29. Volvemos pronto a casa.
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Canciones para este capítulo:
Breakeven - The Script.
One Love - Justin Bieber.
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—¡Qué coincidencia verte aquí, Leo! –una uña larga rasgó mi hombro. Me volví lentamente y le enfrenté.
—Esto tiene que ser una broma –gruñí. ¿Qué hacía ella aquí?
—Pensé que te alegraría verme –rió Virginia. Apreté mis dientes y ella echó su pelo rojo y brillante sobre su hombro.
Abby se giró lentamente e inmediatamente palideció cuando vio a Virginia a nuestro lado.
—¿Por qué iba a estar feliz de verte a ti? –escupí. Virginia sacudió su cabeza y vi como una sonrisa cruzaba sus labios, excesivamente pintados de rojo.
—Me echas de menos, McCann. Sé que esta mojigata no podrá darte una buena follada como yo puedo –ronroneó. Puso una mano en mi brazo, sus uñas arañando suavemente a lo largo de él. Alejé mi brazo de ella y lo envolví sobre Abby.
—Al menos ella no es una zorra plástica como tú –gruñí. Eché un vistazo a Abby quien estaba de pie, una expresión impasible cruzaba su rostro.
—Oh vamos, no seas un crío –arrulló. Baby frunció el ceño y finalmente dio un paso delante de mí.
—Mira, no sé quién eres o lo que pensabas que tenías con Leonardo. Sin embargo, él
mismo me dijo que habías sido simplemente una noche de diversión sin sentido, así que te sugiero que te largues lejos de nosotros mientras estamos de vacaciones –ella habló. Su voz era tranquila, pero fría como el invierno.
Transmitía seriedad. Mis labios se curvaron en una sonrisa y miré a Virginia, quien se quedó con la boca abierta y parpadeó antes de volver a recuperar la compostura.
—No estoy aquí por diversión, niña –escupió. Cerré mis puños, no me gustó nada que ella le hablara así —. Leonardo necesita volver a New York.
—¿Qué?
—Brandon me envió. Ha surgido un pequeño problema y lo mejor sería que volvieras
a casa –afirmó.
—¿Y por qué de todo el mundo te iban a enviar a ti? –gemí. Virginia me sonrió y me guiñó su ojo derecho intentando aparentar un guiño sensual.
—Me ofrecí.
Oí a Baby en un murmuro suave ''por supuesto que sí''.
—Bien, nos veremos de vuelta en el hotel. Nuestro vuelo está reservado para mañana –casi me encogí cuando la escuché decir nuestro vuelo. Con ello, Virginia se alejó mientras se oía el resonar de sus tacones negro por el suelo.
Abby y yo nos quedamos en silencio y me volví hacia ella.
—Nena, lo siento mucho...
—No. Está bien, yo sólo... yo sólo estoy decepcionada –murmuró. Suspiré, tirando
de ella hacia mi pecho. Descansé mi mano en su cabeza, acariciando su pelo de nuevo. Besé su cabeza e inhalé su aroma.
—Lo siento. No quiero volver yo tampoco –ella asintió contra mi pecho—. Pero bueno, al menos disfrutemos de este último día.
Ella levantó su cabeza y asintió. La cola de la atracción se movió de nuevo y unos diez minutos después llegamos a encabezarla, al fin estábamos al frente.
Nos subimos en uno de esos carros que te llevan en las atracciones. Agarré su mano con fuerza y envolví mi brazo alrededor de su cintura. Sus ojos se encontraron con los míos, pude ver la expectación reflejada en ellos y mordió su labio.
El paseo comenzó lento y cerré mis ojos dejando que Abby se apoyara en mí.
—¡Eso ha sido impresionante! –chilló ella. Yo por otra parte me sentía como si fuera a vomitar, no sabía que la Tower Of Terror era una caída en picado.
Maldita sea, me hizo sentir como si mi estómago estuviera a la altura de mis pies.
—¿Estás bien? –se rió frotando su mano fría a lo largo de mi espalda. Me estremecí ante su reconfortante toque y me incliné hacia delante para intentar
aliviar las nauseas que sentía.
—Sí, es que no soy un gran fan de las caídas libres –gemí. Ella jadeó y me miró con semblante divertido.
