30. No me asusta el amor.
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Canciones para este capítulo:
Use Somebody - Kings Of Leon
Over Again - One Direction
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Leo se levantó de la mesa del restaurante, con una sonrisa de ensueño en su cara. Fruncí el ceño y permanecí sentada. Estaba aquí por vacaciones, tenía que darse cuenta. No quería levantarme y marcharme solo para encontrar un sustituto de Brandon.
-¿No podemos encontrarlo más tarde? -me quejé. Leo me miró, con un toque de confusión en su mirada.
-¿Qué quieres decir gatita? -se sentó en la cabina una vez más. Él se adelantó y agarró mi pequeña mano delicada.
-Has dicho que teníamos hoy para hacer lo que quisiéramos. Realmente no quiero ir a buscar a quienquiera que digas -expliqué.
-Reckless, quiero decir Tyler.
-¿No tienes su numero ahora? Puedes, oh, no sé, llamarle -rodé mis ojos, apoyando mi cabeza sobre mis manos.
-No aprecio tu actitud ahora mismo, bebé -se burló. Golpeé mi cabeza sobre la mesa, ignorando a Leo-. Vamos, no seas así -dijo él, poniendo una mano en mi cabeza y acariciando mis cabellos rubios.
-¿Puedo, por lo menos, acabarme mi hamburguesa? -le pregunté. Él asintió, acariciando mi mejilla con su dedo. Se inclinó hacia delante y plantó sus labios sobre los míos, moviéndolos lentamente.
-No vamos a ir a por Tyler hoy. Pasaremos el día por los parques y mañana antes de ir hacia el aeropuerto, le agarraré -le miré a los ojos, mordiendo mi labio inferior.
-¿De verdad? -pregunté. Una sonrisa se dibujó en mi cara cuando el tarareo un sí-. Gracias -susurré. Sentí que mis mejillas se calentaban al darme cuenta de lo grosera que estaba siendo con él-. Lo siento -dije. Él me miró, frunciendo el ceño profundamente. Sus cejas casi se tocaban y sus ojos estaban llenos de diversión, quizás por verme sonrojada.
-¿Por qué es que te disculpas, princesa?
-No lo sé. Estaba siendo una puta contigo, lo siento -murmuré. Se levantó y se
sentó de nuevo al lado de mi asiento. Envolvió sus brazos alrededor de mí y me
tiró hacia sí. Enterré mi cara en su pecho, inhalando el agradable olor de su colonia.
-No te vuelvas a llamarte algo así de nuevo -me dijo.
-Pero...
-No. No quiero volver a escuchar salir otra vez esa palabra de tu boca, a no ser
que estés hablando de Virginia -bromeó. Me reí un poco, cerrando mis ojos.
-¿Sabes lo que quiero hacer?
-¿Qué? -preguntó él, felizmente.
-Hacer un montón de fotos -Leo me tomó de la mano y entrelazó nuestros dedos.
Hizo que me levantara de mi asiento y me giró entre sus brazos. Sacó su Iphone con una sonrisa en su rostro.
-Ahora tira -ordenó con tono bromista y me puso sobre sus rodillas para hacernos la foto.
-¡Leo! -le regañé, arrebatándole el móvil. Se echó a reír de una forma muy adorable, su nariz se arrugó y se le achinaron los ojos. Rápidamente tiré la foto, sonriendo con él.
-No vayas a publicarla, quiero salir perfecto para instagram -bromeó con acento británico.
Me eché a reír, doblándome un poco.
-Oh Dios, si mi hermana te hubiera escuchado decir eso, estarías muerto.
-Vamos -sonrió.
***
-Oh Dios, mira esta -hipé, señalando una foto de Leo con su familia.
-Esta es una de mis favoritas -murmuró él, plantando un beso en mi mejilla. Era una foto mía, mirando hacia otro lado de la cámara, el sol brillaba contra mis dientes, yo salía en medio, riendo felizmente. Mis ojos azules brillaban aún más con aquella luz clara
- Te ves como una princesa.
-Parezco tonta -reí y él se rió entre dientes. Colocó sus manos a ambos lados de mi cara y repartió pequeños picos sobre mis labios.
Eché un vistazo a su reloj y me fijé en que eran más de las seis y media. Mi boca se abrió en un bostezo y mis ojos quedaron algo llorosos.
-¿Estás cansada, gatita? -susurró, colocando un dedo bajo mi mentón para levantar mi cara. Yo asentí y él presionó por última vez sus labios contra los
míos.
Caminamos de la mano hacia la entrada del parque en silencio. Nuestras manos iban hacia delante y hacia atrás entre nosotros. Los ojos de Leo se posaban en los míos de vez en cuando.
-¿Sabes que te necesito? -preguntó.
-¿Qué?
-No te das cuenta de que no podría vivir sin ti, ¿verdad? -presionó. Fruncí el ceño antes de asentir lentamente con la cabeza-.Es que a veces siento que piensas que te llevé por obligación, cuando no es así.
-Leo, no te preocupes por eso.
-¿No te gustaría que pudieramos empezar de nuevo más veces y que fueran diferentes? -preguntó.
-Claro -susurré.
