31. Tampoco lo haré yo.

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Canciones para este capítulo:

Memphis - Justin Bieber ft Big Sean

Clarity - Zedd ft Foxes5

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Nuestros labios se conectaron en el elevador, y Leo gimió en el beso. Mi corazón comenzó a latir rápido, y respiraba pesado en medio del beso. Leonardo sintió mi nerviosismo y ubicó su mano en mi mejilla. La yema de su pulgar acariciando mi mejilla, masajeando en el hueso de esta.

-Sólo te voy a hacer sentir bien -Él murmuró. El elevador se detuvo, y tomó mi mano ,me arrastró por el pasillo. Rápidamente, abrió la puerta,empujando ambos cuerpos dentro de la habitación.

Sus labios chocaron con los míos, presionando sus caderas gentilmente contra las mías. Sus manos encontraron el camino por la parte posterior de mis muslos,agarrando firmemente.

-Salta- instruyó. Yo, vacilante, salté y envolví mis piernas alrededor de su cintura tonificada. Él empezó a caminar hacia atrás, antes de inclinarse y que mi espalda tocara la cama. ÉL trepó encima de mí, sus ojos volviéndose oscuros.

Él tiró del borde de mi camisa, y mi respiración se atoró en mi garganta.

-Relájate. No voy a follarte...todavía'-guiñó. Tragué, mis cejas juntándose. Él lentamente empujó mi camisa sobre mi cabeza, revelando mi sujetador de encaje negro. Sus ojos fueron a mi pecho, y sentí su longitud endurecerse contra mi muslo.

-Entonces qué...

-Shh, sólo déjame hacerte sentir bien- susurró. Él plantó sus labios en mi cuello, lentamente trazando sus húmedos besos por mi clavícula. Él lamió una tira hacia abajo, al comienzo de mi sujetador. Besó las partes expuestas de mis pechos, antes de alcanzar mi espalda. Sus expertos dedos jugando con el broche,sus ojos mieles pidiendo permiso.

Sentía como si fuera a llorar, ni siquiera sabía qué estaba pasando. Cuando no le respondí, él se sentó, sus piernas a horcajadas sobre mi cintura.

-Gatita, no voy a lastimarte-el murmuró, inclinándose para que su frente encontrara la mía. -Sólo siéntate y relájate

Yo asentí lentamente, alejando las lágrimas de mis ojos. Él besó mis labios,ligeramente una pequeña sonrisa apareció en sus labios rosados. Sus dedos lentamente desabrocharon mi sujetador, y lo tiró fuera de la cama.

Inmediatamente mis brazos fueron a cubrir mi pecho, sintiéndome avergonzada.

-Nena, confías en mí?-susurró. Sus manos agarraron mis muñecas, y lentamente las retiró de mi pecho. Mi respiración se volvió pesada, mis ojos bien abiertos y frenéticos.

-N-no lo sé -lloriqueé. Él mordió su labio, sus ojos mieles penetrando los míos azules.

-Pues, deberías. Porque estoy aquí para protegerte, no para hacerte daño -Él susurró, acariciando su cara en mi cuello. Plantó algunos besos suaves allí,antes de que sus manos bajaran por mis costados. Sus manos se posaron en la cintura de mis shorts, y él lentamente abrió el botón.

Sus hermosos ojos se quedaron fijos en los míos todo el tiempo mientras arrastraba mis shorts lentamente.

-Puestas o sin ellas?- Preguntó, sus dedos se sumergen en la parte superior de mi ropa interior.

-Puestas- murmuré con timidez. Él asintió con la cabeza, inclinándose para que su cuerpo descansase perfectamente entre mis piernas temblorosas.

Su mano agarró mi sexo con suavidad, y su dedo índice suavemente presionado
contra mi clítoris. Di un grito ahogado, cerrando mis muslos. Leo los volvió a abrir, su mano comenzando a girar en mi parte más sensible de mi cuerpo. Su
dedo índice se sumergió en mi ropa interior, pasando entre mis pliegues.

