El Caso del Cráneo Esparcido


DEPARTAMENTO DE INVESTIGACIONES DE FROIDELLE

CASO DEL CRÁNEO ESPARCIDO

Declaración de Xarnotte Kaviro
[20/09/54. 21:20 hrs.]
[Interrogatorio a cargo del Inspector Marttkus Fritz]

Fritz: Bien, Señora Kaviro. Sé que está alterada, pero quiero que por favor me cuente qué fue lo que vio.

Kaviro: Por amor al Angel, inspector. Se lo juro, ¡Fue horrible! ¡Verdaderamente horrible! Esto no había pasado nunca en mi ciudad. Yo ya no puedo soportar esto a mis años.

Fritz: Respire. Sé que esto es duro, pero que sepa que su testimonio será crucial para la investigación.

Kaviro: No sé ni por dónde empezar... ¿Quiere que le diga todo, o solo cuando encontré a... a eso?

Fritz: Desde poco antes que llegó a la escena del crimen, por favor.

Kaviro: Bien. Yo... Válgame el Ángel ¿No tiene una pastilla?

Fritz: Estoy seguro que, tras el Interrogatorio, un médico la atenderá. Ahora proceda, señora Kaviro.

Kaviro: llámeme Xarni, por favor. Me pone de los nervios cuando–...

Fritz: El testimonio.

Kaviro: Está bien, está bien... Verá, mi esposo trabaja en la torre Geotex. Es del turno de las 22:00 por lo que se va hasta las 4:00. Se pasa la madrugada trabajando allí. Yo le insisto que no puede trabajar tanto a sus años pero él–...

Fritz: Señora Kaviro.

Kaviro: Oh, si, lo siento, inspector. Bueno... planeaba pasar por una panadería y traerle el más fino pan vitaminado para esperarlo afuera de la sección de la torre donde trabaja. Habrá sido a eso de las 3:40, por lo que había pocas panaderías abiertas, fui a mi favorita.

Fritz: ¿Puede decirme qué panadería era?

Kaviro: La panadería "Estrella". Voy allí desde que tengo memoria.

Fritz: Bien, gracias. Continúe.

Kaviro: estaba a unos 10 minutos de la torre, cuando escuché un sonido detrás de mi.

Fritz: ¿Qué era?

Kaviro: Sonaban como pisadas, pero en la pared, pero iban escalando. Era como si alguien estuviera subiendo la pared de los edificios.

Fritz: ¿Escalando?

Kaviro: No lo sé, yo... Me volteé y... y... vi una figura, una envuelta en un montón de destellos azules. Saltó de un edificio a otro, como si semejante salto no fuese nada.

Fritz: Entiendo...

Kaviro: ¿E–Está anotando todo?

Fritz: Delo por hecho. Pero usted, señora, debería dejar de evadir contar el final.

Kaviro: ¡¿Evadir?! ¡Yo! Yo... yo... ¡Está bien! ¡Está bien! ¡Me embobé viendo esa sombra que saltaba, tanto que no noté las manchas de sangre en la nieve hasta que bajé la mirada¡ Mi–mi corazón empezó a latir muy fuerte. Caminé y noté que los salpicones provenían de un callejón. Me adentré y... y...

Fritz: ¿y?

Kaviro ¡¡Estaba esa cosa ahí!! ¡tirado! ¡¡muerto, con la cabeza reventada como un globo. Su cerebro, su carne, su piel!! ¡Todo! ¡Todo se desparramaba, pintando las paredes, el suelo, lo que menos había ahí era nieve blanca! ¡No me aguanté ni un segundo! ¡Se lo digo! ¡Ni un segundo! ¡Me fui corriendo enseguida! ¡Ya no lo soporto! ¡Esa imagen me seguirá hasta el final de mis días!

Fritz: No llore, señora Kaviro. Con eso es suficiente. Muchas gracias por su colaboración. Nos será muy útil.

Kaviro: ¿Lo atraparan, verdad?

Fritz: Puede dar fe de ello. Capturaremos al culpable antes de que se cobre más víctimas.

.

Apenas terminó de anotar todo el reporte en su máquina de escribir, el inspector Marttkus Fritz lo metió dentro de una carpeta y bebió toda su taza café de una sentada. Había sido una larga jornada de trabajo y, al fin, había acabado.

Parte de la bebida se le quedó pegada en su rubia y frondosa barba, a la cual ya se le notaban un par de canas. Se limpió la misma con su gabardina beige, la cual usaba encima. Debajo, traía su acolchado traje de fibras, al igual que todos en Froidelle, era la única forma de aguantar el frío.

Se levantó y pensó en bajar las escaleras hechas de metalicas rejillas, pero miró un momento al lado contrario, a la puerta azul a su izquierda que daba para el balcón.

—《Ya que. Uno no hará daño》—pensó mientras la cruzaba.

Ahí yacía un compañero menor tanto en rango como en edad, apoyado en la barandilla, apreciando un momento la vista de toda la calle, repleta de ornamentados edificios y, al fondo de estos, a varias decenas de metros, la gran muralla que bordeaba toda la ciudad. Al sentir como se abría la puerta, el joven se giró.

—¡Eh, Martti! Ya pensaba yo que te olvidabas de mí hoy ¿Qué tal te fue?

El rubio fue directo a apoyarse en la barandilla mientras respondía.

—Tuve que interrogar a una vieja histérica, me encargaron el caso más enrevesado y grotesco que ha visto este departamento y, para terminar, mi hijo lleva comportándose extremadamente raro desde ayer...

—Esto... ¿Cigarro...?

—Por favor.

El teniente Akxell, de corto cabello negro y ojos claros, tomó del bolsillo de su azulada chaqueta una cajetilla y sacó dos cilindros recargados de tabaco, encendió el suyo y el del inspector.

—Si te han encargado este caso es porque confían en ti. Probablemente te hagan comisario general.

—Eso espero. No me vendría mal ese ascenso.

—Todo el mundo habla de ello. Ningún caso se te ha escapado, estoy seguro de que podrás con este también.

—Si el testimonio de la Señora Kaviro es cierto, no solo algo escaló el edificio en un par de segundos, sino que tenía una forma de expulsar brillo de su cuerpo, ¿Qué... clase de arma o traje puede hacer eso? —Sacudió su cabeza—. No voy a ponerme a teorizar ahora, esperaré al reporte entero ¿Cómo van con eso?

—Lo tenemos casi listo. Solo nos faltan uno o dos detalles.

—¿Algo que destacar?

—No queremos arruinarte la sorpresa.

—Entiendo... mejor así, no debería pensar en el caso ahora.

—Es lo mejor... Por cierto, anímate con lo de tu hijo. Está terminando la adolescencia, normal que no entiendas nada.