—¿Si no te gustan por qué nos subimos? Oh, Dios. Me siento muy mal. Lo siento mucho –habló con efusividad. Negué con la cabeza, ¿por qué tenía que ser tan cariñosa? Yo no merecía eso.
—Oh, cállate –dije juguetonamente—. Fui porque quería ir contigo.
Negó con la cabeza mientras sonreía.
—Me siento mal.
Agarré sus muñecas con fuerza y la apoyé contra la pared más cercana. Curvé mi cabeza para lograr hacerme un hueco donde quería, mis labios fueron directos a su oído.
—No lo hagas, puedes recompensármelo después en el hotel –susurré echando mi
aliento en su oreja. Sentí como pausaba su respiración, jadeando, y eso me hizo sonreír. Besé su cuello y pasé mi lengua recorriéndolo.
—Pa-para –balbuceó. La besé por última vez antes de separarme, llevaba ya un rato esperando eso.
—Me encanta verte así –gruñí jueguetonamente. Arrugó su nariz y me reí de ella.
—Vamos, ¿cuál es el siguiente? –pregunté. Uní su mano con la mía, balanceándolas hacia delante y atrás conforme andaba esperando a que ella me dijera cuál sería la siguiente atracción.
—A la montaña rusa –sonrió y señaló a una gran atracción con una guitarra que se veía desde bastante lejos. Asentí y comenzamos a caminar hacia ella.
—Se supone que esta es una de las atracciones que va más rápido –dijo Abby.
Sus ojos se iluminaron. Me di cuenta de lo feliz que estaba ella por estar en este sitio. Adiviné que no quería irse y, francamente, yo tampoco.
No tenía ni idea de por qué Brandon enviaría Virginia aquí. Más vale que fuera algo importante o no tendría ninguna maldita duda en arrancar su cabeza.
—Esta cola es tan malditamente larga — gruñí. Abby me miró rodando los ojos y poniendo una sonrisa en sus labios.
—Ya casi llegamos.
—Sí, ¡aproximadamente en más de media hora! –apoyé mi cabeza en su hombro. Rió,
acariciando mi pelo lleno de gomina.
—Debes de aprender sobre una cosa llamada paciencia –gruñi de nuevo. Escondí mi cara en su cuello. Sorprendentemente, ella envolvió su brazo sobre el mío acariciándolo reconfortablemente. Su tacto me calmó y me recosté un poco en
ella, echándole algo de mi peso encima.
—Pensé que esto sería al revés –rió y acompañé su risa. Arrojé mis brazos alrededor suyo.
—Mira, ya estamos por llegar –puntualicé.
—¿Ves? Y solo han pasado como quince minutos –codeó mis costillas bromeando.
El chico que trabajaba allí pasó para los tickets para entrar en una de las cabinas. Yo rápidamente me subí y Abby me siguió, cuando entramos la hice ponerse delante mío.
—Sonríe a la cámara, nena –le dije haciendo que mirara a una pequeña cámara colocada en la esquina de la cabina.
—¿Cómo sabías que estaba ahí? –preguntó.
—He estado en muchas habitaciones con cámaras ocultas, ya he aprendido a
localizarlas –el trayecto comenzó y Abby gritó de felicidad.
—Voy a vomitar –gemí y me eché hacia delante. Abby frotó mi espalda, sabía que tenía ganas de reírse de mí.
—Oh vamos, tampoco fue tan malo–exclamó.
—Fueron más de cinco vueltas y esa cosa iba demasiado rápido, añádele el mareo que me dieron las luces por ir a esa velocidad –gruñí de nuevo inclinándome sobre el bote de basura más cercano.
—Parece que las montañas rusas no son realmente lo tuyo – rió. Quería decirle que no, que ella se equivocaba, pero ahora mismo cualquiera se daría cuenta de que el que mentía era yo. No quería que por mi culpa ella se quedase sin montarse en más atracciones.
—Seguiré subiéndome en más tracciones contigo –ofrecí y ella negó con la cabeza sin dejar de sonreír.
—Esas eran las únicas atracciones que estaban en mi lista. Sabes que no lo me hubiera montado si no lo hubieras hecho tú –mis dientes aprisionaron mi labio, enseñándole una sonrisa socarrona.
Tiré de ella para que estuviera cerca de mí de nuevo, comenzamos a andar lejos de esa última y maldita atracción y uní nuestras manos.