Lentamente se deslizó en mi entrada, bombeando placenteramente.

- L-leo- Gemí. Mi corazón empezó a latir más rápido, y sentí un nudo formarse en mi estómago. Él sonrió hacia mí, al presionar el pulgar contra mi manojo de nervios.

-¿Estás cerca, nena?-me susurró seductoramente al oído. Sus labios unidos a mi cuello de nuevo, mientras sus hábiles manos seguían trabajando en mí.

-.-jadeesintiéndome liberarme en su largo dedo. Él se puso a mi altura, antes de deslizar su dedo hacia fuera. Él se chupó el dedo, una sonrisa arrogante aún en
su rostro.

-Mm, sabes tan bien.-Murmuró. Mis mejillas se calentaron, esto era absolutamente vergonzoso. Todavía estaba jadeando, gotas de sudor en mi frente.

Leo deslizó mis shorts y bragas de vuelta a mis piernas y colocó una de sus grandes camisetas por encima de mi torso.

Cerré los ojos, tomando respiraciones más profundas con la esperanza de frenar los latidos de mi corazón. Leo acurrucado en mí costado, tirando de mí cerca de él.

-Te quiero mucho-suspiró.

Poco a poco moví mi cuerpo para estar más cerca de él. Sonrió ante mi acción, y besó mi frente.

-Qué hora es?- pregunté. Lentamente miró su muñeca, leyendo su reloj Rolex.

-9:45-Llegó a mis espaldas y tomó el control de la TV detrás de mí.

-Podemos ver una película y luego ir a la cama.

Asentí con la cabeza de acuerdo, y Leo encendió la TV. Fue al On Demand gratis proporcionado por el hotel y se desplazó a través de las películas. Su brazo derecho firmemente envuelto alrededor de mis hombros y me sonrió
tímidamente

-Muy bien, ¿Qué tal, Anchorman?- Sugirió. Gemí, sacudiendo la cabeza.

-He visto esa como siete millones de veces.- Se echó a reír, presionando el botón.

-Step Brothers?

-No

-Iron Man 3?

-Sí, oh, Dios mío, esa es mi...

-Película favorita.- Terminó. Mis ojos se abrieron, y él sonrió ampliamente.

-Te lo dije, lo sé todo sobre ti, princesa.-Me besó en la mejilla y presionó play.

* * *

-Pepper no!-Lloré. Vi como su cuerpo se cayó del edificio en fuego. Tony o Robert Downy JR lucía tan derrotado, quería estallar en llanto.

-Gatita, ya has visto esta película 20 veces, sabes que ella vive.- Leo murmuró. Yo le di un golpe contra el pecho, diciéndole que se callara mientras mis ojos quedaban pegados al televisor.

-Atrápalos, Iron Man, muéstrales de que estás hecho.- Susurré. Leo gimió a mi lado, murmurando un tranquilo "mujeres" por lo bajo.

-SI, PEPPER, SÍ!- Grité. Pepper seguía vivo, y reunido con Tony Stark.

-Bebé, sólo vete a dormir.- Leo murmuró, medio dormido. Accedí, apagando la televisión y acurrucándome bajo las sábanas. Leo estaba ya dormido, por lo
que no hizo ningún intento de tirar de mí cerca de él. Le di la espalda, y cerré los ojos.

Después de unos 10 minutos acostada allí, el sueño no estaba dispuesto a tomar mi cuerpo, me moví más cerca de Leo. Alcé su brazo y la puse sobre mi
cintura, y me acurruqué en su pecho. Cerré los ojos otra vez, e inhalé su perfecta colonia.

-Te amo, mi hermosa gatita- susurró . Di un grito ahogado, mis ojos abriéndose y viendo a Leo mirándome. -Si querías acurrucarte, debiste de haberlo pedido'-Él se rió. Me sonrojé, escondiendo mi cara en su pecho. Él se rió entre dientes, apretando su agarre alrededor de mí y besando mi cabeza
múltiple veces.