—Lo sé. —Suspiró—. Pero, ¿en serio? ¿Tan de la nada?

—Así es la juventud, Martti. A lo mejor le falta una visita del tío Akxell ¿eh?

—Te haría pedazos en diez segundos. Ese chico no tiene remedio.

—Ya madurará. Todos fuimos unos imbéciles en nuestra adolescencia.

—Supongo —dijo el inspector dándole otra calada a su cigarro—. No sabía siquiera que tuviera amigos, no me decía nada desde que su madre murió. Y ahora, vuelve temprano, con el peinado cambiado y con una chica.

—¿Una chica, eh...? ¿No será por eso que actúa tan raro?

—Sea cual sea la razón. No entiendo a ese mocoso.

—¿Te disgusta este cambio?

—No. Prefiero que ande con gente a que se pase las noches escapándose a hacer quién sabe qué... Son demasiadas cosas muy rápido, pero... una cosa es segura, este caso lo será todo... —Dejó caer la colilla por el balcón—. Te agradezco el tabaco, Akxell ¿Quieres que te lo pague?

—Tranquilo, este va por mi cuenta. Además yo aun tengo la–... ¡Ah! —Alardeaba mostrando la cajetilla hasta que esta se le resbaló, pasando entre las rejillas del suelo y cayendo varios metros hasta un montón de nieve acumulado—. Ahhh...

—Vete a casa, Akxell —dijo dándose la vuelta para irse—. No servirá de nada que evadas a tu esposa quedándote aquí.

—Ya... —Se recargó en la barandilla—. Te veo en la siguiente jornada, Martti.

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R̶ ̶e̶ ̶c̶ ̶h̶ ̶a̶ ̶z̶ ̶a̶ ̶d̶ ̶o̶ ̶s

-El Cuervo de Ojos Rojos-


Capítulo 2

El caso del cráneo esparcido

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18 horas antes


La cama de nieve abarcaba totalmente el cuadrado callejón sin salida. La luz de los faroles no llegaba hasta allí y las ventanas de los edificios que lo rodeaban, no poseían ventanas que dieran hacia él. Era, sin duda, el lugar perfecto para aterrizar.

Varias figuras encapuchadas cayeron hacia la nieve, la primera cayó con elegancia; la siguiente, de forma similar pero algo menos estable; la tercera se tambaleó bastante, casi cayéndose; y la última se estampó contra el suelo, hundiendo todo su cuerpo en la nieve.

—¡Oh, Zer0! —La primera figura encapuchada volteó a ver el cuerpo sepultado en la nieve—. Olvidaba que este era tu primer transporte ¿Te encuentras bien? —Pensó en ir a ayudarlo, pero el novato se recompuso sorprendentemente rápido.

—Estoy bien, estoy bien, capitán —dijo levantándose, aún con nieve cubriendo la capa, hecha de pelaje sintético, que llevaba sobre su ropa, al igual que todos los allí presentes.

—No te sientas mal, Zer0. Todos nos caemos en el primer transporte —dijo con una ligera sonrisa. Mucho había cambiado en Jean. Excluyendo su vida privada, profesional y hablando meramente de lo físico: ahora tenía el cabello tomado, mantenía su usual sonrisa, algo más apagada y cerrada, pero igual de cálida. Sus ojos seguían igual de afilados que siempre y, ahora que su cabello no los ocultaba, se notaban más que nunca—. ¿Y ustedes, que tal aterrizaron? —Volteó al resto del equipo.

—Bien —habló la segunda en caer—. Aunque hace aún más frío del que esperaba —dijo con una leve risa. Era de anchos hombros, su morena piel contrastaba con el nevado entorno, tenía un cabello rojo como el arrebol acompañado de unos ojos dorados ocre.

—Excelentes entonces, Lyn. —Volteó a la que restaba—. ¿Kathy...? ¿Todo bien?

—Si. Solo no me acostumbro al transporte aun. —Ambos sabían que no era eso a lo que se refería el líder. Pero no era una conversación que iban a tener ahora.

—Bien, si estamos todos, creo que es hora de empezar ya. —Se aclaró la garganta y comenzó su discurso—. Como bien saben, el equipo de reconocimiento vino aquí hace unas semanas y nos encontró los cuatro objetivos que más se acercan a nosotros. Espero todos tengan las lentillas que les dieron, ya que son, junto con el cabello, la parte que el comunicador no podrá cambiar ¿Todo claro, chicos?

La morena afirmó mientras que los otros dos asintieron, más el albino agregó algo.

—¿Todas las misiones empiezan así de rápido?

—No necesariamente —explicó Lyn—. Puedes tomarlo como el sello de este equipo.

—Puede que esta nos tome un poco más. Hay factores que nos pueden hacer demorar bastante —agregó el líder del equipo mientras enviaba un mensaje a los comunicadores de cada uno—. Bien, a mí me ha tocado Nordtair, al norte; está a solo unos kilómetros caminando, ¿y a ustedes?

—Tendré que tomar el tren, mi sector está al otro lado de la ciudad —dijo la rubia, pensando en voz alta.

—voy contigo entonces, Kathy —sonrió la de dorados ojos—. A mi me ha tocado el sur, así que tendré que ir en tren igual.

El capitán volvió a ver al albino.

—¿Y tu, Zer0?

—Voy contigo. Debo ir al noroeste al parecer.

—Excelente entonces equipo ¡Vamos allá! —Se arregló la capa, y salieron de la oscuridad.

Al estar fuera del callejón, el albino pudo finalmente ver el exterior de la central por primera vez y, por lo mismo, no pudo evitar embobarse viendo el entorno: pavimento delicadamente cincelado cubierto de nieve, la cual era derretida por la blanca luz de las farolas que se extendían por todo el camino iluminando no solo el sendero sino también las fachadas de los edificios, de arquitectura tan decorada que era difícil que la mirada no fuera capturada por cada detalle, que iban tan alto que imposibilitaba ver las estrellas si no se inclinaba el cuello hacia arriba.

—Bien, aquí se separan nuestros caminos. Por hoy preocúpense de establecerse, mañana les enviaré instrucciones. Recuerden, deben hacerlo antes de las siete de la mañana, para entonces, estas calles estarán repletas.

—Recibido. Nos vemos luego, Capitán Loralux. —Se despidió la morena agitando su mano. La rubia se despidió también, en un tono considerablemente más apagado. Apenas ambas se fueron, el pelinegro soltó un suspiro entrecortado; difícil saber si fue producto del frío o de los nervios y empezaron a caminar.

Acompañado los pasos, Jean silbaba ocasionalmente la melodía del samurai de plomo, un popular programa que La Central reproducía a la hora de la comida. Cuando dejaba de silbar se daba golpecillos en la pierna y cuando no hacía ninguna de las dos, el silencio más sonoro hacía presencia.

