44 | el colapso emocional de thor

Cuando Thor los vio, una sonrisa apareció en su rostro—. ¡Muchachos! ¡Y Astrid! ¡Dios mío! —se acercó a Bruce para darle un abrazo—. ¡Me alegro tanto de verte! —se volvió hacia Rocket—. Ven aquí, adorable roedor. 

Thor luchó contra Rocket en un abrazo, quien protestó con vehemencia—. Sí, no, estoy bien. No hace falta eso.

Thor se acercó a Astrid para darle un abrazo—. Madre mía, no has envejecido ni un día. 

Ella lo abrazó brevemente—. Hola, Thor. 

—Hulk, conoces a mis amigos Meek y Korg, ¿no? —preguntó Thor. 

—Hola, chicos —dijo Bruce—. Tanto tiempo sin verlos.

—Hay cerveza en el balde —dijo Korg—. Pueden usar el WiFi. Es obvio que no tiene contraseña.

Astrid dio un paso hacia el balde de cerveza, pero Rocket la agarró por la parte de atrás de su chaqueta—. Ni siquiera lo pienses, rubia. 

—Thor, regresó —dijo Korg—. Ese chico de la televisión acaba de llamarme idiota otra vez. 

—Noobmaster —murmuró Thor. 

—Sí, Noobmaster69 me llamó idiota —dijo Korg.

—Estoy harto de esto —murmuró Thor, antes de agarrar los auriculares de Korg—. Noobmaster, habla Thor otra vez. El Dios del Trueno. Escucha, amigo, si no sales del juego ya mismo, iré volando a tu casa, bajaré a ese sótano donde te escondes, te arrancaré los brazos, ¡y te los meteré por donde te quepa! Eso es, sí, ve a llorarle a tu padre, sabandija. 

—Gracias, Thor —dijo Korg, mientras Thor le devolvía los auriculares.

—Avísame si te vuelve a molestar —respondió Thor. 

—Muchas gracias, lo haré —dijo Korg.

—Entonces, ¿quieren un trago? ¿Qué bebemos? Tengo cerveza, tequila, de todo —ofreció Thor, rebuscando entre las distintas botellas. 

Astrid abrió la boca para hablar pero Rocket la interrumpió—. Estamos bien. 

—Amigo —dijo Bruce, acercándose a Thor y poniendo una mano en su hombro—. ¿Estás bien? 

—Sí, estoy bien, ¿por qué? —respondió Thor—. ¿No me veo bien?

—Pareces un helado derretido —dijo Rocket. 

Thor se rió—. ¿Qué pasa? ¿Vinieron a charlar o qué? 

—Necesitamos tu ayuda —dijo Bruce—. Podría haber una chance de arreglar todo.

—¿Qué? ¿Como el cable? —preguntó Thor, liberando un eructo que hizo que Astrid se estremeciera—. Porque estuvo semanas volviéndome loco.

—Como Thanos —dijo Astrid, e instantáneamente, la expresión de Thor cambió.

Thor la fulminó con la mirada, caminando hacia ella hasta que estuvo justo en su cara. Astrid no retrocedió, sino que se cruzó de brazos para mostrarle a Thor que no le tenía miedo, especialmente cuando se parecía a la mayoría de los chicos que veía en los diversos bares que había frecuentado desde el chasquido.

—No menciones ese nombre —dijo Thor en voz baja. 

—Sí, aquí no mencionamos ese nombre —dijo Korg, mientras Astrid seguía mirando a Thor sin pestañear.

—Por favor, aléjate de mí —dijo Astrid, sin parecer impresionada—. Sé que quizá... ese tipo te asuste. 

—¿Por qué me asustaría ese tipo? —preguntó Thor—. Soy el que lo mató, ¿recuerdas? ¿Alguien más de aquí lo mató? No. Lo suponía.

—Thor —dijo Astrid.

—Korg —dijo Thor, ignorándola—. ¿Por qué no le dices a todos quién le cortó la cabeza a Thanos?

—¿Stormbreaker? —respondió Korg. 

—¿Quién agitaba a Stormbreaker?— preguntó Thor. 

Bruce se acercó a su amigo—. Lo entiendo. Estás pasando un mal momento, ¿no? Me pasó lo mismo, ¿y quieres saber quién me ayudó a superarlo? 

—¿Natasha?— preguntó Thor.

—Fuiste tú —respondió Bruce—. Tú me ayudaste.

—¿Por qué no le preguntas a los asgardianos cuánto vale mi ayuda? —preguntó Thor, señalando por la ventana antes de dejarse caer en una silla—. A los que quedaron.

—Creo que podríamos hacerlos volver —dijo Bruce. 

—Detente —respondió Thor—. Detente, ¿sí? Sé que crees que estoy revolcándome en mi autocompasión esperando que me rescaten y me salven, pero estoy bien. Estamos bien, ¿no? 

—Estamos bien, amigo —dijo Korg. 

—Sea lo que sea que ofrezcas, no nos interesa —dijo Thor—. No nos importa. Nos tiene sin cuidado. Adiós.

—Te necesitamos —dijo Bruce, negándose a irse sin Thor.

Astrid dio un paso adelante y los ojos de Thor encontraron los de ella—. Mira, Thor, no puedo pretender saber por lo que estás pasando, pero sé que este camino del alcoholismo no es bueno.

—Ella tiene razón —dijo Rocket—. La rubia le apostó a un tipo 30 mil unidades a que podía beberse una botella entera del alcohol más fuerte del bar y estuvo en cama durante tres días. 

—Ignóralo —dijo Astrid—. De todos modos, lo que estaba tratando de decir es que nadie entiende por lo que estás pasando, pero todos estamos sufriendo a nuestra manera. Perdí a mi esposo por el chasquido. Perdí a mis amigos. También perdí a mi hermano. Todo lo que me queda es Rocket. ¿Pero ahora? Ahora tenemos la oportunidad de traerlos todos de vuelta, y desperdiciar el tiempo en el fondo de una botella no ayudará a traerlos de vuelta, ¿entiendes? Bruce tiene razón. Te necesitamos. Necesitamos unirnos y arreglar todo.

—Está bien —murmuró Thor—. Tienes un argumento convincente, Lady Astrid. Pero todavía no estoy seguro de que valga la pena. 

—Hay cerveza en la nave —dijo Rocket encogiéndose de hombros, una última súplica para que Thor ayude. 

Thor dejó caer su botella—. ¿De qué tipo? 

—¿En serio? —preguntó Astrid—. ¿Mi gran discurso y todo lo que necesitaba era saber que hay cerveza en la nave? ¿Mi cerveza? 

—Tengo facilidad con las palabras —respondió Rocket—. Lo siento, rubia. 

—No, no, el argumento de Lady Astrid fue muy bueno —comentó Thor—. Casi como algo sacado de una película. 

Astrid sonrió—. Bueno, lo intento.

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