20 | empática
Cayó la oscuridad y Apollo encendió una fogata para los Guardianes, quienes se sentaron alrededor mientras Ego contaba su historia. Astrid se sentó al lado de Peter, su brazo alrededor de sus hombros, Groot profundamente dormido en el hueco de su codo, acurrucado en un calcetín que Astrid había encontrado entre los restos de su nave.
—Contraté a Yondu para recogerte cuando falleció tu madre —explicó Ego—. Pero en vez de regresarte, Yondu se quedó contigo. No tengo ni idea de por qué lo hizo.
—Bueno, te diré la razón —dijo Peter—. Yo era flaquito y pasaba por los lugares donde los adultos no pueden. Hizo que fuera más fácil robar.
—Desde entonces estuve tratando de encontrarte —dijo Ego.
—Creí que Yondu era tu padre —habló Drax.
—¿Qué? —preguntó Peter—. Estuvimos juntos todo este tiempo y ¿creíste que éramos parientes?
—Son iguales —respondió Drax.
—¡Uno es azul! —exclamó Rocket.
—No, no es mi padre —dijo Peter—. Yondu fue el tipo que me secuestró, me pegó para que pudiera aprender a pelear y me mantuvo aterrorizado amenazándome con comerme.
—¿Comerte? —preguntó Ego.
—Sí.
—Qué desgraciado —dijo Ego.
—¿Cómo nos localizaste ahora? —preguntó Gamora.
—Incluso donde resido, más allá del límite de lo conocido, escuchamos sobre el hombre llamado Star-Lord —respondió Ego—. ¿Qué te parece si vamos allá ahora? Tus socios también —Ego se puso de pie y miró a los Guardianes—. Te aseguro que no se parece a ningún lugar que hayas visto. Y allí, puedo explicarte la ascendencia tan especial que tienes y finalmente llegar a ser el padre que siempre quise ser. Discúlpame. Tengo que orinar.
Una vez que Ego se alejó, Peter se volvió hacia Astrid—. No le creo.
Gamora miró a Peter—. Vamos a caminar.
—¿Vienes? —le preguntó Peter a Astrid.
Astrid negó, mirando a Groot dormido en sus brazos—. No, puedes contarme más tarde.
Peter asintió, besando la frente de Astrid antes de seguir a Gamora hacia el bosque. Una vez que estuvieron fuera de la vista, Astrid escuchó a Drax decirle a Mantis que podía acariciar a Rocket, solo para que él gruñera e intentara morderla. Ante la risa de Drax, Astrid y Apollo lo hicieron callar.
—¡Amigo, cállate! —espetó Apollo, señalando a Groot—. Está durmiendo.
Drax se encogió de hombros—. Lo siento.
Apollo se sentó al lado de Astrid—. Entonces, el padre de Peter, ¿eh?
—No le creo nada —dijo Astrid—. Creo que Gamora lo hace, lo que me preocupa.
—Tienes razón, algo no se siente bien —dijo Apollo—. Pero tal vez es porque hemos pasado tanto tiempo sin nuestros padres que ahora se siente extraño que Peter encontrara el suyo. Después de todo, ¿no darías cualquier cosa por la oportunidad de volver a ver a mamá y papá?
—Sí, pero no así —respondió Astrid, mirando a Ego—. Hay algo raro en él.
—Intenta apoyar cualquier decisión que tome Peter —sugirió Apollo—. Porque al final del día, tú eres a quien va a buscar cuando necesita un consejo. No tiene a nadie más.
—Siempre lo apoyo —respondió Astrid.
Apollo enarcó las cejas—. Claro, te dejaré creer eso.
—¡Lo hago! —dijo Astrid en voz baja, consciente de que Groot dormía en sus brazos—. Pero bien, apoyaré la decisión que tome Peter.
Gamora terminó persuadiendo a Peter para que le diera una oportunidad a su padre y, al amanecer, la mitad de los Guardianes se estaban preparando para aventurarse al planeta de Ego. Rocket, Groot y Nebula se quedarían reparando la nave mientras Peter, Astrid, Apollo, Gamora y Drax iban con Ego y Mantis.
Groot se sentó a un lado, luciendo molesto. Astrid odiaba verlo triste, y cuando Gamora le dijo a Rocket que estaba perfectamente en libertad de dispararle a Nebula si le apetecía, se agachó frente a Groot y le secó una lágrima del ojo—. Oye, serán solo un par de días. Volveremos antes de que Rocket termine de arreglar la nave.
Groot saltó sobre Astrid y la abrazó, pero considerando lo pequeño que era, simplemente aterrizó sobre su pecho y se extendió como una estrella de mar. Astrid se rió mientras palmeaba suavemente la espalda de Groot.
—Soy Groot.
—Yo también te voy a extrañar.
—¿Soy Groot?
—Sí, te traeré algunos dulces —dijo Astrid, besando las puntas de sus dedos antes de colocarlos en la frente de Groot—. Mantente a salvo y no olvides dispararle a Nebula si se vuelve molesta.
—¡Soy Groot!
—Sé que lo disfrutarías —dijo Astrid, poniéndose de pie—. Te veré pronto.
Groot se giró y la vio irse, saludando con tristeza. Astrid le devolvió el saludo antes de unirse al resto del grupo y dirigirse hacia la nave de Ego.