—Así que... Zer0... Hace frío ¿eh?

—Si —intentó responder de buena manera—, está bastante más helado que en La Central, pero se parecen en que el cielo está oscuro sin importar la hora.

—Que curioso que tu primera misión sea en un sitio así, es casi como si visitaras una Central alterna ¿Eh? Jeje... Je... si... —Bajó un poco la cabeza, agarró valor y decidió sacarse un peso de encima—. Zer0 yo... si estas enojado por la promesa que hicimos... yo de verdad lo siento, es solo que, había pasado tanto tiempo, de verdad no sabía si–...

—El que explica se complica, capitán. Puedes estar tranquilo. Solo es una cosa que dijimos de niños. No tiene importancia.

—Ah, si. —Otro silencio se iba aproximando poco a poco y, por cada segundo, la posibilidad de mantener la conversación se veía más remota, pero, para cuando el pelinegro se resignó...

—Entonces... ¿Cómo le va en el trabajo? —preguntó el albino, reavivando la charla—. Ya ves el mio, si no la hubiera cagado, no estaría aquí —rió un poco.

—Bueno, soy el líder de este grupo, tenemos un buen historial, aunque nuestra última misión... no nos fue precisamente bien, la verdad. La cumplimos, pero... en fin. Es por eso que esta misión es importante...

—Nos irá bien, tranquilo. Somos cuatro personas más que capaces para este trabajo.

—Si...

—Bueno... Entonces... —Lanzó otro tema—. ¿Qué tienes planeado hacer después de esto? La misión digo.

—Bueno, voy a tener que contestar tu pregunta con otra. Una vez terminemos esta misión... ¿Volverás a trabajar en el laboratorio?

—¿Mh? —Dicha pregunta le llamó bastante  la atención—. Nunca me lo había planteado, la verdad. Supongo que dí por hecho que volvería una vez acabemos aquí. Llevo allí desde que salí de la guardería después de todo.

—Bueno, el punto es que necesitaré que me ayudes. Es algo en lo que creo que realmente necesitaré tu ayuda.

—¿Qué cosa?

—No sé si... convenga demasiado comentarlo ahora. Juntémonos en alguna cantina o café en otro momento y te contaré los detalles, ¿Te parece?

—Usted es el capitán, capitán.

El viento que corría por el lugar volvió a ser lo único que se escuchaba. El incómodo silencio había vuelto a surgir.

Ejem —tosió el líder, forzar la conversación no iba a dar más frutos. Decidió enfocarse meramente en triangular al objetivo, por lo que encendió la máquina en su muñeca y, activando la pantalla, notó que había una interferencia en la misma, dificultando bastante verla—. Tenemos un problema...

—¿Mh? —Volteó y vio la pantalla—. Eso nos va a retrasar. —Volvió a ver al frente—. Pero al menos se ve que llegamos a un lugar importante —dijo viendo al frente, a "Nordtair Plaza". Contaba con una fuente en el centro en la que había una poza de agua congelada, varios espacios alrededor donde, antaño, habría ido abundante vegetación, ahora solo tenía árboles secos por el extremo calor de pasadas estaciones para luego ser recubiertos en una capa de hielo.

—Bien, el objetivo debe estar por aquí cerca, Zer0. Tu busca desde aquí hasta la muralla. Yo revisaré la parte desde aquí a la torre. Envíame un mensaje si encuentras algo.

—¿Funcionará el comunicador con esta interferencia?

—No estoy seguro, pero mejor intentarlo a nada —dijo para partir, alejándose hasta que el de ojos rojos lo perdió de vista

En lo que ambos se adentraban en sentidos opuestos a las calles, al otro lado de la ciudad, más allá de la maraña de edificios, el tren iba avanzando con rapidez por sobre el muro de la nevada metrópoli.

—Por amor a Gaster... —dijo la pelirroja con cansancio mientras se recostaba en uno de los largos asientos del tren—. ¿A quién se le ocurrió que haya que subir semejante escalera para llegar a la estación? Más importante, ¡¿Por qué hace tanto frío?!

—Tu... no leíste el dosier con toda la información de la misión ¿verdad, Lilyan? —preguntó Katherine, sentada al otro lado del tren.

—Esto... palabras más palabras menos... le eché una ojeada rápida.

—¿Sabes... por qué estamos aquí siquiera?

—¡Oye! ¿¡Por quién me tomas!? ¡Claro que lo sé! Era... por el mineral ¿verdad...?

—Así es.

—Bueno... en cualquier caso... ¿Me haces recuerdo de toda la misión? Ya sabes como es mi cabeza...

—Mira detrás de ti, Lyn...

—¿Mh? —la morena se sentó y vio detrás, por la ventana.

Un mar de tejados y nieve se alzaba hasta donde alcanzaba la vista; ninguna vivienda tenía menos de seis pisos. Todas estas calles y estructuras estaban rodeadas por un gran muro de varias decenas de metros por el cual pasaban las vías del tren cada tanto a modo de atajo. Al centro de la ciudad, una enorme torre, tan grande que hacía ver a los otros edificios alrededor como copos de nieve ante un iceberg, se alzaba; tan alta era que, incluso desde la cima del muro, era complicado ver el mirador en la cima.

—Esto es Froidelle, Lilyan —explicó la rubia—. En esta rama, el planeta está detenido desde hace siglos, por lo que solo hay dos estaciones. Una de sofocante verano, y otra de crudo invierno. Durante el largo día, hacen equipos de expedición para ver que hay más allá de la ciudad. No habían tenido éxito hasta hace unas semanas cuando encontraron esto. —Envió una imagen al comunicador de la pelirroja—. ¿Sabes qué es?

—Gerium... —respondió bastante seria.

—Correcto. Por primera vez en la historia del multiverso, otra rama ha generado el mineral que La Central usa para los viajes entre diferentes ramas temporales. Se están dedicando a estudiar el Gerium, si descubren el viaje entre ramas... Es demasiado poder... No podemos dejar que el mineral caiga en manos equivocadas...

La de ojos amarillos volteó y asintió.

—Está ahí, ¿Verdad? —preguntó poniendo su dedo en el cristal, sobre la enorme torre al centro.

—¿Es demasiado evidente? Si. Froidelle está regida por la empresa del centro, Geotherx. Es la que proporciona calor a través de las farolas y da calefacción a las casas en periodo de oscuridad, mientras que, en el de luz, se encargan de proporcionar aire fresco a los hogares y aumentar la disponibilidad del agua.

—¿Una empresa cuyo propietario también es una especie de soberano? Curioso...