-Buenas noches, Leo Murmuré. Él se volteó, y esta vez, me sumió en el sueño en nada de tiempo.

* * *

Me despertó un fuerte golpe en la puerta de madera dura. Mis ojos se abrieron sin gracia, gimiendo en voz baja. Los brazos de Leo apretaron alrededor de mí, y su nariz acarició mi cuello. No hizo intentos de atender la puerta, así que lentamente me deslicé fuera de su agarre, yendo a la puerta. Abrí esta para ver una Virginia frunciendo el ceño.

-Maldita sea, tomaron bastante tiempo.-soltó. Ella odiosamente masticó el chicle entre sus labios excesivamente pintados, burlándose con sus brillantes
dientes blancos.

-Lo siento, estábamos durmiendo.- Tímidamente murmuré. Ella puso los ojos en mí, caminando rápidamente por delante y dentro la habitación. Se inclinó sobre Leo en la cama, su brillante pelo rojo en cascada sobre el hombro de Leonardo.

-Bebé, despierta.- Ella susurró. Me encogí, frunciendo las cejas.

¿No se supone que ese mi trabajo? Leo se dio la vuelta, su nariz crujiendo y arrugando la cara en un ceño fruncido. Virginia se rió y rascó sus uñas sobre su mejilla.

-Leo, cariño, es hora de irse.- ella le dijo. Sus ojos parpadearon
rápidamente, y cuando vio la cara de Virginia, sus ojos fliparon en ¿Pánico?

Su cabeza se giró, y cuando sus ojos se encontraron con los míos, al instante se relajó.

-Qué estás haciendo aquí?- Él preguntó.

-Nuestro avión sale en dos horas, pensé en asegurarme de que ustedes dos estaban
listos.- Ella me envió una sonrisa falsa. Entrecerré los ojos hacia ella cruzando los brazos sobre mi pecho.

-Nena, ven aquí.- Leo me hizo señas, y poco a poco me acerqué a él. Él envolvió sus brazos alrededor de mí, tirando de mí hacia su regazo.

-Puedes ir yendo, nos vemos en el aeropuerto.- Leo le dijo. Me mordí el labio, tratando de contener una sonrisa.

-De hecho-Virginia se sentó en la silla frente a la cama,-Voy a esperar aquí.

Leo gruñó algo en voz baja, mirando a Virginia.

-No, creo que necesitas irte

Virginia envió a Leo una sonrisa burlona.

-Oh, no, no, ustedes dos prepárense y sólo esperaré.

Ella sacó su teléfono, cuidadosamente mirándonos a través de la esquina de su ojo.

-Vamos a ducharnos en casa, sólo toma un poco de ropa.- Leo susurró en mi oído. Asentí con la cabeza, agarrando un sujetador limpio, bragas, camisa y
shorts. Rápidamente me adentré en el baño y me quité la ropa.

-Vamos, cariño, sé que quieres esto.- Oí a Virginia hablar por la puerta. Yo me encogí, poniéndome la ropa lo más rápido posible.

-Aléjate de mí!- Gritó Leo. Oí un gran golpe seco, y corrí fuera del baño.

La mesita de noche fue golpeada, y Leo estaba allí de pie, con los ojos oscuros, la espalda encorvada y su respiración era muy pesada. Virginia en realidad parecía asustada, ambas muñecas estaban capturadas por las manos de Leo.

-Abby! Aleja a este psicópata de mí!- Escupió, retorciéndose en su agarre.

Rápidamente me acerqué a ellos, mi mano apoyada en la espalda de Leo.

-Leo, Leonardo, cálmate.- Susurré. Froté círculos en su piel. Su cabeza giró a verme, y sus ojos se suavizaron un poco, pero él no la soltó. Yo deslicé mi mano
bajo su camisa, mi mano fría sobre su piel caliente.1

-Vamos, ve a alistarte- murmuré. Sus manos se aflojaron, y Virginia
inmediatamente lo empujó, frenéticamente alejándose de él.