-Me hubiera gustado hacer que te enamoraras de mí de buenas a primeras. Hubiéramos tenido citas y hubiera sostenido muy fuerte tu mano. Habrías podido hasta coger mariposas, como si tuviéramos sólo quince años. Entonces te hubiera pedido ser mi novia y hubieras saltado hacia mí, diciéndome que sí con alegría, entonces yo... -él paró, descansando su dedo en mi pecho, justo donde estaba mi corazón-, arreglaría tu corazón roto.
Me tragué el incómodo nudo que había en mi garganta y arranqué mi mirada de la suya. Cerré mis ojos, intentando buscar una imagen en la que mi madre me ayudara a actuar en un situación como esta. Mi madre y yo teníamos una relación bastante especial, no éramos extremadamente cercanas, no teníamos mucho en común. Pero siempre sabía que ella quería lo mejor para mí y confiaba en ella con mi vida.
Mi madre siempre tenía un buen nivel al que subirme, ella jamás querría que me enamorase de un asesino. Al igual que los tatuajes de Leo decían:
''Un asesino es siempre un asesino''.
Tras las cosas que me había dicho, nadie podría tacharle como un sádico.
-Pero eso nunca va a suceder -le susurré a él.
-Lo sé, pero eso no quiere decir que no pueda tratar ser todo lo que tú quieres que sea -dijo, acercándome.
-Mis padres me dijeron que nadie debe cambiar por alguien a quien amas.
-Pero sería un cambio a mejor -contrarrestó-. Voy a hacer que te enamores de mí, Abby, tanto si te gusta como si no.
-Lo he dicho antes, no sabes qué es el amor -negué con la cabeza.
-No me asusta el amor, y sé lo que es. La persona a la que quieres hace que tú mismo necesites cambiar a mejor, y eso es lo que haces tú. No sé cómo expresar mis sentimientos, pero... lo voy a intentar -besó mi frente y entramos en el monorrail.
El bagón de tren estaba lleno y, de un momento a otro, me encontré aplastada por un hombre bastante más alto que yo. De repente el tren se sacudió hacia delante y no pude evitar chocar contra la espalda del chico.
-Oh Dios, lo siento muchísimo -hablé efusivamente. El hombre se volvió a mirarme, sus ojos centelleaban con diversión. Su pelo era largo, pero no tanto como para que no fuera atractivo. Aparentaba menos de veinte años. Tenía una brillante y blanca sonrisa en la línea de su boca.
-No te preocupes, cariño -sonrió, agitó su cabello marrón para apartarlo de su frente. Mi mano fue agarrada fuertemente, y me tiraron de nuevo hacia un pecho duro.
Leo envolvió sus brazos a mi alrededor y besó mi mejilla más tiempo de lo normal. Rodé los ojos mentalmente frente a su sobreprotección, pero sabía que
era mejor no hacer eso.
El chico, obviamente, se sintió incómodo y se volvió hacia delante para no ver nuestra demostración pública de afecto.
-¿Quién era ese? -murmuró en mi oreja.
-No lo sé, me choché con él sin querer y me disculpé -me encogí de hombros.
-Bueno, él estaba mirándote el pecho -gruñó y nos dio la vuelta, así que quedamos contra la pared-. Y no me gustó eso.
-Deja de ser tan sobreprotector, no es como si él hubiera abusado de mí -gruñí yo. La mano de Leo se desplazó hacia abajo y descansó en mi muslo, se rozó contra mi entrepierna levemente antes de volver a mi estómago, un jadeo calló de mis labios.
-Tienes razón, porque si lo hubiera hecho estaría jodidamente muerto ahora
-gruñó pasando sus pulgares ásperos sobre mis labios sensibles. Gemí ante la
sensación que se hundía poco a poco en mi pecho. Sus manos volvieron a mi entrepierna y frotaron a través de la tela de mis pantalones. Mi respiración se entrecortó y me alejé de sus manos.
-Tienes suerte de que estemos entre tanta gente, sino ya te hubiera tomado aquí y ahora -susurró con tono seductor, presionando su longitud totalmente tensa contra mí. Me estremecí y él se rió, tiró de mi contra él y besó mi cara múltiples veces por todos lados.
- Te quiero -envidiaba lo confiado y sencillo que podía ser mientras que yo por otro lado, era como un murciélago, siempre en la oscuridad y rezando para que nadie me viera.
Aunque los murciélagos eran animales libres mientras que yo estaba enjaulada lejos por un rugiente león que era el rey de la selva.
Negué con la cabeza en mis pensamientos, ¿en serio nos estaba comparando con animales?
-¿Abby? ¿Estabas siquiera escuchándome? -Leo me sacó de mi trance. Me sonrojé, sacudiendo mi cabeza.
El se rió.
-Estaba diciendo que Virginia seguramente no compró los asientos juntos para el viaje de vuelta, pero sólo ignórala.
-Espero que ella pierda el vuelo -murmuré. Leo se echó a reír y su cara se puso roja de tanto que se reía.
-¡Eso no es gracioso! -reí. Él respiró profrundamente un par de veces antes de volver a calmarse.
Habían unas pocas personas que nos miraban en el tren, pero a Leo no parecía importarle y a mí tampoco.
El tren finalmente paró , Leo y yo caminamos de la mano. Cuando nos metimos en el ascensor, Leonardo rápidamente me acorraló contra la pared del ascensor.
-No pienses que me he olvidado de lo que ha ocurrido en el tren -susurró él con tono ardiente, presionando sus labios con los míos en un beso apresurado y urgente.
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