—Aterrador, diría yo. En cualquier caso, nuestro trabajo es robar el mineral e irnos. Esta es una misión de exterminio de anomalías, pero no centrada en destruir una criatura como usualmente. Debemos ir con más cuidado, queremos evitar un caos, no crear otro, aunque... Nuestra prioridad sigue siendo recuperar el Gerium.

—Tiene sentido... Así que por eso es que vamos a suplantar las identidades de los cuatro objetivos, huh.

—Si, así es... —dijo desviando un poco la mirada, viendo el vacío vagón.

—Que misión... Como odio que estemos en crisis... este encargo era más apto para los de alto rango...

—Ante la situación... es la mejor carta de La Central, este equipo tiene un historial perfecto, y Zer0 era de los mejores científicos que la central ha visto en años... somos la opción más segura ahora que todos los Élites y Vanishers están fuera en recolecta.

—Seguro nos irá bien. Es solo una misión más.

—Sí... una misión más... —La rubia solo se mostró algo pensativa. Su lado del vagón, el que apuntaba hacia fuera de la gran muralla, no tenía ventanas por lo que no podía quedarse viendo otra cosa. Incómoda ante el silencio y viendo que si no hablaba ella, todo el viaje vendría acompañado de un tan tortuoso como monótono silencio, la morena decidió sacar un tema directamente.

—Con que el mejor científico ¿eh...? A este chico Keller, ¿De dónde lo conoces? Veo que tú y tu novio tienen cierta historia con él...

—Oh, Zer0, eramos amigos, allá en la guardería. Éramos... una triada inseparable. Veíamos películas, jugábamos, estudiábamos, hacíamos todo juntos en general. —Sonrió levemente, con algo de melancolía.

La de anchos hombros se volvió a recostar y pasó de observar el techo del vagón a voltear a ver a Katherine.

—¿Qué pasó? ¿Se pelearon o algo?

—Nos separamos poco antes de la graduación, medio año antes creo. Es... complicado.

—Mh... ¿Y qué hacían?

—Recuerdo muy bien la última noche que estuvimos juntos, Jean trajo "La noche de la muñeca" era una película de terror; de las mejores que hay en varias ramas. Pedimos una sala-televisión en la sala de recreo y nos sentamos a verla solo los tres.

—Déjame adivinar, ¿no te inmutaste en toda la película?

—Al contrario, estaba aterrada. —Sonrió de forma algo más amplia, con ojos cerrados—. Estaba sentada en la esquina del sillón, saltaba hacia el centro por cada susto que había. Zer0 estaba muy, muy, tenso. Se veía que, si bien en ningún momento saltó, estaba muy nervioso también.

—¿Y el capitán?

—Creo... que le aburrió un poco la verdad. No vi que no la disfrutara, pero se le notaba bastante neutro viendo la película. Al menos la trama era buena, por lo que supongo que se entretuvo pese a todo.

—Lo recuerdas bastante bien para que haya pasado hace tanto, ¿Eh, Katherine?

—Un poco... Es... un recuerdo que guardo con mucho cariño. El momento donde fui más feliz y pude apreciar lo que tenía.

—¿Fue ahí cuando te enamoraste del capitán?

—Ah, no, no, no, no. Él y yo no nos vimos hasta años después. Creo que fue hace dos años cuando tuve que operarlo cuando vino de vuelta de una misión y ahí recuperamos contacto. Ya te sabes el resto, comenzamos a salir y... un año después, me uní al equipo.

—¿Cuál era la magia de tu grupo? Los tres salieron siendo superdotados. Tu amigo la habrá cagado, pero fue el científico más joven de La Central, lo mismo contigo, fuiste cirujana, y el capitán... bueno, no le sorprendería a nadie si mañana lo ascienden a Élite... o a Vanisher.

—Creo... que simplemente encontramos la cosa en la que teníamos talento y... simplemente decidimos ir por ellas.

—Suena fácil cuando lo dices así... —Suspiró—. Hey, ¿tienes más historias de ustedes tres?

—Oh, si, varias. Verás, estuvo esta vez que... —En lo que la rubia hablaba, fervientemente, de sus pasados días en la guardería, el tren siguió avanzando. Quedaba bastante de viaje, pero al menos ahora no había silencio.

Mientras tanto en el norte, las calles comenzaban a verse iguales. Lo bueno era que, entre más se alejaba de la torre, menos interferencia parecía tener la pantalla de su comunicador, lo cual le hacía formular un par de teorías en su mente, pero, más importante, le dejaba más en claro donde estaba su objetivo: en un pequeño callejón cerca de una cantina que acababa de cerrar sus puertas hacía no más de cinco minutos. Ya estaba bastante cerca.

Le envió un mensaje al capitán quien, con algo de suerte, habría notado también como la interferencia era proporcional a la cercanía con la torre.

Mientras caminaba, dudaba si seguir avanzando o esperarlo. Si el objetivo se les escapaba la misión peligraría. No obstante, lo que le hizo dejar de lado cualquier duda fue cuando estaba a apenas unos metros del ya cerrado local y escuchó un grito. Uno cargado de tanta ira como desesperación.

—¡¡Suéltame!! —se oyó desde un estrecho y nevado camino, oscuro como él solo.

Sin pensárselo dos veces, el albino entró y se puso en guardia. Ahí lo vio. Una chica forcejeando contra un tipejo de rizado cabello rubio, algo más alto y fornido que el albino. Él, notablemente ebrio, volteó a ver al recién llegado, cosa que hizo que la mujer aprovechará para zafarse del agarre y saliera corriendo de aquel oscuro sitio.

—¡Vuelve aquí, Mald...! —gruñó mientras volteaba y salía a la plaza para intentar perseguirla, pero, una vez a la intemperie, se dio cuenta que la había perdido de vista. Lentamente, el rubio se volteó en dirección al vessel, solo para no verlo por ningún lado.

Este caminó con rapidez hacia donde se encontraba, no iba a dejar que otro se le escape. Corrió hacia el callejón y, antes de que el alcohol le permitiera sentirlo, recibió un metálico golpe en el rostro, haciendo que se la cubra por reflejo.

—Veo que no se te dan muy bien las persecuciones —dijo el de ojos rojos saliendo de detrás de la pared.

—Serás... ¿Sabes siquiera en que te estabas metiendo, malnacido? —Bajó un poco las manos, cubriéndose aun gran parte de la cara, pero dejando ver sus iracundos ojos.

—Claramente no en una cita romántica. —Volvió a meter sus manos dentro de su capa.

El borracho entonces, sacó una navaja de su chaqueta, muy parecida a la capa de Zer0, pero con unos bolsillos muy bien escondidos; hechos por él mismo.

—Veo que te gusta hacerte el gracioso... ¡Adoraré dibujarte una sonrisa! —Mientras gritaba, lanzó una cuchillada en dirección al rostro del vessel.

