36. No tan duro.
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Canciones para este capítulo:
Crew Love – The Weeknd ft Drake
Crawling in the dark – Hoobastank
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Me quedé despierto en la cama, mis manos acariciando la cara de Abby. Mis pensamientos estaban nublados por el puto de mi padre. De verdad no quería asistir a esa reunión mañana, bueno, hoy, de hecho, eran cerca de las tres de la mañana.
Estaba extremadamente agradecido por el hecho que pudiera llevar a Abby conmigo por muchas razones. Uno, no la quería sola en casa. Dos, ella podía ayudar a controlar mi ira. Tres, podría presumir de ella en la reunión.
Todos en la banda de mi padre eran cerdos, adueñando a perras y prostitutas como ''esclavas''. Me daba asco, sabiendo que eran así por su propia cuenta. Abby no era así. Por supuesto que era una luchadora, pero en una manera adorable. Sí, era sexy, pero en manera serena. Ella era amable, cariñosa, humilde, todo lo que yo necesitaba en una chica.
Cepillé mi pulgar sobre su mejilla una vez más, antes de descansar mi brazo sobre su estómago. Me acerqué más a ella ,si eso era posible , acurrucando mi
cabeza en su cuello.
Sólo quería estar cerca de ella cada segundo del día. Ella me hacía mejor persona, ella me hacía querer ser mejor persona.
Sé que todo el mundo ha oído esto un millón de veces, pero siento la necesidad de seguir diciéndole a la gente eso. Todos dicen que ella no es buena para mí, y que es una perra por no amarme.
Ella está lejos de ser así. Es insegura y miedosa.
Adoro eso de ella. Por supuesto que quiero que me ame, pero sé que ella es más lista que eso de enamorarse de mi cuando yo quiera que lo haga.
Es por eso que aprecio momentos como estos. Ella de verdad quería que me quedara
con ella. Sé que se está ablandando a mí, y todo lo que tengo que hacer es ser paciente y no arruinar nada.
Mi pulgar se arrastró por la mejilla de Abby otra vez, sintiendo la calidez radiar de allí. Yo siempre sentía una electricidad entre nosotros, y sólo esperaba que ella sintiera lo mismo. Me acerqué más a ella, envolviendo ambos brazos fuertemente alrededor de ella. Empujé su espalda contra mi pecho, acurrucando mi rostro en su cuello.
Me amará pronto, sé que lo hará.
Cerré mis ojos, y esperé pacientemente a que el sueño se apoderara de mí.
* * *
Fui despertado por una mano en mi pecho, y un cálido cuerpo dejando mi lado.
Gemí, tratando de alcanzar el cuerpo de Abby. Oí una risa silenciosa y una mano fue puesta en mi mejilla.
-Vamos, Leo despierta- la dulce voz de Abby sonó en mi oído. Gemí otra vez, agarrando su brazo y tirándola de vuelta a mi lado.
-Tu teléfono sonó, y el mensaje decía que la reunión es a las 11- me informa. Gemí una vez más, quitando la pereza de mis ojos.
-¿Qué hora es?- pregunté. Su cuerpo ágilmente se volteó para mirar el reloj y no pude evitar mirar su culo. Pero shh, no le digan.
-Las nueve- sonreí, empujando su cuerpo para que se acostase.
-Todavía tenemos dos horas de paraíso- Reflexioné, acurrucándola cerca mí.
-Tenemos que desayunar, alistarnos y luego, manejar 20 minutos, así que levanta
tu flojo trasero-las manos de Abby juguetonamente golpearon mi trasero y yo jadeé.
-Las manos fuera de la mercancía-bromeé, agarrando sus mañecas en mis manos.
Ella rió y eso fue música para mis oídos. Yo estiré mis brazos por encima de mi cabeza, sacando mis piernas a un lado de la cama.
-Ve a ducharte y yo haré algo de comer, de acuerdo?-le dije. Ella asintió, paseándose hacia el baño. Yo bajé las escaleras, encendiendo la TV.
