumbara en la mansión entera. Muerdo mi labio, felicidad, miedo y un poco de rabia todo precipitándose por mi cuerpo. Estaba feliz porque Leo estaba en casa y a salvo. Estaba asustada porque no tenía ni idea de cómo era borracho. Y estaba molesta porque era ridículo de él irse por cinco horas Dios sabe dónde.

- Leo - llamé tímidamente, levantándome del sofá. Oí zapatos chocar contra el suelo y un gruñido tranquilo.

-Quién es esa? Es mi pequeño reclamo?-llamó con una voz tonta, tropezando contra la sala de estar.

-Estás bien?-pregunté mientras Leo sonreía soñoliento hacia mí.

-Por supuesto, por qué no lo estaría?- él me envolvió en un abrazo, apretándome fuerte. Retrocedimos hasta que mi espalda tocó la pared. El rostro de Leo se enterró en mi cuello, dejando suaves besos.

-Mm, eres bien sexi- gimió, frotando sus caderas contra las mías.

- Leo detente. No ahora- traté de empujarlo, pero él no cedió.

-Oh, vamos. Cuánto quieres? 500? Pagaría por un cuerpo ardiente como el tuyo-me guiñó, presionando su entrepierna firmemente contra la mía.

Lágrimas brotaron de mis ojos.

Él ni siquiera me recuerda.

-Leo soy Abby .No soy una prostituta- lloré, empujando su pecho más duro.

Él se tropezó hacia atrás, una mirada molesta y frustrada superó la lujuria en sus ojos.

-No me importa una mierda, perra estúpida! Te follaré y lo disfrutarás!-gritó, meneando un dedo en mi rostro. Él se acercó a mí de nuevo, pero rápidamente esquivé su cuerpo, corriendo escaleras arriba.

-Vuelve aquí, tu putita irrespetuosa!- gritó, persiguiéndome. Mi corazón se angustió de nuevo, sus palabras cortando profundamente en mí. Está tan ebrio que no me recuerda, piensa que soy una prostituta sin valor.

Quizás piensa eso cuando está sobrio también.

Las lágrimas saladas se desbordaban de mis ojos mientras marcaba el número de Shaun, sólo para que nadie respondiese. Presioné el número de Dave luego, agradeciendo al Señor que Leo puso su número en este teléfono la semana pasada.

-D-Dave -sollocé en el teléfono el minuto que contestó.

-¿Abby? Eres tú? Qué pasa, cariño?- Su voz era turbia y cansada, probablemente estaba durmiendo.

-Leo ! vino a c-casa borracho y-y no me r-recuerda-hipeé, tratando de controlar mi llanto.

-Oh, Dios- Dave gruñó bajo su aliento. - Oh Abby todo lo que necesito que hagas es encerrarte en un cuarto, y estaré allí lo más pronto posible-soltó, su voz tranquila y cálida.

Susurre un simple Okay. Ambos colgamos, y yo me hice un ovillo contra el lavabo.

-Sal de allí, idiota! No te pago para que te sientes en el baño todo el día!- gritó, martillando su puño en la puerta. Yo sollocé más alto, estaba tan asustada de que tirase la puerta.

-Eres inútil!- golpeó la puerta-Cómo te atreves a huir de mí?

Débilmente, oí el timbre sonar, mi corazón dando un brinco de esperanza.

-Quizá es otra chica que sí hace lo que yo diga!- Leo gritó, sus pies retumbando mientras caminaba por la escalera. Todo se volvió silencio, a excepción de mis sollozos.

-Vamos, muchacho, es hora de dormir- Oí a la tranquila voz de Dave vagar por los pasillos.

-N-no! Hay una chica en mi baño!- Leonardo discutió.

-No te preocupes, yo me encargo. Sólo ve a la cama. Mañana será un infierno para ti, créeme-Dave gruñó, sus pasos alejándose del baño. Oí un par de voces más y una puerta cerrarse, antes de que hubiese un golpe en la puerta del baño.

-Abby, es Dave. Vamos, te sacaré de aquí- murmuró, palpando ligeramente la madera. Rápidamente me levanté, abriendo la puerta. Dave inmediatamente me trajo a un abrazo reconfortante, meciéndonos. Yo lloré más fuerte, manchando su camisa azul.

-Él ni siquiera me recuerda- lloré-me llamó puta

-Shh, lo sé, está realmente ebrio. No sabe nada- Dave murmuró, descansando su barbilla en mi cabeza. -Ahora, salgamos de aquí antes que despierte

Yo asentí, siguiendo a Dave fuera de la casa. Me subí a su Camaro negro, sintiéndome segura finalmente.

¿Cómo puede un gran día convertirse en el infierno tan rápido?

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