Preparado desde antes de que viera el arma, el albino tomó la hoja a través de la capa. Su idea original era encestarle otro puñetazo, pero la fuerza del borracho era tal que, si no sujetaba el filo con ambas manos, lo más probable es que este atravesaría la capa y se le clavaría en el abdomen. No obstante, decidió mantener la calma.

—No deberías fardar antes de actuar, Kayn —dijo ocultando el esfuerzo que le producía sostener el arma.

—Jm, lo mismo digo, compañero. —Ejerció más fuerza con una mano mientras que con la otra soltaba el mango y la usaba para atizarle un potente golpe a Zer0 bajo el ojo, derribandolo.

—《¡Mierda!》—pensó mientras caía al suelo y, antes de que pudiera siquiera procesar el dolor, vio como otra cuchillada iba directo hacia su rostro. Esta vez, no tuvo tiempo para planear algo. Por instinto, agarró la hoja con sus enguantadas manos. La fuerza que ejercía su oponente era bastante mayor, como si el forcejeo anterior no hubiera sido más que un juego.

Sujetando con ambas manos el filo, este último empezaba a abrirse paso entre los guantes del vessel, cortando la tela y acercándose más y más al rostro. El forcejeo hizo que el cuchillo empezara a temblar, Zer0 apretaba los dientes con fuerza mientras, poco a poco, comenzaba a ponerse de pie. Kayn por su parte comenzaba a sonreír al ver como el cuchillo no dejaba de avanzar más y más.

Fue esa satisfacción lo que hizo que le tomara aun más por sorpresa cuando, rápidamente, Zer0 dejó de hacer fuerza y se movía a la izquierda, haciendo que el arma avance de golpe y choque contra la pared.

El rubio no esperó ni un segundo y se volvió a lanzar hacia el vessel. Este último se preparó para asumir daño en post de asestar un golpe, pero, para cuando ya estaba formulando un plan, en una fracción de segundo, un puño revestido con destellos azules y, moviéndose más rápido de lo que los reflejos de cualquiera de los allí presentes, impactó en el estómago del borracho, haciendo que este salga volando, estampandose contra la pared de ladrillo tras él.

Apenas había pasado un segundo.

—¡G–gh...! —El de cabello ondulado escupió algo de sangre—. ¡Imbeciles! ¿¡Quiénes se creen que son!?

—《¿Resistió el golpe? Iba con intención de dejarlo fuera...》 —pensó Jean mientras, de nuevo, destellos azules comenzaban a salir de su puño—. 《De todas formas... con el siguiente será suficiente...》. —Lanzó nuevamente un golpe, esta vez a la cara.

El rubio intentó bloquearlo en cuanto Jean empezó a emitir chispas, pero antes de que levantara un centímetro su brazo, el puño ya había impactado en su cabeza, noqueandolo

—Bien... —dijo para sí mismo el de pupilas afiladas—. Zer0 ¿Estás bien? —preguntó volteando a ver a su compañero—. Vine apenas vi tu mensaje. Sé que tal vez no querrías ayuda, per–...

—Gracias... —dijo Zer0 mientras se ponía de pie—. Gracias, Jean.

—¿Mh?

—Si llegaba a siquiera salir victorioso de ahí, me iba a costar un ojo como mínimo. Por eso... Gracias, en serio.

—No hay de que, Zer0 —dijo con una sonrisa amplia. Al ver como lo llamó por su nombre.

—Bien, ahora a escanearlo ¿verdad... ? —dijo acercándose al cuerpo inconsciente de Kayn mientras el comunicador emitía una luz qué comenzó a envolverlo.

—Correcto. No olvidaste hacer el trámite con la superiora D, ¿Verdad?

—Por supuesto que no... la vieja ya activó el permiso para mi comunicador.

—Muy bien... Por cierto, si bien el comunicador hará gran parte del trabajo, creo que este errante tenía la voz algo más rasposa ¿Puedes intentar simularla?

—Ah, si, cuando tome su apariencia, lo haré, aunque probablemente haya sido por el alcohol...

—No lo había pensado... en fin, ¿no vas a transformarte ahora?

—Con la energía que gasta prefiero guardarmelo hasta que llegue a la ubicación... —Comenzó a registrar los bolsillos del inconsciente—. Aquí está —dijo sacando una llave del porte de una mano, decorada con varios acabados de metal.

—Oh, cierto... habría sido un problema que no te llevaras su llave, jeje... —Se rascó la nuca.

—Vaya que son ostentosos en esta rama... —Guardó la llave—. ¿Ahora que hacemos con este?

—Podríamos simplemente dejarlo tirado a que se congele. Es una causa de muerte común entre los borrachos de aquí, pero...

—Si encuentran su cadáver, todo mi teatro se irá al basurero...

—En resumen... Zer0, ya tienes lo que necesitas. Normalmente, cada uno se encarga de su parte, pero... como es tu primer objetivo, creo que puedo ser flexible y echarte una mano. Ve a la dirección, yo me encargo del resto.

—¿Entonces debo esperar a que te contactes conmigo de nuevo?

—Correcto. Tú despreocúpate por ahora.

—Bien, hasta que llegue el momento entonces —Antes de irse por el callejón, volteó una vez más—. Cuídate, Jean.

—Nos mantendremos en contacto, cuídate también, Zer0 —se despidió el pelinegro sin desviar la vista del borracho.

—¡Y luego estuvo en la enfermería un día entero! —dijo entre risas la de lentes—. Todo porque el muy tonto quiso apostar a que podía hacer más flexiones seguidas que Jean.

—¿A Keller se le daban mal los deportes? —preguntó Lyn arqueando una ceja.

—Para nada, le encantaba jugar quemados de hecho, pero Jean... bueno, tu lo conoces es... un prodigio.

—He trabajado el suficiente tiempo con él para tenerlo claro... Eso sí, me sorprendió que no fueras la más calmada de los tres.

—¿Mh? ¿A qué te refieres?

—Bueno, por como eres, siempre pensé que nunca mostrabas demasiado tus emociones, ya sabes, casi siempre andas con una cara... neutra.

—¿tú... tú crees?

—¿Pero en estas anécdotas? —La morena soltó una ligera risa—. Vaya, jamás pensé que le llamarías la atención a alguien o que fueras tan gruñona a veces. Realmente mi visión de ti ha dado un giro de trescientos sesenta grados.

—《¿No es eso un circulo entero...?》—pensó, pero rápidamente lo hizo a un lado y respondió—. Ha pasado tiempo, la verdad y–... —Antes que pudiera continuar, el tren hizo un pitido que interrumpió a la rubia y comenzó a descender por el lado interior del muro.