Peter la miró mientras caminaban—. Oye, ¿estás bien?
Astrid asintió—. Uh, sí, sí, estoy bien.
—No te gusta esto, ¿verdad? —preguntó Peter.
Astrid se encogió de hombros—. Me han dicho que apoye tu decisión, así que no importa lo que piense.
Peter miró a Apollo—. ¿Sí? Bueno, eso hace un cambio.
—¿Por qué la gente piensa que no te apoyo? —preguntó Astrid, mientras subían a la nave de Ego—. Soy la única que te apoya de todos nosotros.
—Lo que quieras creer —dijo Peter, besando la frente de Astrid mientras ella fruncía el ceño miserablemente.
Fue solo después de que la conversación decayó que Astrid pudo ver la nave de Ego. Era... diferente a todo lo que había visto antes, todos los bordes curvos y pasillos irregulares. La hizo sentirse mareada solo de estar dentro, y Peter notó el cambio repentino en el comportamiento de Astrid cuando sus hombros se tensaron.
—Oye, ¿estás bien? —preguntó Peter.
—Sí —dijo Astrid—. Esta nave me hace sentir... demasiado tranquila.
—Bueno, ese es el punto —dijo Ego al pasar—. Está destinada a ser relajante.
Astrid le dio a Ego una mirada desconcertada mientras se alejaba con Mantis siguiéndola. Apollo y Gamora fueron a explorar la nave, mientras que Peter, Drax, Astrid y más tarde, Mantis, se sentaron y hablaron. Astrid permaneció de pie, con una mano inconscientemente sobre el mango de su cuchillo, sin confiar un poco en su entorno.
—Oye, ¿puedo hacerte una pregunta personal? —le preguntó Peter a Mantis.
—Nadie nunca me hizo una pregunta personal —dijo Mantis.
—Tus antenas, ¿para qué son? —preguntó Peter.
—¿Cuál es su propósito? —preguntó Mantis.
—Sí, Quill y yo hicimos una apuesta —respondió Drax.
—Amigo —dijo Peter, goteando su cabeza—. ¡No se suponía que lo dijeras!
—Yo digo que si estás por pasar por una puerta baja, tus antenas lo sentirán y te salvarán de ser decapitada —dijo Drax.
Gamora y Apollo se unieron a ellos mientras Drax hablaba, observando a Peter poner los ojos en blanco—. Correcto, y si son para otra cosa que no sea evitar que seas decapitada, yo gano.
—No son para sentir puertas —dijo Mantis, provocando que Peter se riera victoriosamente—. Creo que tienen algo que ver con mis habilidades empáticas.
—¿Qué es eso? —preguntó Gamora.
—Cuando toco a alguien, puedo sentir lo que siente —dijo Mantis.
—¿Lees la mente? —preguntó Peter.
—No —respondió Mantis—. Los telépatas conocen los pensamientos. Los émpatas sienten los sentimientos. Las emociones —le tendió la mano a Apollo, que estaba sentado cerca de ella—. ¿Me permites?
—Oh, está bien —dijo Apollo.
Mantis colocó su mano sobre la de Apollo y las antenas comenzaron a brillar—. Sientes amor.
—Sí, supongo que siento un amor desinteresado por todos —dijo Apollo.
—No —dijo Mantis—. Un amor romántico, sexual...
—No, no.
—¡Por ella! —exclamó Mantis, señalando a Gamora.
—No, eso no es cierto —dijo Apollo, con las mejillas enrojecidas por la vergüenza.
Drax repentinamente estalló en carcajadas, señalando con el dedo a Apollo—. ¡Les dijo a todos tu secreto más profundo y oscuro!
—Amigo, creo que estás exagerando un poco —dijo Apollo.
—¡Debes estar tan avergonzado! —dijo Drax—. ¡Házmelo a mí!
Apollo miró a Gamora disculpándose, solo para que ella apretara su mano para tranquilizarlo. Cuando Mantis colocó su mano sobre el hombro de Drax, de repente se unió a él en su risa, lo que provocó que los otros cuatro en la habitación les enviaran miradas inquisitivas.
—¡Nunca me divertí tanto! —dijo Mantis.
—Es tan desagradable —murmuró Apollo.
Mantis luego tocó la mano de Peter, declarando que sentía un amor romántico por Astrid, que todos ya sabían, y luego intentó leer las emociones de Astrid. Al ver la mano de Mantis acercándose a su hombro, Astrid se estiró y agarró su muñeca, sacando su cuchillo y apuntándolo a la garganta de Mantis.
—Tócame y lo único que sentirás es una mandíbula rota —dijo Astrid.
Mantis parecía un poco molesta, pero volvió a mirar al grupo—. También puedo, en cierta medida, alterar las emociones.
—¿Cómo? —preguntó Peter.
—Si toco a alguien que está triste, puedo ponerlo contento por un rato. Puedo hacer que una persona terca sea obediente —dijo Mantis, mirando a Astrid mientras hablaba—. Pero lo uso principalmente para ayudar a dormir a mi amo. Yace despierto por la noche pensando en su descendencia.
—Hazme uno de esos a mí —pidió Drax emocionado.
Mantis alargó la mano y la colocó en la frente de Drax—. Duerme.
Y luego Drax se durmió de inmediato, lo que provocó que Astrid se cruzara de brazos—. BIen, eso fue raro.
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