—Vamos a comer algo.
Abby asintió con la cabeza y esta vez tiró ella de mí en la dirección adecuada.
—Ese sitio se ve bien –señalé un pequeño restaurante en la esquina, al lado de maldita Tower of Terror. Ella estuvo de acuerdo y nos dirigimos hacia allí.
—Hola, ¿para dos? –la corta camarera preguntó. Asentí y nos condujo hacia una de las mesas. Nos entregó los menús y se fue, dejándonos solos.
Nos sentamos y estuvimos en silencio por un momento, después Abby por fin hablo.
—¿Por qué crees que Brandon nos quiere de vuelta? –preguntó. Su mirada estaba
fija en el menú que tenía delante.
—No tengo ni idea. Ni tampoco por qué el escogería precisamente a Virginia para
venir a por nosotros sin consultarme nada –me quejé.
—Ha de ser algo importante – masculló. Esperaba que fuera algo tan importante como para llegar a interrumpir mis jodidas vacaciones y volver a casa.
—Te apuesto un millón de dólares a que ni siquiera será nada y esta puta sólo ha venido para arruinarnos las vacaciones –dije. Abby levantó la vista del menú y me miró con esos ojos azules y reconfortables.
—A pesar de esto, no creo que ella sea una persona problemática –comenzó Abby
y yo me reí fuertemente por sus palabras—. No creo que ella haya venido aquí para nada, Leo
Suspiré sabiendo que posiblemente tuviera razón, pero aún así saqué mi teléfono del bolsillo delantero de mi pantalón.
—¿A quién estás llamando? –preguntó ella y yo presioné el botón del altavoz.
—A Brandon.
Los pitidos del móvil sonaron como tres veces, después dejaron de sonar.
—¿Hola? – la voz ruda de Brandon se escuchó a través del teléfono.
—¿Brandon? –pregunté.
Se escuchó como movía el teléfono, después volvió a ponerse
—Hey, Leo
—¿Qué está pasando? ¿Por qué has enviado aquí a Virginia?
—¿Estás volviendo a casa? –preguntó él, pasando completamente de mi pregunta.
—Sí, ¡muchas gracias! Brandon, ¿qué está ocurriendo? –levanté mi voz en el teléfono—. ¿¡Y por qué enviaste a Virginia aquí en lugar de cualquier otra persona!?
—Ella fue quien se ofreció –contestó simplemente.
—Brandon, dime qué está pasando ahora mismo –gruñí.
—C-creo que voy a tener que tomarme un descanso de la banda por un tiempo –él dijo en voz baja.
—¿Por qué?
Hubo una larga pausa, y al principio pensé que me había colgado el teléfono, hasta que escuché la voz rasposa de Brandon de nuevo.
—Jamie... uhm, Jamie está embarazada.
Un grito ahogado salió de los labios de Abby, y sentí mis cejas juntarse, frunciendo el ceño.
—¿Qué?
—Ella se hizo una prueba de embarazo ayer por la mañana. Ella está... ella está embarazada , Leo–su voz se quedó atrapada en su garganta e hizo un sonido por el cual supe que iba a llorar.
—Oh dios mío –Abby suspiró.
—Brandon simplemente no puedes dejar la banda –argumenté—. ¡Tú eres el líder!
—Es por eso por lo que te necesito aquí. Quiero nombrar a alguien que ocupe mi puesto en este tiempo.
Apoyé la cabeza contra la mesa de madera que había delante de mí. Eso era absolutamente horrible.
—Lo siento, Leo. No sé cómo he podido dejar que pasara esto –se disculpó.
—Oh, claro que no –me cabreé Aby lentamente recorrió la mesa y atrapó mi mano con la suya. Su pulgar suave pasó por mis desastrosos nudillos y los acarcició, sonriendo ligeramente.
—Tú tiene un montón de gente fuerte en la pandilla. Pueden compensar la ausencia de Brandon -dijo ella. Cerré los ojos y lentamente asentí. Traté de imaginarme ciertas personas que podrían tomar mi lugar, y luego, de repente, una cara me vino a la mente.
Me incliné bruscamente hacia delante y abrí los ojos frenéticamente.
—Leo, ¿qué...
—Ya sé justo a quién tengo que encontrar.
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