—Bien, parece que esta es mi estación. En otra oportunidad podríamos seguir hablando —dijo la pelirroja, pero, antes de bajarse del tren—. Adiós, Kathy. Cuídate. Espero... empecemos a hablar más seguido. —Levantó la mano en señal de despedida mientras la puerta se cerraba.

—Adiós... Lilyan. —Lo único más débil que su voz al despedirse, fue su sonrisa, pues apenas la de pelo rojo se fue, y las puertas se cerraron, sus labios pudieron finalmente volver a la normalidad.

El tren volvió a avanzar, la rubia se quedó estática en su asiento, no se movió ni con el tambaleo del vagón. Pasaron decenas de minutos y, lo único que cambiaba era como había echado su cuello hacia atrás.

—《¿Tanto... he cambiado? Ella... casi pensaba que yo era un robot...》—pensó mientras bajaba su mirada, viendo sus manos—. 《Los años han pasado en suspiros... ¿En qué momento nos volvimos tan distantes?》.

El tren intentaba hacer que la joven se levantara, pitando una vez más, indicando que ya había llegado a su destino. Ella lo sabía, era consciente de que debería bajar si quería seguir con la misión, pero decidió simplemente no hacerlo. Se quedó quieta, esperando que las puertas se cerraran. Tenía otro plan, uno bastante improvisado, pero que sería el que tomaría. El tren comenzó a moverse nuevamente y ella permaneció sentada, esperando.

Si no fuera por sus vivencias más recientes, a Zer0 le habría puesto algo más ansioso el estar solo en una rama temporal por primera vez, pero, tras la última semana, era agradable dar un paseo con tanta calma. Agradecía tener un mapa básico de las calles, sin él, la navegación de las laberínticas calles de Froidelle habría sido mucho más complicada; en la central al menos los pasillos solo iban de norte a sur, de este a oeste o en una marcada curva.

Caminó un rato más absorto en sus pensamientos y, como si le gritase que era su destino, un edificio se alzaba dividiendo la calle en otros dos caminos. Superaba la decena de pisos en altura, tenía un ala Este y Oeste qué se extendían hacia atrás desde la torre principal, como una "V", estos daban una vista hacia ambos inclinados senderos que nacían de la ruptura del camino.

—《Es de los últimos pisos, al final del pasillo a la derecha, ahora solo necesito...》. —Y, antes de que siquiera se pusiera a barajar sus opciones, algo le frenó en seco su tren del pensamiento: Un mensaje en su comunicador. Era un simple: "Hey, ¿Puedes hablar?". Lo interesante, sin embargo, estaba en el remitente del mismo. Era el primer mensaje que recibía de Katherine, y la primera vez que le hablaba directamente en años. Lo tomó bastante por sorpresa y, sin embargo, respondió sin pensárselo mucho con un "¿Dónde estás ahora?".

Antes de que su siquiera se planteara tocar el botón para cerrar la pantalla, el siguiente mensaje llegó enseguida: "Apaga tu comunicador"

Levantó su cabeza y, mientras cerraba la pantalla holográfica, la vio, en la calle izquierda que se enroscaba en una pronunciada pendiente junto al edificio, ahí parada, iluminada por unos pocos faroles qué hacían su ya lechosa piel aún más pálida.

—Hey... yo... debí haber avisado antes, ¿Verdad...? —preguntó entrecerrando un poco un ojo. Por primera vez desde que se reencontraron, pudo verla con más detenimiento. Su piel, casi tan pálida como la de él, su cabello rubio recortado ahora hasta poco más de los hombros. Lo único que no había cambiado eran sus ojos azules y sus lentes. No obstante, no fue esto lo que más llamó su atención.

No pudo saber en ese momento si lo que vio fue obra de un descuido intencional, pero, mientras ella volvía a meter su brazo bajo la capa, pudo verla. Su figura. Estaba delgada. Demasiado. Al punto que parecía que su cuerpo había gastado hasta la última gota de energía en únicamente darle una altura similar a la de sus pares, descuidando absolutamente todo lo demás.

—《mierda...》—pensó él casi por instinto, dándose cuenta de por qué días antes la había visto únicamente con ropa holgada. No obstante, en su rostro no mostró ninguna reacción a ello. En su lugar, le respondió como sólo él podía hacerlo—. Si, debiste. Me temo que no queda otra más que dejarte durmiendo fuera —dijo con una leve sonrisa de boca cerrada.

—¿Tendré un colchón al menos? —Acompañó al chico, sonriendo ligeramente también.

—Con algo de suerte te tiraré un trapo de cocina

—¿Existen aquí?

—Ten fe, sino tendrás que apoyar tu cabeza en un montón de aluminio.

Sin aguantar más, la joven soltó una pequeña risa.

—Ha... ha pasado un tiempo, Zer0. —Elevó la mirada, viendo bien al albino al final del camino, en la cima de la pendiente. Era el caso contrario a ella. Había crecido bastante bien. Para empezar, tenía ahora una prótesis digna, un mecánico brazo qué culminaba en sus cinco dedos que, gracias a la tecnología de La Central, se movía y actuaba como si nunca hubiera habido una ausencia del mismo.

La nieve y la luz de los focos resaltaban aún más su tez pálida y su cabello; qué ahora le llegaba hasta algo más del cuello. Su cuerpo estaba mejor formado ahora, producto del obligatorio entrenamiento que le hicieron pasar para ir a una misión de este calibre siendo un novato. De ahí en fuera, pese a haber adquirido las facciones y altura de un ya casi adulto, era como si aun conservara parte de los rasgos de cuando eran niños.

—Es bueno verte igualmente, Katherine ¿Quieres hablar dentro? Nos terminaremos congelando aquí fuera.

—¿No amenazará eso con tu fachada?

—Tengo un plan ¿Leíste el dosier con toda la información de la misión? —Ante la pregunta, la rubia solo carcajeó un poco, a lo que el albino se mostró genuinamente confundido—. ¿Mh? ¿Qué pasa?

—Nada, nada, solo recordé algo, vamos... —Ambos caminaron, pasando por la verja y entrando al edificio. Fue un golpe de calor indescriptible, como si todo el frío que hubiese fuera hubiese sido anulado de golpe. Sabían la razón, por como era Froidelle, toda la tecnología se había centrado en hacer las construcciones lo más aislantes posibles.

No obstante, parecia ser que con la alta tecnología para contener energía se prescindía un poco de la presentación. Esto fue sencillo de notar para Zer0 quien estaba genuinamente cautivado y curioso al ver escaleras quietas y muros llorando yeso al estar más acostumbrado al inmaculado cuidado que había en los pasillos de la central.

—¿Y cómo llegaste aquí?