Leo suspiró, y me tomó en sus fuertes brazos. Su barbilla descansaba sobre mi cabeza, y envolví mis brazos alrededor de su torso.

-Lo siento- murmuró en mi pelo. Negué con la cabeza, dándole palmaditas en la espalda. Él se apartó y se fue al cuarto de baño para cambiarse. Por suerte,
Virginia todavía temblaba como para decirme una palabra. Leo salió del baño y tiró alguna ropa restante en nuestras dos maletas.

La habitación del hotel está en silencio, nadie se atreve a decir una palabra.

Los ojos de Virginia están abiertos y frenéticos, mientras que yo sólo pido que este silencio permanezca. Es tranquilo, no tengo ningún deseo de hablar con Leo o Virginia, así que gratamente estoy al final de la cama.

Leo todavía está de rodillas en el suelo, con los ojos mirando a la nada en particular, su mente probablemente corriendo con todos los pensamientos sádicos
que tiene. Él finalmente salió de ese estado, sus ojos parpadeando varias veces, antes de resoplar.

-Vámonos.

Todos caminamos fuera, Leo llamando un taxi. El aire afuera estaba extremadamente caliente, el sol brillante quemando agujeros en mi piel. Se sentía casi como una lámpara de calor, al instante haciendo algunas gotas de sudor aparecer en mi frente.

Finalmente, todos nos montamos en el taxi. Virginia empujándome fuera del camino para ella poder sentarse al lado de Leo.

Sinceramente, no la entiendo. ¿Por qué estaba tan desesperada por conseguir la atención de Lei? No había nada genial en él,en realidad no había incluso algo bueno de él. ¿Ella se da cuenta de cómo es él detrás puertas cerradas?

Virginia conoce las reglas, así que obviamente sabe que ella no es el reclamo de Leo, así que él nunca podría amarla. ¿Sólo estaba buscando sexo?

Salí de mi aturdimiento cuando oí Virginia soltar una risita. Miré y la vi deslizar su mano por su brazo tenso. Él la miró, pero yo noté un poco de lujuria, en sus ojos

¿Fue por ella? No, no puede ser. Él siempre me dice que la odia y que nunca me va a reemplazar por ella.

Fruncí el ceño, sacudiendo la cabeza. Yo sabía que era todo un acto. Leo iray la follará de nuevo, dejándome detrás en el polvo. Eso es todo lo que le importa. Él no se preocupa por amor, lo único que quiere es placer para sí mismo.

No se da cuenta que el amor es la cosa más placentera que puede ocurrir en tu vida. Pero por supuesto, él nunca sabrá eso.

Y tristemente, tampoco lo haré yo.

***

Me senté en las sillas incómodas de plástico a las afueras de la zona de carga de nuestro avión. Muchas personas empezaron a subir al avión, mientras yo
trataba de bloquear a todo el mundo.

-Gatita? ¿Estás bien?- Preguntó Leo. Él envolvió su brazo alrededor de mi hombro, pero rápidamente me retorcí lejos de él.

-Sí, solo, cansada.- Mentí. Él asintió con la cabeza, pero volvió a tirar de mi cabeza contra su pecho.

La asistente de vuelo llamó nuestra fila del avión, y a los tres nos entregaron nuestros pasaportes y tomamos asiento en el avión. Me senté en el pasillo,
Leo en la mitad y Virginia en la ventana. El brazo de Leo permaneció alrededor de mis hombros, pero eso no impidió que Virginia inclinara su cabeza
contra Leo.

¿Y saben qué?

Él ni siquiera intentó empujarla fuera.

Los labios de Leonardo presionaron sobre mi frente, tratando de llevar mi cabeza
para que se apoyase en su pecho. Sin embargo, me alejé de él, apoyando mi cabeza
en mi mano, cerrando los ojos.

Este iba a ser un largo vuelo.

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