Fui a la cocina, ubicando un sartén en la estufa. Agarré un par de huevos del refrigerador, poniéndolos en la barra.
No sabía cómo hacer huevos fritos porque, yo francamente, ni sabía cómo partir un huevo sin que la yema se fuera a todos lados.
Rompí cuatro huevos en un recipiente y los mezclé con leche y otra mierda y los puse en el sartén. Esperé que se solidificaran antes de revolverlos. Hice algo de tocineta en otro sartén.
No están tan mal, McCann
Puse todo parejamente en dos platos y los coloqué en la mesa. Abby no había bajado, así que decidí ir yo mismo y ver por qué se demoraba.
-Gatita?-llamé una vez llegué a la habitación. La puerta del baño todavía estaba cerrada, así que decidí tocar. -Abby? -llamé otra vez.
-L-leo -su voz temblorosa sonó desde dentro de baño, y eso me fue suficiente para irrumpir dentro de este.
Ahí estaba Abby, en el piso, con una cortada profunda en la parte superior del pie. Su mano trataba apretar alrededor, pero la sangre seguía choreando. Yo
inmediatamente me agaché a su lado, presionando mi mano contra su herida.
-¿Qué pasó?- pregunté. Las lágrimas se construían en sus ojos, pero ella las mantenía allí. Mi chica valiente.
-T-tu rasuradora cayó en mi pie- balbuceó, y respiró con dificultad cuando apliqué más presión.
Rápidamente alcancé algo de crema para infección y una gaza gruesa.
-Dime si te duele, de acuerdo?- arrullé, lenta y cuidadosamente frotando el antibiótico en su herida. Ella siseó un par de veces, pero se mantuvo a la línea. Le sonreí mientras envolvía la gaza alrededor de su pie.
-Ahí está, mucho mejor-la recogí del suelo, dejando que sus piernas se envolvieran alrededor de mi cintura. Estuve ahí un momento, plantando besos
descuidados por toda su cara. Ella rió, agarrando mi cara en sus pequeñas manos.
-Gracias-dijo. Yo picoteé sus húmedos labios, mi manera de decir de nada. La cargué escaleras abajo, sentándola al lado de la mesa.
-Así que sabes cocinar- Abby sonrió, sentándose frente a mí.
-Soy un aficionado- me encogí de hombros. Ambos comimos en silencio, el único sonido era el de los tenedores y cuchillos golpeando contra los platos. Miré hacia abajo a mi reloj Rolex plateado, viendo que eran las 10:26
-Vamos, debemos ir andando- tomé ambos platos hacia la cocina, mientras Abby se ponía sus botas.
Puse mi chaqueta en sus hombros, indicando que quería que la usara. Las esclavas
de mi padre nunca recibían el honor de usar la chaqueta de su amo,pero Abby no era una esclava. Ella era mi reclamo, y me daba un sentido de seguridad cuando la usaba.
Mi brazo colgó de sus hombros mientras la conducía afuera por mis carros. Quería llevar el Cadillac hoy, era el más largo de todos y quería ser un condenado y ocupar tres espacios de parqueo en el edifico de mi padre.
-Nunca he estado en ese antes- Abby dijo, trepando al auto. La ayudé a subir por lo que era bastante alto. Rápidamente corrí al otro lado, llegando al asiento del conductor.
-Raramente tomo este carro, sólo cuando quiero lucir importante
-Y entonces qué tomas cuando quieres lucir cool?
-El bati-móvil. Ese es genial - empujé mis gafas por encima del puente de mi nariz, retrocediendo del estacionamiento.
El viaje fue mucho más corto que lo que lo recordaba. Quizá por tuve la mano de Abby en la mía todo el tiempo.
Parqueamos en el estacionamiento,tomé un record de cuatro puestos esta vez, Abby y yo salimos, lentamente caminando al edificio.
-No hables con nadie aquí, ni siquiera mi padre-le dije. Ella tragó miedosa, asintiendo con su cabeza. Besé su frente en alivio antes de entrar al edificio.