—El tren que tomé da la vuelta a la ciudad en sentido horario, y como la dirección que te asignaron estaba en sentido contrario...

—¿Aprovechaste de interceptarme en pleno camino?

—No sabía que ibas a tardarte tanto, eres bastante lento si te tomó tanto tiempo ir desde el punto de aterrizaje hasta aquí.

—Me perdí un poco en el camino.

—¿Te perdiste, mh? ¿Tiene que ver tu falta de orientación con ese moretón que tienes bajo el ojo?

—Puede ser...

Definitivamente, trajes tan pesados y abrigadores no eran la mejor elección para subir tantos pisos, pues ya para cuando llegaron al que les correspondía, ambos vessels se notaban ciertamente algo cansados.

—Menos mal no había que subir otros dos pisos, el calor me iba a matar sino... ¿y tú? ¿Cómo vas? —dijo Zer0 resoplando un poco.

—De... Maravilla... —respondió Katherine entre jadeos.

—Ya veo... Bueno, es hora de activar el cambiaformas. —Seleccionó la opción en su comunicador—. Tendré que meterme en el papel de Kayn ahora... ¿Ya has decidido cómo actuar? Te estás colando así que tienes bastante libertad.

—Creo que improvisaré en base a lo que la situación amerite —respondió mientras avanzaban por el rasgado y demacrado pasillo. Luces frías lo iluminaban pobremente, no obstante, eran útiles para disimular el leve brillo que comenzó a emanar de la máquina para luego extenderse poco a poco, cada vez más rápido, por el cuerpo del albino. Antes de que este pudiera dar el siguiente paso, poco a poco, sus facciones, su altura y complexión cambiaron ligeramente. Para terminar de encajar su disfraz, lo complementó con el par de lentillas naranjas que le dieron.

—Vaya... te ves... casi igual, qué quieres que te diga... ¿Qué vas a hacer con el pelo, dirás que te lo decoloraste?

—Así es

—¿En... serio?

—Hay peluquerías en el distrito subterráneo. Con como era el portador de este cuerpo, no me extrañaría que haya ido ahí sin vergüenza alguna.

—Hey... creo que me has dado una idea...

Finalmente habían llegado frente a la puerta del departamento "912", por lo que ambos se prepararon y respiraron hondo.

—¿Cual era la variante de tu nombre aquí?

—Katryn, si no estoy mal.

—Bien, "Katryn", vamos allá entonces. —Sacó la llave de su bolsillo y abrió la puerta.

Sorprendiendo a ambos, el inspector Marttkus Fritz estaba allí sentado, dormitando en la mesa. Despertó algo sobresaltado.

—¿Kayn, qué de...? ¿Desde cuándo vuelves antes de que yo me vaya a trabajar? Casi me das un infarto... —dijo el inspector mientras se llevaba una mano a la cara—. Ahhh... Hay comida en la olla y... —Hizo una pausa en seco. Se sobresaltó de sobremanera al ver más atentamente al chico—. Tu relicario... Mocoso de... —Tomó al albino de su chaqueta—. ¿¡Dónde está el relicario!? ¡¡No le digas que lo vendiste para hacerte eso en el cabell–...!!

Y antes de que pudiera continuar, la rubia se asomó tímidamente. El mayor volteó la vio y, confundido, volvió al albino, quien empujó al inspector y se arregló la chaqueta.

—Pues, si me hubieras dejado hablar, anciano, podría haberte explicado la maldita situación. Es una chica de mi clase. Tiene... "problemillas en casa" por decir menos... Se va a quedar aquí un tiempo. —Volteó la vista y vio la puerta por sobre el hombro—. ¡Hey, Katryn! Ya puedes entrar...

—¡S-Si! —respondió mientras cruzaba y cerraba la puerta.

—En cuanto al relicario... me lo robó algún puto infeliz... Encontraré al pendejo que me lo robó y le partiré la cara...

—《¿Y... este mocoso? ¿Desde cuándo... me da tantas explicaciones? No está mintiendo, eso es seguro. No se inventaría semejantes historias para nada de esto. Además...》. —El inspector Fritz vio por sobre el hombro de quien creía su hijo y observó a la chica que acababa de entrar—. 《No se ve que mienta... Por el Ángel... entre más intentó entenderte menos lo hago, te lo juro》.

Muy cansado para replicar, el inspector se levantó de la mesa y caminó hacia su cuarto. Con algo de suerte, podría dormir tres horas hasta que le tocara su turno.

—Kayn. —El fornido hombre volteó antes de entrar a su cuarto y vio al de lentillas, señalando su cabello—. Tu amiga puede quedarse, pero no vuelvas a ir al barrio subterráneo. Aún no soy comisionado. Si te hubieran arrestado por ir a un sitio fuera de nuestra clase, que sepas que no habría ido a buscarte...《Te la perdono solo porque veo que empiezas a actuar medianamente noble...》—pensó mientras veía por el rabillo del ojo a la rubia. Tras llamarle la atención, el hombre entró a su cuarto y cerró la puerta. Lo único que se escuchó después, fue como se desplomaba sobre la cama.

La parte que más le costó disimular a Zer0 fue, de lejos, no ver todo aquel lugar con el asombro con el que un niño pequeño ve una juguetería. No era especialmente grande, estaba seguro de que era solo dos veces más grande que su cuarto de La Central, pero estaba todo, cada rincón, tan lleno de vida.

Apenas se entraba, se tenían a la derecha dos sofás individuales y uno largo frente a una gruesa televisión de antena. Detrás de los sillones, y subiendo no más que dos escalones, estaba la mesa, alargada, para seis personas. Colgaba una pequeña luz amarillenta sobre esta. A la izquierda de la mesa, una pequeña cocina y despensa, protegidas por un desayunador. Se ve que, con suerte, lo único usado en meses había sido la olla y la sartén. Tras la mesa, unas cortinas, protegidas por el mismo vidrio grueso que no dejaba que el calor interior se escapara. Que cada repisa estuviera llena de libros, cuadros, decorados o detalles, era algo que el albino solo creía posible en los cuartos de los élites o de los vanishers.

—¿Está durmiendo ya? —susurró la rubia antes de ser interrumpido por el más sonoro ronquido qué había oído venir de un humano—. Buff... Pensé que sería más complicado —resopló antes de sentarse un momento en el sillón—. ¿No era Marttkus Fritz un inspector? —preguntó Katherine mirando por sobre su hombro a Zer0, quien aún observaba el lugar con curiosidad.

—¿Eh? Ah, si. —Volteó a ver a la de lentes—. Pero supongo que no importa tu inteligencia, para un padre su hijo adolescente jamás dejará de ser un misterio

—Mh, si. No soy muy conocedora en el tema, así que supongo que tienes razón.

El joven tanteo la olla con sopa, aún salía vapor de ella, por lo que no esperó para servirla en un tazón de madera con una cuchara del mismo material. Salía un fuerte olor a especias y a tomate del plato, suficiente para abrirle el apetito a cualquiera.

—Mejor, cuéntame, Kath. Qué es lo que querías decirme —dijo mientras bajaba la escalinata y le pasaba el tazón con sopa a la chica.

—Ah, gracias, pero no tengo hamb–...

—Come —dijo tajante, con tal tono que le hizo dudar a la chica si había visto debajo de su capa.

—Bien... déjala sobre la mesilla. Te prometo que la comeré en un rato. —Suspiró. Lo que menos quería era discutir.

—¿Entonces? —Tomó asiento en uno de los sofás individuales—. ¿De qué querías hablarme?

—Honestamente... Ya lo arreglaste con el señor Fritz. Te quería pedir si me podía quedar aquí unos días —dijo mientras miraba el plato revolviendo la sopa lentamente, casi de forma involuntaria—. Zer0, ¿cómo fue que te... "encargaste" de Kayn?

—Tuve suerte... Jean me salvó el hocico. Él sé encargó del resto imagino...

—Jm... No me sorprende. No sé qué tanto lo haya demostrado, pero realmente te aprecia mucho. Estaba muy nervioso por volver a trabajar contigo.

—¿A qué viene todo esto?

—Zer0. Sé que es tu primera misión, pero... es primera vez que este grupo no va a una rama "salvaje" o, mejor dicho, es primera vez que venimos a una rama donde lo único que hay es civilización. Yo... me alegro que hayas tenido a Jean. Jamás antes "encargarse" de... personas, había sido parte de la misión en sí y yo... no puedo. No tengo las fuerzas para tomar una vida y...

—¿Quieres quedarte aquí?

—De ser posible... Sé que es mucho pedir, pero créeme que no te pongo bajo ninguna presión. Si así lo quieres, puedo irme en este mismo momento.

—Solo tengo una condición.

—¿Cuál?

—Respóndeme por qué conmigo, ¿por qué no con la otra chica o directamente con tu novio?

—Bueno, Lilyan y yo... no tenemos suficiente confianza, honestamente. No sé cómo me vería si le dijera todo esto, y Jean... él me diría que haga el esfuerzo por esta vez y luego lo "veremos". Además... las cosas entre él y yo han sido complicadas últimamente y... no te quiero pedir que andes solucionando todo, pero... solo si es posible... ¿Puedes echarme una mano para arreglar un poco nuestra relación?

—Me estas pidiendo demasiado, Kath. Y, por sobre todo eso, aún está la misión.

—Lo sé... y pido perdón si–...

—Será como cuando tenias que entregar un proyecto para una semana y, encima de eso, arreglaste una pequeña disputa que tuvimos Jean y yo —dijo con una sonrisa—. Puedes tomar esto como que te devolveré el favor, Kath.

Aliviada, la rubia solo cerró los ojos y sonrió un poco.

—Es un alivio, gracias... —dijo mientras se llevaba la primera cucharada a la boca.

En lo que ambos conversaban, varios kilómetros al Este, Kayn comenzaba a despertar mientras, casi a la par, Jean regresaba al callejón.

—¿Eh? ¿Dónde?

—Oh, ¿despertaste? Maldición, esto es ciertamente malo... Pensé que me daría tiempo de ir por mi objetivo y volver por ti, pero veo que no fui lo suficientemente rápido... ¡pero que suerte! Menos mal despertaste después de que yo volviera, habría sido incómodo de otra forma...

—¡Tu! ¡Tu estabas con el otro tipejo! ¡Suéltame, debo encontrar–...! —Pero antes que pudiera seguir, el vessel siguió, ignorando las quejas del humano.

—¿Kayn Fritz, verdad? No creo que tengas la menor idea de donde estás. Mira... no me agradan los errantes, pero aun así... intentaré ser rápido, ¿Si?

—¿Rápido? ¿¡De qué–...!? —Fue interrumpido nuevamente. El objetivo del capitán había sido la tráquea esta vez, rompiéndosela. Por reflejo, el rubio se llevó ambas manos a la garganta.
—Verás... no acabé contigo antes, porque gasté toda mi energía en ayudar a mi compañero y, si quería borrar huellas, realmente iba a necesitar de mi aura. —Kayn intentó levantarse, pero solo noto que tenía ambas piernas rotas—. ¿Mh? Obvio no te iba a dejar con las piernas intactas, tonto, te habrías escapado —dijo sonriendo inocentemente.

El de pelo amarrado comenzó a avanzar mientras su puño comenzó a emanar un azulado brillo.

—Oh, espera ¿En esta rama existen las huellas dactilares? Maldición... debí preguntarte eso antes de romperte la tráquea... Bueno, mejor prevenir supongo. —los destellos cambiaron, ya no estaban en su puño, sino en su bota. Aprovechando lo filosas que eran para aumentar el agarre, dio un gran pisotón a la mano del rubio. Al este no poder gritar, solo salió un pequeño gimoteo para expresar el dolor, por ende el sonido que dominó fue uno similar al de varios lápices rompiéndose a la vez, al de varias astillas siendo consumidas por el fuego.

—Oye, oye, vamos, Kayn. No te pongas así, aún me falta la otra mano.

Temblando, el rubio solo intentó retroceder, arrastrándose hacia atrás. Inútil, pues antes de siquiera retroceder un metro, ya se había chocado con la pared del callejón. Ante esto, el de pelo negro solo suspiró.

—¿Sabes, errante? No haces esto nada fácil para ninguno de los dos —dijo mientras poco a poco volvía a acercarse al ahora manco rubio—. Dentro de poco todo acabará, así que hazme un favor y quédate quieto.

Una vez el crujido se oyó de nuevo, con lágrimas, el de pelo rizado ya sabía qué su destino estaba sellado. Jean extendió su dedo meñique e índice, y un rayo conectó ambos. Al medio de estos, un orbe eléctrico comenzaba a crecer.

Étincler —dijo el capitán lanzando su ataque. Un destello de luz surgió de entre los edificios acompañado del sonido de carne y tejido siendo machacado, de sangre y sesos siendo desparramados por la acera y las paredes. Jean agradecía que el traje fuese oscuro, así no se notaban demasiado las manchas. Desgraciadamente, esto no ocurría con su rostro el cual había quedado con bastantes restos de carne y bruma roja.

—A ver, veamos... —dijo mientras veía su comunicador, revisando el dosier con la información general para ver la dirección que le había tocado—. Ah, vaya, que aquí aún no se usan las huellas dactilares, que descuido... bueno, ahora al fin a casa y, cuando esto termine, a por ese condenado Cuervo...

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