Caminé al escritorio, apoyando mi codo en la madera arrogantemente.
-¿En qué sala está Jeremy McCann?- pregunté a la señora que escribía en un computador viejo.
-256-murmuró sin siquiera mirarme. Tomé la mano de Abby y una vez más y la conduje al elevador.
Además, sobre qué era la unión? Por qué tenía que estar aquí? No he trabajado para la pandilla de mi papá desde que tenía 19 años. Sí que era estúpido en aquel tiempo. Me hice la mayoría de mis tatuajes a esa edad, y mierda si eran idiotas.
Una es una puta excusa de unas rosas en mi espinilla derecha. Luego, me hice este estúpido ángel en mi brazo izquierdo. Ni siquiera sabía quién mierda iba a ser. Quería decir que Abby, pero eran tan malditamente feo que sería una ofensa.
El elevador sonó y Abby caminó primero, antes de empujarla de nuevo a mi lado.
-Mantente cerca, no conozco a la mitad de estas basuras, de acuerdo?- Iba a ser honesto, yo estaba ligeramente asustado también. A mi padre no le importaba nadie excepto sí mismo. Qué si ordena que me quiten a Abby?
Por supuesto, empezaría una pelea. Pero el miedo seguía en mi mente.
Poderosamente, toqué la puerta, sacando un poco el pecho para lucir más seguro de mí mismo.
Un hombre alto abrió la puerta, sus bíceps básicamente abultándose con cada movimiento que hacía. Demonios, mi padre debió haberse actualizado.
- Leonardo McCann -me introduje, y sus ojos se abrieron.
-El hijo de Jeremy?- preguntó y asentí con la cabeza.4
-Pasa, pasa-empezó, pero puso su brazo cuando Abby intentó pasar. -Quién es esta?
Yo rápidamente golpeé su brazo, tirando a Abby de vuelta a mí. El hombre parecía asustado, y una sonrisa satisfactoria creció en mí rostro. Por qué estaba asustado de venir aquí? Soy en jefe, siempre lo he sido y siempre lo
seré.
-No es de tu maldita incumbencia -solté -ella es mía'
El hombre alzó sus manos en rendición, regresando a su silla.
-Causando problemas ya, cierto, hijo?-me volteé para ver a mi papá parado allí. Sus gruesos brazos estaban cruzados sobre su pecho, una sonrisa presumida en su rostro. No quería nada más que golpearle la cara, pero me controlé. Los
ojos de mi padre se detuvieron en Abby, mirando su apariencia.
-Esta debe ser tu pequeña esclava, no?
-Reclamo-corregí, empujándola cerca mi cuerpo -Nunca será una esclava
-Demonios, estás sulfurado
-No estoy sulfurado- tosí. De acuerdo... quizás un poco.
-Toma asiento, la reunión está a punto de empezar'-Jeremy dijo, antes de pasearse para encontrarse con alguien más. Yo vagué alrededor de la larga mesa, encontrando un asiento en la cabeza de esta. Mientras más hombres se sentaban, noté cómo su esclava se paraba detrás de la silla.
-Abby - la llamé -Ven a pararte detrás de la silla
Ella asintió, ubicando las manos en el respaldo de la silla. Yo las tomé y las puse en mis hombros, reasegurando que ella estaba allí. Todo el mundo empezó a
callarse y tomaron sus asientos. Lo que me más molestaba, fue que cuando Jeremy se sentó, una rubia se puso detrás de él. Sus labios inmediatamente se curvaron en un gruñido, por supuesto que mi padre invertiría en su propia esclava. Por qué estaba si quiera sorprendido? Su horrible cara acartonada de maquillaje me sonrió, enviándome una seductora sonrisa. Genial, otra puta con la cual lidiar.
Puse mi mano en el hombro de Abby. Le agradecí al hermoso Señor Jesús un millón de veces por la presencia de Abby aquí conmigo, calmándome. Si comparas todas estas chicas con Abby, ella sería la más serena y hermosa.
-De acuerdo, empecemos con los negocios-Mi padre ladró desde el otro lado de la mesa.- Acompañándonos hoy está mi hijo, Leonardo . Él es el líder del Oeste.
Murmullos impresionados llenaron la sala, y muchos de los ojos de las mujeres se voltearon para examinar mi cuerpo. Yo apreté la mano de Abby, deslumbrándolas
-Así que la razón por la que están aquí hoy es para hacerles saber que vamos a cambiar locaciones- Jeremy anunció, poniéndose de pie. El hombre sentado a mi lado suspiró, frotando sus dedos sobre sus sienes. Al menos sabía que alguien estaba harto de las acciones de mi padre también.
-Oye!-grité, ganándome la atención de todos en la sala. Me apoyé en el espaldar de mi silla, enviándole una mirada a mi padre. -Aún no me has dicho
por qué mierda estoy aquí
-Paciencia, Leo - mi padre rió, ganándose un par de risas nerviosas en la sala. Aunque la más ruidosa era su juguete sexual, su carcajada sonaba como un camello moribundo. Nunca sería tan hermosa y amable como mi madre. No puedo creer que Jeremy estuviese tan desesperado como para intentar reemplazarla.
-Estás aquí porque quiero que me acompañes en mi viaje
Tosí una risa
-Como si yo fuese a unirme a ti
-No puedo creer que le hable a su padre así-escuché susurros por toda la sala. Les hubiese gritado por ello, pero estaba tan molesto con mi padre en el
momento.
-Hijo, sería una oportunidad increíble! Qué va a hacer el lado Oeste aquí en Nueva York? Oh, cierto, nada!-Mis puños se apretaron a mis lados. Traje una mano hacia arriba, golpeándola en la mesa de madera.
-Nuestro ejército es más fuerte de lo que este puede llegar a ser- gruñí. Abby apretó mi hombro, así que traté de contener mi ira un poco más.
-Sería un error si no te nos unes- Jeremy se encogió.
-Sabes qué fue un error? Venir aquí-le dije. Sus ojos se pusieron oscuros, y cruzó la sala en cinco simples pasos. Se pone de pie frente a mí, pero permanecí
sentado, para nada asustado. He pateado su trasero una vez, y me encantaría hacerlo otra vez.
-Te sugiero que retrocedas - advertí, mis ojos enganchados con los de Jeremy.
Sentí la mano de Abby dejar mi hombro, pero estaba muy concentrado en Jeremy para voltearme a ver dónde fue.
-Cómo te atreves a irrespetarme así, Leonardo -Jeremy soltó, algo de su saliva
salpicando en mi frente.
-Primero que todo, ew- limpié su salpicada de mi cara. -Y segundo, puedo hacer lo que quiero cuando quiero
Jeremy gritó algo que no atrapé del todo, y sacó un arma de su bolsillo. Mis ojos se abrieron, y retrocedí.
-Es divertido ahora, Leo?- Jeremy rió. No pude evitar alzar mis manos en rendición, sabía que mi padre no me mataría, pero ciertamente podría amenazarme.
-No, papá-susurré. Mi cabeza se inclinó avergonzada, mis ojos enfocados en el suelo. Mi padre puso su dedo en el gatillo, jugando con él.
Sentí una presencia detrás de mí, antes de que un ágil cuerpo se deslizara frente al mío.
-Retrocede- Abby soltó a Jeremy, blindando mi cuerpo del de mi padre.
-Así que, Leo, ahora necesitas que tu chica te proteja? -Jeremy carcajeó, llevando su cabeza hacia atrás de risa. La mano de Abby se escondía detrás su
espalda, mi pistola negra en su mano. Mis ojos se abrieron, y rápidamente la tomé de sus manos.
Tiré del cuerpo de Abby detrás de mí otra vez, apuntando el arma directo a la cara de mi padre.
-No eres tan duro ahora, huh, papá?-Me burlé de él, jugando con las características de la pistola con mis manos.
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